DOCUMENTO 5

 

LAS IGLESIAS EN LA LUCHA POR UNA SOCIEDAD MÁS JUSTA

por Jaume Botey

 

                                                                                                                      

 

 

Sumario

 

1.- Tres consideraciones previas oportunas.

La lucha por la justicia no es una lucha de la Iglesia, es una lucha de Dios y de todos los hombres.

                                        Justicia es más que reparto de bienes materiales.

El protagonismo de los pobres.

2.- La realidad actual

Las dos lecturas de la historia.

Los datos insoportables.

Neoliberalismo y carácter estructural de la injusticia..

Problema ético de proporciones inconmensurables y la conversión.

Problema de relación con el poder.

3.- Los criterios del cristiano.

3.1.La esencia de Jesús

                            1.Jesús y el Pobre

                            2.Las víctimas del sistema, tratado de Dios. O la Fe desde la debilidad.

                    3.2. Jesús, Palabra-eficaz y la historia. Primacía de la praxis

        1. Toda la historia es salvífica.

        2. Toda salvación es historia

        3. El ecumenismo en el Dios de los pobres y la polifacética cara del Dios-Amor.

4.- Las mediaciones y la vida de la Fe.

La institución eclesiástica.

Las mediaciones ideológicas.

La justicia de Dios. Las paradojas del evangelio y las paradojas del cristiano.

Cristianos y cristianas en diáspora.

5.- Propuestas de actuación y la misericordia

Prioridad del pobre y la práctica política

La acción individual y en el campo social y prepolítico.

Una nueva teología. Teología histórica B narrativa.

Profetismo. Proyecto de vida radical y ser más atrevidos.

La importancia de los medios pobres.

Estar atentos a las experiencias que nacen y la necesidad de hacer una red.

Ecumenismo y la historia de la salvación.

El Reino.

Iglesia de los pobre y no para los pobres.

 

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Si en esta ponencia se tratara de glosar los textos bíblicos sobre la pobreza o la justicia el encargo sería fácil de cumplir. Son tantos, desde tantas perspectivas y tan inequívoco su significado que no habría lugar a dudas: los pobres son los preferidos del Dios de Abraham y del Dios de Jesús.

 

Este es criterio número uno de la vida del cristiano, donde se define el ser o no ser de nuestra vida de fe y en definitiva el criterio de amor según el cual seremos juzgados el último día. Sabemos que sobre este hecho no hay dudas, ni caben muchas especulaciones. Por esto es tan difícil desarrollarlo, ya que toda reflexión sobre la justicia y la pobreza implica mirarnos al espejo de nuestras vidas y en esto si las palabras no van acompañadas de hechos, son como el resonar de las campanas o el chim-chim de los platillos.

 

Asimismo la intención que tenemos en estas Jornadas de CPS no es hacer un forum de teólogos o científicos, sino la de intentar compartir experiencias y vida a la luz de la Fe. La gravedad de los problemas nos obligan a hablar con la voz bien alta, pero al mismo tiempo la precariedad de nuestras realizaciones y la voluntad de ayudarnos unos a otros sin ofender nos obliga a ser discretos. A hablar con la voz baja y humilde. Con este propósito empiezo estas consideraciones.

 

1.- Tres oportunas consideraciones previas

1.1. La lucha por la justicia no es una lucha de la Iglesia, es una lucha de Dios y de todos los hombres.

El mensaje de fraternidad universal de Jesús está muy próximo al mensaje de convivencia en igualdad, fraternidad y libertad que la humanidad ha definido como un objetivo. Los cristianos que impulsados por la fe se comprometen en estos campos tendrán que hacerlo, y cada vez más, al lado de otros hombres y mujeres no creyentes que, movidos por criterios éticos parecidos. También han hecho de la opción por la justicia y los pobres el eje central de su vida. No es necesario repetir aquello que tantas veces hemos dicho: toda democracia, ley, propuesta política, escuela, centro de acogida, etc. no será más o menos cristiana según el adjetivo que lleve sino según los valores que haga prevalecer. Por otra parte, no hay distinción clara entre valores éticos y valores cristianos.

A lo largo de los siglos la humanidad, con el perfeccionamiento de las ciencias y especialmente de las ciencias sociales, ha ido mejorando los instrumentos ideológicos, políticos, organizativos, legales, etc. para conseguir este objetivo. El Vaticano II nos impulsa a apreciar estos esfuerzos como conquistas humanas y signos de Dios. Es preciso alegrarnos, dice, del descubrimiento de la conciencia moral, de la libertad, de la adultez de la ciencia, de la autonomía del mundo ya que las realidades humanas están dotadas de consistencia, verdad y bondad propias.

1.2. Justicia es bastante más que reparto de los bienes materiales.

Ya no es posible hablar de justicia limitando el concepto a la dimensión económica sino que debe extenderse a la totalidad de los que hemos llamado Derechos Humanos. Cuando hablamos de la lucha de las Iglesias por una sociedad más justa también hablamos de los derechos políticos, de la libertad, de la participación, de la democracia; hablamos de las etnias y las culturas menospreciadas y de su derecho a la identidad cultural, lingüística, religiosa, y a preservarlas a través de expresiones jurídicas y políticas. Hablamos de la discriminación de la mujer y de todas aquellas otras injustas discriminaciones que por motivos de color de la piel, inclinación sexual, enfermedad o edad, no respetan el derecho a ser diferentes. Hablamos de la destrucción abusiva de la naturaleza y del derecho de las generaciones venideras a poder disponer de sus bienes y recursos.

La falta de respeto a estos derechos es siempre una situación de violencia, que implica falta de Paz. No puede haber Paz sin Justicia. Por esto, a pesar que a menudo la raíz de la violación de estos derechos es la explotación económica, tendríamos que considerar la lucha contra la explotación económica como una condición necesaria pero no suficiente para la justicia.

1.3. El protagonismo y la centralidad de los pobres

                    He aquí por qué el concepto de Justicia va siempre unido al concepto de dignidad. Se trata del                        reconocimiento que todos y todas tenemos los mismos derechos y deberes, a la participación, y                        a la posibilidad que el pobre se convierta en sujeto de su propia liberación.

Toda propuesta de emancipación colectiva ha de poder responder a la pregunta sobre cuál será finalmente el sujeto histórico que protagonizará la liberación. En el siglo pasado fue la clase obrera surgida del proceso de industrialización. ¿Tiene suficiente peso hoy esta clase, ahora ya más estable, para seguir impulsando las transformaciones sociales? O dicho de otra manera, ¿cuál es el papel reservado a la clase obrera en el sentido clásico en la actual sociedad postindustrial y en el mundo de la globalización?

Ahora no es el momento para reflexionar sobre este tema. Solamente lo recuerdo porque creo que los creyentes, por los valores y la universalidad de la Iglesia, pueden ofrecer un importante servicio a la sociedad de los inicios del siglo XXI, tan fragmentada. Probablemente ya no habrá un único sujeto histórico, un único salvador. Es preciso trabajo unitario, superar la fragmentación, el corporativismo de las entidades y dicotomías en buenos y malos, antiguos y nuevos movimientos sociales, parlamentarios y extraparlamentarios, creyentes y no creyentes, del Norte y del Sur.

 

2.- La realidad actual

2.1. Las dos lecturas de la historia

La realidad que habitualmente tenemos delante de los ojos no es toda la realidad. Detrás de ella hay otra que no interesa poner a la luz pública, negada social, cultural y políticamente. Nos hemos acostumbrado a la versión triunfal que dan los vencedores: apoteosis de las gestas y la ciencia, grandes personajes, el progreso de la razón sobre el oscurantismo. Detrás está la cara del sufrimiento, hambre y dolor, la de los que salen perdiendo en todas las guerras. Para los que las ganan cualquier guerra pasada fue siempre una guerra justa.

Una Iglesia en lucha para una sociedad más justa ha de leer la historia a partir del principio de la igualdad de todos los hombre delante de Dios. Y esto quiere decir saber leer también la realidad de la desigualdad, leer la historia a partir de la contrahistoria , leer los fenómenos sociales y económicos a partir de los excluidos sociales y económicos, evocar el sufrimiento del mundo como único medio para la realización de la historia en la razón y la libertad. Estas palabras pueden sonar a abstracción, pero adquieren fuerza dramática si recordamos los esclavos de Grecia y Roma, las escandalosas diferencias sociales en la Palestina de Jesús, el exterminio indio en la Conquista de América, el comercio de negros durante los siglos XVII y XVIII, las condiciones de la vida obrera en el siglo XIX. Es aquello de la poesía de Bertolt Brecht: ¿Tebas, la de las siete puertas, quién la construyó? ¿La noche en que se acabó la muralla China, donde fueron los obreros? ¿Felipe II lloró cuando se hundió la armada, no lloró nadie más?. Qué es lo que nos hace presentes en todos los campos de concentración y goulags de este siglo. Es la historia del genocidio de los grandes lagos, de Chiapas, la Nicaragua neoliberal, el trabajo infantil, el paro de larga duración, los "sin papeles" o el preso que espera el juicio hace cinco años. Es la abrumadora historia de desprecios, prostitución y sufrimientos.

2.2. Los datos insoportables

Detrás de las cifras abstractas (las 40.000 criaturas que cada día mueren de hambre) están sus caras nada abstractas que tienen nombre y apellidos y están las caras de sus padres y madres e hijos. Y aún hay más, detrás de estas caras de sufrimiento está la otra cara sin piedad del que mata. Y hoy no es necesario tener armas para matar. También se mata imponiendo la devolución de una deuda externa injusta, bajando el precio del café, impidiendo una importación de plátanos, mintiendo en un artículo en el periódico. O alegando ignorancia. Antes, ninguna guerra había ocasionado tantas muertes.

Sin duda lo más grave de este final de siglo es la magnitud del fenómeno. En los países industrializados la pobreza afecta cada vez más a los jóvenes. Y esto va cada vez a más: en 1998 hacían falta 358 multimillonarios para acumular una cantidad fabulosa en millones de dólares, que hoy en 2000 con sólo 225 fácilmente les superan. Es hiriente la enormidad de los contrastes, por ejemplo, en EEUU se gasta 8.000 millones de dólares en cosméticos, Inglaterra 1000 millones de Libras en comida para perros etc. Y lo que supera todo el contraste con gastos militares. Concretamente, en España en la fabricación del avión de combate europeo destinará 35.000 millones de ptas. en el año en el 97 y 97.000 M ptas. en el año 98.

2.3. Neoliberalismo y carácter estructural de la injusticia

Para el sistema productivo cada vez son más la gente que sobra que los que existen. La economía va bien porque cada vez hay más gente que sobra, y el capital puede sustituir la mano de obra por maquinaria, ordenadores. E incluso las materias primas en gran parte. La pobreza y los pobres son un efecto lamentable, pero necesario para el sistema. La solución que proponen los organismos responsables del problema es profundizar en el modelo en vez de cambiarlo. No es posible un pensamiento distinto. Es más, en evidente que el que sobra no tendrá voz.

Los teóricos del neoliberalismo lo han revestido de algunas características que es preciso desenmascarar: se presenta como garantía del ejercicio de la libertad y del esfuerzo individual. Es el mito del niño vendedor de periódicos que llega a presidente. Dicho de otra forma, los pobres son los culpables su pobreza, lo son porque no se han esforzado suficientemente. Se presenta vinculado a la posibilidad y la necesidad de la práctica de la religión. Se presenta como el inexorable y único camino posible, como irreversible y por tanto rodeado de un cierto misticismo y fatalismo "no es posible de otra manera", se nos viene a decir o, de otra forma, "la pobreza es como una catástrofe natural, no podemos hacer más que ayudar, consecuencia lamentable, pero necesaria si queremos el desarrollo". Conclusión: no hay culpables, se ha despolitizado la pobreza, hemos separado lo social de lo político.

A partir de esta lógica invitan a intervenir en los efectos y no en las causas, a intervenir sobre la "diferencia" inexorablemente creada. Las recomendaciones del BM y la misma declaración de la Cumbre de la ONU en Copenhague sobre la exclusión social y la pobreza van en esta dirección. Y surgen las ONG´s, asistencia social, educadores de calle. No se permite cuestionar las estructuras ni sus responsables y nos llenamos de declaraciones sobre la necesidad del amor a los pobres, de ejemplos de solidaridad.

Pero cada vez más somos conscientes del carácter estructural de la pobreza. A menudo nos hemos excusado culpabilizando a los mismos pobres (vagos, demasiados hijos, el clima), a los políticos, a las tempestades. Pero somos conscientes que hay pobres porque hay ricos. Nadie es pobre por voluntad propia. Por tanto luchar contra la pobreza quiere decir, también, luchar contra la riqueza. Una de las características de la globalización es la aparente despersonalización de las responsabilidades. Pero alguien debe ser el responsable de la actual pobreza de Irak, o del Magreb o del Raval y... ¿no son estos, realmente, crímenes contra la humanidad? ¿ No es así lo que llamamos pecado estructural..?

2.4. Problema ético de proporciones inconmensurables y la conversión

Somos también conscientes que personal e institucionalmente formamos parte de los grupos sociales involuntariamente privilegiados. ¿Qué hacer? Se trata de reconocer al otro como una persona al igual que Dios me reconoce a mi como persona, de ponerme en la piel del otro de forma parecida a como se pone el Dios-Padre, que indignado y compadecido exclama: "¡basta ya, me hace daño el sufrimiento de mi pueblo!". Antes que nada, pues, Dios nos pide volver los ojos y el corazón hacia los otros, hacia la justicia, que nos convirtamos de nuestro pecado personal, de pensar demasiado en nosotros mismos. He aquí que la conversión del corazón es el primer paso de una Iglesia en lucha por la justicia.

Después actuaremos en dos direcciones: una, estar al lado de los pobres personalmente, y otra, intervenir para modificar las causas de la injusticia. ¿Pero cómo? No es fácil. Implica ascética, compromiso, inseguridades personales e institucionales y nadar a contracorriente.

Como cristianos y cristianas el problema es cómo vivir desde la Fe el conflicto dentro de la realidad de la historia o, hablando de la justicia económica, como ser cristiano en medio de la lucha de clases. Porque la lucha de clases no es un invento del marxismo. Es un hecho objetivo y si yo quiero ser fiel al Evangelio no puedo escamotear su realidad por más dura y conflictiva que sea. ¿Qué quiere decir solidaridad con el movimiento obrero, con los marginados, con el Tercer y Cuarto mundo?

Tanto sufrimiento y muerte escondida debajo tanto brillo, capacidad técnica y bienestar evocan hipocresía y cinismo. Quizás nosotros mismos nos hemos acostumbrado a la dificultad de intervenir, al conformismo ante lo inabordable, al posibilismo, a perder radicalidad en nuestros planteamientos. Quizás ya hemos perdido la capacidad de indignación y de rabia y la TV ya ha conseguido narcotizarnos. Sabemos que la lucha de clases es más dura que nunca, pero nadie se atreve a hablarlo; la revolución es más necesaria que nunca, pero nadie se atreve a pensarlo. El revolucionario que quisiera cambiar el mundo desde sus bases será tenido por excéntrico, utópico, visionario, objeto de todas las burlas.

2.5. El problema de la relación con el poder

El cristiano no renuncia a tener el poder sino que lucha para la transformación del sentido del poder, a no ejercerlo como los reyes de las naciones que gobiernan como señores absolutos (Mc. 10, 42-44). Poder en el que los de abajo puedan convertirse en los actores de su propia historia y gestores de los cambios históricos. Poder, en el que no exista la marginación ni el dominio de unos sobre los otros. Un poder, en fin, en el que los representantes sean fieles a los intereses de los representados.

Hemos dicho a menudo que no se trata de liberar a los pobres, sino de procurarles instrumentos para que se liberen ellos mismos. Las experiencias nos dice que no es fácil y que va más allá de un problema de educación. También sabemos que todo el que quiera convertirse en portavoz de los marginados corre el riesgo de convertirse el mismo en un marginado del sistema y a medida que no cuentan los marginados tampoco cuentan sus valedores. No es un tema de la buena o mala fe de las personas, sino de la dificultad real de transformar el sistema desde dentro o del corporativismo inherente a toda sociedad. No tenemos cultura de perdedores, pero sabemos que por regla general estar al lado de los pobres quiere decir perder, tener paciencia, y probablemente a la larga la abrumadora sensación de ineficacia.

El sistema acepta hablar de los pobres y promueve acciones caritativas. Las necesita tanto a nivel pequeño como a nivel mundial. El capitalismo y el neoliberalismo nunca han cuestionado la opción asistencial a los pobres. Al contrario, de alguna manera los fortalece de tal manera que pone en evidencia su sufrimiento. Y sin explicar ni profundizar en sus causas, estimula sentimientos de bondad. Acentuando el expolio, crea la conciencia de la necesidad de "intervenciones humanitarias". En los funerales de la M. Teresa de Calcuta asistieron más de 40 jefes de Estado y delegaciones diplomáticas de todo el mundo, pero no permitieron que asistieran los pobres de los pobres, los preferidos de la M. teresa.

Y al revés, el sistema nunca podrá aceptar que se expliquen las causas del mal, que se identifiquen a los responsables o que se promueva que el pobre se organice. En el entierro de Mons. Oscar Romero el ejército disparó contra el pueblo causando más de 40 muertos. Es aquello de Helder Cámara cuando doy comida a un pobre me llaman santo; cuándo pregunto por qué un pobre no tiene comida me llaman comunista. El máximo intento del neoliberalismo es evitar que el pueblo se convierta en sujeto de su propia liberación, destruir la confianza de los pobres en ellos mismos y borrar la memoria colectiva de sus luchas y sus héroes.

 

3.- Los criterios del cristiano

San Francisco de Asís inició una nueva espiritualidad y por tanto un nuevo método teológico: la imitación y el seguimiento vivido del Jesús histórico como camino que nos conduce al Cristo de la Fe. Gran parte de las Comunidades de Base que algunos de nosotros hemos conocido en Centroamérica o en otros lugares, están animadas de este mismo espíritu: no se trata de pensar o investigar el camino de Jesús, sino de seguirlo y de seguirlo eficazmente. El Vaticano II impulsó este camino: comprender y profundizar la Fe desde la historicidad de la Fe, comprender y vivir a Jesús desde la historicidad de Jesús. Por eso es necesario buscar las razones de la lucha por la justicia, es necesario acercarnos al fundamento de la Fe y preguntarnos cómo lo vivió Jesús (Jon Sobrino, J Mª. Castillo)

3.1. La esencia de la trayectoria histórica de Jesús

3.1.1. Jesús y el Pobre

La referencia humana fundamental de la vida de Jesús son los pobres, los perdedores, los que viven en el espacio de penumbra de la historia. Desde el principio, Jesús de Nazaret fue el ser-para-los-pobres, y lo fue porque venía a cumplir una misión "he venido a anunciar..." (Lc. 4, 16B21). Ya antes lo había anunciado el profeta Isaías (Is 61, 1-2). Y más tarde lo proclama María (Lc.1, 51-53). Es la señal para Juan el Bautista: "decidle..." (Lc.7, 21) Lo mismo lo proclama en las Bienaventuranzas, y en el cap. 23 de Mateo o en el cap. 25, 31-46 del Juicio final.

¿Quiénes son los pobres de Jesús? La lista de siempre es sorprendente: son los afligidos, loa hambrientos, tullidos, ciegos, cojos, leprosos, sordos, muertos, presos... No es un cuadro de pobreza idealizada o moralizada, es la terrible pobreza corporal. Los pobres anunciados en las Bienaventuranzas no son una especie de espirituales- místicos-alienados.

Fue amigo de proscritos. Sus "amistades" tienen en común la marginación y la debilidad, p.e. enfermos (recordemos la conexión entre enfermedad e impureza, la lepra, el paralítico, sobretodo los endemoniados), pobres, publicanos y pecadores (Mc. 2, 15-16, Lc, 15,2), mujeres pecadoras ( Samaritana Jn. 4,18, la adúltera Jn.8, 2-11, elogio de las prostitutas Mt. 21,31, Magdalena, ejemplo de amor y de fe Lc.7, 47-50), de Celotes o revolucionarios (Lc. 6,15; Hechos 1,13), de los mal vistos por ser de otras culturas (samaritano) etc.

Por esto fue considerado un marginal, tenido por loco (Mc. 3,21; Jn.7,20), por endemoniado (Mc. 3,22; Mt 12,24; Lc 11,15) por blasfemo (Mc. 2,1-12; Mt. 9,3; Lc 5,21; Jn 10,33 ), por borracho (Mt 11,19; Lc 7,34), por agitador (Lc 23,14), por malhechor (Jn 18,30), por subversivo (Lc 23, 2-14), por amigo de pecadores (Mt 11,19). Se sitúa fuera del sistema económico, político y religiosos

Se hace presente entre ellos al margen de cualquier relación con el Poder, es decir, con el dominio, económico, político o religioso. Y está a su lado con medios pobres (lógica del servicio). Su presencia es contraria a toda lógica guiada solamente por la razón. Su presencia entre los pobres, su solidaridad con ellos le lleva hasta la condena a muerte. Este es el significado de las tres tentaciones ( Lc 4, 1-13 ) y de su acto supremo, la muerte.

Es importante entender las razones de Jesús: estas preferencias por los pobres no vienen por razones humanitarias, filosóficas o revolucionarias, ni por imperativos de la razón, ni por exigencias de una ética de justicia, sino por mandato del Padre. Jesús viene a cumplir la voluntad del Padre.

Dios no ha escogido a los sabios ni a los poderosos de este mundo. Es el misterio de Dios que ha decidido hacerse presente como Padre B nuestro. Jesús cumplirá la profecía que los ricos y poderosos intentan impedir con violencia: terminar con las opresiones y frustraciones.

¿Por qué los pobres son los preferidos del Padre? ¿Por qué esta elección? No por razones arbitrarias sino porque Dios es así. El Dios revelado en Jesús no es un Dios -monarca absoluto, sino un Dios-Padre/Madre, fiel y tierno, que como todo padre/madre ama naturalmente a los hijos más desprotegidos. Este es el Dios que sienten los pobres.

Los que escribieron el relato de la historia de salvación quisieron dejar claro que Dios tiene entrañas de misericordia, nos quiere personas y se vuelca donde hay menos señales de persona. ¿No es este el mensaje de la impresionante semblanza con el Siervo de Yahvé de Isaías (Is 53)? ) humillado, menospreciado, no tiene semblanza de hombre, a quien repugna mirar. Según la tradición este gusano-pisoteado es Jesús, pero también es el pueblo. Dios apuesta fuerte, apuesta por el que no tiene imagen, por el menospreciado. Y será finalmente este siervo-gusano-Jesús-pueblo, castigado, tenido por nada, malherido, el que finalmente resucitará, vera la luz y hará justos a todos los otros.

3.1.2. Las víctimas del sistema, son como un tratado de Dios, o la Fe desde la debilidad

Por todo esto, leer o escuchar a los pobres es leer o escuchar a Dios. Solo desde los pobres, desde los marginados del sistema, podemos tener los ojos limpios para comprender al Dios de Jesús. A menudo hemos dicho que los pobres son el sacramento de Dios. La teología y la espiritualidad nacen desde abajo.

Jesús nos enseña a leer el mundo y la historia al revés, a partir de los perdedores, de las víctimas, de los muertos, no a partir de los reyes y poderosos. Es el sentido de su Utopía. Las Bienaventuranzas no son un código de moral. El pobre del Evangelio es un escándalo, es la negación y ruptura con este y cualquier otro orden establecido. Para el creyente, el Pobre del Evangelio no está en el mismo nivel de las consideraciones éticas sobre los derechos humanos, la justicia o las consideraciones de la clase obrera como motor de la historia.

Es a partir de estos planteamientos cómo descubrimos un Dios distinto, el Dios de la debilidad. Normalmente la imagen de Dios es la del poder: es un Dios Todopoderoso, omnipotente, creador, juez de vivos y muertos...Un Dios que no tenga estas características no es Dios. No es precisamente la imagen que se acostumbra a tener la del Dios pobre, del Dios débil, del Dios que acoge, del Dios que no juzga, del Dios que duda, del Dios ignorante, del Dios enfermo. Y en cambio, todo aquello que es débil es lo que puede salvar el mundo. Eso está muy claro en san Pablo (1 Cor 1,18-3,20 y 2 Cor 12,9-10). La solidaridad con el pobre o con el débil es la única forma de amor que no puede integrarse en el sistema utilitarista de una sociedad de intercambios del do ut des. Se trata del amor incondicional que no "pasa factura". Nietzsche entendió correctamente el mensaje: para el cristiano los débiles son los primeros.

Históricamente la teología se ha resistido a la debilidad y ha hecho apología del poder y del saber (sabiduría, poder religioso) Por esto, hasta ahora la teología no está determinada ni ha estado influida por aquello débil del mundo.

3.2. Jesús, Palabra-eficaz y la historia. Primacía de la praxis.

Jesús es la Palabra-eficaz, Palabra encarnada, hecha historia. No hay división entre palabra y hechos. Toda la Biblia es una historia, es la acción de Dios salvando un pueblo. Probablemente esta es la diferencia entre el judaísmo y las otras religiones. La salvación está en la historia, no solo en la reflexión o purificación interior de deseos... Evangelización no es predicar con palabras sino actuar. Catequesis no son libros o reuniones, son hechos de liberación, y Jesús, haciendo liberación humana, anuncia al Padre. Ciertamente la liberación integral de la persona no se agota con las liberaciones históricas pero las incluye necesariamente. El amor de Jesús se traduce en hechos. Por las obras os conocerán, o danos hoy el pan de cada día o yo era el otro y me acogisteis. Cuántos textos nos dicen lo mismo. No todo el que me diga Señor, sino... (Mt 7,21; Lc 6,46) Toda la teología es inseparablemente hermenéutica de la palabra de Dios y de la existencia humana. O de otra forma; la ortopraxis es la referencia teórica de la ortodoxia y no al revés.

3.2.1. Toda historia es salvífica

No hay más que una sola historia. La historia de la humanidad es historia de sufrimiento, de violencia y de hambre, pero también es la historia de la salvación, de esperanza, de amor eficaz de Dios por los hombres en tanto que cumplimiento del Reino. Más herederos de la metafísica griega que del pensamiento hebreo y el materialismo bíblico, nos resulta difícil una visión integradora entre lo sagrado y lo profano, entre historia humana e historia de salvación, entre promoción humana y evangelización, entre oración y acción. A menudo estas antinomias han servido de excusa para espiritualismos descarnados o autoritarismos.

La teología tendría que ayudar a leer la vida y la historia del pueblo como vida e historia de salvación. Ha de hacer presente el sufrimiento, la vida, las alegrías, los símbolos, las narraciones y los recuerdos colectivos. Ha de conseguir que el pueblo se convierta en sujeto de sus símbolos, plegarias, vida. Una de las funciones del teólogo tendría que ser maieuta, ayudar a escuchar con sencillez lo que dice el pueblo, altavoz de las experiencias que el pueblo tiene de Dios y de la presencia de Dios entre el pueblo.

3.2.2. Toda salvación es histórica

La liberación de Dios es efectiva: dar pan, agua, vestido, visitar al preso. La Fe se afirma en el primado de la materia y de la historia real. En la parábola del samaritano (Lc.10,30-37) Jesús no critica el servicio sacerdotal, sino la disociación culto-vida, entre servicio a Dios y servicio al próximo.

Para nosotros, Dios se ha hecho historia a través de Jesús. El cristianismo tiene más estructura narrativa y mística que estructura racional-deductiva y este terreno de la mística y la práctica es el más apto para poder elaborar un discurso respetuoso de Dios. Dios se hace vida en la vida de sus hijos e hijas. De aquí la importancia de la biografía y de la narración en el cristianismo. Podría decirse que una de las funciones de la teología sería el intento de rescatar las historias de vida.

Pero intentar sacar del olvido la historia del sufrimiento es un hecho revolucionario. El neoliberalismo sabe que el que quiera controlar el futuro ha de controlar y manipular el pasado en la misma dirección. Por esto, las Iglesias y todos aquellos que se atrevan a hacer esta interpretación serán tenidos por subversivos y perseguidos. El recuerdo de la muerte, el sufrimiento o el martirio de las víctimas nos permite descubrir las dimensiones sociales y de más allá de la persona (escatológicas). Y como otra vez, el recuerdo de Jesús, en tanto que recuerdo de un mártir pobre. La reflexión entre cristianos siempre ha de partir de un hecho de Fe: el cristiano pertenece al Señor. Pero que peculiar Señor: crucificado y que abandona la condición divina para ser sirviente. Es el Señor y el Dios de la debilidad y de amor en la debilidad. No se le puede conocer desde el poder y la fuerza.

3.2.3. El ecumenismo es el Dios de los pobres y la polifacética cara del Dios Amor

El Dios Amor y salvador de todos, el Dios de los pobres, no es exclusivo del Dios que se nos revela a través de Jesús. Por esto, el sentido religioso y global de la historia es a la vez el fundamento del ecumenismo. El absoluto ante el cual cristianos, mayas, hindúes, etc. manifiestan reverencia y fe es el mismo Dios, y en todas partes, es siempre el Dios de bondad. El envoltorio, el molde ideológico, ritual, teológico o institucional, la religión, es contingente según cada época o cada grupo étnico.

Esta claro que el cristianismo, cuya existencia en la historia de la humanidad es breve y pequeña como una brizna de hierba, no puede tener el monopolio de la salvación; pero si Jesús es la salvación de toda clase y condición de oprimidos, la Fe en Jesús puede ser uno de los fundamentos del ecumenismo. Y todos los pueblos pobres, víctimas y seguidores de Jesús en la pobreza ocasionada por los otros, pobres crucificados (en expresión de Ellacuría), podrán encontrar la salvación en la paradoja de la Cruz.

 

4.- Las mediaciones y la vida de la Fe

4.1. La institución eclesiástica

La Iglesia-institución se presenta como una mediación entre la vida y la fe, pero ha preferido darse a conocer desde el poder, se ha resistido a la debilidad. Las difíciles relaciones que la Iglesia institucional ha tenido con el mundo de la pobreza y sus valedores no solamente han sido el resultado de su alineamiento al lado de los poderosos sino que ella misma se ha convertido en poder político y económico. Desde el siglo IV opto por el Imperio, siempre según el nombre de la época, el Romano, el de la Edad Media, el del Fondo Monetario o del neoliberalismo, creyendo que desde el poder sería más fácil evangelizar.

Se sacraliza cualquier manifestación de poder político o económico que facilite la práctica de la religión. Esto significa copiar las mismas estructuras jerárquicas y autoritarias del poder político: verticalismo, distanciamiento entre las bases y la autoridad y voz y voto solo a las Jerarquías. Pero este cristianismo aliado del Imperio no es el Jesús. Todavía hoy, incomprensiblemente más allá de las grandes declaraciones, sigue aliada con los poderosos abandonando a los pobres del Sur y el Norte, del Este y del Oeste a las incontroladas fuerzas del mercado.

Hipotecó la Fe en los estrechos límites de una ideología y una política (precarias y contingentes mediaciones) Desde entonces cuando una teología o una política ponen al pobre como centro de reflexión se le acusa de heterodoxa, materialista, comunista, politizada, pero cuando pone como centro de acción el poder o las relaciones con el poder establecido entonces la acción política es pastoral. Es ilustrativo al respecto la historia de los herejes.

Se promueve un jubileo de perdón de corte espiritualista, pero no puede estar al lado, más allá de las declaraciones genéricas, de los pueblos que luchan por la condonación de la deuda. Se pide libertad de enseñanza pero no hay ninguna protesta contra el modelo educativo promovido por el Banco Mundial; y hay una decidida intervención política orientada a derrumbar al socialismo del Este pero se desautoriza a los ministros-clérigos sandinistas. Cuando conviene se guarda silencio con el pretexto de neutralidad política y cuando conviene se habla con el pretexto de la defensa de la libertad. De hecho la Jerarquía eclesiástica que debería favorecer los procesos que pretenden transformar las estructuras oligárquicas a favor del pueblo, ha tenido pocos escrúpulos cuando se trataba de cambios en sentido contrario.

Ciertamente en los últimos años ha habido declaraciones, documentos y palabras. Quizás demasiadas, porque independientemente de la teología que sustenta las declaraciones, la teología que sustenta los hechos es la vinculada al poder.

4.2. Las mediaciones ideológicas

Para el cristiano todas las mediaciones son secundarias. Ciertamente las mediaciones implican opciones ético-políticas. La filosofía, la ciencia, el análisis de la historia, el lenguaje, los proyectos o utopías que articulan la esperanza, las propuestas políticas que hacen efectiva la caridad, etc., determinan actuaciones y desarrollos posteriores que condicionan, pero nunca de manera determinante, el mensaje de la Fe. El platonismo, el aristotelismo, la Declaración de los Derechos Humanos, el marxismo como materialismo histórico, la democracia cristiana como modelo político, etc. han sido moldes excelentes pero como todo molde, no pueden acoger la totalidad del mensaje, en la medida que nos clarificaban una parte nos ocultaban otra. Por suerte la Fe no cabe en ningún molde. Cuánto tiempo y cuántas preocupaciones en vano condenando algunas filosofías, realizaciones políticas o investigaciones científicas, o analizando la compatibilidad entre el aristotelismo, el marxismo o el evolucionismo y la Fe. Hace más de veinticinco años CRISTIANOS POR EL SOCIALISMO consiguió desbloquear las prohibiciones y mutuas condenas entre la Iglesia y la militancia comunista.

4.3. La justicia de Dios. Paradojas del Evangelio y paradojas del cristiano

¿Cuál es pues, el mensaje y la aportación propia del cristiano en el tema de la justicia? Diría que este mundo ya adulto y laico espera del cristiano, en primer lugar, su colaboración en este heroico combate, tan desigual, contra las fuerzas del mal, en el que muchos, creyentes y no creyentes, pierden la vida. No hay diferencia en los valores, la radicalidad y las actitudes que pueden aportar los creyentes y los no creyentes en la lucha por la justicia. No existen valores que sean exclusivamente cristianos. No es que, como a veces hemos dicho, el cristiano pueda aportar un plus de ética, de radicalidad, de sentido o de verdad porque esto significaría que no puede aportarlos el no cristiano. Recordemos a Gandhi o a tantos amigos con los que hemos compartido vida y preocupaciones.

¿Qué es lo propio, pues, del cristiano en el trabajo por la justicia?

Yo diría que la aportación del hombre o la mujer de Fe habría que ir en relación de aquello que está más allá de los límites de la razón - trascendencia de la persona, continuidad de la vida, vivencia del Reino- y que ya pueda hacer presente aquí el sentido de la justicia de Dios. Porque justicia divina y justicia humana son diferentes. Esta es resultado del derecho. Aquella es gratuita y un obsequio de Dios. No se trata de perfeccionar la justicia humana hablando de Doctrina social de la Iglesia sino de establecer la justicia divina. No se trata de hacer mejor las cuentas para cuantificar con justicia la deuda. La justicia de Dios no exige sacrificios para aplacar la ira, ni es distributiva según entendemos la justicia humana, no paga según las horas trabajadas, cancela la deuda, pide amar a los enemigos y coloca a las prostitutas en el primer lugar.

La verdadera innovación de Jesús no fue negar un fundamento teocrático a la acción política para poder colocar al hombre en el centro, sino que, dando la primacía a los últimos, a los pobres, a los perdedores, y no a los poderosos, justamente refuerza la posibilidad de cuestionar siempre la legitimación y el ejercicio del poder. Por esto el cristiano siempre será crítico ante cualquier ordenamiento político o social. El de Jesús no fue un mensaje moral sino un mensaje de finales, escatológico, con consecuencias morales. No fue un mensaje de poder sino de antipoder.

Los instrumentos son secundarios: ideología, institución, partido, sindicato, iglesia, teología, el orden religioso del cual formo parte, el cumplimiento dominical, la justicia social de la Iglesia, con tal que tengamos claros los fines. Preocuparse más por la teología de la liberación que por la liberación real de los pobres B escuela, parroquia, hospital - es también un instrumento, una mediación. Preocuparse más de la Iglesia - Institución que del Reino de Dios es confundir los medios con el fin.

Todos los grupos ideológicos, filosóficos, religiosos, políticos de la derecha y políticos de la izquierda, han tenido la tendencia a consagrar unas mediaciones como únicos instrumentos posibles y han condenado a otros. Todos tienden a la endogamia, a favorecer a los propios, al cerramiento, a la manipulación. También la Iglesia. Y es preciso ser comprensivos. También entre los primeros cristianos había integrismo de la Ley. Escandalizarse de la presencia del pecado en las mediaciones es señal de poca madurez en la política y en la Fe o de haber sacralizado las instituciones más allá de lo que merece una institución humana, política o eclesiástica. El fin que se pretendía era salvar la ortodoxia del estado nacional, del marxismo, de determinado modelo de teología, de la evangelización, de la escuela, del partido o del sindicato. Y no se reparaba en muertes, guerras, sufrimientos, condenas, divisiones profundas e irreparables .

4.4. Cristianos y cristianas en la diáspora

Diría que entre nosotros, en occidente y en este pequeño país nuestro, los cristianos y cristianas que entre los 60 B 80 se agruparon alrededor de diferentes colectivos, comunidades o parroquias bajo los títulos de Cristianos de Base o Iglesia Popular, que proclamaban la necesaria opción por los pobres como exigencia del Evangelio, que intentaban poner en práctica el espíritu conciliar de Iglesia de puertas abiertas en diálogo con la realidad política y cultural de entonces y con una participación, sentido y mística que dio vitalidad y fortaleza durante mucho tiempo, viven hoy en la diáspora.

La presencia pública de aquella otra voz de la Iglesia en los grandes temas actuales de debate que configuran el futuro de las mayorías y las relaciones internacionales en Justicia y Paz (relaciones económicas, Norte/Sur, inmigración, ecología, paro estructural, Maastricht, modelo educativo, natalidad, feminismo, etc.) y en los espacios donde se produce este debate (sindicatos, partidos, movimiento vecinal, universidades, medios de comunicación, nuevos movimientos sociales...) se ha diluido o es prácticamente irrelevante.

Existen, en cambio, muchos cristianos y cristianas que aisladamente o en pequeños grupos viven la fe en Jesús y la opción por los pobres como dos aspectos indisolublemente juntos. Su compromiso puede tener concreciones muy distintas: dedicación política o sindical, implicación directa con los más variados sectores de marginación, compromiso con una ONG., reflexión intelectual, etc. pero el objetivo es el mismo: el Pobre y Jesús son referentes fundamentales de su vida.

Pero su atomización, la urgencia de las solicitudes, la distancia, el desconocimiento, etc. hace que vivan, -quizás también nosotros vivamos- aquellas opciones en soledad. No encuentran sitio donde vivir la Fe, celebrarla o expresarla. Ven cómo los colectivos con los habían compartido esta utopía, se han ido desmenuzando, haciéndose pequeños, o desapareciendo. También sabemos que han nacido nuevos grupos y existen más personas inspiradas por los mismos ideales, pero no hay redes o espacios de comunicación.

No solo se trata de soledad respecto a la Iglesia. También lo es respecto a los grupos políticos y las instituciones. Ven cómo los grupos políticos, incluso los más afines, no asumen el tema de la pobreza, de la marginación, del Cuarto o Tercer mundo, como eje central vertebrador de sus propuestas. Hay grandilocuencia en las declaraciones pero una lentitud de reflejos que no tolera la urgencia de los problemas.

Por esto, a menudo renuncian a hacer propuestas globales, a incidir políticamente. Pero saben que crece la marginación y que un día u otro tendrán que venir estas propuestas. Es un problema complejo porque saben que solo con actitudes individuales, por sacrificadas y ejemplares que sean, no se hará el cambio de estructuras. La lucha contra el neoliberalismo y el pensamiento único es una lucha política, pero la mayoría de momento se ve abocada a tirar adelante pequeñas experiencias con un esfuerzo enorme, valorando la atención inmediata a las personas como ejercicio necesario de misericordia y con la esperanza que un día la suma de estas pequeñas experiencias pueda convertirse en propuestas.

Y al mismo tiempo parece como si hubiera una verdadera demanda de superar la alienación. Se manifiesta en nuevas iniciativas articuladas desde la base y la creación de redes y la voluntad de poner en común las preocupaciones. Después de muchos intentos frustrados parece como si ya, con más madurez, hayan optado por lo esencial: vivir con más profundidad la Fe, celebrar, compartir y ayudarse mutuamente.

 

5.- Propuestas de actuación y la misericordia

¿Cómo podemos cumplir el mandato de ser unas Iglesias en la lucha por una sociedad más justa? Después de lo anterior diría que sólo cabe ser sencillamente y plenamente cristianos. Cosa difícil. Conversión, sincera, en seguidores y seguidoras de Jesucristo.

La primera reacción de Dios ante la injusticia es de indignación contra los opresores, y de misericordia con las víctimas: "¿qué has hecho de tu hermano? La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra" ( Gen 4, 10B11). La misericordia es la raíz de la justicia, y por tanto esta es previa y es el fundamento de la acción política y de cualquier otra propuesta de actuación. Y misericordia quiere decir comunión, estar al lado de las víctimas, estar dispuesto a identificarse con la causa de, a mirar el mundo desde los ojos de, a poner todo lo que somos y tenemos (conocimientos, clase social, autoridad o poder) al servicio de. No es suficiente el consejo evangélico de la pobreza. Como dicen en El Salvador "si ya somos cuatro millones de pobres no es buena noticia saber que ahora serán cuatro millones más uno". Se trata de un compromiso vital y total que nos llevará a correr los mismos riesgos de las víctimas. Para las víctimas esta actitud siempre es una buena noticia.

La Gaudium et Spes (n1 69 ) decía: Dios ha destinado la tierra con todo lo que contiene al uso de todos los hombres y pueblos, de tal manera que bajo la guía de la justicia, inseparable de la caridad, los bienes creados han de llegar igualmente a todo el mundo. Nuestro Concilio Provincial Catalán se hizo eco de este texto y está lleno de indicaciones que valdría la pena poner en práctica.

¿Cómo podemos cada uno de nosotros traducirlo en hechos inequívocos y eficaces? Muchos y muchas creyentes lo han intentado de las más diversas maneras. Hermanitos de Foucauld o curas obreros, viven como propio el anonimato, aquello de ser levadura en medio de la masa. Pero cada cual encontrará los instrumentos que se adapten mejor a su manera de ser y a sus circunstancias. La suma de todas estas actuaciones, como los carismas de San Pablo, será lo que puede ofrecer la Iglesia.

Para terminar intentaré resumir los que me parece son los criterios básicos que toda Iglesia en lucha para una sociedad más justa debería tener presentes.

5.1. Prioridad del pobre y praxis política

La intervención política, colectiva y organizada con el objetivo de parar la máquina de hacer pobres tiene un fundamento y es la manifestación de la misericordia de Dios. Porque el cambio del sistema no se hará desde las acciones asistenciales sino desde la política. Por esto, aunque la intervención política directa no corresponde a la Iglesia como institución, ha de iluminar y ayudar al cristiano o cristiana a asumir este compromiso político en la medida que es ejercicio de caridad. Y esto solamente será manifestación de caridad cuando tenga la justicia y la igualdad como objetivos centrales. Obviamente cuando hablamos que la política implica ética no nos referimos solamente al no aprovecharse o la buena voluntad que ha de tener el político sino de los objetivos, de saber desde donde, hacia donde y sobre todo, si queremos el protagonismo de los pobres, con quien se compromete.

Corresponde a las organizaciones de clase, partidos y sindicatos, definir las estrategias. Ante una correlación de fuerzas contraria a los trabajadores, las organizaciones de clase se muestran inseguras y fácilmente inclinadas a aceptar pequeñas transformaciones light próximas al liberalismo. No será con estas transformaciones como se conseguirá la justicia ni con la adaptación del reformismo social a los dogmas neoliberales de la etapa de la globalización. Independientemente de la estrategia que cada uno escoja, el cristiano ha de tener siempre una actitud de lucha contra toda exclusión y por tanto, contra el modelo económico que excluye. Ser radical en la Fe probablemente implica también ser radical en política.

El servicio desde un compromiso político de ruptura es difícil. Es preciso estar dispuestos a no poder controlar los límites de exigencia, a ser criticados o ridiculizados tanto desde el mundo laico como desde el mundo cristiano y tener que luchar con medios económicos y humanos muy pobres porque el sector más preparado de la clase trabajadora es más proclive al reformismo. Y el sector que opta por la transformación social acostumbra a ser el menos preparado y el más pobre.

La idea de política acostumbra a ir ligada a juego sucio, maquiavelismo, provecho personal. Incluso quizás algunos de nosotros que en abstracto y siguiendo las orientaciones de nuestro Concilio aceptamos la dignidad del trabajo político, podemos asumir sin darnos cuenta prejuicios como va con el lirio en la mano, es bienintencionado pero no lo entiende, no ve venir la jugada... o cuando admiramos movimientos rupturistas y al mismo tiempo los vemos como políticamente ingenuos o puramente testimoniales.

Y en cambio, radicalidad e ir con el lirio en la mano son aportaciones necesarias en política. A todo esto lo llamaríamos franciscanismo político. Que quiere decir juego limpio, claridad y firmeza en la defensa de los pobres. Quiere decir no jugar con las aspiraciones de los otros. Quiere decir escuchar la voz de los de abajo. Quiere decir fidelidad a los valores, a las personas y a la lucha de los pobres. Quiere decir no al doble discurso, demandar pluralismo y democracia para los otros y tener actitudes autoritarias para los propios. Quiere decir no dimitir del combate de las ideas. Quiere decir no a electoralismos, inmediatismos, oportunismos, a hacer equilibrios para mantenerse en el poder. Quiere decir respeto, reconocimiento de la ofensa hecha o de la injusticia como paso previo a la petición del perdón.

Entendida así la praxis política puede ser vivida como contemplación, plegaria, servicio al pobre, solidaridad con el sufrimiento...

5.2. La acción individual y en el campo social y prepolítico

Siempre será necesaria la acción individual de la misericordia. A veces la respuesta a las situaciones difíciles puede ser el test de sinceridad de lo que decimos. Porque mal podemos decir que queremos la transformación del mundo si nos despreocupamos de la viuda o del huérfano, del padre o la madre, de los abuelos, de los disminuidos o del enfermo que tenemos cerca.

Probablemente la Iglesia es la institución con más personas con dedicación a los otros. Es ejemplar desde esta perspectiva. Miles de misioneros y misioneras repartidos por el Tercer Mundo hacen su labor silenciosamente y dan testimonio calladamente, como escondidos, anónimamente.

Incluso el ámbito de compromiso político o social de la mayoría de cristianos y cristianas es a través de organizaciones y ONG's de carácter asistencial que en mayor o menos grado inciden en el ámbito de la política o en el que podemos denominar pre-política (vida asociativa, marginación, drogas, inmigración, solidaridad con el Tercer y Cuarto Mundo, traperos, okupas, insumisión, pacifismo, alfabetización, prisiones, ecología, deficientes, feminismo...)

Estos tipos de actuaciones y especialmente el trabajo asistencial, corren el riesgo de convertirse en una excusa del sistema, a convertirse en meros gestores de las migas de pan que sobran de la mesa de los ricos o de los gobiernos que tienen las manos manchadas de sangre con la venta de armas o la Deuda externa. De paternalismo en definitiva. Ciertamente el paternalismo humilla y degrada tanto a quien lo hacer como a quien lo recibe, y no es una manifestación de caridad sino de egoísmo.

Pero la caridad real, hecha con dignidad y de igual a igual, tanto si la practica un creyente con un no-creyente, es la manifestación de la bondad y misericordia de Dios. En definitiva es compartir mesa y bienes, la eu-caristía o buena-gracia necesaria.

5.3. Una nueva teología: teología histórica-narrativa

En parte hoy los creyentes nos debatimos entre teologías y espiritualidades ahistóricas incapaces de comprender el mundo y otros resultados del postmodernismo y el pensamiento débil, próximas al sentimentalismo de algunas sectas.

Haría falta elaborar una nueva teología nacida desde la base, que de voz a las comunidades, que ponga en evidencia que Dios sigue actuando en la vida de las personas y de los pobres, que Dios se manifiesta de mil y una forma, que el pluralismo es riqueza...Reivindico la vida de los santos. ¿Me entendéis? No aquellos textos macarrónicos, sino la obligación que tenemos de no dejar en el olvido tantas y tantas vidas de amor y de sufrimiento de creyentes y de no creyentes. Y a la necesidad, decía al inicio, de aprender a leer la historia al revés, desde los perdedores. Siempre he tenido la sensación que las vidas relatadas en el librito anual de Germà Adrià -sida, prostitución, prisiones- son una fuente de espiritualidad y de reflexión teológica tanto como los de Oriol Xirinachs y de Romà  Fortuny.

No, por tanto, a una teología estrechamente hipotecada a una filosofía. Quizás solo sería preciso que fuera clásica en el pensamiento y proponernos como única cosa amar como Juan XXIII y ponerse a disposición de...Pero esto obliga a ser más decididos.

Y callar, no hacer más declaraciones. Es preciso escuchar, acompañar y sobre todo no volvernos a enredar con condenas. No a ningún integrismo (social, político, religiosos..) de derechas, de izquierdas o...

5.4. Profetismo. Proyecto de vida radical y ser más atrevidos

Si estamos atentos veremos como el Reino crece a nuestro lado de manera sencilla con continuos actos de protesta contra la injusticia. Son actos proféticos, de denuncia y anuncio, a los que los creyentes ya son muy sensibles por los valores evangélicos. ) No hemos sido muchos de nosotros los que hemos impulsado o dado soporte a propuestas como la objeción fiscal, el no al gasto militar, los ayunos y tantos minutos de silencio pidiendo la paz en Bosnia, la acogida a los inmigrantes de las pateras, el movimiento rompamos el silencio? Ojalá la fidelidad al pobre nos impulse a continuar y a ser más radicales en la Fe y en la política y a no tener miedo.

A tener una espiritualidad según el espíritu de las Bienaventuranzas, conflictiva por incomprendida y contestataria.

A mantener la actitud profética y crítica ante el pecado, en primer lugar de nosotros mismos. Solamente hay actitud profética si viene avalada por la propia vida. Solamente desde la debilidad y la pobreza se tiene autoridad para denunciar la prepotencia y riqueza.

Delante de la injusticia y el pecado estructural, a no perder nunca la capacidad de rabia y de indignación y la valentía de decirlo, de denuncia de la falta de democracia, de la presencia del poder - dominio en los movimientos sociales y en la Iglesia, de denuncia también respecto los movimientos de liberación o las organizaciones de base que buscan el poder por desclasamiento o corporativismo.

Toda actitud profética ha de estar acompañada de actitudes de respeto, p.e. no ha de querer hacer daño sino que ha de querer la corrección, no se puede pedir a los otros aquello que nosotros no somos capaces de cumplir!

Participar y promover hechos así no ayuda a vivir la fe en la contemplación y oración.

5.5. La importancia de los medios pobres

Los que ocuparon el Obispado el día 21 de mayo decían en el Manifiesto de Rompamos el Silencio: "... el poder eclesiástico se organiza de tal manera que se ponen todos los medios para que el que manda en la Iglesia esté bien con los poderes políticos y económicos... con la finalidad de defender su propio poder delante las posibles disidencias o críticas." Con la finalidad de extender su influencia a la sociedad disponiendo de medios de comunicación propios, centros de educación o subvenciones? Queda clara la intención de los redactores, el colectivo de okupas, y que yo comparto: resaltar el contraste con lo que hizo Jesús.

La historia ha demostrado que no es con instituciones fuertes, dinero, medios de comunicación, sistema escolar, espacios propios (instituciones, políticos, cultura...) que implican poder individual o colectivo, como se extiende el Reino sino desde el testimonio y la precariedad. El uso de medios pobres quiere decir inseguridad, complicaciones personales, la vivencia de la abrumadora sensación de ineficacia.  Es preciso mucha Fe para creer que el Reino se transmite así,  por esto son comprensibles las tentaciones de utilizar medios de poder y  riqueza.

Finalmente si queremos una Iglesia de pobres y no solamente para pobres, es preciso que lo que hagamos como creyentes esté hecho con espíritu de pobres y con pobres. Aquello de hemos de dejarnos evangelizar por los pobres no será posible si no hay en contacto directo, yo diría que casi físico, con el necesitado. Es preciso este contacto para poder desmitificar, ver de cerca la pobreza urbana con toda su dureza y egoísmo y, a pesar de esto, seguir considerando al pobre como signo o sacramento de Dios.

5.6. Estar atentos a las experiencias que nacen y necesidad de hacer red

Es preciso romper el aislamiento de las luchas. )No es un síntoma este mismo Congreso? Es cierto que muchas experiencias que apuntaban hacia un cambio del sistema, que hicieron nacer gente de mi generación, se debilitan pero también lo es que están surgiendo miles de nuevas experiencias impulsadas por jóvenes, distintos de nosotros, pero con el mismo espíritu.

¿ No sería una labor nuestra hacer de puente generacional, de Norte/Sur, de clase, de ámbito de trabajo (sindicalista, movimientos de solidaridad, grupos antimilitaristas, de comercio justo, de economía alternativa, de emisoras libres) ?

¿No sería también trabajo nuestro hacer de puente de tantos cristianos y cristianas, pequeños grupos, personas aisladas que viven en diáspora su Fe y su compromiso?

Es preciso crear espacios de profundización de la Fe, de celebración, de elaboración de un nuevo discurso teológico y moral, de compartir y de intercambio de experiencias que hagan posible conocernos y trabajar juntos y dejarnos interpelar por las necesidades y urgencias del mundo que nos rodea.

El solo hecho de poner en relación unos con otros es una fuente de esperanza y la Iglesia, por su universalidad, por la cantidad de personas que ya están comprometidas y a menudo por su heroicidad, por los valores que la sustentan, etc. está en condiciones inmejorables para ofrecer este servicio.

La mundialización del capital también obliga a una mundialización de la lucha y a tener presente, en cada lucha particular, la lucha de la organización de al lado. Es preciso crear una trama de subversión y de insumisión. Todas las luchas tienen un denominador común y hay que trabajar para buscar estos denominadores entre las diferentes luchas de los pobres del mundo, entre el Movimiento de los Sin Techo del Brasil y los trabajadores de la Wolksvagen, entre los zapatistas y la lucha por las 35 horas, entre la lucha de los sin papeles y la que va contra la explotación infantil, etc.

5.7. Ecumenismo y la historia de la salvación

La práctica del ecumenismo no es de discusión sino la plegaria conjunta al mismo Dios y trabajar para un mundo más justo para todos, con un mandato del Dios de todas las confesiones. Hacer presente en la historia el sentido misericordioso de Dios y, por tanto, la esperanza. Toda persona de Fe ha de participar en esta magna empresa porque todos somos pueblo de Dios y todo es sagrado.

La fuerza inmensa de la religión ha de ponerse al servicio de la construcción de una nueva humanidad más justa. Eso ayudará a la recuperación de la cultura indígena y popular.

Es necesaria nuestra participación en los movimientos de emancipación y de lucha. Es necesario, por tanto, construir prácticas desde la diversidad y el respeto, ayudarnos a vivir conjuntamente aquello que consideramos esencial, fomentar lo transversal que hay en la Fe cristiana, la vivencia del Absoluto, impulsar encuentros ecuménicos sin que ninguno renuncie a su respectiva Fe, simbología, rituales, a fin que, profundizando cada uno en su propia Fe en el mismo Absoluto-Dios vayamos construyendo el macroecumenismo del que habla Casaldáliga o la internacional de la esperanza de los zapatistas.

5.8. El Reino

Lo original del cristiano es el anuncio feliz del Reino. Y el Reino del que habla Jesús no sólo incluye a los pobres, sino que constituye el centro de su mensaje. No a los pobres hipotéticos, sino a los pobres reales de este mundo, que son las 4/5 partes de la humanidad. Por eso, este Reino no vendrá en continuidad con el actual progreso humano, tan injusto, sino como resultado de un ruptura en la que se manifestará que el pobre será el bendecido del Padre. Esto, que es la razón de ser de la esperanza presente, a pesar de todas las injusticias, es ya una Fiesta continua. Es el sentido de la acogida y el compartir como una señal del Reino. El futuro ya está presente en nuestra vida y en la historia real. Solo es preciso desvelarlo también desde la contemplación y plegaria. Repito la importancia que tendría la posibilidad de recoger pequeñas historias del Reino ya presente.) No sería esta una bonita Historia de la Iglesia

La Iglesia anuncia el futuro no desde el poder o desde los pactos desde el poder sino desvinculada de poder, desde el pobre y haciendo presente el pobre.

Las señales del Reino están presentes en muchos otros lugares y la Iglesia no tiene la exclusiva. El Reino se hace presente con la debilidad y se va tejiendo misteriosamente con las redes que no vemos. Son las simientes del Reino esparcidas por todas partes delante de las cuales los creyentes deberíamos que tener admiración y alegría.

Por eso no hemos de confundir la estructura con el Reino. Ante la laicidad del mundo actual seguramente que los y las creyentes en Jesús volveremos a ser muy poquitos, el resto de Yahvé, como en los inicios. Esto no es motivo de pesimismo, porque el Reino de Dios sigue presente. Desde la Fe nos ha de preocupar más si el reino de Dios se anuncia a los pobres que la continuidad o no de las organizaciones eclesiásticas.

5.9. Iglesia de los pobres y no para los pobres

La Iglesia que anunciará el Reino no es una Iglesia para el pobre sino la Iglesia del pobre, no una Iglesia para los pobres sino una Iglesia de pobres.

¿Cuándo será así? Sabemos que la presencia demasiado frecuente del pobre individual en nuestras vidas se nos hace inoportuna y molesta y a menudo ponemos barreras. Pero si estamos abiertos y atentos, el gana la batalla y acaba convirtiéndonos.

¿Cuándo conseguiremos que los pobres nos molesten en la Iglesia, que nos hagan la vida imposible? Porque si por fortuna llega a ser así, ellos serán nuestra salvación, la salvación de la Iglesia y el instrumento de purificación de las estructuras de pecado y adherencias de poder.

Una comunidad mundial de creyentes en Jesús en la que todos y todas, desde las Jerarquías hasta el último fiel, utilice el mismo lenguaje profético que Él utilizó, que manifieste con su conducta el amor al pobre y al perseguido, que fomente la insumisión al actual modelo económico y de valores, es un peligro para el orden establecido. Será perseguida e insultada.

Por esto, mal cuando hablen bien de nosotros,  (Mt. 10,17-26). Mal cuando los poderosos de este mundo nos feliciten, nos reconozcan autoridad moral. Mal cuando la autoridad moral la concedan los responsables de este sistema de exclusión y de muerte ¿quién tiene "autoridad" para reconocer autoridad moral, el que mata o la víctima? Y no nos la dan los obreros, los marginados, las mujeres, los guerrilleros, los excluidos, los presos, los travestís, los alcohólicos, los enfermos de sida.

He ahí el principal condicionamiento de la Iglesia del siglo XXI. Apostemos por una: 

Iglesia de pobres y marginados como en la época de Jesús.

Iglesia, casa de acogida para los que no la tienen, la Casa de los pobres, 

Iglesia, Casa de Reconciliación, Casa de Solidaridad.

 

 

CONCLUSIÓN

 

Somos hijos e hijas de Dios, y hermanos y hermanas entre nosotros y de toda la humanidad. Reconozcamos sus pasos entre nosotros y a través nuestro y que con esto estamos construyendo el Reino. Podemos hacer nuestras aquellas palabras de Bonhoeffer cuando afirmaba desde la cárcel que la Iglesia solamente es Iglesia cuando existe para los otros.

Somos una comunidad habitada por el Espíritu. No pretendemos el poder, privilegios o concordatos. Nuestra fuerza no está en el poder, en el dinero, en el arte de gobernar o la sabiduría sino en la debilidad y en la capacidad de anunciar el futuro, que es su Reino. Esta es nuestra fuerza, nuestra utopía y nuestros instrumentos.

Y ensayemos hacer crecer la esperanza de aquel día, que ya se hace presente ahora, "cuando él destruirá toda clase de potencia, de autoridad y de poder y pondrá el Reino en manos de Dios, el Padre"(1 Cor. 15,24) Es el Reino de Paz, de Justicia y de Amor.

 

                                                                          Jaume Botey

 

 

En la corrección y las aportaciones a la ponencia han participado, Carles Ahumada, Lluís Caparrós, Rosa Casamartina, Mercè Chacón, Josep Farràs, Romà Fortuny, Sebastià Heredia, Pilar Malla, Pilar Massana, Eduardo Ocio, Josep Segalés, Josep Seguí, Teresa Vallvè.

 

 

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