El Ejército recupera un papel político en Marruecos
Pedro
Canales / Ignacio Cembrero de "El País" (Rabat, 25 de Marzo de
2001)
Marginados durante décadas por un rey, Hassan II, al que habían
dado dos golpes de Estado, los militares marroquíes están
siendo rehabilitados por su heredero, Mohamed VI. La jerarquía
castrense aprovecha, además, el vacío de poder dejado por
el omnipotente ex ministro del Interior, Driss Basri, y la debilidad del Gobierno de alternancia para tomar cartas no sólo en asuntos relacionados
con la seguridad, sino en la política. Sólo así se
explica que no se hayan puesto en práctica decisiones anunciadas
por el monarca, como la elección por sufragio universal del Consejo
Real Consultivo del Sáhara.
Ahmed Zaruf, un coronel de la Gendarmería marroquí, quiso
colgar el uniforme en noviembre de 1997 y presentarse a las elecciones
generales como candidato de un partido de izquierdas por una circunscripción
de Taunat (noreste del país). Los hombres del entonces todopoderoso
ministro del Interior maniobraron hasta la saciedad para impedir que resultase
elegido pese a los recursos que presentó.
Dos años después, en octubre de 1999, el poder de Basri
empezó a tambalearse porque no gozaba de la confianza del nuevo
rey, que había nombrado a un militar, el coronel Hamidu Laanigri,
al frente de la DST, el servicio secreto interno más poderoso del
país, dirigido hasta entonces por un civil. Una tarde, los agentes
de la DST rodearon el Ministerio del Interior y se ensañaron cacheando
a todos aquellos que habían obstaculizado la elección de
Zaruf. Al mes siguiente Basri fue destituido. Desde entonces, los militares
han ido acrecentando su peso en la política marroquí.
Hassan II, que falleció en julio de 1999, desconfiaba del Ejército.
No en balde, los militares habían protagonizado dos intentonas
golpistas, en 1971 y 1972. Cuando se adueñó del Sáhara
Occidental, en 1975, el soberano otorgó a sus fuerzas en el sur
un mayor papel, pero el Ejército marroquí seguía
siendo un caso atípico. Prueba de ello es que carece de ministro
de Defensa, de jefe de Estado Mayor, sus municiones están todas
-excepto en el Sáhara- en depósitos custodiados por la gendarmería
y hasta hace poco no desfilaba ni hacía maniobras. 'En tiempos
de Hassan, los militares vivían permanentemente bajo sospecha',
recuerda un ministro, 'ahora están siendo rehabilitados'.
Con más de 348.000 hombres en un país de 30 millones de
habitantes, las Fuerzas Armadas marroquíes son numerosas sobre
el papel, pero no están bien entrenadas ni equipadas. Poseen, según
el Military Balance, 644 carros de combate, 89 aviones cazabombarderos
y tan sólo 24 helicópteros de ataque.
El nuevo rey sorprendió, por primera vez, el mismo día en
que murió su padre, el 23 de julio de 1999. La jerarquía
castrense participó en la Beia, ceremonia tradicional de proclamación
de fidelidad al sultán, en la que no había tomado parte
hasta entonces.
Con el nombramiento, en septiembre de 1999, de un coronel como director
de la DST y el mantenimiento del general Abdelhak Kadiri al frente del
espionaje exterior, la información reservada que se suministra
al monarca queda exclusivamente en manos de militares. Otro tanto sucede
con la custodia del rey. Tras la caída en desgracia de Haj Mediuri,
jefe de la seguridad real, la gendarmería, a las órdenes
del general Hosni Bensliman, pasó a hacerse cargo de la protección
de palacio.
La presencia reforzada de los jerarcas militares en el entorno de Mohamed
VI contribuye a sacar de la sombra al estamento militar. En agosto pasado,
por ejemplo, el rey asistió en Errachidia a las primeras grandes
maniobras con fuego real que se llevan a cabo desde hace más de
30 años. Ese mismo mes ascendió a numerosos oficiales y
creó incluso un nuevo grado, el de general del Ejército.
Este año, los emolumentos de los militares han experimentado una
subida generosa, especialmente los de los soldados, que desde enero cobran
el salario mínimo, según la consultoría marroquí
Uplines Securities.
Los militares tienden, además, a ocupar el vacío de poder
dejado por Basri, que dirigió con mano de hierro el Ministerio
del Interior durante 20 años y cuya influencia alcanzaba otras
áreas, como la económica.
Unas imágenes de televisión, rodadas en agosto en el palacio
Marshan de Tánger, pusieron de manifiesto el nuevo protagonismo
de los jerarcas castrenses. La plana mayor del generalato aparecía
reunida con el rey, su jefe de gabinete, Mohamed Rochdi Chraibi, y su
asesor Mohamed Fadel Benyaich. Pasaron revista, según la información
televisiva, a la situación en el Sáhara y a otros asuntos
como las inversiones extranjeras en el reino. Este sanedrín real
se reúne desde entonces con regularidad.
Cuando todavía tomaba iniciativas casi a diario, Mohamed VI anunció
en septiembre de 1999 que el Consejo Real Consultivo del Sáhara
sería elegido por sufragio universal. Respondía así
al descontento social manifestado por los saharauis. Dieciocho meses después,
el Consejo sigue nombrado a dedo.
En El Aaiún, el Ejército del Sáhara, que dirige el
general Abdelaziz Bennani, gestiona la región codo a codo con los
civiles. 'La elección del Consejo hubiese relegado a los militares,
y es de suponer que se resisten a ello', afirma un diplomático.
Poco después de aquel anuncio, el monarca barajó hacer un
gesto en pro de la reconciliación con las víctimas de la
represión política, reagrupadas en el Foro de la Justicia
y de la Verdad. A través de uno de sus hombres de confianza, el
secretario de Estado de Interior, Fuad Ali Himma, sugirió al foro
asistir en persona al primer entierro de alguno de los desaparecidos de
los años de plomo cuando sus restos mortales fueran entregados
a sus familiares. Desde entonces, estas buenas intenciones se han esfumado,
según un miembro del foro.
La gota de agua que hizo perder la paciencia a los jerarcas militares
fue precisamente la publicación, en noviembre, por la Asociación
Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), de un comunicado pidiendo
que se investiguen las responsabilidades de 14 altos cargos de las fuerzas
de seguridad supuestamente involucrados en la desaparición de 112
opositores políticos, según la cifra oficial; más
de 600, según las ONG de derechos humanos.
Semanarios
prohibidos
Por, entre otros motivos, haber recogido ese comunicado, tres semanarios -Le Journal, Assahifa y Demain- fueron prohibidos en diciembre por el
primer ministro, Abderramán Yussufi. Su decisión fue instigada por algunos de los generales atacados por la AMDH, temerosos no sólo
de ser apartados del poder, sino de acabar procesados como el general
chileno Augusto Pinochet.
Los frecuentes viajes privados del monarca -ahora está esquiando
en Courchevelles (Francia)- amplían el margen de maniobra de sus
subordinados militares. Hace cinco meses, la DST detuvo, por ejemplo,
a un equipo de la televisión pública francesa FR3 que cubría
la peregrinación a Tazmamart de los 28 oficiales golpistas que
salieron con vida del penal al que les mandó Hassan II. Hubo que
esperar al regreso de Mohamed VI a Marruecos para que, a los tres días
de la detención, los periodistas franceses recuperasen su libertad de movimientos.
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