AUTONOMIA
INDÍGENA EN MARCHA
Batallones de simpatizantes
zapatistas marchan en silencio hacia Oventic
Juán
Balboa, corresponsal de "La Jornada" (Cañada
de Patihuiz, Chiapas, 7 de Agosto de 2003)
in dejar huella, en silencio
total, batallones de hombres con mochila a la espalda han invadido
las carreteras de las principales cañadas: atraviesan destacamentos
donde se encuentran acuartelados miles de soldados, se ríen
al no encontrar los tradicionales retenes castrenses y, luego, "agarran
camino" hacia la comunidad zapatista de Oventic, llamada por
ellos "la cuna del nuevo amanecer zapatista".
Lo mismo en las cañadas de Patihuiz, de Taniperla o de Altamirano
que en los municipios autónomos de San Manuel, Ernesto Che
Guevara o de Francisco Gómez (sede del Caracol de La Garrucha),
los hombres con mochila caminan aprisa, se transportan en camiones,
camionetas, motocicletas, bicicletas, da igual, lo importante es llegar,
"ser testigo del avance de la organización", responden
con voz suave.
Todos tienen necesidad de llegar. Algunos, los más jóvenes,
llevan mantas con la figura del caracol, la imagen inseparable de
Emiliano Zapata o del Che Guevara. Pero la mayoría (con excepción
de algunas mujeres) cargan en sus espaldas una pequeña mochila
con ropa, comida (pozol de maíz) y llevan cara de felicidad.
En el antiguo Aguascalientes cultural de La Garrucha, ahora convertido
en el naciente Caracol político del Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN), una numerosa comisión
se prepara para el largo viaje (casi 300 kms.) hacia los festejos
del sábado en Oventic, donde se darán a conocer las
cinco juntas de buen gobierno. La instalación está pintada
de caracoles. El más vistoso tiene un arco iris con una frase
en su interior: "El Caracol de resistencia hacia un nuevo amanecer".
La cañada de Patihuiz es conocida por la notoria presencia
del Ejército. Ya no existe el campamento que se encontraba
a escasos 500 metros de La Garrucha, pues fue uno de los que desmanteló
(más bien reubicó) el gobierno federal para propiciar
el diálogo con el EZLN.
No hace falta campamento, a pocos kilómetros se encuentran
dos de los más grandes asentamientos militares de la selva
Lacandona: Patihuiz y San Quintín. Esta última es considerada
la cuarta zona militar en Chiapas, después de las tres reconocidas
oficialmente: la 32, 36 y 39 de la Séptima Región Militar,
cuya sede se encuentra en Tuxtla Gutiérrez.
Los soldados se encuentran "guardaditos" porque la Secretaría
de la Defensa Nacional ordenó a todas sus tropas de las zonas
32 (Altos de Chiapas) y 39 (Selva Lacandona) el acuartelamiento total,
para "evitar malas o buenas interpretaciones", aseguran
soldados de Ocosingo.
Siguiendo los pasos del gobierno federal, el gobernador de Chiapas,
Pablo Salazar Mendiguchía, hizo lo propio con la policía
estatal. Con retenes o sin ellos, batallones silenciosos de simpatizantes
zapatistas viajan por las carreteras de las cañadas con destino
a Oventic.
En otras regiones se están registrando hostigamientos y provocaciones
que revelan el nerviosismo de grupos vinculados con la estrategia
contrainsurgente y paramilitar. En Altamirano, manos interesadas provocan
incidentes en Nueva Galilea, Nuevo Altamirano y en el ejido Morelia
desde hace diez días. La comunidad de K'anak'il, en el municipio
autónomo Olga Isabel, está amenazada por la banda de
Los Aguilares. Por la noches se oyen disparos desde los alrededores.
Los transportistas priístas de Ocosingo amagan con impedir
el paso a las bases zapatistas. Y sin embargo, como dijera Galileo,
los Caracoles se mueven.
La
autonomía indígena, basada en los incumplidos acuerdos de San Andrés.
Influye el autogobierno rebelde en la mitad del territorio chiapaneco
La comandancia
zapatista en las primeras horas de hoy, durante la ceremonia de arranque
de una nueva etapa de resistencia. Tocó a los comandantes Rafael,
Javier y Moisés dar la bienvenida a los asistentes; el segundo
declaró la muerte de los Aguascalientes y el tercero anunció
el nacimiento de los Caracoles. En tanto, procedentes de diversas
regiones de Chiapas, de distintos estados, de varias naciones, miles
de personas han llegado a Oventic, donde en el transcurso del día
se instalarán las juntas de buen gobierno.
Jesús
Ramírez Cuevas, enviado de "La Jornada"
(Oventic, Chiapas, 8 de Agosto de 2003)
En su primera
aparición pública, aquella madrugada del primero de
enero de 1994, los rebeldes zapatistas llamaron "a los pueblos
liberados a elegir libre y democráticamente a sus propias autoridades
administrativas". Pero fue tiempo después cuando esta
propuesta se hizo realidad en las comunidades indígenas chiapanecas.
Primero se crearon los municipios rebeldes y dos años después
también se declararon autónomos. Hoy la autonomía
indígena, el autogobierno de los pueblos rebeldes, es una realidad.
En la actualidad hay más de 30 municipios autónomos,
cuya influencia abarca la mitad del territorio de Chiapas.
A fines del 94 los zapatistas comenzaron la formación de municipios
indígenas regidos de acuerdo con sus usos y costumbres.
El anuncio del Ejército Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN) de crear juntas de buen gobierno en los cinco Caracoles (antes
llamados Aguascalientes) representa una nueva etapa de este proceso
y, al mismo tiempo, la consolidación de la autorganización
comunitaria.
La distribución de dichas juntas corresponde a las distintas
zonas que conforman al movimiento de acuerdo con la geografía
de los pueblos rebeldes y sus relaciones entre sí: los Altos
(tzotzil), el Norte (chol), Altamirano (tzeltal-tojolabal), selva
tojolabal y selva tzeltal.
Este nuevo gobierno regional representa un esfuerzo organizativo de
las comunidades para enfrentar los problemas del autogobierno y para
construir un puente más directo entre ellas y el mundo. Han
sido casi 10 años en que las comunidades zapatistas han resistido
sin la ayuda de autoridades ni de presupuesto oficial alguno, en medio
de un cerco militar y del hostigamiento de fuerzas gubernamentales
y paramilitares que han dejado un saldo de miles de indígenas
desplazados de sus pueblos de origen.
Una larga historia
Hoy hace siete años surgió el primer Aguascalientes
en el corazón del territorio zapatista, el primer intento por
construir un espacio de encuentro y de diálogo entre la sociedad
civil y los rebeldes. Ahí surgió la Convención
Nacional Democrática, que fue el primer intento de organizar
una fuerza de la sociedad civil a favor de la paz y de la democracia.
Pero la propuesta feneció.
La madrugada del 19 de diciembre de 1994 el subcomandante Marcos informaba
a la prensa nacional e internacional del inicio de una ofensiva de
sus fuerzas insurgentes para romper el cerco militar en la llamada
zona de conflicto. Confinados en tres municipios por el gobierno,
ese día los zapatistas aparecieron en 38 (de 110 que tiene
Chiapas).
Ante el avance de sus tropas, los zapatistas dispusieron la formación
de municipios rebeldes que reconocieron a Amado Avendaño como
gobernador en rebeldía y giraron instrucciones para que la
población eligiera democráticamente a sus autoridades.
Al mismo tiempo, Marcos anunciaba la creación de 32 municipios
rebeldes. Esa noche el jefe guerrillero mostró los mapas para
ubicar los nuevos gobiernos locales zapatistas, que tardaron en funcionar.
Dos años después, durante los diálogos de paz
con el gobierno, los zapatistas retomaron la idea de la autonomía
como base de los acuerdos de San Andrés, suscritos por el grupo
armado y el gobierno federal el 16 de febrero de 1996.
Ante el incumplimiento gubernamental de los acuerdos y tras la suspensión
del diálogo, los zapatistas decidieron ponerlos en práctica
y declararon a sus municipios autónomos y rebeldes.
Estos gobiernos locales se han fortalecido y aunque su desarrollo
es desigual, pues depende del grado de organización y de las
condiciones en que trabajan, han consolidado el autogobierno indio
para resistir el cerco del gobierno. Los acuerdos de San Andrés
les dan legitimidad, pues se trata de un compromiso incumplido.
La construcción de la autonomía se ha dado en medio
de un ambiente de guerra, militarización y de hostigamiento
paramilitar. También ha enfrentado las estrategias gubernamentales
contrainsurgentes, cuyo objetivo ha sido debilitar el apoyo social
que tiene el EZLN en las comunidades.
De esta manera, los indígenas zapatistas han buscado resolver
sus problemas y necesidades mediante la autorganización con
la ayuda solidaria de la sociedad civil nacional e internacional.
El funcionamiento de los Caracoles
Los municipios autónomos están integrados por las comunidades
indígenas dentro de los territorios con influencia zapatista.
Las comunidades comprendidas en cada municipio rebelde han decidido
voluntariamente su participación mediante asambleas comunitarias.
Las comunidades organizadas para la resistencia eligen, de acuerdo
con sus usos y costumbres, es decir en asamblea, a sus representantes
para el concejo municipal autónomo, la autoridad colegiada
del ayuntamiento rebelde. Las autoridades y delegados son revocables
en caso de no cumplir con los mandatos de la asamblea de las comunidades.
Ahora estarán coordinados regionalmente desde los Caracoles.
Los concejos autónomos están integrados por un presidente,
secretario, ministros de justicia, de asuntos agrarios, del comité
de salud, de educación y el responsable del registro civil.
Sus funciones son la impartición de justicia, la salud comunitaria,
la educación, la vivienda, la tierra, el trabajo, la alimentación,
el comercio, la información, la cultura y el tránsito
local. Algunos municipios autónomos han abierto sus propios
registros de matrimonios, nacimientos y defunciones. En muchos lugares,
también reciben la asesoría de las autoridades tradicionales
o de los consejos de ancianos. El alcance de las acciones de los municipios
dependen de su consolidación. Su presupuesto se obtiene por
la cooperación de sus integrantes o de la ayuda solidaria.
Los miembros de los concejos autónomos no reciben remuneración.
Desde su surgimiento, los municipios rebeldes han sido objeto de ataques
por parte del gobierno.
En 1998, tras la matanza de Acteal, los gobiernos federal y estatal
iniciaron una ofensiva contra los pueblos zapatistas. Entonces se
les acusó de romper el estado de derecho, de provocar la división
nacional y de usurpar las funciones de las autoridades constitucionales.
El saldo de esa operación fue de 10 muertos, varios heridos,
miles de indígenas desplazados, más de 100 personas
encarceladas y 168 observadores internacionales expulsados del país.
Destaca la ofensiva contra Taniperla, sede del municipio Ricardo Flores
Magón. Luego siguió el ataque de más de mil efectivos
policiacos y militares contra Tierra y Libertad, en Amparo Aguatinta.
El momento más grave fue el 10 de junio, cuando un millar de
soldados y policías incursionaron en San Juan de la Libertad,
tomaron la cabecera municipal y se adentraron en las comunidades de
Chavajeval y Unión Progreso, donde murieron ocho indígenas.
Los zapatistas respondieron el ataque militar que estuvo a punto de
provocar la ruptura del cese del fuego y de la tregua establecida
desde 1995.
En abril de 1999, la policía estatal incursionó en la
cabecera de San Andrés Sakamchen de los Pobres. Pero con la
movilización pacífica de miles de indígenas fue
recuperada un día después.
A pesar de todos los intentos por socavar la autonomía indígena
zapatista, ésta se fortalece y se extiende a nuevos confines.
A partir de hoy, los cinco Aguascalientes (Oventic, La Realidad, La
Garrucha, Morelia, Roberto Barrios) dan paso a los Caracoles, y se
abre otra etapa para nuevas iniciativas de un movimiento rebelde que
nació con la demanda de respeto como divisa fundamental, y
del no dejarse usar como arma política.