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Argelia

Cabilia se levanta


"Rouge", 3 de mayo de 2001

Como cada año en Cabilia, decenas de miles de jóvenes han salido a la calle para conmemorar una fecha memorable. Hace 21 años, el 20 de abril de 1980, mientras la huelga general y las manifestaciones estaban en su apogeo para que fueran reconocidas la lengua e identidad beréberes, el poder se había lanzado al ataque contra los estudiantes y la población en las ciudades y pueblos. Fue el tiempo de los arrestos masivos, de los juicios sumarísimos contra los militantes de la causa bereber.

Pero este 21 aniversario es particular. Pues el pasado 18 de abril en Beni Douala (región de Tizi Ouzou), un estudiante de bachiller, detenido en una pelea, ha sido muerto en los locales de la gendarmería, de una ráfaga de metralleta. Este asesinato ha hecho resonar violentamente el aniversario de la Primavera bereber. Desde hace una docena de días, los jóvenes se enfrentan con las manos desnudas a las balas del dispositivo militar-policial y rechazan responder a los llamamientos a la calma lanzados por los partidos y diferentes asociaciones. A pesar de la represión, ocupan las ciudades y pueblos, asedian las comisarías, incendian administraciones, levantan barricadas. Incluso los locales de algunos partidos políticos de oposición, considerados cómplices del estado, han sido saqueados. Nada parece ya detener a los manifestantes en su voluntad de enfrentarse con un poder que califican de asesino, de ladrón y de oportunista. En esta región de paro endémico, la ausencia de reconocimiento de su cultura y de su identidad priva a estos jóvenes de toda dignidad. Según un joven manifestante de Bejaia: “no tengo ninguna vida, ninguna dignidad, mi padre no trabaja, y se me niega la pertenencia a este país… No tengo nada que perder, arrancaré el asfalto y el cemento y lo lanzaré contra este poder asesino”.

Progresivamente, la cólera se ha extendido, y todas las carreteras que llevan a Cabilia se han convertido en impracticables debido a las barricadas levantadas por los manifestantes. A pesar del miedo de ver a sus hijos caer bajo las balas de las brigadas antidisturbios, la gente les apoya sin reservas. Los trabajadores intentan organizar la protesta para evitar nuevas víctimas: así, los sindicatos de la educación nacional de Bejaia y de Tizi Ouzou, en huelga desde el comienzo de los enfrentamientos, han organizado manifestaciones a través de toda la Cabilia y comenzado a unir a ellos otros sectores. El poder argelino ha respondido a ese movimiento contestatario con una represión salvaje: hay que lamentar una sesentena de víctimas hasta hoy, esencialmente adolescentes. Los gendarmes y los CRS llegan a utilizar balas explosivas. Los enfrentamientos se detienen solo lo necesario para enterrar a los muertos. Se teme lo peor para los próximos días.

Como todo dictador que se respete, Buteflika ha demostrado su desprecio viajando a África del Sur para asistir a un seminario sobre el SIDA, dejando a la televisión del estado la tarea de interesarse por los acontecimientos de Cabilia. Esta última se ha contentado, como “información”, con difundir la imagen de tres adolescentes quemando la bandera argelina, todo ello envuelto en un discurso sobre el eterno complot que amenaza la cohesión nacional: jóvenes “inconscientes” y “desocupados”, “manipulados” por parte de “enemigos” internos y externos, se habrían entregado a actos de “vandalismo” y de “sabotaje”, “contra las instituciones del estado”, “contra los valores de la nación”, etc. Cortada de toda realidad, la televisión no deja de ir contra las aspiraciones de la juventud. Expresándose en una lengua que pocos argelinos comprenden, los medios oficiales no están disponibles más que para Buteflika y los generales de la dictadura.

¿Cuándo el poder se enfría, tose Cabilia?. Desestructuración del tejido industrial, dislocación del sector de estado, despidos por centenas de miles, privatizaciones a todo pasto, explosión de los precios de los productos de primera necesidad, no pago de los salarios, reducciones de las libertades, negación de la identidad y de la lengua “amazigh” (bereber), negación de los derechos de las mujeres… Tal es el balance del poder argelino, “enriquecido” desde la llegada de Buteflika. La Cabilia, está en lucha desde hace 21 años para que sean reconocidas la lengua y la cultura amazigh como nacionales y oficiales, por las libertades individuales y colectivas y por la mejora de la situación social y económica. Los acontecimientos y las manifestaciones de la Casbah de Argel en 1985, los acontecimientos de Constantina y de Setif en 1986, la huelga general de todas las universidades en 1987, la insurrección popular de octubre de 1988, todas las huelgas obreras desde hace 30 años, entre ellas la de Alfasid (el mayor complejo siderúrgico de Argelia) reprimida salvajemente por Buteflika menos de un mes después de su elección: los ejemplos de revueltas populares son numerosos. El único “complot” que existe es el de Buteflika y sus generales, el que les ha permitido apropiarse de las riquezas de Argelia.

Es urgente que la protesta kabila sea apoyada por movimientos de solidaridad, en Argelia y en el extranjero, para que cese el baño de sangre y para el arreglo justo y definitivo de la cuestión democrática amazigh. Que el movimiento de Cabilia sea un trampolín para redinamizar la lucha democrática y social contra el régimen de los tiranos en Argelia.