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Migración

La política de doble rasero del PP con los refugiados políticos

  Coordinadora Estatal de Solidaridad con Kurdistan (31 de Agosto de 2000) 

Varios hechos ocurridos este verano, relacionados con personas de diversos países que solicitaban asilo político en España,  han servido para que el  Partido Popular nos muestre una actitud contradictoria y poco comprometida con la defensa de los derechos de los perseguidos políticos. 

En el mes de julio varios ciudadanos cubanos  solicitaron en Madrid asilo político al gobierno español, alegando persecución política en su país. La primera reacción oficial fue una negativa ante la debilidad de los argumentos esgrimidos por los demandantes. Sin embargo, éstos reaccionaron ante la  negativa oficial  declarándose en huelga de hambre en el aeropuerto de Barajas. Pronto comenzaron a moverse diversos grupos de presión política alentados por el exilio cubano de Miami que cuentan con influencia cualificada en el interior del PP. 

Como resultado de estas presiones el gobierno español rectificó la decisión y reconoció, al final, el derecho de asilo a los, ahora,  huelguistas de hambre. Se alegaba para dar ese paso la existencia en Cuba de un gobierno dictatorial y autoritario. 

Sin embargo, otro hecho ocurrió este mes de julio que se saldó con una decisión contraria. Así, a finales de ese mes un ciudadano turco, de origen kurdo, Alaatin Yildiz, procedente de  Mardin, solicitó la concesión de asilo político en España, alegando persecución policial y temor por su vida al haberse negado a trabajar como confidente para la policía turca, con el antecedente de dos hermanos muertos en aquél país y su padre detenido, acusados todos ellos de separatistas. 

Pese a estas justificaciones,  el gobierno del PP dio una respuesta negativa a la petición de Alaatin Yildiz. Todas las gestiones realizadas por abogados y colectivos humanitarios fueron inútiles. Un intento de ponerse en huelga de hambre por parte del solicitante fue abortado al ser ingresado en el hospital hasta que fue embarcado en un avión turco con destino Estambul. A partir de ese momento, según informes de organismos humanitarios, su pista se pierde. 

Con esta actuación el PP ha demostrado un desprecio hacia el respeto de los Derechos Humanos, ya que son abundantes los informes que denuncian a Turquía como un país en el que se cometen gravísimos abusos en contra de los derechos fundamentales de las personas. 

Parece evidente que en casos como los que comentamos el PP aplica una doble vara de medir. En el caso de Cuba se optó por conceder la solicitud para satisfacer presiones políticas y contribuir de ese modo a erosionar la imagen del castrismo. Sin embargo, el caso de la solicitud del ciudadano kurdo se impuso una política de complicidad ante una situación sobradamente conocida, pero ante la que hay que cerrar los ojos. Al fin y al cabo Turquía es un país candidato a incorporarse a la Unión Europea y aliado militar en la OTAN. Además, los Estados Unidos se encargan de recordar con insistencia a los países europeos la necesidad de aceptar a Turquía en igualdad de condiciones, superando los escrúpulos humanitarios.  

A todo esto habría que añadir las buenas relaciones económicas y comerciales españolas con Turquía, un país que cuenta con 60 millones de consumidores. Se comprende mejor de esta manera la decisión adoptada por el gobierno de negar la solicitud de asilo político.  

Dos  conclusiones se imponen. En primer lugar que los Derechos Humanos son, para el PP, pura mercancía y, segunda, que no es necesaria una plena vigencia de los Derechos Humanos para acceder al status de europeidad. El caso de Turquía lo confirma. Ningún informe humanitario, por abultado y escandaloso que sea, es capaz de hacer mella en la política exterior europea, y por lo tanto en  la del PP, con respecto a Turquía. Por ello Alaatin Yildiz fue devuelto a Estambul.  Pobre Alaatin. Pobres kurdos abandonados por las democracias en las que tanto han confiado.