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Magreb



Sobre la crisis de "Perejil"

Declaración del Espacio Alternativo (15 de Julio de 2002)

El despliegue de una patrulla del ejército marroquí en el peñón de Leila, que las autoridades españolas denominan Perejil, amenaza con convertirse en un nuevo elemento de tensión en las ya muy difíciles relaciones hispano-marroquíes. El estrecho de Gibraltar, el abismo que separa la riqueza de la UE de la pobreza de África, tumba de los nuevos esclavos de la globalización, sirve de escenario trágico para las miserias diplomáticas de Mohammed VI y Aznar.

Es evidente que el monarca alauita ha dado este paso para envolverse en los colores de un nacionalismo que oculte la corrupción de su régimen, la crisis económica que obliga a miles de sus súbditos a jugarse la vida en las pateras, que privatiza los derechos de la pesca a los miembros de su séquito y que acalle las críticas al despilfarro patético de sus esponsales. Las esperanzas que quisieron inflar los sectores "modernistas" del despótico y medieval régimen alauita con el ascenso al trono de Mohammed VI se han visto frustradas en muy poco tiempo. Y frente al peligro de la oposición democrática o islamista ya solo queda agitar el fantasma de la "marcha verde".

Pero Mohamed VI ha elegido bien el motivo y el momento. Las autoridades españolas han tenido que reconocer ya que el estado español no tiene la soberanía sobre Leila-Perejil. Pero si no es español, ¿a quién va a pertenecer un peñón que esta a doscientos metros de las costas de Marruecos, rodeado por todos lados por sus aguas territoriales?. Madrid se ha limitado a pedir la vuelta al statu quo, que interpreta como la falta de ocupación del peñón. Pero con ello demuestra la debilidad de sus argumentos. ¿En nombre de qué se puede exigir a Marruecos que no haga uso pleno de su soberanía? Se trata de un reflejo colonial, que lamentablemente marca toda la actitud del Gobierno del PP en sus relaciones con Marruecos, que especula sobre si son más válidos los derechos de conquista de Portugal hace cinco siglos cuando ocupo Ceuta o de la Dictadura de Primo de Rivera cuando se creo a sangre y fuego el llamado Protectorado español del norte de Marruecos.

La incapacidad diplomática de Aznar, puesta de manifiesto en el fracaso de las negociaciones sobre Gibraltar con Gran Bretaña (uno de los cebos con los que Blair a utilizado a Aznar para sus propios proyectos durante la Presidencia española de la UE), ha vuelto a manifestarse al desatar una crisis diplomática alegando unos derechos inexistentes, involucrando gratuitamente a la UE y la OTAN en este ridículo y desplegando un nacionalismo español trasnochado de cañoneras y legionarios para dar "seguridad" a los ciudadanos españoles de Ceuta y Melilla, separados ya por una verja de alambre electrificado de más de cinco metros de altura de Marruecos, en donde viven las familias de muchos de ellos. Cuanto más sensato hubiera sido aprovechar la ocasión para establecer una verdadera cooperación en el estrecho contra las mafias que trafican con los emigrantes y un sistema de salvamento que evite los cientos de muertes anuales de tantas víctimas inocentes.

Las amenazas a Marruecos de expulsar de España a los emigrantes sin papeles de esta nacionalidad, de dificultar el paso de estrecho a los veraneantes marroquíes que viven en Europa, de bloquear la ayuda y la cooperación de la UE, son simplemente mezquinas e inútiles. A lo único que teme Mohammed VI es a una defensa consecuente de los derechos democráticos y sociales que su régimen viola todos los días, a la reivindicación de la autodeterminación del pueblo saharaui, a la denuncia ante los tribunales de la corrupción y las mafias de traficantes. Y en estos temas, el Gobierno del Madrid es ante todo un competidor más por el favor del monarca alauita cuando no cómplice.

Frente al peligro de una nueva ola de racismo y xenofobia, preparada por la política de endurecimiento contra la emigración defendida por Aznar en el Consejo Europeo de Sevilla, Espacio Alternativo quiere ante todo expresar su solidaridad con los cientos de miles de marroquíes que viven entre nosotros/as, en muchos casos sometidos al miedo de vivir sin papeles, con sus derechos ciudadanos cuestionados y restringidos. Esta es también la secuela de un viejo y nuevo colonialismo, aunque ahora se llame globalización capitalista y se ponga de manifiesto por un peñón desolado y deshabitado en el que un rebaño de cabras son las mejoras guardianas del orgullo nacionalista de Mohammed VI y Aznar.