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Argelia


El gobierno responde a la Cabilia prohibiendo las manifestaciones


Afrol news (19 de Junio de 2001)

La tensión continua en distintas zonas de la provincia de Cabilia, la región en la que se están produciendo desde las últimas semanas graves enfrentamientos entre los bereberes y el poder. El gobierno ha decretado la orden de que no se realizen manifestaciones de tipo alguno.

El consejo de ministros, a través de un triste mensaje a la población en el que se lamentan por los últimos actos de sabotaje y vandalismo que se han producido contra los bienes tanto públicos como privados, expresó su determinación de hacer frente a los graves incidentes de los últimos días.

A pesar del llamamiento lanzado por el gobierno, la tensión que comenzó en la Cabilia acaba de comenzar a extenderse por todo el país. La ciudad de Bejaia continua sin tener comunicación alguna con el resto del país después de que se destruyese, el pasado sábado, la central telefónica local. En otra localidad cercana, Tizi Ouzou, se produjeron el lunes graves confrontaciones entre jóvenes manifestantes y brigadas antidisturbios que protegían los edificios públicos contra los que atentaban. En Draa Ben Khadda, otras manifestaciones causaron la muerte de un policía y distintas heridas de bala a uno de los jóvenes que participaba en la revuelta.

Pero estos son tan sólo tres casos de violencia de entre los que se continuan multiplicando por toda la región. Desde el inicio de la revuelta popular en la Cabilia, a mediados del mes de abril, ya han fallecido al menos 56 manifestantes y más de 2.000 personas han resultado heridas, según la información que reconocen las autoridades, aunque fuentes no oficiales elevan las víctimas a un número mucho más elevado.

En la capital del país, Argel, se espera que el movimiento bereber haya recibido la prohibición gubernamental como una declaración de guerra, especialemnte después de las trágicas manifestaciones del pasado jueves, durante las cuales fallecieron cuatro personas y un millar más resultó herido.

Arde Argelia
El levantamiento del pueblo bereber conmueve al país norteafricano y repercute en Europa. Ya hay 50 muertos y más de 900 heridos. Jóvenes bereberes se enfrentan a la gendarmería cerca de Tizi-Ouzou, en la región de la Cabilia


Gustavo Sierra, de la redacción de "Clarín", de Argentina (22 de Junio de 2001)


Los jóvenes del norte de Africa ya hablan de la "intifada argelina". Tienen un héroe, el popular cantante Matoub Lounes asesinado por las fuerzas de seguridad el 25 de junio de 1998. Y tienen un mártir, el estudiante Massinisa Germuh, muerto en abril por la gendarmería en su pueblo de Beni Duala. También tienen un poderoso enemigo que denominan como "Le Pouvoir" y no es más que "el poder" de una clase dirigente y la cúpula militar que gobierna en las sombras desde la independencia en 1962.

La "intifada argelina" provocó en las últimas semanas dos manifestaciones de más de un millón de personas cada una que se encolumnó detrás de los dirigentes bereberes, la etnia que vive desde siempre en la región de la Cabilia. Los bereberes hasta ahora habían sido unos aliados críticos del gobierno y los militares en su lucha contra los integristas islámicos. Pero como cada primavera, se lanzaron a las calles para pedir una mayor autonomía y el respeto a su cultura y lengua, el "tamazight" de origen fenicio. Este año, con el aditamento de que la situación económica empeora día a día con un gobierno que parece no reaccionar.

Y no eran sólo bereberes. En las mani festaciones también estaba el grueso de los desposeídos y jóvenes desocupados. El 80% de los menores de 25 años no tiene trabajo —ni perspectiva de conseguirlo— a pesar de que Argelia cuenta con uno de los depósitos de gas y petróleo más grandes del mundo y que sólo en el último año entraron más de 4.000 millones de dólares de capitales extranjeros para explotar esas riquezas.

Desde el levantamiento bereber en abril murieron 50 manifestantes y otros 900 quedaron heridos, de acuerdo a las cifras oficiales. Números menores en un país acostumbrado a las matanzas de los integristas islámicos que una noche dejan cien degollados de alguna aldea que no quiso plegarse a su estricta ley islámica. O de los paramilitares que pueden hacer lo propio en menos tiempo gracias al apoyo de los helicópteros del Ejército. Esa guerra sucia es la que denunció Nesroulah Yous, uno de los sobrevivientes, en su libro "Qui a tué a Bentalha?" editado en Francia. Yous está exiliado en París como la mayoría de los intelectuales argelinos. Ellos son los que sacan a la luz internacional muchas de las informaciones de lo que ocurre en su país. Los periodistas extranjeros corren demasiado peligro en Argelia y los que se atreven a ir lo hacen acompañados de por lo menos dos guardaespaldas. Dos periodistas argelinos murieron la última semana aplastados por la multitud que escapaba de la represión policial mientras cubrían la última gran manifestación.

Una guerra sucia que tiene algunos aspectos cercanos a los de Argentina. Según cifras oficiales hay unas 4.000 personas desaparecidas y cada miércoles al mediodía cientos de madres, esposas, hermanas e hijas de esos desaparecidos se congregan en Argel frente a una dependencia del gobierno para exigir saber la verdad. Las organizadoras dicen que se inspiraron en las Madres de la Plaza de Mayo.

"Consideramos inaceptable el silencio y las dilaciones de nuestros gobernantes y de la Unión Europea frente a los acontecimientos de Argelia", decían a fines de mayo decenas de intelectuales europeos encabezados por Daniel Cohn-Bendit, Juan Goytisolo y William Byrd en una solicitada publicada por Le Monde de París. Denunciaban la "colaboración" que le dan los países occidentales a la Ley de Concordia Civil del presidente Abdelazis Bouteflika lanzada para "pacificar" al país pero que está teniendo consecuencias nefastas para las minorías como la bereber (constituye casi el 25% del total de los 30 millones de argelinos).

Bouteflika accedió al poder hace dos años en unas dudosas elecciones de las que se retiraron sus otros seis contrincantes, pero fue recibido por Occidente como una "bocanada de aire democrático" por sus antecedentes diplomáticos. En los años 60 y 70 fue el canciller argelino y se convirtió en el portavoz de las causas del Tercer Mundo, pero después cayó en desgracia y vivió en el exilio hasta 1999. Los pocos medios de prensa independientes lo acusan de pasar más tiempo fuera del país que dentro. Una frase popular dice que "Bouteflika planea hacer una visita oficial a Argelia" y se mofan de su exitosa participación en un acuerdo de cese fuego entre Etiopía y Eritrea.

Un diplomático dijo al Washington Post que "los militares, que son los que realmente gobiernan, saben que es un inoperante pero los ayuda a mejorar la imagen internacional".

En realidad, desde que Bouteflika asumió el poder disminuyó considerablemente la violencia que había comenzado en 1992 cuando los militares dieron un golpe de Estado para impedir que asumiera el gobierno el Frente Islámico de Salvación (FIS). Desde entonces hubo 100.000 muertos. Comenzaron a actuar el Ejército Islámico de Salvación y los Grupos Islámicos Armados (el temido GIS) que provocaron horribles matanzas entrando a la madrugada a las aldeas menos proclives al integrismo y degollando a niños, mujeres y hombres sin mayores distinciones. En los últimos meses los guerrilleros islámicos fueron obligados a refugiarse en las montañas y los muertos pasaron de 2.000 al mes (fue el promedio de 1997) a unos 150 el mes pasado.

Lo de los bereberes es otra cosa. "Es una bomba no esperada. Los militares creían que esa gente eran sus aliados incondicionales porque no son integristas como los del FIS. Pero no contaban conque padecen más que ningún otro a causa de la crisis económica", explica el diplomático occidental que no quiere ser identificado como cualquiera que hable en Argelia porque peligra su vida.

Los bereberes reclaman el fin de la "hogra", término que identifica el desprecio hacia esa minoría por parte de la mayoría árabe, y que se acabe con la corrupción, la arrogancia y el autoritarismo feudal impuesto por los funcionario gubernamentales llegados desde Argel. Aunque la mayoría de los argelinos descienden de bereberes— que son los originales pobladores del norte de Africa anteriores a los árabes—, los habitantes de la Cabilia nunca fueron "arabizados" y a pesar de que se convirtieron al Islam, no aceptan la rigidez de esa religión y conservan su identidad nómade y libertaria original.

Ahora se preparan para una nueva gran manifestación de repudio a las políticas gubernamentales el lunes 25 de junio. Es el aniversario de la muerte del cantante Matoub Lounes, su héroe, y al ritmo de su especie de rumba bereber van a poner a prueba a sus enemigos de "le pouvoir".