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Magreb


Crisis Marruecos-Estado español
Crónica de la Escalada hasta la ocupación española

Andalucía Libre (18 de Julio de 2002)

La crisis desde Marruecos

Desde Marruecos, el argumento es sencillo: No se van del islote, no sólo porque ya han estado antes sino, sobre todo, porque es de soberanía marroquí desde la independencia en 1956. En otras palabras, no se ha alterado ningún status-quo y por tanto no hay razón fundada para la "desproporcionada" respuesta española. Además, -sin renunciar a la reivindicación pendiente sobre los enclaves coloniales españoles en Marruecos- el caso Leila-Perejil no tiene nada que ver con los de Ceuta, Melilla y demás colonias.

Este es el eje del discurso oficial marroquí que -como ocurre igualmente en el lado español con su correspondiente versión alternativa- es compartido y defendido sustancialmente, con algunas variaciones y desarrollos específicos, por el conjunto de la prensa marroquí. También hay coincidencia entre los principales partidos marroquíes: USFP socialdemocrata), Istiqlal (conservador), PPS (comunista oficial), etc.

Es importante anotar precisamente que no sólo la agencia oficial MAP sino todos los medios de comunicación marroquíes se han hecho eco del conflicto, ubicando el islote, reproduciendo los comunicados oficiales, ampliando la historia de Leila-Perejil y publicando editoriales y artículos de opinión en los que se defiende la justicia y naturalidad de la acción marroquí al tiempo que se critica la reacción española, relacionándola en muchos casos con la degradación de relaciones bilaterales entre Marruecos y el Estado español desde hace diez meses de lo que se responsabiliza al Gobierno Aznar. Con ello, si durante las primeras veinticuatro horas -con la justificación de que se celebraban los festejos por los esponsales reales- la cobertura de la crisis fue mínima, ahora prácticamente toda la población marroquí está informada de la situación y de los posicionamientos del Gobierno real. También se ha elevado el nivel de los portavoces: de un anónimo alto funcionario del Ministerio del exterior ya se ha llegado a reiterados pronunciamientos del Ministro Benaisssa, con nota incluida.

En el islote se ha sustituido la dotación de gendarmes por infantes de marina. Efectivos marroquíes que se estiman en una compañía, están estacionados en tierra firme frente a Leila. Esta presencia militar no ha impedido a varios periodistas andaluces y españoles filmar por sus cercanías hasta justo la misma orilla enfrente del peñasco e incluso realizar entrevistas -de las de color humano- con una anciana vecina de la aldea marroquí ubicada literalmente a tiro de piedra de Leila-Perejil, propietaria de las cabras que utilizan habitualmente Leila-Perejil. Gracias a ello, conocemos de las singulares propiedades de la leche del rebaño que pasta en el islote, de su habilidad y hospitalidad al preparar el te para los intrépidos reporteros y también que ahora esta señora le hace el favor a la escueta guarnición marroquí de prepararles el pan y el cuscus. Aparte de este sustento y de cumplir con sus obligaciones, parece que el entretenimiento preferido de la dotación marroquí del Peñasco es admirar la pericia de los pilotos de los helicópteros militares españoles que hacen repetidos vuelos rasantes sobre la islita. Una patrullera marroquí navega por las cercanias.

Por lo que respecta a apoyos exteriores, Marruecos ha de conformarse con los recibidos desde organismos internacionales como la Liga Árabe, la Organización de la Conferencia Islámica y la Unión Parlamentaria Arabe. En un llamativo alarde de hermandad árabe y magrebí, el Gobierno de Argelia, a través del ministro de Relaciones Exteriores, Asuntos Africanos y Magrebíes, Abdelkader Messahel, manifestó que «rechaza toda política de hechos consumados y de violación de la legalidad internacional» y desea una solución rápida de la crisis entre España y Marruecos, creada por la ocupación marroquí de la isla Perejil, según declaró. El ministro argelino hizo constar que por hecho consumado se refería tanto a la isla Perejil como al caso del Sahara Occidental, poniendo evidentemente a ambos al mismo nivel, desde su punto de vista.

La crisis desde el Estado español

En el Estado español, aún cuando la palabra prudencia no se cae de la boca de los responsables gubernamentales, la crisis toma otro cariz.

El Gobierno español exige al Gobierno marroquí que retire sus tropas para restablecer el status-quo, considera la presencia militar marroquí como un acto inamistoso y anuncia que, aun cuando como estado civilizado quiere recurrir esencialmente a los medios diplomáticos para resolver este acto de fuerza marroquí, no renuncia a ningún otro. El Gobierno español no afirma taxativamente la españolidad del peñasco -de eso se encarga la prensa- pero sí enarbola los derechos españoles sobre la roca a los que no renuncia de antemano y en cualquier caso exige como paso previo a cualquier discusión o arbitraje (en la prensa se ha hablado del Tribunal Internacional de Justicia) que los soldados marroquíes abandonen Leila-Perejil. Al comenzar la crisis el vicepresidente Rajoy anuncia que se han detectado también movimientos militares marroquíes en torno a una de las Islas Chafarinas, otro de los enclaves coloniales españoles en el Norte de Marruecos.

El primer día, se dice que el Gobierno español optó por mantener el contencioso en el terreno bilateral. De ahí unas primeras declaraciones moderadas emitidas desde la OTAN y la UE. Una vez que tras los primeros contactos, no se consigue el objetivo de la retirada, se ha sugerido a los aliados del Estado español que se pronuncien con mayor contundencia. La OTAN ha afirmado que la presencia militar marroquí en Leila-Perejil es un acto inamistoso. La Unión Europea, por su parte, ha mantenido a través de Prodi y luego de la presidencia semestral danesa contactos con el Gobierno marroquí instándole a la retirada y se han difundido sendos comunicados en los que se ha expresado preocupación y malestar por la ocupación por Marruecos de un territorio de la Unión Europea (sic). También se le ha recordado al Gobierno marroquí que exporta a la UE 3/4 de sus exportaciones (6.202 millones de euros anuales) e importa más de la mitad (7.419 millones de euros), que millones de marroquíes residen como inmigrantes en la UE y que tiene firmado con la UE un acuerdo de asociación que prefigura su integración en su área de libre comercio para 2012. Francia dice que hace lo posible por apaciguar a dos países amigos.

En el terreno militar, el Estado español ha ido incrementando su presencia naval y aerea. Paso a paso, ha hecho publica y notoria la presencia de tres fragatas -la Navarra, Numancia y Baleares- que han tomado como base a la cercana colonia de Ceuta. Dos corbetas -Cazadora e Infanta Elena- han hecho lo propio en la colonia de Melilla. El buque de asalto anfibio Castilla se encamina hacia Ceuta, transportando un grupo de operaciones especiales de la infantería de marina, tres helicópteros, lanchas de desembarco y mísiles Mistral. Se supone -aunque lógicamente no se ha hecho ninguna referencia a ello- que hay submarinos españoles patrullando y tampoco se ha hecho mención a por donde anda ahora el portaaviones Principe de Asturias. La prensa publica gráficos sobre despliegues y comparativas de fuerzas armadas.

En cuanto a la información, en su practica totalidad, la prensa española sostiene -con mayor o menos énfasis- las tesis historiográficas y políticas de su Gobierno, permitiéndose contadas excepciones a esta orientación. Particularmente, la prensa más derechista sorprende por su descubrimiento del carácter autoritario y antidemocrático del régimen marroquí. Destaca en esta parcela agitativa la publicación de un articulo de Alfonso Rojo en EL MUNDO dedicado a la colonia de Ceuta titulado La 'quinta columna' de Mohamed VI, en el que, por cierto, no se cita en ningún momento al CNI español. Precisamente, en general, en relación al papel del espionaje español en la crisis llama la atención el silencio en los medios de cronistas y comentaristas ante lo que, en principio y salvo nuevos datos u otras interpretaciones, habría que calificar como un grave y evidente fracaso funcional. Tratándose de espías, del único que se ha podido leer algo es del General Abdelhak El Kadiri en DEIA, "número dos del Ejército marroquí tras el monarca Mohamed VI", a quien el diario afín al PNV identifica como "cerebro de la ocupación marroquí" y "desde 1983 hasta 2000, director general de la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), es decir, el servicio de espionaje militar marroquí, que mantiene excelentes relaciones con su homólogo español. El susodicho general fue condecorado por España hace un par de años otorgándosele, muy apropiadamente, la gran cruz de la Orden de Isabel La Católica.

De otra parte, la prensa también informa del intento -frustrado- de unas decenas de fascistas en Madrid de sustituir la bandera marroquí de su Embajada por la bandera pirata (la de la calavera y las dos tibias). eso sí un par de día después de los hechos.

En otros aspectos de gestión de la crisis, el Gobierno español ha remitido a Ceuta y Melilla a Morenes, numero 2 de Interior, para tranquilizar ánimos y hacerse con el control de la situación y es evidente el esfuerzo por transmitir una imagen y sensación de absoluta normalidad y despreocupación al interior de las plazas coloniales españolas.

En el terreno político, junto a los repetidos contactos de la nueva ministra de exteriores Ana de Palacio con su homologo Benaissa, entre declaraciones expresas a la prensa -donde ha destacado el vicepresidente Rajoy y filtraciones- se ha ido dibujando el abanico y secuencia de amenazas sobre lo que le ocurriría a Marruecos de no deponer su actitud y retirarse.

Así se ha advertido que el turismo español en Marruecos cae y caerá más; que la crisis implica que se paralice la cooperación al desarrollo con Marruecos; que es posible retener el envío de transferencias a Marruecos por parte de los inmigrantes marroquíes en el Estado español e incluso proponerlo a la UE, cerrando con ello la principal fuente de recursos de la economía marroquí; que se pueden paralizar las negociaciones agrícolas y generales Unión Europea-Marruecos e incluso imponerle sanciones, aunque desde Bruselas se echa el freno al respecto; que se puede llegar a imposibilitar la Península como territorio de transito y retorno de la inmigración marroquí en Europa; que se pueden cerrar las fronteras de las colonias de Ceuta y Melilla (aunque esto pondría de los nervios precisamente a quienes desde las colonias viven a cuenta del contrabando) e incluso en una repatriación masiva de toda la inmigración ilegal marroquí en el Estado español.

Aznar se asegura la unanimidad nacional

Desde el principio de la crisis -una vez hecha publica la instalación de los gendarmes marroquíes en Leila-Perejil y valorado políticamente así el episodio- el PSOE se sitúa sin fisuras tras el Gobierno español, rechazando la presencia militar marroquí en el islote, exigiendo su retirada y defendiendo lo que desde Madrid se entiende por status-quo. El PCE-IU combina dos líneas: Llamazares viene a decir que el Peñasco no le va a estropear el discurso que tenía preparado para el próximo debate parlamentario y que no merece un tiro. Alcaraz le complementa rechazando la acción militar marroquí, defiende el retorno al status quo (según la versión española) y sugiere la conveniencia de buscar mediadores y Romero, entre medias y con su peculiar sentido analítico del humor, añade que lo de Perejil es una payasada.

Tras estos antecedentes no es de extrañar que ante el debate parlamentario sobre política general -también llamado debate sobre el Estado de la Nación- y tomando como modelo al Congreso yanqui, las principales fuerzas parlamentarias acuerdan en un clima de unidad nacional excluir del debate el caso Leila-Perejil y no hacer referencia a la crisis con Marruecos salvo para expresar apoyos al Gobierno español, lo que hacen con especial énfasis PSOE y Coalición Canaria.

Por si fuera esto políticamente poco, los Grupos parlamentarios del PP, PSOE, CiU, IU, PNV, CC y Mixto (BNG, PA, IC-V y CHA) rubrican una resolución de "rechazo a la política de hechos consumados de Marruecos en isla Perejil" y de apoyo al Gobierno español "en orden a restaurar la legalidad internacional y el restablecimiento al statu quo anterior a los hechos". La iniciativa, que no tuvo votos en contra y sólo el diputado de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Joan Puigcercós, apostó expresamente por la abstención alegando que España "tiene que descolonizar el norte de Africa". También se abstuvo la diputada Begoña Lagasabaster de Eusko Alkartasuna y otros dos diputados anónimos no identificados. Con todo, el Gobierno Aznar obtuvo un cheque parlamentario en blanco para su política con 334 votos a favor de su posición colonialista y sólo 4 abstenciones.

Esa misma noche y tras el aval obtenido, el Gobierno español retiraba de forma indefinida y urgente su Embajador en Rabat, ordenándosele desde Madrid que se fuera a Ceuta de inmediato y a las pocas horas el Ejercito español invadía y tomaba Leila-Perejil de forma incruenta y sorpresiva. La operación se había definido, según parece, desde el sabado.

Opinión
Colonialismo español


Andalucia Libre (18 de Julio de 2002)

Dejémoslo claro desde un principio: el peñasco Leila-Perejil es marroquí. Lo ha sido siempre. Antes y después de que Marruecos -con la colaboración y aquiescencia de la Monarquía majzeniana- fuera sometido y dividido por los colonialismos francés y español. Antes y después de la independencia de Marruecos. Antes y después de que, hace unos cuantos días, un puñado de gendarmes colocaran allí una tienda de campaña y un par de banderas marroquies. Antes de que, nuevamente, legionarios españoles transiten por sus riscos y despues de que lo abandonen. Es marroquí porque, aún con su ridícula extensión, forma parte de la tierra de Marruecos y ha compartido su destino, para bien y para mal. Es marroquí; al margen de cual sea el régimen que domine Marruecos, por detestable e incompetente que sea.

Nadie puede engañarse pensando que esta crisis se ha visto, vivido y resuelto desde el Estado español como algo sólo relativo a ese mínimo islote, aledaño a la costa marroquí. Tampoco cabe esconderse tras las socorridas referencias a status, métodos o juicios de intenciones. Lo de menos en todo este embrollo, desde esta orilla del estrecho, es que los argumentos históricos y formales avalen efectivamente punto a punto la tesis oficial marroquí sobre la islita de marras.

Cuando desde el Estado español se ha hablado de status-quo y de métodos en relación a Leila-Perejil de hecho se ha estado haciendo en referencia a Ceuta, Melilla y demás enclaves coloniales menores en Marruecos. Aunque el Majzen dijera que partía de considerar que eran casos jurídicamente diferentes, Madrid ha preferido subrayar su coincidencia y actuar políticamente en consecuencia. El Gobierno español no podía tolerar sin respuesta una iniciativa unilateral marroquí, más aún cuando se hacia con ostentación de símbolos y banderas. Hacerlo hubiera significado transmitir a la población peninsular de las plazas coloniales un mensaje de inseguridad sobre su compromiso en la defensa del hecho colonial (cuestión especialmente delicada mientras se negocia lo de Gibraltar) y además un reconocimiento de debilidad, incompatible con las aspiraciones expansivas del imperialismo español del siglo XXI.

Es un ejercicio de cinismo, sólo propio de pusilánimes o reaccionarios, refugiarse tras la legalidad frente a la justicia. La historia de la Humanidad esta llena de instituciones y situaciones que no por ser legales en un momento u otro, han dejado de ser ni por un segundo aberrantes e inadmisibles. Y contra la injusticia, todos los medios son legítimos, cuando se usan proporcionalmente al objetivo a alcanzar. Otra discusión distinta es la conveniencia u oportunidad de recurrir a unos o a otros en una coyuntura dada y como insertar estas demandas en los procesos de emancipación de los pueblos. Los restos del colonialismo español en Marruecos -como los del colonialismo británico en Andalucía- son hechos injustos que sólo se sostienen por la fuerza -ejercida o potencial- ante los cuales cabe legítimamente recurrir en cada circunstancia a todos los recursos que se consideren oportunos.

Resulta tan gráfico como patético el cuadro proporcionado por el posicionamiento de las diversas fuerzas políticas en el Parlamento español ante la crisis del Perejil. Las abstenciones de ERC y EA fueron las únicas excepciones con un mínimo de decencia democrática en ese conciabulo de complicidad colonialista. Unos, ciertamente, sólo manifestaron así su condición de partidos de estado, como PP-PSOE o afines, como los representantes de la burguesía regionalista catalana (CiU) o insularista canaria (CC). Otros, expresaron con nitidez su cobardía y/o estupidez (PCE-IU, PA, PNV, BNG, IC-V, CHA).

Ahora ya pueden algunos (caso del PCE-IU o del PNV) lamentarse de haber sido engañados por el Gobierno del PP e intentar justificarse, aduciendo que lo que ellos creían que apoyaban era sólo una reivindicación colonial defendida exclusivamente por medios diplomáticos. Ya se comprende el repeluz sobrevenido del PNV ante la foto de Perejil a lo Iwo Jima, con la estanquera rojigualda ondeando en el lugar de las barras y estrellas del original y ya puede Ibarretxe decir ahora las tonterías que quiera, que nada puede ocultar que en un conflicto clave para el Estado español el partido que se pretende a si mismo encarnación eterna del alma vasca se ha situado del lado español. O puede entenderse el malestar desde el PCE-IU ante la evidencia de en cuanto y para qué se les valora desde el Estado, pese a todos sus meritos, demostrados cada vez que el Estado español se ha encontrado en un brete. Si en su momento, tanto unos como otros, hubieran optado por lo correcto -denunciando al colonialismo español y defendiendo simplemente que el dichoso islote era marroquí- se hubieran ahorrado no sólo la indignidad sino también el ridiculo. Seguro que tampoco el PSOE es muy feliz -pese a su explicito apoyo al Gobierno- ante una situación que deja a Aznar, tras el alarde de fuerza, casi como a la Thatcher después de la guerra de las Malvinas, pero al menos no por ello pretende exculparse de su responsabilidad a toro pasado.

Con todo, tanto en el caso concreto de Marruecos como en general, que el Estado español haya recurrido a su Ejército para resolver el problema no deja de ser instructivo y por la vía de los hechos demuestra que quienes van por la vida creyendo o diciendo que los principios que, por ejemplo, recoge la Carta de la ONU son algo más que declaraciones vacías e inoperantes, sufren de extrema estulticia o de profunda hipocresía (o de ambas).

Marruecos es el séptimo comprador de armas a España, por valor de varios millones de euros anuales

Pascual Serrano/ "Rebelión,org, internacional" (19 de Julio de 2002)

.Si Marruecos hubiese disparado en el conflicto de Perejil, lo hubiera hecho con armas y munición española. Marruecos es el séptimo mayor cliente que se abastece de la industria militar de España, compra cada año armas de España por valor de 8 millones de euros.

Según datos de la Secretaría de Estado de Comercio, tanto en 1999 como en 2000, Marruecos se ha situado en el puesto número siete de los principales compradores de material de defensa. En concreto, en 1999, el reino de Marruecos importó armas de España por valor de 6 millones de euros. En 2000, los vecinos incrementaron la partida y ascendió a 8 millones. Y estos son los datos oficiales, algo maquillados. Según un informe de la Cátedra de la UNESCO sobre Paz y Derechos el Gobierno español no declaró la tercera parte de las exportaciones de material bélico del primer semestre de 2000.

Y todo esto cuando supuestamente el Código de Conducta de la Unión Europea prohíbe la venta de armas cuando existan dudas sobre "la situación de tensiones o conflictos internos del país de destino; la seguridad y estabilidad regional; y el respeto de los derechos humanos del país importador". Requisitos que evidentemente no cumple Marruecos.

El ministro de Defensa Federico Trillo justificaba hace un año la compra de misiles por valor de 100.000 millones de pesetas (hoy, unos 600 millones de euros) "para proteger intereses nacionales ante factores de riesgo", refiriéndose a la reivindicación histórica de Marruecos sobre la soberanía de Ceuta y Melilla. Es decir, compramos armas para defendernos de los clientes a los que también les vendemos