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Afganistán
 
Las mujeres de RAWA incomodan a afganos
"Son demasiado políticas y subversivas"

Ag. France Press y "La Jornada" (Peshawar, 29 de octubre del 2001)

Demasiado militantes, demasiado feministas, demasiado subversivas: a las mujeres de RAWA, una de las pocas organizaciones de Afganistán que luchan por mejorar la condición y los derechos de las mujeres afganas, les cuesta mucho obtener la confianza y el apoyo de sus compatriotas.

El repentino interés internacional por Afganistán ha permitido a RAWA (Asociación Revolucionaria de Mujeres en Afganistán), creada hace más de 20 años, adquirir cierta notoriedad en Occidente. Sin embargo, para muchos afganos las militantes de RAWA siguen siendo "maoístas" o espías, ayer a sueldo de la Unión Soviética, hoy de Pakistán o de Estados Unidos. Estas mujeres irritan a los dirigentes de los partidos religiosos paquistaníes, y los talibanes han jurado matarlas.

RAWA, implantada en Pakistán y, clandestinamente, en Afganistán, afirma que tiene dos mil miembras, y dice luchar por la democracia y los derechos de la mujer. La asociación ha creado escuelas clandestinas en Afganistán, donde en la práctica la educación de las niñas está prohibida. En Pakistán, RAWA gestiona una clínica y escuelas, en particular en el gran campo de refugiados afganos de Jaiwa, en Jalozai (cerca de Peshawar, este de Pakistán), donde viven 700 familias.

También está presente en Peshawar e Islamabad. Las mujeres de RAWA utilizan seudónimos y no se desplazan si no es con guardaespaldas. Su lucha no es particularmente apreciada por la población.

"Eso es por sus actividades y por su ideología de izquierdas", avanzó Jorshind Noori, presidenta de otra asociación, la Red de Mujeres Afganas. "Respetamos sus opiniones, son mujeres inteligentes y liberales, pero los afganos son alérgicos a toda tendencia izquierdista", agregó Noori.

"Son demasiado políticas, demasiado ruidosas, algo mal visto en las mujeres afganas", explicó Nanci Dupree, especialista en Afganistán.

RAWA organiza, en particular en Pakistán, manifestaciones antitalibanes. Durante una de ellas, el año pasado en Islamabad, hubo enfrentamientos entre mujeres de RAWA y partidarios de esa milicia islamista. Opuesta tanto a los talibanes como a la resistencia armada de la Alianza del Norte, RAWA apoya el regreso a Afganistán del ex rey exiliado en Roma, Mohamed Zaher Sha, pero sólo si encabeza un gobierno democráticamente elegido.

"Nos tildan de asociación comunista porque el marido de Meena (la fundadora de RAWA) era maoísta", explicó Shakiba, una responsable de la organización. Meena, figura venerada por las militantes de RAWA, murió asesinada en 1987, a los 30 años, en Quetta, a manos de unos mujaidines que la acusaban de ser comunista.

RAWA, dirigida actualmente por un consejo de 11 miembras reelegidas cada dos años, es una asociación exclusivamente femenina, que acepta la ayuda de hombres pero no les permite ser miembros, explicó otra militante, Salima, profesora en una escuela del campo de Jaiwa.

La asociación asegura que se autofinancia gracias a sus programas (sobre todo venta de alfombras tejidas en sus escuelas), pero recibe también donativos privados.

RAWA recluta a sus militantes entre las alumnas de sus escuelas, o entre las mujeres solas. "Con el apoyo de aquéllos que nos sostienen seguiremos creciendo, y continuaremos con nuestras actividades como desde hace 24 años", afirmó Salima.