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Colombia


Lucho Garzón, candidato del Frente Social y Político, opina:

23 de Enero de 2002

Nuestra milonga. Los mismo dilemas de la crisis argentina

Estamos ante los mismos dilemas de Argentina cuando comenzó su crisis hace un año. Según el DANE en el 2001 el crecimiento del PIB se ubicó alrededor del 1.5 % por debajo del obtenido en 2000 y bastante lejos de la meta inicial del DNP del 3.8 %. Además, está por debajo del crecimiento de la población, lo que significa que cada día somos más pobres. Estamos peor que Argentina, pues acumulamos una recesión de más de cinco años.

Continúan los altos niveles de desempleo, 16.8%. Existe también un aumento sustancial en subempleo 37.9% y sumados son casi 10.127.000 personas. Más de la mitad de la población económicamente activa. La balanza de pagos en 2001 muestra resultados negativos, revirtiéndose la situación positiva del año pasado. En el 2000 teníamos un superávit comercial de US$ 1.000 millones y este año el déficit asciende a más de US$1.000 millones, lo cual, sumado al pago de los servicios financieros (intereses, remesas de utilidades), da un déficit de casi US$3.000 millones. Esto debe ser financiado con endeudamiento externo.

El problema es que después de la moratoria de la deuda externa argentina es difícil encontrar quién le preste a otro país latinoamericano como Colombia.

Pero, por otro lado, si el país consigue los recursos, el tamaño de nuestra deuda externa, sobre todo la pública, es tan grande que el endeudamiento se acumula. Ciertamente la deuda pública de US$ 38.752 millones es sólo la tercera parte de la argentina (US$132.000 millones), pero representa el 48% del PIB del país, igual que en Argentina. De hecho, la deuda en cabeza de cada colombiano aumentó 53%, al pasar de US$798 en 1997 a US$1.219 en 2001. En el mismo período, Argentina observó un crecimiento del 28% de dicho indicador. Además, el pago del servicio de la deuda ya absorbe la mitad del presupuesto nacional.

Este panorama resume la inestabilidad de Colombia a partir de las finanzas públicas y demuestra lo falso del supuesto blindaje del país con reformas institucionales y fiscales. Ni es blindaje para efectos desencadenados en colapsos externos, ni para colapsos internos inducidos por el modelo aplicado aquí y en Argentina.

Las políticas monetaristas a imagen y semejanza del FMI no son el remedio para nuestro país, sumido cada vez más en la pobreza y el desempleo. Los resultados de Argentina muestran el fracaso contundente del FMI. Bien lo dice el Nobel de Economía Joseph Stiglitz "los remedios económicos del FMI empeoran el estado de las cosas: transforman las caídas de la economía en recesiones y las recesiones en depresiones". Gracias a las directrices del FMI se ha preferido pagar la deuda con la banca internacional y nacional, aumentando la deuda social al ciudadano y especialmente al pobre. ¿Quién y cuándo se paga esta deuda social?.

En mi agenda económica la prioridad no será reducir el déficit fiscal como lo ordena el FMI, sino el pago de la deuda social: cumplir con los derechos fundamentales de los seres humanos en salud, educación, vivienda y recreación antes que la deuda pública. Esto se convertirá en factor de crecimiento. En la misma línea, para reactivar la economía, privilegiaré el sector productivo, estimularé el crédito de fomento y acabaré la usura bancaria. En política tributaria, daré menor énfasis a los impuestos indirectos que gravan el consumo y combatiré la evasión, en especial del impuesto a la renta, que llega casi al 60%. Fomentaré la selección de sectores estratégicos con futuro en el mercado mundial y que el sector externo no se limite a exportar productos naturales no renovables.

En un país con 26 millones de miserables como lo dice el último informe de la Cepal, no podemos seguir perdiendo tiempo. En mi gobierno tendremos claro que de aumentar la brecha social, las revueltas populares serán más generalizadas y severas que en Argentina. No endosaremos la gobernabilidad y la legitimidad de mi gobierno y del Estado por cumplir con el recetario insensible del FMI.

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9 de Febrero de 2002

Sobre las negociaciones Farc-Gobierno

Celebro lo sucedido entre las Farc y el Gobierno, con relación al acompañamiento internacional que a partir de ahora trae ese escenario de negociaciones.

Estoy convencido de que ésta participación extranjera vuelve cada día más irreversible el proceso de negociación política, porque un eventual conejo por parte de la guerrilla o del Gobierno, significaría el aislamiento internacional no sólo de ellos dos sino del propio país. Persistiré e insistiré en que el nuevo paso es hacer un acuerdo que concrete el desescalonamiento de la guerra. En esa vía, asistiré a la zona de despeje el próximo 14 de febrero para tratar de contribuir con mis críticas, reflexiones y sugerencias a un proceso que si bien tiene muchas dificultades, no se puede dejar liquidar.

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A propósito de las cifras del DNP sobre la pobreza en Colombia

Es bueno llamar la atención de los medios y el país en que este tema social tan grave no siga pasando de agache con el distractor "Caguán sí, Caguán no". Colombia es una olla a presión no sólo por la guerra, sino por el problema de orden social. Requerimos urgente menos discursos genéricos y más salidas que aborden soluciones a los graves problemas sociales que padecemos. Temas como la deuda externa con el PIB a la Argentina no dan más espera.

Necesitamos poner "tatequieto" al capital financiero que maneja niveles de usura terribles, definir que es lo que se va a exportar o no en el campo y a los guerreristas de lado y lado decirles que como van las cosas, nuestra situación va a ser peor que la de Burundi o Ruanda.

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Frente a las Autodefensas Unidas de Colombia

Frente al planteamiento de las Autodefensas Unidas de Colombia, sobre reconocimiento de status político, reitero que no estoy de acuerdo, pues significaría que dos ejércitos defienden el mismo Estado ya que el propio Castaño ha señalado que su razón de ser es la defensa de lo establecido. La agenda de las AUC no tiene carácter de insurgencia, luego, ¿qué se negocia, cuando su vigencia está -según ellos- justificada o ligada a la
existencia de la guerrilla?. Lo que se dede hacer es resolver el conflicto con la insurgencia y en este proceso, el Estado deberá combatirlas.

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10 de Febrero de 2002

Los medios verdadera zona de distensión

Debe ponerse en marcha un periodismo que construya entendimiento y comprensión sin ruido ni ostentación.

Es mucho lo que han registrado los medios sobre el proceso de paz, pero poco lo que han informado. Son dos cosas distintas. Han registrado los acuerdos y discusiones en 40 segundos de televisión o en unos cuantos caracteres en los medios impresos. Pero ¿serán suficientes para informar sobre los alcances de dichos acuerdos? ¿A la gente se le explica el contexto en que se dan muchos de los episodios que inciden directamente sobre el curso del proceso? Cuando se iniciaron los diálogos pensamos que los medios lanzarían una ofensiva "informativa" acerca de las discusiones, ofensiva mucho más allá de despliegues técnicos, con analistas, crónicas sobre la zona, documentales acerca del proceso y, sobre todo, espacios destinados a generar debate. Pero la sorpresa fue grande cuando todo siguió igual; el esquema informativo o de registro nunca cambió.

Amigos periodistas y directores: ¿es muy descabellado pensar que el proceso de paz tenga un acompañamiento diferente al del resto de noticias que produce este país? ¿Es loco pensar que el proceso, por lo complejo, tuviese un acompañamiento pedagógico para explicar a los colombianos en qué consiste cada acuerdo, sus repercusiones y contexto?

¿Es descabellado o elemental?

La gente no conoce las agendas de negociación y me atrevo a decir que tampoco los medios han hecho el esfuerzo por explicarlas. Sin embargo, se le pregunta a la gente todos los días si está de acuerdo o no con el proceso.

Un momento difícil de los diálogos ocurrió con el 'collar bomba'. El manejo que hicieron los medios -con algunas excepciones - fue ligero, primó el interés del rating sobre el interés nacional. El proceso quedó herido de muerte y deslegitimado. Días después, y sin el mismo despliegue, la Fiscalía anunciaba que el hecho había sido producto de la delincuencia común.

El general español en servicio Luis Alejandre, quien acompañó los procesos de El Salvador y Guatemala, refiriéndose al papel de la prensa en los conflictos y concretamente en el nuestro dijo: "Deben ser exigentes en el uso de las palabras, en el empleo de las cifras, en la información contrastada. Debe haber un sincero compromiso de dirigir la imprescindible 'libertad de expresión' al servicio del bien común. Sé que no es fácil pedir esto ante el período electoral que se avecina, pero deben saber distinguir claramente entre el 'objetivo de Estado' de alcanzar la paz de los legítimos objetivos -aunque de inferior rango en mi opinión- de alcanzar el gobierno mediante el voto mayoritario de los ciudadanos" .

El papel del periodista y del periodismo en tiempos de guerra y en momentos en que se hacen esfuerzos por la salida negociada del conflicto armado que vivimos es decisivo; debe ser un periodismo que busque hacer de Colombia una nación más comprensible para cada uno de sus habitantes.

Si se hace un periodismo que busque la comprensión entre nosotros, seremos menos enemigos; si nos conocemos, estaremos más cerca el uno del otro. Mucho del odio de nuestro conflicto y de las enemistades que amasamos a diario surgen precisamente del no conocernos. En esta línea, considero que debe ponerse en marcha un periodismo que construya entendimiento y comprensión sin ruido ni ostentación; ese es el periodismo que puede construir un nuevo país.

En ese orden de ideas, la verdadera 'zona de distensión' se encuentra en las páginas de los diarios, las pantallas del televisor o los diales del radio; en ellos se debe buscar el debate de las ideas del Estado, la insurgencia y
la sociedad. En las páginas de los diarios, tal cual lo hizo el periódico "El Colombiano", de Medellín, se deben encontrar las posturas y las ideas de los actores del conflicto y lo que piensan los ciudadanos de a pie y las
comunidades afectadas.

Tal vez, a mayor exposición de ideas menos tiros; de esta forma lograremos una opinión pública mejor informada y donde no existan los lugares comunes que tanto daño hacen al proceso de paz.

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11 de Febrero de 2002

Sobre las declaraciones de monseñor Duarte Cancino

A propósito de las declaraciones de Monseñor Duarte Cancino, sobre la infiltración de dineros del narcotráfico en las campañas para Senado y Cámara.

Lo novedoso no es denunciarlo, si no establecer quienes lo hacen con nombres y apellidos y responsabilizarlos ante las autoridades para los fines pertinentes. Mientras sigamos haciendo acusaciones genéricas nunca vamos a lograr superar los vicios que afectan seriamente la posibilidad de hacer política en Colombia.

Grave es también lo que sucedió con el Ministro del Interior Armando Estrada, quién denunció intromisión directa de paramilitares en las campañas electorales, incluso dejando entre ver que conocía los candidatos, pero so pretexto del debido proceso no señaló exactamente a quienes se refería ni tampoco pidió la investigación pertinente. Es decir, mató el tigre y se asustó con el cuero.

La sociedad colombiana se ha venido acostumbrando a vivir con estos flagelos que generan cada día una mayor desistitucionalización del país y un proceso de desconfianza en la democracia colombiana.

Lástima que no se haya aceptado nuestra propuesta de acompañamiento internacional que debía hacerse desde el comienzo del proceso y no el día de las elecciones, sin embargo, hay que insistir por lo menos que se establezca algún mecanismo para buscarle salidas a esta situación.