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Argelia


Síntomas kabiles, enfermedad argelina

Tassadit Yacine, profesora en la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales y directora de la revista "Awal. Cuadernos de estudios bereberes". Traduce y difunde Al Oufok (8 de mayo de 2001)

La violencia de las últimas semanas en Kabilia es el resultado de la política de una clase dirigente dispuesta a perpetuar su poder por todos los medios sin tener en cuenta el empobrecimiento y la destrucción del país, que lo vacían de sus energías humanas y de sus recursos.

Las manifestaciones de la juventud kabil han puesto el acento, no solamente en la dimensión de identidad y lingüística, sino sobretodo en la gangrena social que corroe Argelia entera (paro, vivienda, corrupción, desprecio por la vida hamana, etc.). Y han empujado el poder a desenmascararse, frente a una decadencia generalizada. La población de esta región, muy sensible a la reivindicación democrática por el hecho de la negación cultural mantenida por el régimen, ha sabido sin embargo mantenerse siempre apartada tanto del poder central como de los integristas. Y eso a pesar de las manipulaciones de ciertos grupos políticos "democráticos" instrumentalizados por el poder que no han cesado, desde 1989, de dividir a la población.

Pero la juventud ha sabido desmarcarse de esos grupos marginales e impotentes ante la desgracia y la desesperanza de los que han sido despreciados. La violencia increible de la represión ha pretendido hacer pasar a un segundo plano los verdaderos problemas que sacuden el país y en particular los derechos del ciudadano, supuestamente garantizados por la Constitución, pura y simplemente escarnecidos despreciando toda dignidad humana. La política llevada a cabo por Argel ha consistido hasta ahora en ganar tiempo multiplicando las manipulaciones de todo tipo para "erradicar" cualquier oposición democrática creible y mantener un nivel de violencia "aceptable", evitando así resolver los problemas sociales. Esta gestión del diario golpe por golpe no tiene más que una constante: perpetuar los privilegios y la seguridad de la oligarquía en el poder.

El desmantelamiento del sector público, la confiscación del patrimonio nacional, reforzados por los efectos de la mundialización, han conducido el país a un empobrecimiento sin precedentes.

Esta clase dirigente que se instala sobre la renta está lejos de las realidades. No debe su existencia más que al apoyo de las fuerzas de represión y a los intereses exteriores. La presencia ofensiva de estas mismas fuerzas se justifica por el espantapájaros integrista real ampliamente mantenido por el poder.

¿Es que el retorno de los antiguos caciques del ex-partido único constituye un remake (nueva versión)de una nomenklatura arrogante, despreciativa y segura de su impunidad? ¿Es que Argelia no se encuentra en el virage decisivo de su historia? ¿Es que no está obligada a definirse ante la irresponsabilidad de una clase dirigente acusada de crímenes y de asesinatos por muchas naciones, como lo demostró el reciente procesamiento, en Francia, del general Khaled Nezzar, uno de los antiguos pilares del sistema argelino?

La indignación de los intelectuales en Francia ante el baño de sangre en Argelia ha dado ya amplio testimonio de la gravedad de la situación y de la opacidad mantenida por el régimen. ¿Cómo se puede justificar aún hoy la no intervención del ejército, esta "columna vertebral de la nación" según algunos, en las matanzas de la población (Bentalha, Béni-Messous y Relizane), mientras no ha titubeado en reprimir a los jóvenes manifestantes que reivindicaban los derechos más elementales de la persona (derecho al trabajo, a la vivienda, a la libertad de expresión, y a la práctica de su lengua) ?

Se esperaba del presidente de la República argelina un compromiso claro en cuanto al porvenir de la juventud. Pero su respuesta fue, una vez más, un discurso vacío y demagógico, recordando curiosamente las consignas pasadas del partido único. Hablando en un árabe antiguo pulido, incomprensible para la mayoría de los argelinos, el presidente ha confirmado posiciones de principio sin ningún alcance real. ¿La instauración de una comisión de investigación libre? Hay que hacerse la pregunta, cuando se conoce la actitud de Argel sobre cualquier investigación de las matanzas o los asesinatos de personalidades políticas o intelectuales.

No había la menor compasión en este discurso, solo un simple recuerdo del amplio tributo pagado por Kabylia en la guerra de liberación nacional mezclado con el elogio de su aportación a la lucha nacional. Sin embargo una denegación total de las reivindicaciones principales : el final de la "mala vida" y un estatuto para Kabilia. Hace apenas unos meses, en unos mítines en Kabilia y en Canadá, Bouteflika había afirmado ya su hostilidad lingüística y su apoyo a la única lengua oficial, hiriendo profundamente a un gran número de ciudadanos.

Estos levantamientos han permitido sacar a la luz del día la realidad del régimen que se ha enfrentado a una resistencia a cara descubierta que expresaba el mismo desespero que la Intifada palestina. Esta crisis, empezada en Kabilia, traduce un malestar generalizado en el conjunto de la nación. Su extensión llevaría, sobre seguro, al final de un régimen acorralado.