Desde la perplejidad.

 
Marzo, 1.996.
 


 

Después de la elecciones del 3 de marzo, la mayoría de nosotros siente un gran desconcierto; los resultados nos producen una sensación de extrañeza e incredulidad. Sin embargo, los números cantan, las urnas han hablado el lenguaje de la mayoría. Quisiéramos hacer un elemental análisis de lo ocurrido para dar pie a que cada grupo haga su propio análisis e interprete los datos según sus puntos de vista. Por otra parte queremos dejar constancia de nuestro posicionamiento a este respecto.

Lo primero que nos sorprende es la distancia que se produce entre las repetidas encuestas de los diferentes medios de prensa y TV, y la realidad que más tarde nos dicen las votaciones. ¿No sabremos nunca el por qué de esta diferencia tan grande? ¿pertenece a uno de los misterios de la política que son casi imposible de desvelar?

Lo segundo, es nuestra admiración de un hecho importante que nos resulta difícil de interpretar: ¿cómo es posible que más de 9 millones de españoles hayan seguido votando al PSOE después de los constantes desmanes del Gobierno en esta última legislatura? ¿Se puede decir que votar las listas cerradas de este partido que ha sustentado al Poder durante trece años, significa votar corrupción, paro y todo lo demás? Creemos que no se trata de una serie de errores, que cualquiera los puede cometer, sino de toda una concepción de la política en la que han primado los fines sobre los medios; con tal de conseguir una cierta eficacia no han importado los medios. Estimamos que además se ha producido una desilusión y una inestabilidad en la ciudadanía que sufrimos todos. Muchos pensarán que hemos padecido un progresivo deterioro de las instituciones democráticas, desde la inoperancia del Parlamento, hasta la falta de credibilidad del Consejo general del Poder Judicial.

Creemos que existe algo que intenta borrar la memoria histórica del conjunto de los pueblos de España para que no reaccione críticamente en la cita con las urnas; para que olvide todas estas cosas, desde Mariano Rubio hasta el escándalo de los GAL, pasando por Filesa, Roldán, el CESID, los fondos reservados y tantos y tantos otros escándalos que no han salido todavía a la luz pública. Tal vez sea más fácil gobernar a un pueblo que no quiere leer las páginas de su historia, que prefiere el fragor de los mítines, los eslóganes publicitarios, el personalismo de sus líderes, que un pueblo que tiene ideas, que sabe valorar los acontecimientos y sobre todo que va madurando políticamente. Los datos, la realidad está ahí, cada cual, cada grupo, puede interpretarla de distinta manera

La fuerza de las urnas no es la fuerza de la verdad; en todo caso sería la verdad electoral de los números: los que ganan y los que pierden; pero, la realidad de los hechos no se pueden borrar con las matemáticas del recuento de votos; no se pueden tapar las vergüenzas de un comportamiento éticamente insostenible con el número de votos; la fuerza del poder no es la fuerza de la razón: la razón ética dice claramente que el fin nunca justifica los medios; esta razón ética no se puede cubrir con el manto de las estadísticas electorales.

En el conjunto del resultado de las elecciones, nosotros admitimos la realidad tal y como se presenta. Somos conscientes de que ha habido una mayoría que ha ganado y otros que han perdido. Es posible que lo sorprendente de esta consulta se deba a que la mayoría de la población no está suficientemente educada en lo político, que no ha tenido ni se les ha proporcionado cauces para un crecimiento ciudadano, para una madurez personal y colectiva, a pesar de que nuestra democracia tiene una suficiente mayoría de edad. Muchísima gente habrá votado con plena conciencia, quizá otros no tanto. Parece ser que para una masa de ciudadanos lo que priva es más bien lo práctico, lo que suena, lo inmediato, es decir: dinero, bienestar, despreocupación. No están los tiempos para apostar por las Utopías. Tan identificados con el sistema, tan traído y llevado por los pasillos de Maastricht, que sólo vemos lo inmediato, votamos a lo que estamos acostumbrados, votamos el continuismo de siempre, aunque sea perjudicial a la larga. ¿Acaso han votado "vivan las caenas"? Es realmente lamentable que no se tenga delante otro tipo de sociedad que la que estamos viviendo, la del consumo, la de las apariencias.

Nosotros continuaremos denunciando el terrorismo de Estado, el vacío de valores éticos en los comportamientos de algunos políticos y en su forma de gobernar. Creemos que la sociedad tiene que hacer un esfuerzo serio de realizar una educación en valores que llegue a todas las capas sociales de la población. Queremos seguir luchando por mantener una ilusión esperanzadora de una vida que merece vivirse, porque las personas son lo más importante, son siempre un fin en sí mismo y nunca medios o instrumentos de la política o de la economía o de la jerarquía de la iglesia. No queremos nuevas elecciones, preferimos la participación responsable de las diferentes fuerzas políticas y llegar a una cierta estabilidad; pero, por estabilidad no entendemos que 'algo cambie para que todo siga igual', sino un cambio cualitativo en la manera de gobernar. Queremos una justicia que llegue al fondo de los delitos, caiga quien caiga, y que opere independientemente de las presiones políticas y de intereses bastardos. No se trata de derechas o de izquierdas, sino de la presencia viva de una jerarquía de valores éticos elementales, de una defensa de los derechos humanos, de tal manera que sean efectivamente orientativos de un gobierno, y no las directrices nefastas del sistema.

Nosotros seguimos apostando por la Utopía de Jesús de Nazaret, la que sigue una línea liberadora y humanizadora de todas las instancias de la vida humana. Nuestra ética es la ética de los perdedores, de los débiles, de los marginados. Pero, precisamente desde esta plataforma nos sentimos paradójicamente fuertes con la fortaleza de la verdad, de la libertad, de nuestra fe, de nuestra insobornable opción por los pobres y marginados, por una postura ética ante cualquier injusticia. Seguimos contemplando la realidad desde ópticas universales, sabiendo que luchamos por estos problemas locales, nacionales de nuestro suelo, pero con la mente ampliada por horizontes planetarios.

                                                                                                                        Madrid, marzo 1996




Volver a CPS OPINA...
Volver a página principal