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Paraguay

4 Notas sobre Paraguay
Diario "Noticias", 15 de Octubre de 2001

Puerto Casado y la globalización neoliberal
Escribe César Báez Samaniego

El país, a principio de la segunda semana, se desayunó con la noticia de que la secta Moon había adquirido un latifundio de 350 mil hectáreas pertenecientes a la empresa Carlos Casado SA.

Esta noticia por sí misma hubiera sido relevante, pero tuvo el aditamento de que el reverendo Moon no sólo había comprado las tierras de Casado sino inclusive, la misma ciudad de Puerto Casado con aproximadamente 6.000 habitantes adentro.

Al llegar nomás a la ciudad la delegación, conjunta que representaba a Carlos Casado y a la secta Moon, convocó al Intendente municipal, a los miembros de la Junta Departamental y a los obreros de Carlos Casado para
informarles que a partir de ese momento, la secta Moon era la dueña del latifundio de las 350.000 hectáreas.

En un momento de la reunión, los anteriores dueños de Carlos Casado, los Cavanagh, manifestaron a las autoridades que las 100 personas que trabajaban hasta ese momento quedaban cesantes, y que posteriormente se les enviarían sus indemnizaciones.

Como se diría en buen romance: son los milagros de la globalización neoliberal, sin importar el destino que tengan los seres humanos ante el imperio avasallante del mercado mundial de capitales.

En la edición del diario Ultima hora del fin de semana pasado, hay un artículo extraordinario escrito por quien nos visitara hace poco: el señor Bernard Cassen, director de Le Monde Diplomatic, quien bajo el título: "Cuando las lógicas de la mundialización liberal dictan su ley al periodismo, desnudan a la globalización neoliberal".

Bernard Cassen sostiene que la actual "Globalización es un Estado Mundial, un poder sin sociedad en el que los mercados financieros y las empresas gigantescas son las que gobiernan". Podemos citar entre ellas a la secta
Moon.

Sigue diciendo monsieur Cassen: "Que las sociedades están sufriendo el éxodo organizado del poder hacia centros de decisión extraterritoriales sin cuentas que rendir y, que esto constituye una de las más grandes amenazas que pasa actualmente sobre la democracia allí donde ella existe, y que todo demócrata consciente debe luchar para obtener la repatriación del poder hacia los estados nacionales y las sociedades civiles organizadas".

"Seatle, y otras movilizaciones como la de Washington y Praga nos han mostrado, que esta aspiración al control ciudadano de las decisiones tomadas por las organizaciones supranacionales, de hecho, responde a una fuerte
espera de las sociedades".

Lo ocurrido con el latifundio de Casado y la ciudad de Puerto Casado, hoy en poder del dominio de la secta Moon, que ha financiado en su momento al Grupo de Acción Anticomunista (GAA), liderado por J. Eugenio Jacquet, Modesto Esquivel y otros y que cuenta con un capital de más de diez mil millones de dólares distribuidos por todo el mundo, es un simple botón de muestra de las "Delicias" de la globalización neoliberal.

Las consecuencias de la globalización neoliberal como el caso Casado son la "desestructuración de las sociedades y de los espacios de solidaridad", es el objetivo de la mundialización donde el capital financiero internacional dicta su ley, la que exactamente como en la primera revolución industrial, "es la de la selva y la de los depredadores", utilizando una expresión de monsieur Cassen.

Es tanta la ignorancia de nuestros políticos y economistas, o sus intereses creados, que se han sumado a coro a las alabanzas de la globalización neoliberal, y que son incapaces de percibir el hecho concreto que la humanidad conformada por 6.000 millones de habitantes, tiene dentro de si 2.800 millones de pobres de solemnidad que sobreviven con menos de dos dólares diarios.

Una globalización no sólo de los mercados sino también de la miseria y el egoísmo humanos, donde los pobres son cada vez más numerosos y más pobres y los ricos cada vez más pocos pero más ricos.

Casado y su gente sólo son uno de los tantos miles de ejemplos donde el destino de todo un pueblo y de cientos de miles de hectáreas sobrepasadas por la capacidad del Estado nacional, son víctimas de la globalización
neoliberal a la que se refería acertadamente monsieur Cassen.


La flecha rota
Escribe René Báez

Esperaron 500 años. Vieron pasar la espada y la cruz. Aprendieron artes nuevas y casi olvidaron el suyo. Los hicieron ciudadanos sin que ellos lo pidieran. Se quedaron sin la tierra de todos cuando unos pocos la hicieron suya. Retrocedieron con la selva hasta quedar de espaldas al desierto y con el desierto enfrente. Hasta que, por fin, levantaron los ojos para una batalla desigual y simbólica: formaron un movimiento político con el que buscarán espacios de poder, compitiendo con viejos partidos de renovadas arcas.

El Movimiento 19 de Abril, que así se llama el proyecto aborigen, nació con el beneplácito de intelectuales, sacerdotes, jóvenes y organizaciones sociales, que descubren una singular forma de protesta y sienten una sincera solidaridad hacia el hermano indígena marginado. Es probable que los indios también encuentren la bienvenida de las instituciones políticas mientras estas no vean en ellos una presencia molestosa.

En los finales del segundo milenio ¿porque para ellos no hay albores del tercero- la crisis existencial de los indios, a los que se les acabó el hábitat y se les destruyó la organización social que les permitía subsistir en la orfandad en la que los sumió el blanco, los hizo recalar en el sistema, tan inhóspito como el peor de los montes depredados.

No es casual que el movimiento tenga un doble carácter político y religioso; es coherente con la tradición cultural en la que los chamanes eran, al mismo tiempo, líderes de todos los ámbitos. Faltó, para consumar la señal del
sentido de esta nueva organización, la pintura corporal que indicaba la decisión de ir al combate. El hambre y la trasculturación los vistió de paisanos y hoy tratan de argumentar sus razones con los códigos del criollo, cuyo corazón no se conmueve ante la miseria sino a bofetadas.

Es evidente que muchos de los aplausos que recibe este movimiento no son sino muestras del asombro ante lo exótico o una romántica admiración hacia lo folclórico, cuando no algún sentimiento de conmiseración que lava la
conciencia de la culpa por complicidad en el abandono cruel y vergonzante a las etnias madres del mestizaje que no se dio en un crisol de razas sino como fruto de la violencia.

Para qué recordar ahora las huecas palabras de la Constitución que nos habla del derecho a la preservación y desarrollo de la identidad étnica en su propio hábitat, si el hambre está disolviendo esa identidad en cada esquina
de Asunción, cada vez que el orgulloso cazador que dominó al tigre debe extender la mano para alcanzar la moneda que lo compra y que lo vende, y cuando el hábitat dejó de albergar el algarrobo y el quebracho que cobijaban la caza y las plumas con las que los avá agradaban a sus dioses.

Bien está que los angaité, los lengua y sanapaná, los nivaklé, tobas y enxet reciban el abrazo de los jóvenes paraguayos, pero mejor aún si regresan sobre los pasos de su memoria hasta quedarse con el torso desnudo y pintado.

No es hora de que cante el cisne. Es hora del grito.

El grupo de referencia
Escribe Juán Díaz Bordenave

La sociología nos ofrece un concepto útil, el de "grupos de referencia", que son los grupos a los cuales la persona desearía pertenecer. Escribe el sociólogo Newcomb. "Cualquier grupo con el cual el individuo se identifica o
compara, sea positiva o negativamente, puede ser considerado como un grupo de referencia. El individuo evalúa posibles comportamientos no solamente en términos de su sistema de valores sino también en términos de los valores y experiencias de sus grupos de referencia".

El concepto de grupos de referencia tal vez explica por qué, en las primeras décadas de este siglo, nuestros padres no nos permitían aprender el guaraní a pesar de que ellos lo hablaban muy bien. En aquel tiempo se llamaba peyorativamente de "guarango" al chico de clase media a quien le daba por meter palabras en guaraní en su conversación. Inclusive en las escuelas, sobre todo las privadas, imperaba una mentalidad tan antiguaraní y
pro-castellano que hasta en el recreo se nos prohibía hablar en nuestra lengua aborigen.

Cuál era la justificación que nuestros padres daban para tan insólita prohibición? Al observar que las personas que venían del campo hablaban mal el castellano, nuestros padres cayeron en el craso error lingüístico de
pensar que nosotros, los nacidos en la capital, también tendríamos dificultad en hablar bien castellano si nos volvíamos "guarangos".

Ahora bien, por qué nuestros padres tenían tanto interés en que habláramos bien castellano, en detrimento del uso de nuestra lengua nativa, que ellos hablaban con gusto? Aquí es donde entra el concepto de grupos de referencia.

He aquí mi hipótesis explicativa:
Las familias de nuestros padres en general venían del interior. La de mi padre, por ejemplo, venía de Trinidad y la de mi madre de San José de los Arroyos.

Querrían, supongo, ser aceptados por las familias de la capital con quienes ahora entrarían en relaciones de amistad y parentesco. Estas familias de la capital, de clase media, eran el grupo de referencia de nuestros padres. Y ellas consideraban el uso del guaraní como cosa de las clases populares.

El problema, según lo veo, no era lingüístico, sino social: la aspiración a pertenecer a una clase social más elevada. En el Perú ocurre el mismo fenómeno: cuando los campesinos de la sierra vienen a Lima a buscar trabajo abandonan su lengua quechua pues esta les resulta un obstáculo para su ascensión social.

Esto nos hace pensar que la decisión paraguaya de alfabetizar primero en guaraní en las escuelas rurales y hacer obligatorio el aprendizaje del guaraní en el bachillerato, es un acto de justicia y democracia, pues revaloriza nuestra lengua y, por ende, nuestra identidad cultural más profunda.

Pero volvamos al concepto de grupo de referencia. En un líder político es fundamental saber cuál es su grupo de referencia pues de esta lealtad va a depender todo su programa de acción. El Presidente brasileño, por ejemplo,
que antes era considerado un pensador de izquierda, viene demostrando que su grupo de referencia no es el pueblo sino gente como Bill Clinton, Tony Blair, los banqueros internacionales y el FMI. Al ser este su grupo de
referencia es natural que adopte el modelo neoliberal globalizador. Dice Joao Pedro Stédile economista del Movimiento de los Agricultores Sin Tierra.

"Lo que los estudiosos han dicho es que como máximo 15 por ciento de la población del Brasil estaría siendo beneficiada por ese modelo: una parte de la clase media y las élites, 15 millones de personas que son de hecho muy grande mercado consumidor para las multinacionales en el Brasil", según Stédile.

Cardoso gobierna para este Brasil de 15 millones. Los otros 155 millones no son su grupo de referencia.
¿Cuál será el grupo de referencia de los dirigentes paraguayos?


Reforma agraria
Escribe Guido Rodríguez Alcalá

Que renuncien el Presidente, el Vicepresidente y los parlamentarios. Los problemas del momento han llevado a esta propuesta, cuyo resultado podría ser lo contrario de lo deseado. Renunciarán solamente las personas con
cierto sentido del deber; los demás seguirán en sus cargos, firmes como ojo de vidrio.

Además, no sirve de nada cambiar la cabeza cuando no cambia el cuerpo. Aunque la anatomía enseña que la cabeza manda al cuerpo, la administración pública no es anatomía, porque el cuerpo puede dar órdenes a la cabeza-o no cumplir las órdenes de la cabeza-. Con o sin Lucho, con o sin Yoyito, lo que se debe hacer es cambiar el conjunto de la administración. O sea reformar el Estado.

El desorden administrativo hace fracasar cualquier proyecto, desde la reforma tributaria hasta la reforma agraria. La reforma agraria no puede llegar a nada cuando se carece de la información básica, resultado del desorden general.

Para comenzar, no se ha terminado el catastro rural, que ya debía estar listo. Sin él, se puede repetir el caso de la anciana de 75 años a quien le expropiaron su pobre chacra por considerarla latifundio. Muchos chascos se han dado a causa de las deficiencias del catastro y seguirán dándose mientras ese registro no esté en regla. Tampoco se sabe cuántos sin tierras hay. Los datos oficiales no permiten saber cuántos agricultores necesitan tierras, así como a veces ocultan cuántos personajes influyentes las hay recibido. Quizás sea obvio, pero vale la pena insistir. La base de la reforma agraria deber ser determinar:
(1) cuánta tierra disponible hay, (2) cuántas personas necesitadas hay. A falta de información precisa, la asistencia social puede servir para aumentar los ingresos de los burócratas y disminuir los del pueblo.

Hasta donde puede saberse-y no sólo por estadísticas oficiales-la situación del campesino ha empeorado. Eso a pesar de que el Instituto de Bienestar Rural ha repartido suficiente tierra. Desde su fundación, el IBR ha
repartido más de 9.000.000 de hectáreas, casi la cuarta parte del país. Es cierto que el IBR no puede dar la lista completa de los beneficiados-algunos paniaguados-ni la de los lotes abandonados por sus dueños. No importa. El
asunto es que la distribución no ha dado el resultado deseado. Incluso aumentó la pobreza y, cosa curiosa, aumentó también la concentración de la propiedad de la tierra. (Esto último según datos del IBR y de otras
entidades.) Quizás haya aumentado la concentración de la propiedad por esto: los beneficiarios, incapaces de sobrevivir en sus lotes, los venden a personas que, con poco dinero, se hacen de terrenos desmontados. De
cualquier manera, el hecho es que la política agraria de los últimos 40 años no ha funcionado y se la debe cambiar. Con o sin Yoyito, con o sin Lucho. Hay que reformar el Estado en general, lo cual incluye la reforma del IBR. Esta institución, de cualquier manera, se encuentra a un paso se sufrir una reforma, aunque no sé si la indicada.

En efecto, el Congreso estudia ahora el proyecto de ley del estatuto agrario. Ese proyecto creará, en lugar del IBR, la Secretaría Nacional de Tierras y Desarrollo Social, que será una institución con más dinero y más
atribuciones. De hecho, un ministerio más, cuando no resulta claro cómo funcionan los demás ministerios. O resulta claro pero no se hace nada para mejorarlos.

No veo la conveniencia de aumentar el poder de los administradores antes de reformarse la administración. Tampoco entiendo del todo ciertas disposiciones del proyecto de estatuto agrario, que contradicen disposiciones del Código Civil y del Código Penal. Como no soy entendido en
la materia, espero que estos y otros puntos del estatuto agrario se estudien debidamente. Sin embargo, tengo miedo de que la discusión sobre la renuncia
masiva sea la cortina de humo para la aprobación irreflexiva del proyecto.