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Manifiesto contra la visita de Bush a Madrid

Elegido presidente de los EE UU con menos votos que su principal oponente -y con un 49% de abstención-, George W. Bush ha mostrado desde sus primeros días una tremenda sumisión a los poderes económicos reaccionarios que lo auparon a la presidencia. No se trata sólo del nombramiento de altos cargos donde la derecha es aplastante mayoría, es también el esbozo de una política económica neoliberal en el que el recorte de los impuestos en beneficio de los sectores de mayor renta es la punta del iceberg. Por el contrario en el olvido han quedado las discusiones sobre la generalización de la sanidad pública o el mantenimiento de programas de ayuda económica a l@s más desfavorecid@s, provocando así el crecimiento de bolsas de miseria y de marginación social sobre todo entre la población negra e hispana. No es difícil adivinar que seguirá aumentando la población carcelaria -1.200.000 pres@s en la actualidad-, y que la pena de muerte, que en su época de gobernador aplicó con tanta frecuencia, seguirá siendo un hecho anormalmente normal en una sociedad industrializada. Junto a ello ya se atisba una profundización en la desregulación del mercado laboral que continúa con la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y un retroceso en los derechos civiles.

Bush ha continuado la cruzada contra el medio ambiente: Amenaza con aumentar las prospecciones petroleras de Alaska, flexibiliza los límites de contaminación del aire y del agua y busca reiniciar la construcción de centrales nucleares. Como broche desprecia los acuerdos internacionales descolgándose del Protocolo de Kioto. Este acuerdo, necesario pero insuficiente para limitar el cambio climático, era una de las bestias negras de las compañías energéticas que tan generosamente financiaron su campaña. El mayor contaminador del planeta, a quien el Protocolo sólo obliga a un recorte de emisiones menor que a la Unión Europea, ha decidido desentenderse de su responsabilidad en la solución. Aleja así la posibilidad de abordar el problema ambiental más grave que afectará a las generaciones venideras y cuyas consecuencias sociales más dramáticas se manifestarán sobre todo en los países empobrecidos.

El bombardeo de Bagdad por parte de la aviación estadounidense como "presentación" de la política exterior de Bush, dejó claro cual va a ser el modelo de "democracia internacional" que tendremos que sufrir. Se entiende así el denominado Nuevo Orden Mundial, en el que EE UU aparece como el autoproclamado árbitro de las relaciones internacionales. Para ello, de tratar de manejar a su antojo a los organismos de decisión e intervención mundiales como el Consejo de Seguridad de la ONU, donde mantiene el derecho efectivo al veto, ha pasado a actuar de forman unilateral, despreciando a dicho organismo cuando considera amenazados sus intereses. En este contexto se enmarcan los bloqueos económicos y embargos a países como Cuba e Irak, su papel de policía en el conflicto árabe-israelí respaldando la actuación de un Estado represivo plegado a sus intereses económicos en la zona, la continuación de los bombardeos en Vieques pese al rechazo puertorriqueño, así como el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y el Plan Colombia en América Latina, que pretenden una ampliación de sus mercados, y un largo etcétera. En estrecha relación con esto y con la histórica actitud imperialista de EE UU, Bush ha vuelto a relanzar la conocida "Guerra de las Galaxias" para protegerse de ataques que hoy nadie sabe de donde podrían venir, pero que reportará ingentes beneficios para el lobby militar-industrial.

Además, intenta impulsar el crecimiento desenfrenado de los mercados financieros con la ayuda inestimable del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (que próximamente se reúne en Barcelona). No por casualidad en la última asamblea del FMI se olvidó la retórica de combatir la pobreza y se volvió a insistir en los equilibrios presupuestarios que ahogan a los países pobres y en la necesidad de ganarse la credibilidad de los mercados internacionales. La globalización que propone acentúa la pobreza, destruye el papel redistributivo de algunas estructuras estatales, margina y pauperiza a las mujeres y aniquila el entorno. La potenciación e imposición de los cultivos transgénicos y la reducción de la soberanía alimentaria en los países del Sur, son algunos ejemplos de los mecanismos empleados para aumentar su dependencia de los países del Norte, instrumentalizando para ello a la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Por todo ello no podemos dejar de denunciar la actitud de complicidad del Gobierno español con el Gobierno norteamericano. El permiso para emplear las bases instaladas en suelo español en las operaciones de bombardeo a Irak, la futura ampliación de la base de Rota, la colaboración con el envío de tropas en las misiones bélicas de la OTAN -donde se ha usado armamento con uranio empobrecido-, el apoyo explícito del presidente Aznar al proyecto de escudo antimisiles y el papel de punta de lanza en Europa del mantenimiento del bloqueo a Cuba, son una muestra de la sumisión del Gobierno del PP a los intereses de EE UU.

La visita del presidente de EE UU, George W. Bush, a Madrid no puede quedar sin una firme respuesta de condena. Su persona representa la continuidad de la más nefasta tradición del imperio.