Las negociaciones entre los militares sublevados y el gobierno de Costa de Marfil se han visto paralizadas después de que los amotinados en Bouaké exigiesen al Presidente de Costa de Marfil la suspensión de éstas. Mientras tanto, el flujo de refugiados ha aumentando enormemente en los últimos días, peligrando su situación.

La situación en Costa de Marfil continua preocupando a todo el continente africano, especialmente después de que los rebeldes comenzasen a aproximarse a Yamassoukrou y Abidján tras haber tomado el control de Bouaké.

Los militares rebeldes que se mantienen en Bouaké han suspendido cualquier tipo de negociaciones para llegar a un acuerdo de alto el fuego con el gobierno, exigiendo al Presidente Gbagbo una total suspensión del diálogo entre las dos partes.

Mientras tanto, la situación en Abidján no mejora. Los militares han tomado el control del aeropuerto. Se estima que la capital del país está tomada en estos momentos por unos 500 militares opositores al régimen.

En Bouaké el número de habitantes que está abandonando la ciudad está aumentando por momentos. Si eran unas 100 personas las que huían de la ciudad a mediados de la semana pasada, concretamente el miércoles, durante el último fin de semana las cifras aumentaron hasta llegar a ser un total de 5000 personas, según datos oficiales ofrecidos por el ejército.

De los desplazados, la mayor parte son de Costa de Marfil, si bien hay un pequeño porcentaje de ciudadanos del país vecino, Burkina Faso -se estima que algo más de un centenar -, país al que se relaciona con la crisis que vive Costa de Marfil.

Gran parte de los refugiados están sufriendo carencias importantes de alimentos y cuidados médicos, así como de las debidas condiciones de saneamiento y agua.

Ante la grave situación de estos refugiados, distintas agencias humanitarias han iniciado una respuesta proporcionando medicinas y alimentos, viéndose coordinadas por el Programa Mundial de Alimentación (PMA).