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Migración



La Sociedad General de autores, a la caza del inmigrante
Ilegales, indocumentados, eternos sospechosos de todo…….¿También piratas?


Berta Montoya, presidenta de la Asociación de Inmigrantes Residentes en Asturias- AIRA (11 de Julio de 2002)


Las detenciones de inmigrantes, menores de edad incluso, que, a raíz de las denuncias de la Sociedad General de Autores se están produciendo en la Semana Negra de Gijón por la venta callejera de CD,s, hacen obligadas una serie de reflexiones sobre la situación que da origen a estas desproporcionadas actuaciones policiales.

La evolución de los sistemas de comunicaciones (Internet) y de la técnica de reproducción de discos compactos sumada a la gran diferencia entre los costes de producción de un CD y su precio de venta al público, ha generado el fenómeno que se ha dado en llamar piratería. El poder mediático y económico de la industria discográfica ha conseguido llevar a la primera línea de actualidad una versión interesadamente deformada y aumentada del alcance económico y social de este asunto. Al margen del necesario debate sobre los derechos de autor y sobre la discutida gestión económica que de esos derechos realiza la Sociedad de Autores, parece evidente que ante la inexistencia de una solución técnica que impida la reproducción de Cd,s , solamente un ajuste razonable del precio de su venta al público como ha sucedido en el caso de los videocassetes puede reducir la masiva reproducción y venta de compactos fuera del circuito comercial establecido.

Los inmigrantes que venden Cd,s en la calle son solamente la parte más visible y más vulnerable de un fenómeno mucho más amplio. Todo el mundo conoce, en su barrio, en su empresa, en su facultad, en su círculo de amigos o mediante internet, a quien o a quienes dirigirse para conseguir un CD musical o un programa informático, al mismo precio que los que venden los inmigrantes. Las organizaciones que se lucran con el pirateo, sea cual sea la nacionalidad de sus componentes, no tienen nada que ver con la realidad social del colectivo inmigrante. Pero la SGAE utiliza a este colectivo como chivo expiatorio y dirige sus denuncias contra quienes venden CD,s en puestos callejeros, a sabiendas de que no son los beneficiarios de este negocio y a sabiendas de que sus denuncias acarrean a quienes son detenidos en la Semana Negra graves e irreparables consecuencias para su vida personal y familiar como una orden de expulsión inmediata de este país.

Los argumentos que utiliza la SGAE para perseguir a estos compañeros inmigrantes son un cúmulo de falsedades que deben ser desveladas. Con sus denuncias, la Sociedad de Autores no defiende la cultura, ni a los trabajadores de la industria discográfica, ni a las pequeñas tiendas de discos. La Sociedad de Autores solamente defiende su suculento negocio, al igual que lo hacen las conocidas figuras del mundo del espectáculo que apoyan a la SGAE.

Algunos de los antiguos dizque izquierdistas hoy convertidos en poderes fácticos del negocio discográfico no tienen ningún inconveniente en cantar canciones como “Contamíname” en las que alaban al inmigrante soñado mientras que exigen más represión policial contra el inmigrante de carne y hueso que vende Cd,s para sobrevivir. En esto, como en muchos otros asuntos, el fenómeno de la inmigración está haciendo visible la hipocresía que se esconde tras muchos discursos pretendidamente progresistas.

Aunque la Delegación del Gobierno esté interesada en aumentar las estadísticas sobre delitos cometidos por extranjeros para justificar así el endurecimiento de la situación legal de los inmigrantes en Asturias, a nadie se le oculta que los inmigrantes que venden Cd,s en la Semana Negra no son delincuentes ni está justificada la persecución a la que se les somete. Los
asturianos de hoy deberían recordar a las valientes mujeres asturianas que, en los duros años de postguerra, se arriesgaban, para salvar del hambre y la miseria a sus familias, a ser perseguidas y >detenidas por vender productos del campo en mercados y viviendas. Ayer las llamaban a ellas estraperlistas, hoy nos llaman a nosotros manteros, pero somos lo mismo: seres humanos luchando por vivir dignamente. Aunque le pese a la SGAE