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Panamá
 

Nuestras relaciones con Estados Unidos


Edsel A. Wong S., jubilado del Canal. 22 de Noviembre de 2000

En el siglo que acaba de fenecer, Panamá estuvo bajo el tutelaje gringo queriéndolo o no. De tal suerte que hay un alto número de panameños que son demasiado gringueros, otros que los admiran pero resienten las imposiciones que han aplicado a nuestro país, y otros que sencillamente son antiyanquis. Yo admiro al pueblo norteamericano habiendo convivido unos 10 años con ellos y trabajado 32 años y medio para su gobierno en la antigua Zona del Canal. Pienso que entre las grandes potencias que han existido, EU ha sido ¡la menos pior! Sin embargo y como ante todo soy panameño, he combatido y criticado como el que más el egoísmo y la prepotencia con que nos han tratado los norteños. A pesar de mi admiración por su gente, me pueden contar entre los que siempre señalarán las injusticias que ellos han cometido contra nuestro terruño. Y lo hago pensando en las acciones de sus dirigentes políticos, sin olvidar el fair play y buen corazón de su pueblo.

El ejemplo cumbre lo estamos viviendo. EU incumplió su obligación de sanear todos los sectores que contaminó en nuestro país. Ahora oímos versiones de que no descontaminó para chantajearnos. Creo que esto es muy posible. Versiones de prensa sostienen que los culpables son los militares de su Departamento de Defensa, a lo que agrego que esto puede ser verdad pero seguramente contó con la conveniente indiferencia de otros estamentos del Gobierno norteño.

El asunto es complicado porque tuvimos un dictador que alegremente echó a la basura los Tratados Robles–Johnson con todas las ventajas que ese pacto negociado contenía. Cerca de 20 años después, otro de nuestros gobernantes le ofreció a los rubios bases militares y un engendro denominado CMA, que sólo conocimos cuando fue publicado en El Espectador de México. El afán reelectorero de nuestro Fujitorato, en mi opinión, tuvo mucho que ver con el incumplimiento gringo de la descontaminación precitada, al punto de que lo que hace el gobierno actual para lograr el imprescindible saneamiento, hace tiempo debió haberlo adelantado el anterior. Pero, reitero, el capricho reeleccionista privó.

Siempre he insistido con vehemencia en que debemos mantener una postura digna y esto lo acompaño con mis consabidas críticas a las canalladas que cometieron los gringos contra nosotros en el siglo pasado. Por el momento, admito que la posición del gobierno de Mireya, de manejar el problema de la descontaminación en el plano diplomático, es la correcta y ojalá sea efectiva. Y estoy muy consciente de que como país débil, necesitamos buenas relaciones con EU. Sin embargo, por la experiencia que todos conocemos, no creo que debemos bajar la guardia. Debemos estar prestos a llevar tan grave problema a los más altos niveles en todo el orbe.

La mayoría de las organizaciones protectoras del medio ambiente nos respaldan. El hecho de que muchas de estas sean gringas corrobora mi aserto acerca del fair play de los ciudadanos norteños. Les estoy profundamente agradecido; sin embargo, no cejaré en mi práctica de llamar al pan, pan y al vino, vino, al evaluar las estrategias hegemónicas de EU. Reitero, soy panameño ante todo y creo con vehemencia que Panamá es inmortal, como inconmensurable debe ser nuestra devoción por ella.