El Jubileo y el perdón del Papa

 
Marzo-Abril 2.000
        

                




        CRISTIANOS POR EL SOCIALISMO, atentos a las manifestaciones que va teniendo la Iglesia en relación con el Jubileo 2.000, hacemos estas reflexiones acerca de la petición de perdón que hizo el Papa en este mes de marzo.
 El domingo 12 de marzo el Papa pide perdón en un solemne acto litúrgico. Estaba ya programado por la oficina del Vaticano entre los acontecimientos del "Jubileo 2.000".
Celebramos este gesto del pontífice, quizá único de la historia de la Iglesia católica. Supone un acto de de libertad y valentía personal del pontífice al querer expresar estas palabras de perdón, en contra de la opinión de la curia romana. Parece ser que a la curia le sabe mal tener que reconocer los errores y pecados de la institución Iglesia. No es un perdón generalizado y fuera de contextos históricos. No ha pedido perdón a Dios por los pecados. Ha hecho algo más. Ha especificado los pecados y los errores que ha cometido contra determinados colectivos. Pide perdón por unas actitudes no precisamente evangélicas. Concretamente, por la intolerancia de la Iglesia contra los disidentes, las excomuniones, persecuciones y divisiones en el seno del cristianismo, el desprecio contra los judíos, los pecados contra el amor, la paz, los derechos humanos y de los pueblos, los pecados cometidos contra las mujeres, los pobres o los marginados. No ha especificado nada más. Estimamos que es bueno reconocer estos fallos. Indica una postura de verdad: la Iglesia no es perfecta, no es tan impecable como algunos piensan.

        La Iglesia también es pecadora, como tal institución. Las instituciones eclesiales, como pueden ser la "Congregación para la doctrina de la fe", antigua Inquisición, antiguo Santo Oficio comete fallos, errores y pecados. Cometen fallos, errores y pecados las órdenes y las congregaciones religiosas. Pecan y yerran los papas, y la jerarquía como los cardenales, los obispos, los nuncios, los curas. Han pecado por abuso de poder, por excesos de autoridad, imponiendo, dominando, excluyendo. En definitiva el pecado consiste en hacer prevalecer la institución por encima de la vida y la dignidad de las personas.

        Creemos que un perdón si es sincero, tiene que llevar consigo el propósito de la enmienda, de lo contrario, no es tal perdón. El perdón y la reconciliación requieren un cambio de actitud, una nueva mentalidad, un cambio de vida en Vaticano y una renovada fidelidad al Evangelio de la institución Iglesia. ¿Ha habido algún "gesto" del Papa que se pueda interpretar en esta línea de querer volver al buen camino, el camino que nos señala el Evangelio? Si realmente pidiera perdón de verdad tendría que empezar por los más ofendidos, es decir, por los pobres. ¿Ha urgido a las entidades financieras internacionales para que perdonen la Deuda a los pueblos empobrecidos? Reconociendo la labor realizada por multitud de gente que ha dedicado su vida a la atención de los pobres, sin embargo, cuando se les tiene en cuenta, no sólo como objeto de asistencia, sino como sujeto de conocimiento, de organización y de decisión, entonces la institución Iglesia los margina y ve un peligro en ocuparse y preocuparse de sus problemas. Sin embargo, el pecado más grave que comete la institución es el de la arrogancia con que la Iglesia se manifiesta ante el mundo. No es éste el estilo de Jesús de Nazaret. Él se presentó como uno de tantos, en todo semejante a nosotros. Ni siquiera apareció con la aureola de Dios. Y murió como todos sabemos.

        Es fácil pedir perdón de los pecados "de los hijos e hijas de la Iglesia", pero no aparece en ese documento ("Memoria y reconciliación", 7-3-00) una confesión de los pecados y errores de los papas actuales y anteriores. Por ejemplo, del silencio cómplice de la jerarquía por los 6 millones de asesinatos de judíos a manos de los nazis, en el appartheid de Sudáfrica, en el Vietnam, frente al genocidio de los Grandes Lagos, las masacres en Chiapas y en gran parte de Latinoamérica. Y de la misma institución eclesial, incluida la Curia romana. Otra cuestión esencial es que el perdón no se limite sólo a los pecados históricos del pasado, sino los del presente, de confesar los propios errores y pecados de la actualidad. De lo contrario se cae en la hipocresía. ¿Acaso pide perdón la jerarquía católica española por las complicidades que tuvo en la guerra civil del ´36? Se posiciona el Vaticano canonizando a los mártires de un lado y olvidando a los otros. Con esto abre las heridas aún no cerradas de la contienda. No es eso pedir perdón.

        Es fácil pedir perdón por la violencia de la Inquisición de siglos pasados, pero la Inquisición sigue funcionando hoy bajo el nombre de "Congregación para la doctrina de la fe". Antes se quemaban en la plaza pública, hoy se les quema psicológicamente. Muchos obispos y teólogos de hoy han sido y siguen siendo perseguidos. ¿Es esto pedir perdón de verdad?

        Se pide perdón por los excesos cometidos en el pasado, pero no por las causas que los han producido y los siguen produciendo en el presente . Entre estas causas estimamos que está el exceso de poder. En los últimos años se ha aliado con los que detentan el poder económico del Neoliberalismo. Porque en la medida que quiere mantenerlo y afianzarse en él, lo que ha hecho es ser fiel a las reglas de juego del poder y entrar de lleno en su dinámica. No se habla de la falta de respeto por los derechos humanos dentro de la Iglesia, de la intolerancia, de la discriminación actual de la mujer, de la falta de atención al mundo de los pobres como sujetos, de la dominación e imposición de la cultura católica romana sobre el resto de las culturas cristianas del mundo.

        Pedir perdón significa reestructurar el modelo de relaciones que tiene esta poderosa iglesia con las otras religiones, con las otras culturas, con los modelos de desarrollo económico que impone el capitalismo. Se necesita otro tipo de ecumenismo: no el que los otros lleguen  adonde estoy yo porque soy el que tengo la verdad, sino llegar a una relación de igualdad con las demás religiones. Pedir perdón supone cambiar el sistema de valores con los que está más o menos aliada, por otros más en consonancia con el verdadero humanismo: la tolerancia, la auténtica democracia, la participación, el respeto a la naturaleza, la superación de todo tipo de discriminación.   

 



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