Algunas reflexiones sobre los resultados de marzo 2.000

Mayo 2.000
                    
                     




Mal resultado para la clase trabajadora y para los pobres.

        El resultado de las pasadas elecciones generales del 12 de marzo, con la victoria del PP por mayoría absoluta, creemos que es el peor resultado posible para los trabajadores y trabajadoras, que son la mayor parte de los ciudadanos. Para los que votaron a la izquierda y perdieron, como para aquellos que prefirieron abstenerse por falta de confianza en los partidos. Incluso para los que votaron a la derecha, imaginando que la actual coyuntura de bonanza económica se debe a la gestión del PP.

        La derecha se afianza en el poder y desde él se extiende su influencia sobre todos los ámbitos de la sociedad: la inmigración, la sanidad, la educación, el trabajo precario... La economía le ayuda ahora. Pero, cuando la actual fase expansiva del ciclo económico deje paso a una fase recesiva, entonces cada uno de nosotros tomará la medida exacta del recorte de derechos sociales, de la liquidación de recursos públicos y del debilitamiento del movimiento obrero que está llevando a cabo metódicamente la derecha.

        A partir de ahora, en España, las clases populares van a tenerlo más difícil, especialmente los más pobres y los excluidos. Y no sólo en España, sino también en todos aquellos lugares de este nuestro planeta globalizado, llámese Tercer o Cuarto mundo.

        Desde la perspectiva de las clases populares, desde la opción por los pobres y excluidos y desde la Fe en Jesucristo, es la plataforma desde donde CPS hacemos esta reflexión. Es la perspectiva que nos corresponde.

 

Causas remotas

        Las fuerzas de la izquierda han perdido más de tres millones de votos y en muchos barrios obreros se votó masivamente al PP. Se trata por lo tanto de un hecho de gran calado cultural, que va más allá de los resultados en unas elecciones. Antes del fracaso electoral ya había un cierto substrato de derrota.

  1. Partimos del hecho de una derrota generalizada de la izquierda a nivel mundial o, lo que es lo mismo, se trata de la victoria de la derecha, del bloque capitalista. El nombre de esta victoria es neoliberalismo, globalización o pensamiento único. La izquierda reconoce el fracaso de sus antiguos modelos (socialismo y socialdemocracia) pero no acaba de tender puentes entre las preocupaciones inmediatas y vitales del pueblo trabajador de nuestros días, y un nuevo proyecto de transformación social. Se trata de diseñar un proyecto nuevo porque estamos en un mundo nuevo y está claro lo que debe desaparecer pero no está claro lo que vendrá a substituirlo. El proceso será largo y difícil. Nos equivocaríamos, por tanto, si achacáramos esta derrota únicamente a causas subjetivas, o al protagonismo de los dirigentes, o las crisis y divisiones de la izquierda, porque por lamentables que sean, hoy por hoy, estos conflictos son lógicos.

  2. La victoria de la derecha ha significado el afianzamiento económico, político, cultural y militar del único bloque resultante, y esta victoria ha ido alimentándose con los superbeneficios que realizan las multinacionales en el proceso de globalización (privatizaciones, saqueo de los países del Tercer Mundo, reformas laborales, concentración escandalosa de capitales, etc...). Los enormes beneficios de la globalización han permitido que los graves recortes de los derechos de los trabajadores pasen con relativa suavidad y levanten poca resistencia.

  3. En consecuencia, los valores que hoy impregnan nuestra sociedad son los del "sálvese quien pueda": competitividad, individualismo, exaltación de la libertad, la responsabilidad individual y no colectiva, hedonismo. No se acepta el carácter estructural de las desigualdades, es decir, los pobres son los culpables de su pobreza y no el sistema que es el que genera su pobreza. Por tanto, hay que buscar una alternativa. Cuestionar el sistema en estas circunstancias, es un planteamiento ineludible de la izquierda. Significa estar nadando contra corriente, probablemente incluso en contra de las mismas clases populares, poco impregnadas, hoy por hoy, de los valores que supuestamente la izquierda defiende.

 

Causas próximas

        Estas dificultades de largo alcance no deben hacernos perder de vista las responsabilidades contraídas por la izquierda en los últimos años. Sin lugar a duda han influido poderosamente ante la opinión pública, puesto que la izquierda no gana o pierde las elecciones por los aciertos o desaciertos de una campaña, sino por el trabajo continuado y la coherencia entre lo que se dice y lo que se lleva a cabo.

  1. Por parte de unos, por haber actuado desde el gobierno en nombre de la izquierda pero con los valores de la derecha (por ejemplo en política económica o de alianzas internacionales). No los ha corregido a tiempo, no ha asumido las responsabilidades de la corrupción, el terrorismo de Estado, o no ha ejercido una oposición verdadera cuando les correspondía. por parte de otros, algunos se han aislado progresivamente de la mayoría de la izquierda social con la teoría de las dos orillas. Y algunos sindicatos quizá no han querido o no han sabido movilizarse para defender los derechos adquiridos de los asalariados.

  2. En general, los partidos de izquierda no han conseguido mantener unas relaciones claras con la gente menos politizada y ganarse la confianza de una población que los mira de reojo. Es crítica con los partidos y se encuentra a la defensiva en relación a ellos. Como izquierda, nos resulta difícil pedir a la gente que participe en política porque, parte de esta misma izquierda, también ha colaborado en el desprestigio de la política. Y por otra parte, le resulta difícil también a la izquierda emprender caminos nuevos y originales. A partir de ellos la generación más joven ha empezado a participar en la transformación de la sociedad, como los movimientos de solidaridad internacionalista (recordemos como ejemplo la participación ciudadana en la ilegal Consulta Social sobre la Deuda Externa.

 

La Institución eclesiástica

        Debemos asimismo lamentar el papel que ha desempeñado la Jerarquía de manera directa o indirecta en la implantación de la cultura de derechas en la sociedad española. Desde la óptica de las clases populares e izquierda lo criticamos y lamentamos. Pero además, desde la perspectiva de la Fe y como cristianos nos sentimos avergonzados por ello. A lo largo de estos años, la Iglesia institucional no sólo no se ha enfrentado con la lógica de este sistema sino que la ha impulsado. Ha sido presa de la voluntad de afianzar la institucionalidad eclesiástica desde el poder, probablemente con el convencimiento, que no compartimos, que es más fácil la evangelización si se dispone de cuotas de poder económico, político o cultural.

Por citar sólo algunos ejemplos, recordaremos que ha encabezado reivindicaciones por la privatización de la enseñanza alimentando con ello los valores representados por la derecha y el descrédito de la escuela pública. De manera explícita ha defendido estos mismos valores desde los medios de comunicación propios. Frente a las otras confesiones religiosas exige un escandaloso trato de favor -que de ninguna forma la izquierda podría consentir- enla dotación económica por parte del Estado, o en la enseñanza de la religión católica en todas las escuelas. Pretende imponer como ley, para todos los ciudadanos, determinadas normas de moral privada que no aceptan ni los mismos católicos, y a la vez acepta como normal la lógica neoliberal de la exclusión social de las mayorías. Esta ansia de poder y de tener influencia, desembocó en la lamentable nota de la Conferencia Episcopal antes de las elecciones en la que, no satisfechos todavía con lo conseguido, de hecho nuestros obispos recomendaban la abstención o, implícitamente, el voto al PP.

 

¿Qué hacer?

        Frente a esto y a los resultados obtenidos, existen distintas actitudes. Una de ellas, negativa, consiste en dejarse llevar por la desintegración, la confusión, la desesperanza. Seguir añorando un pasado que ya no volverá y vivir soñando con un futuro imposible. Otra, más positiva, nos llevaría a mantener viva la esperanza y seguir buscando alternativas posibles y creíbles. Es la propia de CPS. Y nos hacemos las siguientes consideraciones y las ofrecemos a nuestros amigos.

  1. Queremos seguir haciendo cosas. En primer lugar, constatando el trabajo y el esfuerzo de tantos y tantos militantes que han trabajado con tesón, han entregado lo mejor de ellos mismos, han luchado contra todo tipo de dificultades internas y externas y no se han rendido. Siguen trabajando por un cambio real de sociedad sabiendo que su tarea es difícil y a menudo no comprendida. No hay espacio para desanimarnos. Su ejemplo es estímulo para nosotros y para otros muchos. Debemos desechar ese pensamiento reaccionario de que no hay nada que hacer. Llegará un día en el que estas semillas que hoy siembran dará su fruto.

  2. Ante el triunfo de la derecha, CPS no se considera con autoridad para dar lecciones a nadie. No es propio de un movimiento como el nuestro sumarse a un coro de lamentos, o colaborar en hacer leña del árbol caído. Nuestro deber es hoy más que nunca el de acompañar, animar y construir con mucha gente una posible alternativa desde el trabajo y el compromiso.

  3. A pesar de todo lo anterior, dentro de CPS siempre existe una actitud crítica contra todo poder civil o eclesiástico. En esta situación, ser voz crítica es siempre incómodo. Porque es un mundo en el que la fidelidad a las ideas y proyectos a menudo viene mediatizadas por las expectativas de disponer de un pequeño poder u honor, cargo, o de estar en una lista. Y más incómodo todavía si la crítica va dirigida hacia el interior de la propia organización , partido o iglesia. Y en este sentido, los miembros de CPS y toda persona de Fe debemos ayudarnos a ser críticos. La función crítica siempre la llamaban función profética en la Iglesia, que significa el anuncio de un futuro mejor en la medida que denuncia el mal presente. Sólo se puede ejercer esta función desde el dolor por lo que ocurre y por tener que hacerlo y decirlo. Y por lo tanto sólo puede hacerse desde el compromiso real, desde la fidelidad y desde la honestidad. Y quien la ejerza, debe saber que corre el riesgo de ser expulsado del colectivo político o religioso del que forma parte o, peor aún, ser señalado como el causante de los males.

  4. La Fe en Jesús de Nazaret y la fidelidad a los pobres, hacen de CPS un movimiento radical en sus planteamientos sociales, políticos o religiosos. Ante el neoliberalismo no hay posibilidad de componendas. Y ello lo estamos llevando a cabo CPS siempre que podemos y en todas partes que nos es posible. Y lo hacemos a partir del medio del que cada uno ha echado mano: ideología, partido, sindicato, ONG, u organización social. Entendemos esta pluralidad como una riqueza y como un compromiso y nunca como una excusa para dejar de exigirnos. Porque CPS está empeñado en llevar su lucha, su radicalidad y su sueño por la utopía consigo mismo.

  5. La victoria del PP ha sido posible, entre otras causas, por la desintegración y fragmentación social. Urge, por tanto, recomenzar el trabajo desde las bases reconociendo e impregnando nuestras luchas de los valores de la izquierda y a la vez incorporando los valores más presentes en los movimientos sociales alternativos: pacifista, solidaridad, respeto por la naturaleza, etc. No es suficiente para transformar la sociedad estar presente en cualquier ONG, en el sindicato, en una Asociación de Vecinos, en una escuela de adultos, en la lucha contra la deuda externa, contra la marginación, o por una buena ley de extranjería, sino que debemos dar a nuestra actividad una dimensión global y política.

  6. Jesús de Nazaret, el Dios de los pobres, es el referente fundamental para un cristiano. Seguir alimentando las estructuras e instituciones que dan riqueza a los que ya tienen, y no devolver sus bienes a los que no tienen, son acciones que van contra el evangelio. Si la victoria del PP comportara a corto o medio plazo este tipo de acciones, deberíamos decir que la victoria del PP es un signo antievangélico. Contra el cual, en tanto que Cristianos, más allá incluso de nuestra identidad de Socialistas, deberíamos oponernos.

 

Volver a CPS OPINA...
Volver a página principal