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México



¿Es todavía México un país viable?


Enrique Calderón A., en lista "Nuestramerica"
(2 de Noviembre de 2002)

Sí, se trata de una pregunta seria, objetiva y relevante que llama a reflexión y que cobra sentido ante muchos sucesos de la vida diaria, como la demanda de 23 gobernadores para que el gobierno federal les entregue 40 mil millones de pesos del presupuesto de 2002, aprobado por el Congreso para hacer frente a sus responsabilidades sociales.

La discusión no se agota allí, podemos hacernos otras preguntas más específicas sobre el mismo tema: ¿cuál es la viabilidad de un país con una deuda superior a 150 mil millones de dólares, que ha tenido que pagar el triple de esa cantidad, sólo por concepto de intereses, durante los últimos 20 años, para lo cual ha sido necesario enajenar la mitad de sus reservas petroleras?

¿Cuál es la viabilidad de un país con más de 50 millones de pobres cuya capacidad de ahorro y de producción es nula, y cuyas únicas expectativas se reducen a la mera sobrevivencia diaria? ¿Qué tan viable es una nación que no ha sido capaz de producir los alimentos que ha consumido durante los últimos 20 años, como resultado de la ausencia de políticas y estrategias de apoyo y fomento a sus productores agropecuarios? ¿Cómo explicar que los salarios se hayan deteriorado de manera constante durante los últimos 20 años, hasta llegar a niveles de 40 por ciento respecto de los sueldos de 1980?

¿Qué posibilidades reales de sobrevivencia a futuro posee una nación cuyas inversiones públicas han decaído de 14 por ciento del PIB a menos de 2 por ciento en los últimos 15 años, como consecuencia directa de políticas definidas para empequeñecer el Estado y satisfacer los dictados de los organismos monetarios internacionales? ¿Cómo podrá el país hacerse de la infraestructura de desarrollo en materia de comunicaciones, educación, salud y de administración de los recursos naturales en tales condiciones?

¿Cuál es la viabilidad política y social de una nación cuya principal industria privada es el narcotráfico, tal como nos percatamos más cada día? ¿A qué futuro podemos aspirar, cuando sabemos que 90 por ciento de los bancos y 60 por ciento de la capacidad de producción de otras manufacturas y servicios que existen en el país es de propiedad extranjera, como resultado de la falta de un plan de desarrollo industrial de carácter nacional?

¿De qué seguridad futura puede hablar un país cuyo gobierno adopta como principal estrategia de desarrollo la atracción de plantas maquiladoras, para poder hablar de decenas o centenas de miles de empleos creados y de exportaciones millonarias, sabiendo que se trata de empleos miserables, de contabilidades dudosas y de altísimos riesgos de que esas empresas abandonen el país con la misma facilidad con la que llegaron?

¿Qué posibilidades reales de mejoría tiene una nación que invierte en educación y en desarrollo tecnológico la quinta parte de lo que invierten las naciones con las que supuestamente intenta asociarse o competir? ¿Qué tanta importancia tiene que los egresados de sus universidades pasen meses, y a veces años, antes de encontrar un trabajo en el que puedan hacer uso de sus conocimientos profesionales?

¿Qué significado tiene para un país el hecho de que la mayor parte de sus jóvenes estén pensando en cómo emigrar a otro país, a falta de oportunidades en el suyo?

¿Cuál es, en fin, la viabilidad de un país cuyo gobierno es el primer interesado en poner en manos extranjeras su capacidad de producción y distribución de energía, utilizando como pretexto la supuesta carencia de fondos y recursos crediticios para enfrentar las necesidades de inversión, cuando se trata de actividades sumamente rentables?

Para donde uno voltea la vista, el escenario que se observa no parece ser optimista, y esto ha llevado a muchos mexicanos a dejar de pensar en un proyecto común, en un proyecto nacional, para enfocarse en otro de carácter personal y excluyente, que termina desgastando aún más la viabilidad de la nación.

¿No es acaso tiempo de hacer una reflexión al respecto y de pensar seriamente en propiciar y exigir un cambio de fondo?