CPS ante el V Centenario.

14 y 15 de Noviembre de 1.992
 




 

La celebración del V centenario nos acucia como cristianos y nos brinda la oportunidad de reflexionar. ¿Qué supuso el año 1492 para las relaciones entre la fe cristiana y el desarrollo político, social y cultural de los pueblos de América Latina? ¿Qué supuso esta fe cristiana para los propios Estados conquistadores para la Iglesia?

Nuestra posición crítica, como cristianos y socialistas, no puede ser otra que el "punto de vista de los pueblos oprimidos en su lucha por la liberación. Desde esta perspectiva, el llamado descubrimiento y la conquista del Nuevo Mundo, supusieron:

1º) Un auténtico genocidio para la inmensa mayoría de las colectividades indígenas sometidas. Setenta millones de seres humanos, sobre un total de ochenta, sucumbieron directa o indirectamente como consecuencia de la conquista.

2º) El aplastamiento de infinidad de raíces y valores humanos ínsitos en milenarias culturas, en nombre de una pretendida superioridad cultural cristiana.

Una estremecedora queja del pueblo maya compendia mejor que muchas palabras el desgarrador impacto que supuso aquel encuentro "evangelizador":

"...la llegada del cristianismo fué la llegada de la tristeza, el principio de nuestra miseria, la incoación de nuestros padecimientos. Los intrusos nos enseñaron al miedo y vinieron para marchitar nuestras flores, para que sólo su flor viviese, pisotearon las nuestras..." (Citado por A.Gala.Actas XI Congreso de Teología).

3º) Y todo ello, en nombre de Jesús, el Dios del Amor.

Al analizar los hechos, como CRISTIANOS POR EL SOCIALISMO, observamos cómo un mensaje que se apoyaba al principio en la bondad de sus propios valores, llega a apoyarse con el paso del tiempo en estructuras de poder.

"Destruid este templo y yo lo reconstruiré en tres días". Jesús se estaba refiriendo a su propio cuerpo. Nosotros a la altura de finales del s. XX seguimos siendo adoradores de templos de piedra, desde S. Pedro en Roma, hasta la Almudena de Madrid, olvidándonos del "templo de la Humanidad", en el que únicamente tienen cabida los adoradores en espíritu y verdad.

En 1492, en nombre del poder del Vicario de Cristo y de sus Serenísimas Majestades los Reyes Católicos de España, Colón iba sembrando cruces, tras la lectura del "Documento de requerimiento", o la toma de posesión de aquellas tierras, que fueron arrebatadas a sus legítimos propietarios.

Al espíritu del amor predicado por el Maestro de Nazaret sucedió el espíritu de agresividad y exterminio propio de la conquista y la predicación de un mensaje cuyo objetivo único era el conseguir la adhesión intelectual a unos enunciados doctrinales que se consideraban bastantes y suficientes para salvarse.

Los cristianos del s. XX hemos tenido en la historia de los siglos posteriores, acontecimientos más que suficientes que nos pueden servir como guía para descubrir el mensaje purificado de Jesús de Nazaret.

CRISTIANOS POR EL SOCIALISMO enmarca su lucha en el objetivo de conseguir que todos los pueblos del planeta sean cada vez más sujetos de su propia historia, dueños de sus riquezas y constructores de su propio destino solidario.

Abogamos porque los intereses del Norte rico dejen de condicionar negativamente las posibilidades de un desarrollo autónomo, justo y humano, de todos los pueblos de la Tierra. Rechazamos la implantación en los organismos internacionales de la ley del más fuerte y denunciamos la falsedad que supone el mantenimiento de democracias formales, cerradas al ejercicio de la democracia participativa, única capaz de responder a las exigencias reales de los pueblos y sus gentes.

Por último, y como seguidores del Maestro de Nazaret, rechazamos cualquier tipo de totalitarismo doctrinario, venga de donde venga, y hacemos nuestro el núcleo de su mensaje cuando dijo:

"Sabéis que los jefes de las naciones las gobiernan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. Pero, no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera ser el primero entre vosotros será el esclavo vuestro, de la misma manera que el hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir". (Mt. 20,24-28).

 

 

Alcobendas 14-15 de Noviembre de 1992.

 



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