DOCUMENTO 11

 

Otra Iglesia es posible.

Nuestro Credo

por Jaume Botey Vallès

(Documento de trabajo de las Jornadas Anuales de CPS - Barcelona 2.002)


Necesidad de un nuevo credo.
a. Los credos tradicionales de la Fe
b. El Concilio o nuevo punto de partida
c. La restauración
d. Los CPS



Aspectos a tener presentes al pensar nuestro Credo
1ª. Creemos en Dios
2ª. Jesús anuncia que este Dios es el Dios de los pobres
     a. Vemos a Dios a través de los pobres.

b.¿Quiénes son hoy los pobres entre nosotros?
     c. Del Dios mudo a la palabra hecha carne
     d. Con medios pobres
3ª. Otra Iglesia es posible
     a. Confianza en el futuro
     b. Otra Iglesia es posible

Propuesta para el Encuentro del otoño 2002
Cuestionario. Otra Iglesia es posible


NECESIDAD DE UN NUEVO CREDO

a. Los credos tradicionales de la Fe.
Durante siglos la Teología ha estudiado Dios, la Trinidad, la naturaleza de
Jesús, la metafísica de la creación, etc. El cristianismo tuvo desde sus
inicios y ante posibles desviaciones, una gran preocupación por definir
filosóficamente los objetos principales de la Fe. Lógicamente esto se hizo
utilizando las categorías filosóficas del mundo de entonces, es decir, las
grandes construcciones de Grecia y de Roma.  Por otra parte éstas han sido
la cuna de nuestra cultura occidental. Hasta el punto que la mayor parte de
nuestras palabras tienen su origen en el griego o en el latín y la mayor
parte de los grandes conceptos de nuestra vida cotidiana y religiosa
-materia, espíritu, alma, muerte, carne, gracia, pecado, sacrificio,
persona, naturaleza, ley, Dios, omnipotencia, organización familiar, poder,
ascetismo, castigo, etc.- proceden también de allí. El pensamiento de
Platón y de Aristóteles fueron un gran molde para verter en él el mensaje
que nos trajo Jesús de Nazaret acerca de una nueva relación de Dios con la
persona humana y de la persona con Dios. Asimismo la estructura territorial
del Imperio Romano y su manera de ejercer el poder sirvieron de molde para
forjar el modelo organizativo y de poder de la nueva Iglesia.

Verter el mensaje de Jesús en aquellos moldes comportó muchas ventajas. La
solidez de aquellas construcciones ha permitido al cristianismo perdurar
durante tanto tiempo y superar posibles desviaciones en la manera de
entender a Dios y lo sagrado. Pero también muchos inconvenientes. El más
importante ha sido la identificación del cristianismo con una única
cultura, la occidental o, a la inversa, la dificultad del cristianismo,
que es mensaje universal de amor, para que comprendiera y se adaptara a
otras culturas.

Los dos "Credos", el popular y el de Nicea, que desde hace dos mil años
recitamos como síntesis de nuestra Fe son un claro ejemplo de ello. Hay
que leerlos con el debido respeto porque estos símbolos han configurado en
su Fe a miles y miles de creyentes. Pero a la vez hay que leerlos
observando en ellos la filosofía y la terminología de la época.

Creo en Dios,
Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
 nació de Santa María la Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia católica,
la comunión de los santos, el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.


Creo en un solo Dios
Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible,
Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios,
 nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros los hombres
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado
y resucitó al tercer día según las Escrituras,
y subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y a muertos
y su Reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.

En ellos se habla de Dios desde el mismo concepto de Dios y de allí se
derivan todos los conceptos que la filosofía atribuye a Dios: omnipotente,
todopoderoso, sabio, creador etc.  A este Dios Jesús nos lo mostró como
Padre, pero ha conservado a lo largo de todo el cristianismo los atributos
filosóficos del Dios-poder, del Dios-que-lo-sabe-todo, del Dios-autoridad.
Sobre este modelo del Dios-allá-arriba se construyó el modelo de Iglesia y
la teología de la Iglesia, y de liturgia y de sacramentos y de
evangelización y de moral. Y se interpretó la escritura de manera que
justificara este modelo.

Casi no hemos tenido otra interpretación de la escritura que la que mejor
se adaptaba al molde greco-romano. Por eso hemos comprendido con tanta
facilidad conceptos como individuo, persona, pecado, carne, salvación
individual etc. que están en el substrato de nuestra cultura y nos ha sido
tan difícil comprender, por ejemplo, el pensamiento simbólico, tan

arraigado en otras culturas, y que hubiera facilitado otra teología, o el
diálogo real, la horizontalidad, la participación, o el pecado como daño a
la comunidad etc.

Y así para la construcción de la Iglesia sirvió mucho la estuctura
piramidal del Imperio Romano, pero con ello se acentuaron el verticalismo,
el autoritarismo o la infalibilidad más como recurso de poder que de
comunión. Se acentuó el carácter sacro y separado de algunos ministerios y
ritos, pero en ello había el riesgo de acentuar el carácter mágico, cuasi
automático, mecánico de la liturgia y los sacramentos. De manera parecida
la moral se ha construido a partir de los conceptos de la filosofía
clásica, muy cercana a la moral que la humanidad ha ido construyendo a lo
largo de los siglos y que en parte hoy queda plasmada en los códigos de
Derechos Humanos, pero a la vez alejada de los criterios fundamentales de
la moral evangélica.

b. El Concilio o el nuevo punto de partida para hablar de Dios
Pero el Vaticano II significó una verdadera revolución. No tanto por el
contenido de sus grandes declaraciones, que también, sino por el método
escogido. Por primera vez en dos mil años la comunidad de creyentes en
Jesús se pregunta ¿desde donde podemos o debemos conocer a Dios?

Y la respuesta fué:
- desde la misma historia, como un continuado proceso de su encarnación en
la humanidad,
- desde las personas pobres, como sacramentos o señal de Dios
- desde un mundo definitivamente laico y adulto, pero construyendo el Reino.
- desde el ecumenismo o la vivencia que las diferentes confesiones
religiosas no son sino diferentes caras con las que se presenta el mismo
Dios ante hombres y mujeres, y por tanto la vivencia de la Fe en el único
Dios como lugar de encuentro de los creyentes.

Copérnico cambió la visión que hasta entonces se tenía del sistema solar y
de la relación Tierra-Sol. A ello se le llama revolución copernicana. Ya
nunca más hemos vuelto a tener la visión anterior. El Vaticano II ha
significado una revolución copernicana en Teología. Ya nunca más
volveremos a tener la visión anterior.

Por primera vez en dos mil años en lugar de una teología de arriba a
abajo, deductiva, a partir de los grandes principios, se cambió la
perspectiva, se construyó una teología de abajo a arriba, a partir de las
realidades terrestres, observando la historia y las semillas de Dios en
ella.

La historia, el pobre y el mundo se convierten en "lugares teológicos" en
los que se manifiesta el amor de Dios. En lugar de distinguir entre
Historia profana e historia de salvación se nos enseñó a ver la historia,
toda ella, como una única historia de salvación y a leer en positivo los
signos de los tiempos como procesos  de la encarnación de Dios en ella. En
lugar de ver en el pobre el simple objeto de caridad al que habría que
ayudar, el pobre se convierte en señal o sacramento de Dios. En lugar de
pretender moldear la realidad a partir de una supuesta Fe-Verdad eterna
que poseyéramos en exclusiva, se nos enseñó a participar en este mundo en
igualdad de condiciones a los demás hombres y muj3eres.

De aquél gran acontecimiento vino después la llamada Teología de la
Liberación, de la que bebimos y nos alimentamos. Los grandes documentos de
Medellín y Puebla repetían que a Dios, tanto como en el templo, se le
descubre en la historia, entre la gente. Nos dicen que el trabajo pastoral
significa lucha fundamental contra el pecado y contra las raíces del
pecado (mentira, encubrimiento, egoísmo) y que esto tiene una dimensión
individual y una dimensión estructural. Que el hambre, la emigración
necesaria, el aumento indebido de los precios, la pérdida de valor de las
cosechas etc. es el resultado de las estructuras de pecado contra las que
debe dirigirse, también, la acción pastoral. Y bajo esta orientación
nacieron multitud de grupos en todo el mundo con una nueva forma de vivir
la Fe y su encarnación en el mundo. Reinventaron su credo y explicaban su
imagen de Dios cuando cantaban en la Misa campesina

Vos sos el Dios de los pobres, el Dios humano y sencillo
el Dios que suda en la calle, el Dios de rostro curtido.
Por eso es que te hablo yo así como habla mi pueblo
porque sos el Dios obrero, el Cristo trabajador.

Vos vas de la mano con mi gente, luchás en el campo y la ciudad
Haces fila allá en el campamento para que te paguen tu jornal
Vos comés raspado allá en el parque con Eusebio, Pancho y Juan José
y hasta protestás por el cirope cuando no te le echan mucha miel.

Yo te he visto en una pulpería, instalado en un caramanchel,
te he visto vendiendo lotería sin que te avergüence ese papel
Yo te he visto en las gasolineras chequeando las llantas de un camión
y hasta patroleando carreteras con guantes de cuero y overol.

Sobran los comentarios al texto. Aunque no hay la precisión de la
filosofía occidental de los antiguos credos, detrás de este leguaje
poético se esconde una impresionante densidad teológica. Se cree en un
Dios hermano, próximo, encarnado en los acontecimientos.

Creo, Señor, firmemente
que de tu pródiga mente todo este mundo nació
que de tu mano de artista, de pintor primitivista
la belleza floreció:
las estrellas y la luna, las casitas, las lagunas,
los barquitos navegando sobre el río rumbo al mar
los inmensos cafetales, los blancos algodonales
y los bosques mutilados por el hacha criminal.

Creo en Vos,
arquitecto, ingeniero, artesano carpintero, albañil y armador
Creo en Vos,
constructor del pensamiento, de la música y el viento, de la paz y del amor

Yo creo en vos, Cristo obrero,
luz de luz y verdadero unigénito de Dios
que para salvar al mundo
en el vientre humilde y puro de María se encarnó
Creo que fuiste golpeado, con escarnio torturaco,
en la cruz martirizado siendo Pilato pretor
el romano imperialista puñetero y desalmado
que lavándose las manos quiso borrar el error.

Yo creo en vos, compañero,
Cristo humano, Cristo obrero, de la muerte vencedor
con tu sacrificio inmenso
engendraste al hombre nuevo para la liberación.
Vos estás resucitado en cada brazo que se alza
para defender al pueblo del dominio explotador
porque estas vivo en el rancho, en la fábrica, en la escuela
creo en tu lucha sin tregua, creo en tu resurrección.


c. La restauración
Pero todo aquello fue mal visto y prohibido. Porque el proyecto de Juan
Pablo II iba exactamente en dirección contraria. No ha sido una simple
involución sino que ha intentado una gran restauración con todos los
elementos de contrarreforma. Se llamó "la nueva evangelización" y ha
supuesto una gran ofensiva en lo político, lo moral, lo institucional y
por tanto en lo doctrinal contra todo lo que salía de abajo como
experiencia de Fe de los de abajo. Lo ocurrido en Argentina o Chile dando
soporte a las dictaduras y disculpando los asesinatos o lo ocurrido en
Nicaragua y El Salvador, condenando los intentos de revolución de los
pueblos pobres y desautorizando a personas con autoridad entre las
comunidades como Monseñor Oscar Romero o premiando con el cardenalato a
reaccionarios y corruptos como Monseñor Obando de Nicaragua, no son sólo
ejemplos de actuación política a favor de los ricos sino de un determinado
modelo doctrinal, de una determinada teología, de una determinada imagen
de Dios, de una determinada pastoral: la conciencia que se evangeliza
desde el poder, sea como sea que éste se ejerza, mientras se autodenomine
cristiano. Y ello independientemente que Juan Pablo II tuviera mensajes
socialmente avanzados. Se tratada de la teología o política de arriba
abajo, del intento de recristianizar el mundo y en primer lugar Europa,
bajo la autoridad de Dios.

Ello significaba un proyecto político de largo alcance que exigía la
desaparición del comunismo ateo y volver a poner a la Iglesia en un sitio
de privilegio entre las potencias de este mundo. Era necesaria la
recristianización de la moral en un mundo laico y progresivamente autónomo
de los criterios de la Iglesia. Por ello el pecado volvía a ser la pieza
angular del discurso moral católico. Y era necesaria una reforma
institucional que acabara de una vez con tanto relajo interno y tanta
contestación a la Jerarquía. Debía quedar claro que aunque el concilio
dice que la Iglesia es un pueblo, no es una democracia.

Para una operación de esta envergadura había que empezar por restaurar la
imagen de Dios. Debía volverse  a su imagen preconciliar y a la teología
preconciliar de definiciones y conceptos. Y apareció el Dios autoritario e
intransigente, el Dios de barbas y ceño fruncido, el Dios de
arriba-a-abajo y el Dios del pecado. El monopolio de la salvación que
pretende poseer la Jerarquía en exclusiva es incompatible con la imagen de
un Dios despojado de autoritarismos, al alcance de todos, del Dios que
suda en la calle, el Dios de rotro curtido. De un Dios que se le descubre
a través de los signos de los tiempos que protagonizan personas no
cristianas, de un Dios que se le descubre en la pobreza, o con el concepto
de Iglesia como pueblo que camina junto a otros pueblos hacia el Reino de
Dios, o  una liturgia excesivamente participada en la que no queden bien
definidos los ministerios, la autoridad, la distancia entre lo sacro y lo
laico.

Es lógico que se prohibiera aquella la misa campesina del Dios cercano.
Abundaron sanciones y de nuevo condenas a los teólogos discrepantes.

Se condenó la Teología de la Liberación, se trasladaron obispos, se reforzó
el poder central de la curia romana, desaparecieron las comunidades de
base. Se hizo una relectura estricta del Concilio y de los documentos de
Medellín y Puebla. Se ha pretendido definir con exactitud la frontera
moral entre lo bueno y lo malo.

No es necesario llegar al agotamiento físico del actual pontificado para
poder hablar ya del estrepitoso fracaso de este intento restauracionista
de la cristiandad medieval. Juan Pablo II creyó que saciando de respuestas
y catecismos a los ciudadanos conseguiría el respeto hacia la autoridad
moral de la Iglesia y ha ocurrido exactamente al revés. Creyó que la gente
pide recetas concretas para ganar la vida eterna, que se trataba de
definir con exactitud el credo y de poner precio a la salvación. Pero
parece que nunca como ahora la gente ha estado tan poco interesada por las
recetas de la Iglesia, el impacto evangelizador de los viajes papales es
tan efímero como todo lo mediático, y aun en la Europa oficialmente
católica nunca como ahora los pueblos han operado tan al margen de las
exigencias eclesiásticas. Ante los ojos de la mayoría la Iglesia vive en
un mundo de condenas y alejada de sus preocupaciones y los grandes
proyectos de transformación colectiva hacia un mundo más justo, incluso
los de talante ecuménico, se desarrollan al margen de ella.

Pero la "revolución copernicana" que supuso el Concilio fue de verdadero
calado. Ya nunca más será posible volver a la Teología anterior. El actual
involucionismo de la Iglesia, lo mismo que el actual momento conservador
en política y economía, debe verse como un hecho circunstacial.


d. Los CPS
A lo largo de nuestros más de veinticinco años hemos mantenido la Fe en
Jesucristo y la fidelidad a los pobres como una única e indisoluble
realidad. Fundados en esta doble fidelidad trabajamos por la libertad de
pensamiento en la Iglesia y en la Sociedad. Las Ciencias Sociales, y en
especial el marxismo, nos enseñaron las causas estructurales de la lucha
de clases. Perseguíamos sobre todo una conversión ideológica y cultural.
En la práctica  participamos en las organizaciones de clase. Sabíamos que
con ello participabamos en la lucha por la justicia. Hemos intentado
trabajar por el cambio en la Iglesia desde la fidelidad al Concilio
Vaticano II. Y empezamos a vislumbrar un nuevo Dios, un Dios encarnado en
la historia como nos enseñaba en aquellos mismos años la Teología de la
Liberación. Nos hemos hecho amigos de los que sufren pobreza enfermedad o
cárcel y les hemos acompañado hasta donde hemos podido. Podríamos decir
que esta es nuestra hoja de servicios, nuestro itinerario colectivo.
Sabemos perfectamente cuál ha sido el Credo que ha dado sentido a nuestra
vida.

Nos sentimos con el deseo de hacer balance de esta riqueza para adaptarla
a los nuevos tiempos. Esto nos servirá para profundizar nuestra Fe y para
tomar  conciencia de lo que ha sido esencial y lo que ha sido accesorio en
este mundo en cambio.

Hemos aprendido la importancia que tanto en la Iglesia como en la sociedad
tiene el debate ideológico, pero al mismo tiempo hemos aprendido el valor
relativo de las ideologías si no van acompañadas de la práctica. Cuando la
ideología se convierte en dogma y no es vivificada por la práctica al poco
tiempo se cae. Lo hemos experimentado dolorosamente en lo político con la
crisis del pensamiento de izquierda y de las realizaciones de los paises
que fueron socialistas,  como en lo eclesiástico con la actual crisis del
pensamiento de Fe y de la misma institución de la Iglesia.

Consideramos pues necesario un esfuerzo para revitalizar nuestra Fe. Y
preguntarnos con sinceridad y humildad que características hemos ido
atribuyendo a este Dios, en quien hemos confiado tanto.


ASPECTOS A TENER PRESENTES AL PENSAR NUESTRO CREDO

1ª. Afirmación: Creemos en Dios

Nadie sabría decir porqué cree en Dios. Se puede describir cómo hemos
llegado a tener Fe, qué influencia tuvo en nosotros y nosotras la
educación, nuestra familia, el ambiente, los amigos, una circunstancia,
una desgracia o una enfermedad, una lectura, el testimonio de admiración
hacia algunos creyentes etc. Pero no es posible decir porqué creemos.
Porque las razones fundamentales que guían nuestra conducta, los valores
que aceptamos como importantes, las predilecciones afectivas etc. no se
explican sólo con razones de la cabeza. Nuestra vida personal se construye
a través de un misterioso diálogo con la realidad y con nosotros mismos y
en este itinerario tienen mucho que ver en ello las inexplicables razones
del corazón.

Sin embargo tenemos la certeza de nuestra confianza en Dios. Se trata de
una certeza sencilla. La vivimos individualmente pero la ponemos en común
y la celebramos en comunidad. No viene de la razón ni sólo del
sentimiento. Para cada uno de nosotros quizá viene de lejos y también de
algo profundo. Cerramos los ojos y hacia nuestro interior vemos que es
así. Los abrimos hacia lo que nos rodea y vemos que también es así. No
sabemos nada del más allá. Sólo sabemos que Dios nos ama y descubrimos los
rasgos de Dios en el amor, en la belleza, en la naturaleza, en los demás.
Sabemos que ama a todos por igual, pero a nosotros nos lo ha dado a
conocer y yo hemos podido responderle dándole las gracias. Probablemente
esto es la Fe.

Fue El quien empezó primero a amarnos, no nosotros. No he sido yo quien le
escogido sino que Él me ha escogido a mi. El Santo, el Grande, el de
siempre, pero también el próximo, el cercano.
Me ama tal como soy. Y sé que aunque yo le niegue Él no me negará. Pero yo

debo cuidar, alimentar y hacer crecer este Amor que Él me ha tenido.

Lo miro en mi interior y en lo que me rodea y sólo puedo responder
"Gracias". Quizá esto tenga algo que ver con el enamoramiento. Y el
enamoramiento no tiene algo que ver con la contemplación?


2ª. Afirmación: Jesús anuncia que este Dios es el Dios de los pobres

a. Vemos a Dios a través de los pobres
A Dios nadie le ha visto. La única posibilidad que tenemos para conocer a
Dios es Dios mismo. Y esto lo ha hecho en Jesucristo. En Jesús Dios se
hizo pobre, gusano de los hombres y rechazado de todos. Fue insultado y
finalmente vencido por toda clase de poderes, los civiles, los religiosos,
los políticos, los económicos. No fue cura, ni escriba, ni diácono, ni
erudito, ni de dinero. Fue sencillamente un hombre pobre del pueblo que
hablaba de Dios como Padre y que por ello fue ajusticiado. Por eso Dios lo

exaltó y le dio un rango que está por encima de todo otro rango (Flp.2).
Desde entonces sus seguidores sabemos que somos seguidores de un
ajusticiado. Desde entonces, desde Jesús, el único signo, sacramento, de
Dios, es el pobre histórico. Fuera del pobre no hay salvación.

¿Dónde está Dios, hoy? ¿Es posible que Dios sea pobre? ¿Es posible que
Dios sufra? ¿Es posible que Dios sea humilde? ¿Es posible que Dios esté
enfermo? Quizá ésta sea la paradoja central de nuestra Fe, y la más
difícil de entender. Porque resulta racionalmente imposible de aceptar que
el Dios-todopoderoso sea el Dios-pobre, que el Dios-sabio sea el
Dios-humilde, que el Dios-creador sea el Dios-enfermo. Es difícil además
porque esta imagen de este Dios-omnipotente que contempla el sufrimiento
del mundo, subsiste en lo profundo del inconsciente de los creyentes (y
por eso hay que rezarle para que se compadezca!).

¿Dónde está Dios? Se trata de la pregunta fundamental que dirigimos a Dios
desde Job acerca del mal, del sufrimiento y de la opresión. Fue la
pregunta de Simone Weil para descifrar el silencio de Dios en el mundo, de
la elemental pregunta del porqué tanto horror, o de aquello tan difícil de

responder acerca del porqué Auschwiz y si Dios estuvo allí presente y cómo
estuvo presente. Y después de experimentar lo insondable y el misterio
continuar preguntándonos por los Auschwitz de hoy día, menos
espectaculares pero más eficaces: las 100.000 muertes diarias de hambre,
los 1.500 millones de seres humanos que viven con menos de un dólar al
día, el millón y medio de muertes en Irak por el bloqueo, el porqué de la
agonía del continente africano con el hambre, las guerras y el sida etc.

Pues a esta tan básica pregunta ¿dónde está Dios? Jesús respondió "en la
cruz". La cruz da cuenta del mal en el mundo y a la vez es la señal que de
ella Dios hará brotar la vida y la resurrección. Del sufrimiento saldrá la
vida, de la pobreza saldrá la salvación. Dios ama a todos, pero con
declarada predilección a los pobres, a los débiles, las víctimas, los
últimos, los que no son nada, escándalo de la sabiduría y del poder, a los
crucificados. En ocasiones nos hemos creído que era desde el poder que
Dios salva el mundo. Pero ante este Jesús vencido en la cruz y resucitado
vemos que es desde la debilidad y el sufrimiento. Desde la cruz sabemos
que de manera preferente Dios está en Auschwitz, en los 100.000 muertos
diarios de hambre, en los 1500 millones que viven con menos de un dólar al
día, en los hospitales de Irak.

Por eso los pobres son nuestros maestros y catequistas. "Los pobres nos
evangelizan", hemos dicho a menudo. No porque por el hecho de ser pobres
sean ya buenos, sino porque por el hecho de serlo son señal, sacramento de
Dios. Se trata de escuchar, de ver lo bueno que hay en estas vidas de
sufrimiento y en ellas ver o entender dónde están las huellas de Dios que
también sufre en ellas. Y es curioso cómo nuestra teología occidental ha
dado mayor relevancia a los textos bíblicos que hablan del sacramento de
Dios en cosas materiales, p.ej. pan y vino, que a tantos textos que nos
hablan del pobre como sacramento de Dios.

b. ¿Quiénes son hoy los pobres entre nosotros?
Y entre nosotros, en la ciudad, en nuestro medio ambiente relativamente
acomodado ¿de quienes estamos hablando? ¿cómo nos acercamos a estas
personas? ¿qué Dios está presente en ellas? ¿cómo se construye el Reino?
Porque la pobreza en abstracto no existe, existen los pobres. Con la
abstracción corremos el riesgo de despersonalizar los hechos o de huir de
responsabilidades. De atribuir el pecado de la desigualdad a causas
alejadas o no controlables como si se tratara de un mal tiempo o de una
tormenta. La pobreza es un fenómeno humano que tiene causas y
responsabilidades perfectamente delimitadas. Y por lo tanto, cuando
hablamos de personas pobres hablamos de pobres a secas, de los pobres de
carne y hueso, de los pobres-pobres que con sus enfermedades -alcoholismo,
violencia doméstica, prostitución etc.- ponen en evidencia la otra cara de
la moneda, el cinismo del mundo y la España "que va bien". Se trata de la
nueva pobreza en el mal llamado mundo desarrollado, dura y desagradable,
asociada a fenómenos de violencia y tensión, que, simplemente,  pide lo
mínimo para sobrevivir, que sufre todos los agravios y comparaciones
ofensivas de nuestra sociedad opulenta.

Ésta, la más cercana, a menudo ignorada y por eso más pobre, deshecho o
subproducto del consumo de los otros, la más humillante y humillada. Se
trata de la pobreza de los abandonados a su suerte: la del que perdió el
trabajo y después la vivienda, duerme en cartones en los soportales o
cajeros y ahuyenta el frío bebiendo más de la cuenta; la del anciano o
anciana que lo dieron todo para sus hijos y viven ahora en una
escalofriante soledad, enfermos, casi sin pensión y en un quinto piso sin
ascensor; la del joven o la chica enganchados y con anticuerpos, cuya
familia o amigos y amigas no quieren saber ya nada de ellos; la de aquél
al que, por sus solemnes borracheras de pobre, le quitaron lo único que
daba sentido a su vida, sus hijos; la del inmigrado o immigrada que
huyeron del hambre, se jugaron la vida en la patera y pronto seran
detenidos por carecer de papeles; la del que empezó siendo parado, sigue
un casi inevitable proceso de degradación personal y termina en el alcohol
o la cárcel; la del que canta o pide limosna en el metro y tiene la
sensación que todos creen que está engañando; la del que no puede ni
siquiera vender la farola, la revista de los pobres; la del saltimbanqui
al que ni con el duro oficio de estatua-humana le salen las cuentas porque
tiene poco arte y porque hasta para el disfraz es necesario dinero; la del
que acabó enfermo mental sin horario y sin control que, siempre
inoportuno, llama a tu puerta o al teléfono a cualquier hora del día o de

la noche exigiendo una ayuda imposible; la del gitano, que siente el peso
de racismo en la sociedad paya, perdió su oficio de tratante y la
posibilidad de transmitir a sus hijos su cultura y su identidad; la de la
que fue prostituta por necesidad y ahora no atrae ya a nadie con que poder
comprar su pan de cada día; la cada vez más frecuente pobreza del
pobre-bien-vestido -porque la pobreza tiene muchos escalones-, que detrás
de su corbata y traje raído disimula sus deudas y su resistencia a entrar
en el túnel oscuro que prevé como inevitable. Y ésta pobreza crece, no
sólo la relativa mas o menos disimulable, sino la verdadera, la del
hambre. Tanto a nivel mundial como en nuestro propio país. Así lo afirman
los estudios de Cáritas. Pero se esconde. Molesta la mendicidad y la misma
estética de la mendicidad porque no deja tranquila a nuestra conciencia.

Se trata de la creciente masa de dolor que nos rodea. Deshechos humanos
que este mundo competitivo produce y tira hacia la desesperación. Muchos y
muchas no aguantaron. La sociedad del usar y tirar, usa y tira con la
misma facilidad las personas que las cosas. Y ahora, excluidos ya de la
sociedad, sufren el estigma que la propia sociedad bienpensante, para
salvaguardar su conciencia, genera contra ellos y ellas: ladrones, beben,
van sucios, duermen en la calle, son agresivos. La crueldad contra los
pobres es infinita.

Pero también es pobre el que hizo suya la causa de los pobres y por ello
mismo ha ido perdiendo poder y credibilidad social; el que permanentemente
vive bajo el terror o la amenaza terrorista por haber defendido la paz; el
objetor de conciencia que aceptó años de cárcel en su lucha contra la
carrera de armamentos; el funcionario del FMI que, como topo del sistema,
pone a disposición de los pobres información privilegiada para que puedan
defenderse; los grupos del Norte que luchan para que los medicamentos
contra el Sida puedan venderse a precio asequible entre los pobres de
África; los que denuncian el tráfico de niños y niñas para el trabajo o la
prostitución, organizan mecanismos de crédito barato; el que multiplica
sus horas y trabajo para dar voz a los de abajo etc. etc.



c. Del Dios mudo a la palabra hecha carne o la extensión del Reino
El Reino de Dios no tiene fronteras ni en el tiempo ni en el espacio. Se
trata de un tesoro escondido que de manera misteriosa crece y se
fortifica. Sus límites no son la Iglesia. Existía y crecía mucho antes que
la Iglesia existiera y vive y crece ahora donde la Iglesia no llega. Es
Reino de verdad de justicia de amor y de paz y se extiende donde este
trabajo por la verdad, justicia y la paz es verdadero. Se llama trabajo
educativo, social, político, económico. No crece tampoco según la cantidad
de oraciones que se hagan o de sacramentos que se reciban porque al final
de la vida no seremos juzgados por los rezos sino por las obras de amor
hacia los demás (Mt. 25). Por eso el Reino de Dios crece con la liberación

de todas las esclavitudes. En una bella imagen, Ellacuría hablaba de la
construcción del Reino como del esfuerzo por "bajar a los pobres de la
cruz".

El nuestro es ya un mundo definitivamente adulto y autónomo en relación
con Dios y también la humanidad entera, nosotros y nosotras mismos somos
definitivamente adultos y autónomos en relación a Dios. Por ello nuestro
trabajo por el Reino debe llevarse a cabo, según la expresión de
Bonhoeffer,  etsi deus non daretur, "aunque no existiera Dios". El Dios
que está con nosotros es el Dios que nos abandona, el Dios que nos deja en
este mundo para que trabajemos en él sin necesidad de Él mismo como

hipótesis de trabajo. Ante Dios y con Dios debemos trabajar sin Dios. Dios
se deja sacar del mundo para quedarse en la Cruz.
Trabajaremos  por la verdad, la justicia, el amor y la paz sin
protagonismos, en colaboración con otros que no piensan de la misma
manera, que quizá no creen en Dios y no ven en Jesús lo mismo que vemos
nosotros, incluso con algunos que luchan contra la Iglesia. Pero el Reino
de Dios no tiene fronteras y el creyente o la creyente no deben trabajar
por la Iglesia, sino por el Reino, lo mismo que Jesús.

El Reino de Dios crece cultivando la indignación, la rebeldía, la protesta
de la gente contra el pecado estructural y la opresión colectiva. Hay que
facilitar la organización, participar en el trabajo político y sindical,
defender los derechos de las personas. Se trata de ponerse junto a las
personas oprimidas y explotadas en este magno combate de la historia para
la liberación de todos, personas y colectivos que viven entre nosotros y
naciones pobres. Son muchos los signos de los tiempos que anuncian un gran
movimiento universal.

Pero no basta con la acción política, con luchar contra el mal situándose
fuera del mal, es necesario acompañar o estar con la víctima, estar cerca
de las personas que sufren, cumpliendo las obras de misericordia
atendiendo individualmente a cada uno de estos "sacramentos" de Dios que
pasan necesidad y viven tan cercanos a nosotros.


d. Con medios pobres
El dinero, los bancos, los títulos universitarios, el poder, los medios de
comunicación, las empresas, la publicidad costosa no sirven para
evangelizar. Para evangelizar sólo sirve, como había visto San Pablo
(1.Cor.2), el ejemplo humilde y callado, de acompañamiento o de servicio.

Sólo es posible evangelizar a ricos y a pobres con medios pobres. Y ello a
pesar de que en ocasiones los mismos pobres quieren ver el poder en Dios
para que desde el poder les salve de su desgracia, al Dios-fuerza para que
les salve de su debilidad, necesitan ver a Dios y a sus imágenes y las de
la Virgen y hasta el mismo crucifijo, envueltas en el oro y riquezas que
el pobre no tiene y quieren que la Iglesia esté cercana a las zonas de
poder creyendo que así les ayudará. Pero también quieren ver a Dios
cercano a su propio sufrimiento y en ello ven el amor de Dios como amor
creíble, humano y cercano.

Esta fue la función del cristiano en el mundo. Recordemos además aquella
instrucción de Jesús a los primeros enviados "En su camino curen a los
enfermos, resuciten los muertos, limpien los leprosos. Denlo gratuitamente
porque gratuitamente lo recibieron. No lleven ni oro ni plata ni cobre en
su cinto ni provisiones para el viaje ni alforjas para el camino ni dos
túnicas ni sandalias ni bastón ni más ropa que la que lleven puesta.."
(Mt.10,7)



3ª. Afirmación: Otra Iglesia es posible

Confianza en el futuro
Es cierto que las fuerzas del mal y del pecado estructural, la injusticia
y la violencia en el mundo, han crecido en los últimos años con una
rapidez que no preveíamos. Las recetas del neoliberalismo impuestas como
un dogma han dado origen a mucho dolor y muerte que se hubiera podido
evitar.

Sin embargo seguimos creyendo que a pesar de este momento, tan negativo,
hay también grandes motivos de esperanza. En primer lugar porque hay
buenas razones para confiar en el presente, en la fecundidad del trabajo,
de las ideas, de las personas, de los equipos. De la misma forma que se
han globalizado los medios de opresión se están globalizando asimismo las
resistencias y las propuestas.

Pero sobre todo porque nuestra Fe y Esperanza no se fundamentan en la
circunstancia social, política o de la Iglesia-Institución de cada
momento. Tenemos la obligación, siempre, de construir una circunstancia
social, política y de la Iglesia-Institución mejor que la presente, pero
nuestra esperanza va más allá de la circunstancia. No nos desvincula del
presente, no nos hace perder la visión de la importancia del trabajo
inmediato y concreto con la gente y con el deseo que el mundo cambie. Pero
nuestra esperanza en tanto que cristianos no viene sólo de la confianza en
nuestro trabajo. Nos viene del sentido de futuro. Es en definitiva un
mensaje de Utopía.

No se trata sólo de un mensaje de justicia, de ética o de moral fruto de
la razón, sino de un mensaje de Fe en el más allá, un mensaje de ruptura.
A menudo reducimos el mensaje de Fe a justicia, a razón o a "defensa de
los derechos humanos". Pero la Fe va mucho más allá, es anuncio de futuro.
Debemos hablar de las Bienaventuranzas, que son un escándalo para el mundo
presente y anunciar el mundo futuro. No nos asustan fracasos o derrotas a
corto plazo  porque sabemos que estamos en manos de Dios y que nuestra
obra es de Dios.


Otra Iglesia es posible
Iglesia sobre todo es comunidad de creyentes en Jesucristo. Significa
comunión, presencia del pobre, humildad, servicio, trabajar escondidamente
por el Reino, compartir las señales de Dios, igualdad.
Esta en parte ha sido la vida de nuestras comunidades y los valores que
hemos compartido en ellas: servicio, el recuerdo, el compartir ideas y
proyectos, la visión de la Fe desde la preferencia de Dios por los pobres,
la encarnación de Dios en la Historia.

En nuestras comunidades hemos experimentado que Otra Iglesia es posible.

Una de las más bonitas cosas que nos ha ocurrido durante estos años ha
sido los intercambios que hemos podido tener con personas y comunidades
del resto del mundo. Esto, impensable hace uno años, nos ha ayudado a
tener conciencia de Iglesia universal, nos ha enriquecido. Nos sentimos
hermanos y deudores suyos.

Junto a estas comunidades también hemos experimentado que Otra Iglesia es
posible.


Hubiéramos deseado que la Iglesia Universal hubiera cambiado en la línea
comenzada por el Concilio. No ha sido y no nos rendimos para intentarlo.
Con el respeto debido a la Institución seguiremos trabajando por ello
aunque de un tiempo a esta parte tampoco esto ocupa el centro de nuestras
preocupaciones o actividades. En verdad queremos una Iglesia pobre y al
servicio de los pobres, que de igual a igual colabore con todas las
personas de buena voluntad para una mayor justicia y redistribución de los
recursos, una Iglesia de servicio. Pero nuestra fundamental preocupación
de hoy es, como Jesús, la voluntad de construir y extender el Reino de
Dios.

   

 

Propuesta para el encuentro CPS, 26-27 octubre 2002
OTRA IGLESIA ES POSIBLE


Para el encuentro del próximo otoño, proponemos que todos los grupos y
personas individuales que cada año nos encontramos en los "encuentros"
hagamos un esfuerzo para poner en común dos cosas:

1- Que cada uno piense el Credo que ha dado sentido a nuestra vida.

Que escribamos nuestro Credo, que busquemos aquello esencial que como
Cristianos y Cristianas por el socialismo ha configurado nuestra Fe y la
vivencia de nuestra Fe y los elementos esenciales que han configurado
nuestro compromiso con los pobres y la vivencia de este compromiso.

2- Que lo hagamos conjuntamente con otros grupos. A lo largo de estos casi
treinta años hemos compartido ambas cosas Fe y compromiso con los pobres
con otros grupos y personas no-CPS pero que, igual que nosotros, se
encuentran en los márgenes de la Institución. Se trataría de compartir con
ellos las razones comunes o diferentes de nuestra Fe y compromiso.

Quisiéramos poner en común que otra Iglesia es posible. No en un futuro
que quizá vemos cada día como más lejano, sino la que hemos vivido y
construido como iglesias vivas de base. No se trata de soñar otra iglesia
posible
, sino de celebrar que esta otra Iglesia ya existe, la hemos hecho.
Que damos gracias a Dios porque nuestra experiencia es ya la de esta otra
Iglesia
y que por lo tanto es posible. Es la Iglesia de los y las de
abajo.  Celebramos que formamos parte de una gran corriente subterránea
que quiere vivir la Fe desde la que creemos una lectura muy pegada al
evangelio, la del Jesús de los pobres.

Proponemos pues que en este encuentro pongamos en común Teología y
espiritualidad. Tenemos mucho que decirnos y comunicarnos. Lo que como
comunidades hemos ido acumulando y escribiendo con nuestras vidas. Hemos
escrito teología y espiritualidad, pero sobre todo la hemos hecho con
nuestras vidas.

Por ejemplo, nos hemos acostumbrado a leer los acontecimientos de la vida
y de la historia, la marginación de las mayorías, el conflicto social y
los hechos de la misma Iglesia con los ojos de los de abajo y nos sentimos
extraños en este mundo del dinero abundante, del éxito fácil, de la
democracia reducida a elecciones, de una Iglesia preocupada por disponer
de más poder.

Procuraremos que sea un encuentro de Testimonios de vida y esperanza.
Creemos que es importante decirnos cómo hemos vivido esta doble fidelidad.
En qué Dios hemos ido creyendo, en qué Jesús, en qué comunidad. Con qué
dificultades hemos tropezado y cómo pudimos -o no- superarlas. Porque
cuando hoy seguimos diciendo que Otro mundo y otra Iglesia son posibles -a
pesar de que los acontecimientos parece que nos digan que este sueño se
aleja- debemos preguntarnos dónde fundamentamos esta esperanza, en qué y
porqué.

 

CUESTIONARIO
Se ha hecho posible otra Iglesia. ¿Cómo la hemos hecho posible?



1.- En qué Dios creemos.- Quizá hemos hablado mucho de Dios como
ser-supremo y demasiado poco de la imagen de Dios en la historia y en la
persona humana, del Dios de la debilidad o del Dios de los pobres.
Demasiado poco del tremendo juicio de Dios sobre los poderes de este mundo
que aplastan, del Dios que pone al último en primer lugar y convierte al
pobre en el referente principal de su amor.
¿En qué Dios estamos creyendo?
¿Cuál es nuestro Dios?

2.- En qué Jesús creemos.- Hemos proclamado muchas veces que el mensaje de
Jesús es la salvación de los pobres. Más todavía, que la salvación del
mundo vendrá de los pobres. Porque creemos que la salvación nos ha venido
a través de Jesús crucificado, y no de las autoridades, de la sabiduría,
del dinero o del poder.
¿Qué significa en la práctica para nosotros y nosotras que la salvación
viene de la cruz y no del poder?
¿Cuál es el pobre en el que estamos pensando?

3.- En qué salvación y cómo entendemos el compromiso.- No se trata sólo de
un mensaje de justicia, de ética o de moral fruto de la razón, sino de un
mensaje de Fe en el más allá, de un mensaje de ruptura, escatológico. A
menudo reducimos el mensaje de Fe a justicia, a razón o a "tratado de
Derechos Humanos". La salvación no vendrá del diálogo con este presente
injusto sino con la ruptura. Quizá hablamos demasiado de Doctrina Social
de la Iglesia y poco de las Bienaventuranzas, que son un escándalo.
¿De qué salvación se trata?
¿Cómo traducimos en nuestra práctica social y política el escándalo de las
Bienaventuranzas?

4.- En qué Reino de Dios y en qué Iglesia creemos.- Nos hemos preocupado
en construir el Reino de Dios. Y lo hemos hecho diluidos en medio del
mundo, donde este Reino crece y se extiende, sin privilegios. También nos
hemos preocupado de la Iglesia-Institución, porque por ella hemos nacido
en la Fe y porque también forma parte del mundo. Pero sabemos que lo
importante es el Reino. La Iglesia es un instrumento, como tantos otros.
¿Qué es para nosotros Reino de Dios?
¿Nos hemos preocupado demasiado o demasiado poco de la Institución:
sacramentos, cumplimiento dominical, luchas en su interior, esfuerzos por
cambiarla etc.?
¿Cómo vivimos la confrontación con ella:
-a. en lo político     -b. en lo económico y social    -c. en lo litúrgico
-d. en lo ecuménico,  etc.?

5.- Cómo vivimos el futuro.- A pesar del momento presente, tan negativo,
no hay motivos de desesperanza. Ha habido momentos peores y bien cercanos.
Nuestra Fe y Esperanza no se fundamentan en la circunstancia social,
política o de la Iglesia-institución de cada momento. Pero tenemos la
obligación, siempre, de construir una circunstancia social, política y de
la Iglesia-institución mejor que la presente. Hoy los datos apuntan hacia
el fortalecimiento de los movimientos alternativos, a la necesidad de
construir redes, al crecimiento de la conciencia mundial etc.
¿Cómo participamos de estos movimientos? ¿Cómo vemos en ellos la huella
creciente del Reino de Dios, y por lo tanto se convierten en fundamento de
nuestra esperanza?
¿Qué señales directas o indirectas del Reino de Dios somos capaces de
leer, por ejemplo,
en las consecuencias del 11 de septiembre
en el fenómeno de la inmigración
en el modelo egoísta de Europa que se está construyendo
en el agotamiento físico del actual pontificado e imposición del modelo
Opus de evangelización
etc. etc. y cómo podemos incidir en ellas?


                                                                                               Jaume Botey - CPS Catalunya

 

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