Info DpT
Oriente Próximo


 

Lógica suicida


Michel Warshawski, en "Rouge" (19 de Octubre de 2000)

Bill Clinton ha sudado mucho esta semana, y, si su mandato acaba en menos de quince días, habrá tenido que trabajar hasta el último momento. En efecto, la situación en Medio Oriente parece escapar a las previsiones de la Casa Blanca e incluso degenerar en su contrario. Lo que había comenzado por la provocación mediatizada de Ariel Sharon en la explanada de las mezquitas en Jerusalén puede desembocar en una desestabilización generalizada de todo el mundo árabe. Se acabó la virtualidad de las cumbres mediatizadas, en las que Clinton se hacía fotografiar entre los “reconciliados” del momento, donde se discutía de porcentajes de territorio, liberación de prisioneros y soberanía compartida. Desde el 1 de octubre, es la estabilidad del nuevo orden americano lo que está en cuestión, centenares de miles de personas están en la calle, los movimientos de tropas se intensifican. Era preciso pues que la cumbre de Charm el Cheik desembocara en un acuerdo. Ni Ehud Barak, ni Yasser Arafat podían impedirlo. Es Arafat quien ha debido pagar las consecuencias.

Es más fácil amenazar a los más débiles que enfrentarse a los verdaderos responsables de la violencia. Los diversos gobiernos israelíes se han negado siempre a comprender que el tete-a-tete israelo palestino, decidido en Oslo y tan seductor para los dirigentes de Tel Aviv dada la relación desproporcionada de  las fuerzas no es más que un engaño.  De la paz israelo-palestina depende la estabilidad del “nuevo Oriente Medio”. Las manifestaciones, de Beirut a Rabat, incluso en los centros imperialistas son enormes advertencias, no solo para el presidente egipcio o para el rey de Jordania, sino también para los verdaderos dueños del nuevo orden mundial. Había también que frenar los enfrentamientos y crear la impresión  de una reanudación de las negociaciones. Misión llevada a cabo por Clinton en Charm el Cheik, con la ayuda eficaz de Egipto y Jordania. Las dos partes se han comprometido a un alto el fuego, creando una falsa simetría entre agresor y agredido. Un documento secreto define los objetivos concretos de la vuelta al orden, con la CIA como fuerza de control , “neutral” por supuesto. En lugar de la comisión de investigación internacional exigida por los palestinos, apoyados en esto por el presidente Chirac, los americanos harán un estudio “neutral” por supuesto, de la situación. Finalmente, concesión hecha a los árabes, éste será sometido en algún momento al Secretario General de la ONU.

Los americanos se dan dos semanas para evaluar las posibilidades de una reapertura de las negociaciones israelo-palestinas. En claro, una vez que Al Gore y Hillary Clinton sean elegidos, la Casa Blanca espera poder decidir sobre lo que se puede hacer. Para dar un máximo de posibilidades a los dos candidatos, hay que convencer de que no se ha enterrado el proceso made in USA, a la vez que se evita cualquier enfrentamiento con el poderoso lobby proisraelí. Mientras tanto, la sangre continúa derramándose en Cisjordania y Gaza. 

Cada vez más, hay colonos que toman el relevo del ejército israelí, sembrando cotidianamente la muerte y la destrucción. La prensa, israelí e internacional, intenta minimizar su gravedad. Sin embargo, incluso si el ejército recibe la orden de calmarse y el Fatah o las fuerzas palestinas la de parar de disparar, la tensión entre colonos y palestinos no podrá ser ahogada. El odio acumulado se ha agravado aún más y está excluido que se vuelva al statu quo anterior al 1 de octubre.

Se está dibujando la “bosnización” del conflicto y una prueba de ello es el repliegue de la mayoría de los pacifistas israelíes. Este abandono ha colocado a la izquierda palestina a la defensiva, en el momento en que los eslóganes y símbolos islamistas ocupan el primer plano.  También en esto Barak y su equipo demuestran una miopía criminal. Al declarar que  Yasser Arafat no es ya un interlocutor válido, dejan el camino abierto a la única alternativa posible: una guerra de religiones con un movimiento islamista que desbordaría ampliamente las fronteras de Palestina. Si Israel, su gobierno y su sociedad no toman rápidamente conciencia de que frente a ellos tienen la guerra de independencia de un movimiento de liberación nacional, se encontrarán rápidamente confrontados a una cruzada mundial para liberar Jerusalén de los “infieles”, cuyos objetivos no estarán ya limitados a las colonias judías de Cisjordania y de Gaza. Más que echar aceite al fuego, que apoyar beatíficamente los crímenes del poder israelí, los dirigentes de las comunidades judías tienen la obligación de llevar a Barak a una postura razonable. Antes de que sea demasiado tarde…