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Foro Social Mundial 2001

 

UNA FACETA DEL PRISMA DEL FORO SOCIAL MUNDIAL

Sylvia Ruiz Moreno, Licenciada en ciencia política y Docente de política latinoamericana en la Universidad de Buenos Aires (8 de Febrero de 2001)*

Como brotes tiernos de aquello que estará destinado a convertirse en un árbol robusto y frondoso, de las tierras sudamericanas emergieron, al calor de los últimos días de enero de 2001, las voces que el pensamiento hegemónico de los últimos años se había empeñado en desautorizar y silenciar.

Allí estaban, en Porto Alegre, los numerosos predicadores en ese desierto de ideas y de pensamiento reflexivo que es el neoliberalismo. Los que desde los partidos políticos, movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales o desde los resquicios que el sistema universitario y el mundo académico deja a las mentalidades críticas, venían intentando más o menos solitariamente, explicar al interior de sus respectivos países, las fallas del modelo económico y social triunfante.

Los argumentos críticos tropezaban con las trampas del discurso neoliberal, lo hemos escuchado desde los más diversos confines del planeta "globalizado": el país "no funciona", "es inviable" porque no se adapta al nuevo orden -de post guerra fría-. El único camino consiste en realizar el "ajuste" preciso para insertarse al sistema. Mientras, los críticos de las premisas del nuevo orden advertían vanamente que dejar los destinos de la humanidad librados al azar -no tan azaroso, por cierto- del mercado, no era el equivalente de la libertad. Entonces replicaban los empleados del establishment acusándolos de marginales y rezagados en etapas superadas de
la historia.

Las experiencias comunes frente al neoliberalismo

El Foro Social Mundial permitió por primera vez reunir a todos aquellos que intentaban esbozar visiones alternativas a la cantinela oficial y poner de manifiesto la necesidad de una premisa teórica que la tradición marxista de las ciencias sociales ha venido desarrollando desde hace tiempo: la contextualización histórica e internacional de los fenómenos sociales aparentemente locales y coyunturales.

En otros términos, la globalización hegemónica se olvidó de "globalizar" el diagnóstico, la historia de los territorios que abruptamente vieron modificar su fisonomía económica, política y social, en aras del acceso a las novedades de la electrónica, la informática y las demás esdrújulas que traía la "cajita de Pandora" del fin del milenio. Esa historia común fue dando lugar a las posiciones de los países y de las clases y movimientos sociales, que no se establecieron aisladamente en cada nación, aunque allí se fueron matizando de acuerdo a las particularidades regionales.

Desde los estrados de los conferencistas, desde las aulas donde funcionaron los talleres, o desde los pasillos y las cafeterías, los invitados, los delegados y los más numerosos participantes, todos ellos repetían la misma experiencia pronunciada en las diversas tonalidades del español, portugués, inglés, francés y otras lenguas representativas de la diversidad de los
visitantes que se dieron cita en el Foro.

A todos nos habían tratado de convencer con el mismo argumento y todos traíamos los mismos penosos resultados sociales en una mano y la impotencia ante el pensamiento hegemónico que insistía que esto es lo único posible, en la otra. Entonces, mientras las experiencias particulares se aglutinaban y daban forma al rompecabezas de la globalización, articulándose las causas,
los efectos y las luchas comunes, la certidumbre de la única posibilidad comenzó a resquebrajarse.

Desafiando los límites de la territorialidad

Uno de los hallazgos del Foro Social Mundial, es la experiencia de la transversalidad de la comunicación y del conocimiento, declarados como bienes comunes. Tanto desde los espacios reales formales -como las conferencias- e informales -las conversaciones entre los participantes- como desde los espacios virtuales -la Biblioteca de las Alternativas y la Ciranda Internacional de Información, comenzó a activarse una red de comunicaciones transversales, que atraviesa las fronteras territoriales y de las organizaciones, y desbloquea los límites que imponen las jerarquías entre dirigentes y militantes, entre alumnos y profesores, entre mandatarios y
electores.

Esta posibilidad implica un salto al abismo incluso para las entidades que participaron en el Foro, que aún continúan basando su organización con arreglo a los límites territoriales y conservan cierto recelo con respecto a las otras fuerzas nacionales también críticas, en la puja por la
distribución de espacios en la escena política y social local, que en algunos casos se expresa en la pretensión del control de la información.

Sin embargo, las perspectivas que ofrece el debate plural y abierto del Foro Social Mundial, que sesionará físicamente durante cinco días al año, pero como espacio de discusión constituye un lugar permanente, en constante construcción -a condición de que se mantenga la dinámica de la información y las relaciones entabladas entre los participantes- , resultan demasiado auspiciosas como para desperdiciarlas y volver a cerrar la enfoque a las fronteras de cada nación, de cada localidad. De aquí en más, para los que participamos en el Foro, la política no puede ser igual, porque nuestro conocimiento ya no es el mismo.

Desde abajo se ve mejor


Si el Foro permitió articular los esfuerzos de movilización que permanecían relativamente aislados, si consiguió reunir el conocimiento teórico y experiencial -la teoría y la praxis- de la multiplicidad de cuestionadores al orden mundial establecido en la última década, también logró compilar un variado conjunto de propuestas alternativas que refutan -dando contenido al
lema del Foro- la idea neoliberal de que sólo es posible el mundo que el establishment internacional logró diseñar.

No debería sorprendernos la profusión de acciones alternativas al mercado -comercial, financiero o electoral- que van desde la regulación del capital financiero y la anulación de la deuda externa hasta la economía comunitaria, o desde las políticas de participación municipal hasta la
democratización de los organismos internacionales, y desde la reforma llevada al límite de las posibilidades del capitalismo, hasta la proclamación del socialismo. Y no debería sorprendernos, porque sólo cuando el pensamiento y la acción se desprenden del corset de la visión hegemónica, es posible superar el horizonte de expectativas.

Tampoco es extraño que la mayor parte de las delegaciones y las más numerosas hayan provenido de la periferia, que geográficamente se concentra en Latinoamérica, Asia y África, pero al interior de las naciones -del sur y del norte- aparece en la representación de los grupos más postergados, que a su vez constituyen cohortes de diversos momentos de las luchas sociales en
la historia del capitalismo: los campesinos, los obreros, las minorías étnicas, el movimiento de mujeres y de jóvenes estudiantes. También los partidos de izquierda son la periferia del sistema político.

Como la periferia suele llevar las de perder en cualquier orden en el que se constituye como tal porque ocupa el lugar de los dominados, se encuentra en particulares condiciones para ser el portavoz de la democratización y las transformaciones sociales. Aunque por otra parte, es la más vulnerable a la extorsión y la manipulación de los poderosos, pero esa historia ocurrió al otro lado del mundo, así que no nos concierne inmediatamente.

Postulamos que desde abajo se ve mejor. Es una cuestión de perspectiva. Si uno se detiene al pie de una gran catedral y alza su mirada seguramente experimentará el vértigo que provoca la inmensidad. Si, en cambio, la observa desde un helicóptero, se le presentará como una maqueta de cartón.

Por eso, desde aquí abajo, al sur del mundo, nuestro conocimiento teórico y empírico del hambre, la miseria, la exclusión, el deterioro cultural, el incremento de la violencia y las desigualdades y hasta algunas de las propuestas como la "Tobin Tax" que enarbola la Asociación ATTAC, le marcaron la agenda a los albaceas del poder reunidos en Davos.

¿Podemos decir que el Foro fue "anti Davos"? Diremos que sí, porque fue exactamente todo lo contrario.

Allá los poderosos, los empresarios, los administradores del capital -desde su puesto de ejecutivos privados o gubernamentales-. Acá los más prestigiosos intelectuales, los políticos y los activistas sociales que cuestionan el poder.

Allá los trajes de alta costura y los hoteles lujosos. Acá la ropa informal y las delegaciones que "contaron los centavos" para llegar a Brasil e instalarse en un hotel económico o en el campamento juvenil.

Allá las conferencias a puertas cerradas y la represión de los manifestantes. Acá la participación de más de una decena de miles de personas y la imponente Marcha por la Vida a través de las calles de Porto Alegre.

Allá la repetición de las consignas que ya ni ellos mismos aceptan, porque los cuestionamientos al neoliberalismo también se hicieron presentes entre los poderosos, que suelen ser menos dogmáticos que sus propagandistas y administradores, y comprenden que el modelo ya no está funcionando como antes. Acá los aires frescos de nuevas formas de participación y de
interpretación del mundo.

Por otra parte, decimos que no se limitó a ser "anti Davos" en el sentido de oposición a un modelo. El Foro Social Mundial trascendió los límites de ser la negación del orden neoliberal y marcó el comienzo de una nueva afirmación, que todavía está en ciernes y debe ser elaborada.

Una cara del prisma

Desde esta perspectiva, el Foro de Porto Alegre concentra el potencial resultante de poner en común las experiencias de lucha nacionales en la teoría y en la praxis contra el modelo neoliberal, de dinamizar el flujo de información y conocimiento sobre el diagnóstico, las experiencias y las propuestas provenientes de los más diversos grupos y lugares de la tierra, y
de convertir estas visiones fragmentadas en una imagen integrada que puede constituirse en alternativa al orden mundial hegemónico.

Pero esta es apenas una interpretación de lo que significó y puede seguir significando el Foro Social Mundial. La multiplicidad de las organizaciones participantes permite hacer las más variadas lecturas de lo que sucedió entre el 25 y el 30 de enero de 2001 en la capital de Río Grande do Sul. Y ésta es otra de las riquezas del Foro, convertido en el ágora del mundo del
tercer milenio donde se debaten los lineamientos de otros mundos posibles, cuyo pluralismo excluye la posibilidad de imponer un nuevo pensamiento único.

Como las facetas de un prisma, las visiones del Foro se multiplican, disputando su primacía respecto de las demás, en arenas de discusión que se prolongarán durante todo el año, en cada uno de los grupos que lo integran.

¿Cuál es la realidad, al otro lado del prisma?. Nadie se la puede adjudicar a priori. Ella se irá develando a medida que transcurra el tiempo. Pero nuestra acción reflexiva y militante es decisiva para construirla.

* Artículo conseguido gracias a Máximo Kinast