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Perú


Porqué se desplomó Fujimori

Gobernantes peruanos buscan régimen estable frente a la crisis social

Hilda Cuzco / revista "Perspectiva Mundial" (New York, Enero de 2001)

El desplome del régimen del presidente peruano Alberto Fujimori fue tan brusco como su ascenso al poder hace una década. Al haber perdido su utilidad política para las familias gobernantes y al irse a pique su popularidad, Fujimori se refugió en Japón, donde renunció el 19 de noviembre.

El congreso, con la mayoría opositora a Fujimori, lo declaró inmediatamente "moralmente incapacitado" y nombró a Valentín Paniagua, presidente de la legislatura, como presidente interino hasta las próximas elecciones en abril del próximo año.

Paniagua, un abogado de 64 años, asumió la presidencia luego que los dos vicepresidentes renunciaron. Paniagua anteriormente se desempeñó como ministro en ambos periodos del presidente Fernando Belaúnde, en los 60 y los 80. Su partido, Acción Popular (AP), recibió apenas el 1 por ciento de la votación en las elecciones presidenciales del 9 de abril.

Para sacarle un poco de brillo a la imagen empañada del gobierno, el congreso nombró a un fiscal especial para investigar a Fujimori y a su mano derecha, Vladimiro Montesinos, el odiado jefe de la policía secreta. Ambos ya han sido acusados de apropiación ilegal de por lo menos 58 millones de dólares en la venta de dos compañías panameñas de las que ambos eran dueños, lo que Fujimori ha negado. El congreso también creará una comisión para investigar la desaparición de 4 mil personas que fueron arrestadas durante la brutal campaña "antiterrorista" de Fujimori.

Fujimori gobernó durante una década en representación de la burguesía recurriendo a una combinación de demagogia contra "la élite" y mano de hierro, pero ya había empezado a perder popularidad durante el último año. En las elecciones de abril se postuló para un tercer mandato pero no obtuvo una mayoría clara. Su adversario principal, Alejandro Toledo de la coalición opositora "Perú Posible", calificó las elecciones como fraudulentas y boicoteó los comicios de desempate en mayo, dejando así que Fujimori ganara.

La inauguración de Fujimori se nubló con la protesta de decenas de miles de manifestantes indignados que llenaron las calles de Lima. Toledo encabezó las manifestaciones, y llamó a nuevas elecciones. Unos 40 mil policías antimotines se desplegaron en la zona de la protesta disparando gases lacrimógenos y balas vivas dejando a unas 100 personas heridas.

Fin humillante de Fujimori

El fin de Fujimori quedó sellado el 14 de septiembre cuando Montesinos fue captado en video sobornando a un congresista para que votara a favor del presidente, lo cual se transmitió a todo el país por televisión. Al fracasar su intento de conseguir asilo en Panamá, Montesinos regresó a Perú y supuestamente se encuentra escondido en el país. Fujimori, tratando de salvar su propio pellejo, encabezó una redada de la casa de Montesinos, confiscando más de 50 cajas con mercaderías que incluían más de mil camisas de Christian Dior, numerosos relojes de oro y diamantes y otros artículos de lujo.

Entretanto, un teniente coronel del ejército, Ollanta Moisés Humala Tasso, encabezó un motín de soldados y civiles en la sureña ciudad minera de Toquepala, provincia de Tacna. El teniente coronel, de 36 años de edad, mantuvo como rehén a un general del ejército y exigió la renuncia de Fujimori y el enjuiciamiento de Montesinos. A los dos días del amotinamiento soltaron a los rehenes y se dispersaron por los Andes, pero en el centro de Lima cientos de jóvenes salieron a las calles en apoyo de la revuelta.

Al tiempo que muchos de sus aliados en el congreso renunciaban a su coalición, Fujimori partió para una cumbre internacional en Brunei, Borneo. En el viaje de regreso hizo escala en Japón, pero renunció inesperadamente a la presidencia y se quedó allá.

Producto de la crisis social

Un agrónomo y catedrático desconocido en el escenario político, Fujimori llegó al poder prometiendo un "gobierno honesto" y "salvar al pueblo", en momentos de profunda crisis económica, incluyendo niveles de hiperinflación de más del 7 mil por ciento. Utilizando la inseguridad y el temor del futuro entre millones de personas en las clases medias y otros sectores de la sociedad, presentó la imagen de un redentor que estaba por encima de las clases y la corrupción de los partidos tradicionales, y que podría resolver los problemas con medidas drásticas, aún a costa de los derechos democráticos. Esta clase de régimen, que a veces utilizan los gobernantes capitalistas para restaurar la estabilidad en tiempos de aguda crisis social y parálisis política, se conoce históricamente como bonapartista.

Al principio Fujimori ganó apoyo atribuyéndose la reducción de la hiperinflación y asestando golpes contundentes a la guerrilla estalinista de Sendero Luminoso. En 1992 logró mayor popularidad cuando efectuó un "autogolpe" suspendiendo la constitución y clausurando el congreso, alegando que éste no había sido capaz de terminar con la guerrilla y la corrupción.

Tan pronto como asumió el mando, el presidente decretó medidas brutales de austeridad, cumpliendo los requisitos del Fondo Monetario Internacional (FMI) al eliminar los subsidios estatales y quitar el control de los precios, entre otras medidas de su "fujichoque". Su gobierno vendío la gran parte de las compañías estatales a inversionistas capitalistas, dejando en la calle a miles de trabajadores.

Hoy más de la mitad de los 27 millones de habitantes de Perú se encuentra por debajo de la línea oficial de pobreza. El año pasado la cifra combinada de desempleo y subempleo llegó al 50 por ciento.

Agitando la bandera de la lucha contra el terrorismo, su régimen dio amplios poderes a los militares y arrestó a miles de trabajadores y activistas políticos, llevándolos a cortes con "jueces sin rostro". Montesinos, que tenía relaciones con la CIA desde hace mucho tiempo, supervisó esta campaña de represión.

En abril de 1997, Fujimori ordenó el asalto violento a la residencia del embajador de Japón, donde se masacró a 14 guerrilleros del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, quienes habían tomado la residencia y secuestrado a personalidades políticas y sociales por cuatro meses. El gobierno norteamericano de William Clinton y otros gobiernos capitalistas alabaron la atrocidad de Fujimori como un golpe contra el "terrorismo".

Washington también aplaudió las medidas económicas de Fujimori. Las inversiones extranjeras empezaron a llover, y los capitalistas compraron empresas estatales por una bicoca.

Debido a la tremenda crisis económica, sin embargo, la demagogia de Fujimori empezó a desgastarse al no presentar una solución satisfactoria. Los trabajadores empezaron a recuperarse del repliegue de los primero años de los 90 y las protestas empezaron a crecer.

En septiembre, unos 100 mil camioneros se sumaron a los transportistas públicos en una huelga nacional que exigió el congelamiento de los precios desorbitantes de la gasolina y un recorte de los impuestos al combustible. Los camioneros bloquearon varias carreteras que conectan las provincias, impidiendo los suministros a las refinerías y a las estaciones de servicio. "Los precios del petróleo suben cada vez que el gobierno necesita divisas. Muchos de los impuestos se pagan en el petróleo, un ingreso importante para el sector del transporte", dijo Joaquín Ormeño, presidente de la Confederación de Transportistas de Perú.

A mediados de octubre, un millón de agricultores llevaron a cabo una huelga nacional de 48 horas, con mítines públicos y marchas incluyendo en Lima. Exigieron crédito barato, medidas para aliviar las deudas y otras medidas para compensar por los altos precios de los fertilizantes y pesticidas. Los agricultores bloquearon la Carretera Panamericana en el sur hacia Tacna así como hacia el norte rumbo a Ecuador.

Esta resistencia que empieza a reanudarse será lo que encontrará el nuevo gobierno en Perú. Los trabajadores se percatan de la debilidad del gobierno y se sienten con más confianza de luchar por sus derechos.