Info DpT
Túnez

Evaluación de la situación general en Túnez


Salah Karker,
portavoz del Espacio de Diálogo por las Libertades y la Democracia en Túnez (4 de Enero de 2002)

En este principio de año 2002, es muy interesante elaborar un balance, aunque sea rápido, de la situación política en Túnez. En primer lugar, el año 2001, y sobre todo su último mes, relativamente ha sido cargado. Intentemos proceder por temas:

En el aspecto político, el régimen de Ben Ali lanzó al aire todos los globos de prueba, por lo que se refiere a su candidatura para un cuarto mandato presidencial, a lo que la constitución en vigor no autoriza. Ignorando las numerosas voces contestatarias y representando una mayoría aplastante del pueblo tunecino, decidió sin el menor pudor presentar su candidatura de nuevo. Esta cuestión dista mucho de ser cláusula. Va a tener una consecuencia muy movida. Es en torno a ella que va a concentrarse una muy buena parte del movimiento de contestación del pueblo tunecino. El General Ben Ali se arriesga a que esta candidatura le conduzca exactamente a lo contrario de lo que quiso realizar como objetivo.

Continuando siempre con el aspecto de la política, por primera vez desde hace muchos años la administración del régimen entrega un acuse de recibo al Dr. Ben Jaafar, a raíz de su entrega en el Ministerio de Interior de un archivo de legalización de su partido, el Foro Democrático para el Trabajo y las Libertades, cuya fundación anunció desde 1994. En cuanto al régimen, este gesto no puede ser sino un gesto hipócrita, completamente en contradicción con su inmutable orientación completamente totalitaria. ¿Ha estimado que el partido en cuestión no tiene suficientemente peso y base popular para molestarlo in situ, una vez reconocido, y que es también moderado y por lo tanto recuperable? En cuanto a los responsables de este partido, quizás cometieron un grave error táctico (así como estratégico) cuando se presentaron ante el Ministerio de Interior para depositar su archivo de legalización. Se encontraron, quizás, contra viento. Ya no es el momento, ahora, para pedir lo que sea a un dictador carente totalmente de legitimidad y legalidad. Es, por el contrario, el momento para reunir todos los ingredientes de un levantamiento popular para deshacerse definitivamente de la dictadura y su símbolo en el país. De todas maneras, este gesto sólo juega en favor de Ben Ali y no juega en absoluto en favor del partido del Foro Democrático, según parece. Ninguna señal de sinceridad aparece en este gesto diabólico. Lejos de ser maniobras y cálculos simplistas, la democracia es un noble valor, una convicción y un estado de ánimo. No se puede en absoluto ser demócrata autorizando algunos partidos, por una razón u otra, siguiendo al mismo tiempo combatiendo a muerte a otros partidos de distintas tendencias. Por el contrario, la alianza democrática que tuvo lugar entre cuatro partidos de la oposición, a principios del mes de diciembre, constituye un muy buen paso positivo que espera verse reforzado por otras corrientes políticas y a concretarse in situ por iniciativas prácticas audaces. Ya que una alianza democrática que no aporta entusiasmo y endurecimiento del militantismo concreto in situ no puede tener ninguna utilidad para la causa del pueblo por las libertades y la democracia.

De modo general, políticamente hablando, el régimen de Ben Ali continúa, aún más que antes, su estrategia de ruptura total con el pueblo y la voluntad popular. En la cabeza de Ben Ali el pueblo no existe, e incluso si existe, no tiene ningún valor ni derecho. Este menosprecio del pueblo va a costarle, un día, muy caro. Esto va a conducirnos inevitablemente, a corto y medio plazo, a la implosión o a la explosión de este régimen dictatorial.

En el aspecto económico, desde hace varios años, la economía tunecina no conoció crisis tan grave como esta en la que se encuentra ahora. Recrudecimiento de la corrupción de la casta gobernante y de su entorno, avaricia climática, mala coyuntura internacional y consecuencias del acuerdo no equitativo de asociación con la Unión Europea se unieron y pusieron de rodillas a la economía tunecina. Los sectores agrícola, turístico y el de transportes, están en caída libre. El sector financiero también está al borde de la quiebra. Varios centenares de empresas están en agonía y corren el riesgo de un día echar el cierre. Miles ya lo hicieron. Las importaciones se hincharon. Completamente a. Justo al contrario, las exportaciones se frenaron. El déficit comercial y el déficit de la balanza de pagos empeoraron peligrosamente.

El presupuesto del Estado para el año 2002 espera financiarse, según las cifras oficiales, en más de un tercio a través de recursos exteriores. Según las cifras oficiales siempre, la economía tunecina debe recurrir a más de 3,2 miles de millones $ de deuda externa, solamente para el año 2002. Hasta ahora, y por otra parte no se sabe porqué, los proveedores de fondos son muy generosos con el régimen del General. Van a lamentarlo próximamente cuando el país deje de servir su deuda. Todos los indicadores de la economía están al rojo. Si Túnez sigue sirviendo su deuda es, solamente, gracias a un hundimiento aún más grave en su yugo. Para reembolsar 1$, Túnez debe pedir prestados 4 ó 5. A este nivel, Ben Ali sigue la lógica de la huida antes. Todos los días sus criados firman nuevos préstamos para solucionar los problemas de su amo y preparar un mejor futuro cercano para Túnez y su pueblo, exactamente similar al que vive actualmente Argentina y su pueblo. Es decir, la quiebra total y el hambre generalizada.

La situación económica del país es actualmente tan crítica que es capaz en cualquier momento de degenerar en quiebra pura y simple y en un hundimiento total. Es necesario que el pueblo tunecino se dé cuenta del gran peligro que le espera desde ahora. El país corre el riesgo de pasar a ser pronto completamente intolerable para su propio pueblo, exactamente como Argentina en la actualidad.

A nivel social, la situación está en efervescencia muy activa. Dentro de la central sindical, las presiones sobre la dirección no dejan de endurecerse. La última reunión del consejo nacional fue muy particular en este sentido. La base sindical, la mayoría de los cuadros sindicales, recurren a todos sus medios pacíficos de presión, tanto sobre su dirección como sobre el General Ben Ali, para imponerles la independencia de su organización. Con motivo del próximo congreso extraordinario, la UGTT va a verse obligada a tomar distancias frente al poder para preservar su legitimidad y su propia existencia, sobre todo porque, una nueva federación sindical competidora acaba de ser fundada. Y sabemos bien muy el efecto de la competencia.

La fundación, a principios del mes de diciembre pasado, de la Confederación Democrática del Trabajo de Túnez es un acontecimiento de una enorme importancia en la coyuntura política y social actual en Túnez En primer lugar, porque es digno de fe, en la medida en que sus promotores son dirigentes sindicales de primer orden, acreditados de una gran legitimidad y gozan de una amplia confianza del movimiento sindical nacional. Esta nueva confederación sindical no representa ningún peligro para la UGTT. Al contrario, puede ser un medio de salvación para ella. Por otra parte, el Túnez de 2002 no es ya el Túnez de los años 40 o incluso de los años 70. Una segunda central sindical en el país no está de más. Su papel no puede ser sino positivo. Si el régimen va a intentar mantener su mano sobre la UGTT, no puede hacer nada de eso con la Confederación Democrática del Trabajo. Efectivamente, la razón de ser de ésta consiste, precisamente, en liberar el movimiento sindical del país del yugo de General Ben Ali. En todos los casos de causa, este último debe esperarse como un año socialmente muy candente. Ciertamente, sus ciento treinta mil policías no van a estar en el paro este año. Al contrario, van a tener mucho trabajo que hacer. ¿Va el General a reducir el desempleo, muy elevado ya en el país, reclutando a los parados para su costoso Ministerio de Interior, única fuente para él de su legitimidad?

En cuanto a la independencia de la justicia y al respeto de los Derechos humanos, el General Ben Ali sigue siendo fiel a su calidad de dictador, de la cual está muy orgulloso. No es cuestión para él concederle a la Justicia su independencia y a los Derechos humanos el menor respeto. El juez rebelde Yahyaoui, convertido en símbolo de la causa de la independencia de la Justicia en el país por medio de su carta abierta reivindicadora, dirigido al General en el mes de julio de 2001, terminó aplastado en la por este General Bulldozer a raíz de esta carta abierta. Bajo el efecto de una fuerte campaña nacional e internacional, bien llevada a cabo, y, también debido a una coyuntura no favorable, el General liberó su presa con la intención de recuperarla posteriormente en circunstancias más favorables. El 29 de diciembre pasado, mientras que casi todo el mundo dentro como fuera estaba de vacaciones, el cobarde General reunió, con urgencia, al consejo de disciplina de la magistratura que pronunció la revocación del juez rebelde en un tiempo record, el justo necesario para leer la decisión que llegó del Palacio, no de Justicia sino del de Injusticia, de Cartago. Esta torpe decisión, por parte de este oscuro dictador no va a cerrar este archivo. Al contrario, no hace más que abrirlo. Un enorme número de tunecinos patriotas, se reconoció en la persona de este valiente juez. Demasiado conflicto y ruido van a seguir, y que van a servir, ciertamente, como ingredientes, entre otros, para la salida tan deseada de este dictador indeseable.

Los acontecimientos del 11 de septiembre, fueron considerados por Ben Ali como un favor caído del cielo, especialmente para él y para su salvación, permitiéndole hacer todo lo que quiera. Vacilando antes, anunció su candidatura para un cuarto mandato ilegal sin el menor, pudor o vacilación. Se replegó a continuación, una vez más aprovechando esta ocasión, sobre la presos políticos, haciéndoles la vida imposible con toda clase de tortura salvaje y acoso. La campaña de agresiones, contra los militantes de los derechos humanos y los militantes de todas las formaciones políticas, ganó por su parte, últimamente, enorme rigor. Los procesos políticos ante los tribunales militares están de vuelta. Si la tentativa de asesinato del periodista Riadh Ben Fadhl, hace dos años, porque se atrevió a pedir a Ben Ali, en un estrepitoso artículo en el Mundo, retirarse, falló, el dos del mes de diciembre pasado, esta vez sí, fue bien llevada a cabo. A principios de diciembre, y con la sangre fría más normal, se anunció el asesinato, en su casa de EL Menzeh, de la directora de la radio nacional, Aouatef Hmida. La explicación oficial de justificación de su asesinato es demasiado simple o más bien simplista para para ser verdadera. Para nosotros el asesinato es completamente político. Es necesario solamente aclarar sus razones. Ciertamente, Ben Ali es, mil veces, más criminal que el menor de los fontaneros en Túnez. Desde la noche de los tiempo, estos últimos hacen su trabajo, como todo el mundo, por otra parte, sin haber matado nadie. Ben Ali, pruebas irrefutables lo apoyan, ha asesinado a varios centenares de inocentes, si no son algunos miles. Recordemos que su serial de crimen y asesinato empezó con los acontecimientos sindicales del 26 de enero de 1978. El segundo asesinato, el de Ali Saidi, cometido a finales de diciembre, es aún más evidente que el precedente. Es un antiguo veredicto, pronunciado, desde hace tiempo, por el propio General contra el difunto, que se realizó. Si Ali Saidi pagó con su cabeza por haber jugado sobre dos cuerdas, el de la pertenencia al partido en el poder por una parte y el la aproximación a la oposición por otra parte, Ben Ali, por su parte, jugó al mismo tiempo y sigue jugando a la vez sobre varias cuerdas, coincidentes en la traición, e incluidas las menores son, mil veces, más peligrosas que las dos precedentes.

Estos dos últimos asesinatos son demasiado sospechosos. Comisiones de investigación neutras deben ser constituidas para aclarar la verdad y condenar al verdadero culpable, ya fuera él mismo Ben Ali, si queremos evitar encontrarnos un día ante una muy larga cadena de asesinatos cometidos por el muy fino saber hacer de este General, y no queremos decir a quienes le toca ahora.

Actualmente, Ben Ali, aunque el peso y las apariencias no lo traicionan, está en un estado completamente depresivo, similar al de un animal herido, pudiendo cometer toda clase de crímenes e incluso liquidar físicamente a un tercio del pueblo tunecino para preservar su poder y satisfacer su egocentrismo. Si bien desde el principio su capacidad dañina es muy evolucionada, y los hechos lo confirmaron bien actualmente ha alcanzado, parece, proporciones muy graves, amenazando seriamente la seguridad de la población tunecina. Para evitar la peor, se recomienda vivamente una gran movilización de la opinión pública nacional e internacional para obligarlo a marcharse