No al racismo, sí a la xenofilia.

 
Marzo, 1.993
 


 

Los CRISTIANOS POR EL SOCIALISMO sensibilizados ante este tremendo problema que afecta a nuestro país y a la comunidad internacional, acerca del racismo y la xenofobia, queremos solidarizarnos con todos los que luchan contra esta lacra.

El problema político:

Al analizar este problema, constatamos que es molesta para gran parte de la sociedad española la presencia de una población del Tercer Mundo que ha venido a nuestro país en busca de una supervivencia. Este problema no se da únicamente entre nosotros, sino que es parte de una estructura social mucho más profunda y que se da a niveles internacionales: la distancia cada vez más honda que se abre entre los pueblos del Norte y los del Sur; nosotros nos situamos entre los países del norte y los que vienen de fuera son todos los provenientes de los pueblos subdesarrollados. El T.M. ya no es tanto el objeto de explotación de materias primas y mano de obra, cuanto lo que supone el estorbo de miles y miles de ciudadanos del área del Sur que ya no sirven ni siquiera para el tráfico de mano de obra barata explotada por las áreas capitalistas del Norte. Sencillamente estorban, y muchos piensan que habría que eliminarlos.

Nos preguntamos por las causas económicas y políticas que les obligan a abandonar sus países de origen, para ir a buscar un poco de alimento, trabajo y vivienda, en aquellos países que se lo pueden dar. ¿Por qué tiene que emigrar? ¿Por qué esos pueblos no tienen las condiciones imprescindibles para que puedan tener un mínimo de vida humana? ¿Por qué nosotros sí y ellos no? ¿No sería mejor ayudarles a que ellos mismos desarrollaran sus pueblos en lugar de empujarles a que vengan a "invadir" Europa? ¿Acaso tienen menos derechos humanos que nosotros? Ya los tenemos ya aquí con nosotros, en nuestras calles y plazas, en el metro y en los autobuses, en aquellos trabajos que nadie quiere, es cuando se manifiestan los orígenes racistas que tenemos en nuestra población, y que, por tanto, resulta molesta esa presencia del extranjero pobre y de color, proveniente del mundo infradesarrollado, de África, de Latinoamérica, de muchos países del Este de Europa. Y los que vienen a nuestro país son los que más coraje tienen por vivir, los que posiblemente valgan más, los más fuertes, pero nos cuestiona mucho la gente que se queda, la que no quiere o no puede salir de su tierra y tienen que soportar esas condiciones de vida infrahumanas.

La denuncia:

Denunciamos el odio con que se está manifestando gran parte de la ciudadanía de este país con estos extranjeros. Denunciamos la violencia de las leyes y del trato oficial con que se recibe al que llega casi pidiendo limosna, es decir, sencillamente pidiendo que le dejen vivir. Denunciamos esta falta real de respeto a los derechos humanos, por el que se discrimina a casi todos los pobres que vienen de fuera. Defendemos la igualdad de derechos de los inmigrantes, y pedimos un respeto a la diferencia de culturas. Pero, al mismo tiempo que denunciamos estas cosas nos hacemos una autocrítica, porque muchos de nosotros no nos vemos todavía libres de esta mentalidad racista, ni actuamos con una ética multirracial, como ciudadanos del mundo. Pedimos perdón y anunciamos nuestro propósito de seguir avanzando en esta sensibilidad en favor de una igualdad social y jurídica.

No podemos admitir que personas de distintas razas y color sean objeto de unas leyes, de un trato y de una violencia, que sólo generan odio, diferencia y rechazo. Estamos en contra de este tipo de sociedad que solamente admite en sus instituciones y en su organización a los propios españoles, y rechaza como enemigos y excluye a los que vienen de fuera, como una amenaza a que le vayan a quitar el puesto de trabajo, la vivienda, o a la integridad social y económica de nuestro país.

El pluralismo internacional:

Esta es la Europa de los financieros, es el triunfo del Capital sobre el Trabajo, es el valor dinero sobre el valor persona. No es éste el Nuevo Orden Internacional por el que trabajamos. No es ésta la Europa que aspiramos, queremos una Europa sin fronteras, una Europa de verdad solidaria. Este nuevo orden debe de estar basado en el derecho de los pobres a vivir, tiene que ser la garantía de vida de los empobrecidos de este mundo, y no el paraguas jurídico de los poderosos con el que encubren todas sus estructuras de explotación y de muerte. De lo que se trata no es ya de la lucha de clases, sino de la lucha de pueblos y culturas. Sabemos que ya nada va a ser como antes, que nos tenemos que acostumbrar a vivir y a convivir con toda clase de razas, etnias, colores y costumbres y modos de vestir; que la elemental solidaridad internacional nos empuja a admitir una realidad pluriracial, una convivencia de diferentes culturas, lenguas y modos de vivir. Ya se ha acabado eso de estar solo con los de la propia raza, o con los del mismo color de la piel: la única raza que se puede aceptar, que nos queda por admitir es la raza humana en sus múltiples y ricas variaciones. Esta visión podría suponer la superación de esa estructura mundial de la explotación de la mayoría por unos pocos.

Lo que exigimos para los emigrantes:

Reivindicamos para estos emigrantes que conviven ya con nosotros, la legalización de su situación, de tal manera que entren en un proceso de adaptación e integración en nuestra sociedad lo mismo que en otras sociedades; que puedan gozar de unos mínimos vitales en cuanto alojamiento, un salario de supervivencia, un trato no discriminatorio, incluso el derecho al sufragio electoral, en las elecciones municipales, para que se integren en nuestra formación social. Y en primer lugar, decimos abiertamente que ya está bien de diferenciar al pueblo gitano, el más europeo de todas las etnias que habitan en nuestro país, y que necesita urgentemente una consideración social y política que se merecen.

No es este un documento que intente reclamar nada nuevo entre todas las voces que hoy gritan a favor de los emigrantes, es una voz más, que unimos y hacemos nuestra, al Comunicado sobre los Inmigrantes que ha realizado la Iglesia de Base de Madrid.

¿Qué hace la jerarquía de la Iglesia?

Nos extraña que la jerarquía de la Iglesia esté tan preocupada por condenar los delitos en contra de la vida, como el aborto y la eutanasia, y no diga nada, siga en ese culposo silencio, acerca de estas situaciones de muerte que padecen los inmigrantes venidos del Tercer Mundo a Europa y concretamente a España. ¿Pueden ser creíbles sus declaraciones? ¿Han cedido acaso las iglesias para que puedan alojarse y no dormir a la intemperie tantos emigrantes que se quedaban en la Plaza de España? Son precisamente los pastores de la llamada iglesia universal, los que tendrían que defender a las razas más explotadas de la tierra y así darían un testimonio de fraternidad y de universalidad.

 

                                                                                                                  Marzo de 1993.

 



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