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Lunes, 21 de mayo de 2001

El Pentágono pide a Bush que rechace el protocolo sobre armas biológicas

Los expertos restan valor al tratado de 1972



MICHAEL R. GORDON / JUDITH MILLER (NYT) | Nueva York

Un informe oficial de la Administración de Bush recomienda que Estados Unidos rechace un protocolo para la aplicación del tratado que prohíbe las armas biológicas, según funcionarios norteamericanos. No parece que la idea vaya a satisfacer a sus aliados, que han respaldado el proyecto y están preocupados porque la nueva Administración se está concentrando demasiado en nuevos programas militares y no suficientemente en los tratados y la no proliferación.

Después de seis años de negociaciones, los diplomáticos dedicados a estos asuntos en Ginebra habían consensuado un proyecto de acuerdo, llamado protocolo, que establecía las medidas para controlar la prohibición de armas biológicas. Un tratado de 1972, que fue ratificado por 143 países, prohíbe el desarrollo, producción y posesión de armas biológicas. Pero ese documento ha carecido desde el principio de medios para garantizar su cumplimiento. El apoyo de Estados Unidos al protocolo es fundamental para que el tratado adquiera contenido.

La Administración de Clinton presentó el nuevo protocolo como un importante instrumento para frenar la proliferación de las armas biológicas. Y los negociadores internacionales en Ginebra han estado trabajando contrarreloj para completar el documento para noviembre de este año.

Pero la nueva Administración de Bush ha adoptado una postura más excéptica. En un informe unánime, un equipo de expertos de varias agencias ha llegado a la conclusión de que la actual versión del protocolo no resultará eficaz para acabar con los engaños y que todas las deficiencias descubiertas no podrán ser remediadas antes de la fecha límite para la negociación.

'El informe asegura que el protocolo no será de mucha utilidad para sorprender a los eventuales productores [de armas biológicas]', manifiesta un alto funcionario estadounidense.

La Casa Blanca aún no se ha pronunciado sobre las conclusiones de este informe, pero, dado que todas las agencias implicadas están de acuerdo con él, parece seguro que lo asumirá. El problema que se plantea ahora es qué pasos adoptar a la vista de las recomendaciones del texto y cómo actuar en el terreno diplomático. El informe no descarta la búsqueda de nuevas formas de control.


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