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Panamá

Panamá: ¡Tod@s  contra  el  Plan Colombia!


Movimiento contra el Neoliberalismo (MCN)
/ Revista  ALERTA ( Octubre de 2000;  República de Panamá)

Colombia a corto plazo, se convertirá en el escenario de una guerra continental. Estados Unidos a través de acciones concertadas entre Estados y Ejércitos, Partner Nations,  pretende generalizar una guerra convencional, mediante operaciones terrestres,  aéreas y fluviales. Esta estrategia guerrerista se encuentra planificada a lo largo de  las cuatro versiones que desde 1998, existen del  Plan Colombia.

Los componentes centrales del Plan Colombia son el fortalecimiento del Ejército  y la reforma del Estado. Además el Plan Colombia resalta cuatro áreas sensitivas: recuperación económica y social, solución política negociada al conflicto militar, lucha contra el narcotráfico, fortalecimiento institucional del Estado y desarrollo social. 

El Plan Colombia reduce su atención a diez estrategias estructurales, cuya tarea fundamental es la estabilización económica a través de la militarización de la sociedad  colombiana y la regionalización de la guerra.

El plan de guerra tiene un costo de 7.558 millones de dólares de los cuales el 48,5% será financiado con recursos del Estado colombiano, el 46,6% con recursos de la comunidad internacional y el 4,9% con bonos de paz y créditos para la ayuda social. En su orden, sólo para el Plan, Colombia aportará 4.000 millones de dólares; la Unión Europea, 2.200 millones de dólares; Estados Unidos, 1.574 millones de dólares; ONU, 131 millones de dólares; España, 100 millones de dólares; Japón, 30 millones de dólares; BID, 30 millones;  Noruega 20 millones de dólares. No obstante, de los 1.574 millones de dólares, proporcionados por los Estados Unidos, 1.036 millones de dólares estarán dirigidos al fortalecimiento del Ejército colombiano y la compra de helicópteros Cobra y Black Hawk; mientras que 93 millones dólares serán destinados al fortalecimiento de la justicia. 

En su conjunto, el 80% de la ayuda prevista para el Plan Colombia, es ayuda militar. Con ello el Plan Colombia, concebido como un complejo paquete de ayuda multinacional, se ha convertido en una operación estratégico-militar de los Estados Unidos, que la violará, tal cual sucedió durante la invasión a Panamá, las normas tanto del Derecho Internacional humanitario, como de los Derechos Humanos.

La estrategia cívico-miltar del Plan Colombia tiene cuatro programas que se financiarán con créditos internacionales, endeudamiento, y, contrapartidas nacionales y locales. 

Estos programas son: manos a la obra, encaminado a brindar trabajo mediante proyectos comunitarios (295 millones de dólares de crédito externo del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, 200 millones de dólares del Banco Mundial, BM, y 95 millones de dólares de contrapartida del gobierno colombiano); vías para la paz, dirigido al mejoramiento de las redes viales, fluviales y férreas (162 millones de dólares de crédito externo CAF y 44,5 millones de dólares de contrapartida del gobierno colombiano); subsidios condicionados a  familias víctimas de la guerra (230 millones de dólares de crédito externo del BM y del BID, y, 106 millones de dólares de contrapartida del gobierno olombiano); capacitación laboral en áreas del conflicto (70 millones de dólares de créditos del BID). 

Estos cuatro programas están dirigidos a la cooptación de las organizaciones sociales y los 
dirigentes populares a fin de reducir los efectos de la guerra en el área rural.

Con el Plan Colombia, el imperialismo estadounidense busca consolidar, por la vía de la intervención militar, un modelo de acumulación especulativo, con hegemonía del capital financiero, acompañado, eso sí, de la privatización de los activos públicos, la expoliación de los recursos naturales y el  crecimiento desproporcionado de las instituciones militares. Se trata de la vía autoritaria a la mundialización. La intervención militar imperialista en la región no es entonces un hecho aislado; no incluye, únicamente, la guerra. La guerra es la vía y el mecanismo para configurar una nueva correlación de fuerzas en la región, mediante la persuación, la coacción y la aniquilación de las organizaciones populares. Para ello, Estados Unidos ha configurado, en materia militar, un polígono de vigilancia y acción que incluye dos Sitios de Operaciones de Defensa, FOL, (Forward Operating Locations), en Aruba y Curazao; una base militar en Manta, Ecuador, donde se entrenan militares de Ecuador, Bolivia y Perú con asesoramiento estadounidense;  un campo de antenas y radares en Venezuela; una posible base encubierta, FOL, en Darién, con apoyo de Fuerzas Visitantes, VFA,  (Visiting Forces Agreement), en varios puntos del territorio panameño, y, por último,  una base militar en Honduras. En Brasil, hasta el momento, sólo existe la posibilidad de instalar un campo de antenas y radares para el monitoreo con satélites espaciales de los desplazamientosde la población y de las organizaciones democráticas, populares y revolucionarias.

Como salida, ante el fracaso del neoliberalismo en América Latina, la estrategia estadounidense, plantea el desarrollo, en tres fases, del Plan Colombia. La primera fase implica organizar, entrenar y equipar a las naciones socias, Partner Nations. Esta fase iniciará en las bases de Tres Esquinas y Manta, donde los militares colombianos, primero, y, ecuatorianos, bolivianos, y, peruanos, después, prepararán las acciones militares contra el pueblo colombiano, con el asesoramiento  estadounidense y el apoyo de 80 helicópteros con sofisticada tecnología militar y 800 millones de dólares para abastecimiento logístico.  La segunda fase de la estrategia estadounidense supone la participación de todas las naciones socias en las acciones ofensivas en la zona sur de Colombia, a través de un plan de contrainsurgencia, de terrorismo de Estado que busca exterminar, selectivamente, a los dirigentes del pueblo colombiano, al mismo tiempo que impide el desplazamiento civil y militar hacia Brasil y Panamá, dos países que todavía no definen con claridad meridiana, su participación en el Plan.

La tercera fase corresponde a la consolidación política de los Estados y el fortalecimiento institucional de los ejércitos de las naciones socias. A través de los  FOL, los VFA, y, las bases militares, EEUU pretende organizar una estructura capaz de vigilar la región andino-amazónica, el Caribe y Centroamérica, redefiniéndo con ello su estrategia de seguridad continental, renovando al mismo tiempo, su control sobre importantes áreas de recursos renovables y no renovables en el continente. En el corto plazo, Estados Unidos puede apoderarse de La Amazonía -una región que contiene las cuatro materias primas más importantes para las economías del siglo XXI: biodiversidad, agua dulce renovable, petróleo, y, reproducción del 40 por ciento del oxígeno del planeta- con el único objetivo de garantizar, sostener y ampliar su hegemonía militar y económica en el Planeta.

Si la guerra se generaliza, ningún país quedará al margen. Panamá no será la excepción. Estados Unidos le está exigiendo a Panamá una base encubierta en la Provincia del Darién, fronteriza con Colombia, además del uso de otras regiones en el resto del país, para el abastecimiento logístico de sus unidades especiales. El propósito último es ocupar el territorio panameño. Para ello utilizará la presión política, económica e ideológica, en conjunto con la diplomacia intervencionista, fundamentada en el Tratado de Neutralidad y el Tratado de Montería. Lo que ocurra  dependerá, sin embargo, en buena medida, de la firmeza patriótica, la vigilancia antiimperialista y la militancia popular.  No cabe otra opción, la lucha contra la guerra imperialista y  sus secuelas debe ser, desde ahora, parte del programa contra el neoliberalismo.