Perú:
Una transición política frustrada
Félix
Tejada (15 de Septiembre de 2002)
En un
año el gobierno peruano, presidido por Alejandro Toledo, ha
derrochado la confianza que habían depositado los electores.
Ello se debe en gran medida a que no ha cumplido con las promesas
que se comprometió. Primero se alió con la oligarquía
nacional y extranjera que se había enriquecido con la dictadura
fujimontecinista (1990-2000); continuó con la política
económica neoliberal; para eso conformó su primer gabinete
ministerial, donde las carteras más importantes fueron entregadas
a los miembros del Partido Acción Popular (que gobernó
1980-1985 y fue aliado de la dictadura) más afín a este
sector socioeconómico. Esto impidió solucionar acuciantes
problemas sociales, que se expresan en la pobreza y la desocupación masivas.
Esta política neoliberal que va en contra de las aspiraciones
de las grandes mayorías que demandan un cambio social provocó
las movilizaciones de protesta que cada día van aumentando
su caudal. El gobierno al insistir en las privatizaciones de las empresas
estatales rentables, volvió a confrontarse con las demandas
de descentralización de la población, donde el canon
impositivo de estas empresas estatales se reinvierten en parte en
las regiones donde están ubicadas, pero al privatizarse no
solo pierden este derecho sino que crean más desocupados y
más pobreza.
Finalmente las protestas, no sólo lograron frenar las intenciones
de privatizar las empresas estatales por parte del gobierno, sino
que la amplitud de las movilizaciones sociales cuestiona toda la actividad
del gobierno. Ante el desgaste de credibilidad acelerado, el presidente
Alejandro Toledo busco crear una nueva correlación de fuerzas
políticas a su favor para revertir la situación; por
ello se alió con Alan García caudillo del APRA, de nefastos
recuerdos para los peruanos porque durante su gobierno (1985-1990)
elevó a niveles desconocidos la corrupción en la vida
pública peruana; pero la preocupación principal de Alan
García es conseguir la impunidad por los crímenes de
lesa humanidad cometidos durante su gobierno, porque aunque pasen
los años no prescriben. Prueba de ello no puede viajar a ciertos
países, como Chile, donde existe una orden de busca y captura
a nivel internacional.
Uno de
los problemas de Alejandro Toledo es que no tienen un partido verdaderamente
articulado, sino que es más un movimiento Perú Posible,
que cada día tiene menos respaldo; por otro lado, Toledo para
seguir manteniendo su caudillaje realiza una política clientelista,
dando como prebendas puestos a sus correligionarios dentro de la administración
estatal, la mayoría de ellos no están cualificados para
esos puestos, y esto empeora su situación. Por eso el APRA
se presenta como un viejo partido con suficientes artimañas,
la principal característica de este grupo es no tener ningún
tipo de ética, porque a lo largo de su historia ha tenido una
metamorfosis que paso de progresista a reaccionario, se alío
con las oligarquías y dictaduras de turno, que le han servido
para sobrevivir en el medio político peruano; por ello no tuvo ningún tipo de escrúpulos para aliarse con la dictadura
fujimontecinista, consiguiendo a cambio, que no investiguen la corrupción
ni lo enjuicien por la violación de los derechos humanos durante
el gobierno aprista de Alan García.
Durante dos décadas (1980-2000) en forma creciente los gobiernos
que administraron el Perú, desarrollaron la corrupción
y recortaron las libertades; y con el pretexto de aniquilar el terrorismo,
reprimieron política y militarmente a toda la izquierda peruana,
provocándole una derrota estratégica. La transición
hacia la democracia iniciada recientemente es muestra de su potencial
recuperación.
Pero Tanto para Alejandro Toledo como para Alan García, coinciden
en sus criterios sobre la política neoliberal, en conseguir
la impunidad a los violadores de los derechos humanos y ser acólitos
de la política imperial de los Estados Unidos, por ello el
cambio de miembros del gabinete ministerial, en el pasado mes e julio,
no representa un cambio de política en el Perú; en todo caso acelera el cambio en la presidencia de Toledo por García,
o sea de mal en peor para el Perú. Con lo que la transición
a la democracia quedaría frustrada.