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Lunes, 14 de mayo de 2001

La industria de la energía de EE UU se lanza a inversiones récord contra la crisis

Bush pretende aumentar la producción y no descarta construir nuevas centrales nucleares



R. M. R.. | Chicago

La industria energética de Estados Unidos tiene ya en marcha inversiones récord que se destinarán a la construcción de plantas eléctricas, la prospección de yacimientos de petróleo, nuevas refinerías y el tendido de miles de kilómetros de gasoductos y oleoductos. De esta forma responderán al plan que presentará el próximo jueves el presidente George Bush para combatir la crisis energética que padece el país. Un plan que no sólo será mucho más permisivo respecto a los aspectos medioambientales, sino que puede incluso propiciar la reactivación de la energía nuclear.

La industria energética estadounidense se prepara para afrontar el mayor plan inversor de la historia del país, amparándose en el nuevo marco regulatorio que prepara la Administración del presidente Bush para combatir una crisis que ha llevado al país a situaciones límites de escasez como en el caso de California.

Los planes incluyen la construcción de entre 1.300 y 1.900 plantas de energía eléctrica, lo que significa la construcción de una planta cada semana durante los próximos veinte años.

Sólo en los próximos 18 meses, las compañías prevén poner en el mercado una capacidad de generación adicional de 90.000 megavatios, una cuarta parte de las necesidades para satisfacer el crecimiento de la demanda energética hasta el año 2020, según las previsiones del Departamento de Energía.

Las grandes compañías petroleras no van a ir a la zaga y planean invertir alrededor de 41.000 millones de dólares (7,8 billones de pesetas) para iniciar casi 1.000 perforaciones.

Red de oleoductos

Sin embargo, las inversiones más importantes se destinarán a crear una nueva red de oleoductos que llegue a 48 estados, y que permita transportar el crudo desde los nuevos yacimientos y, entre ellos, los del Ártico, venciendo la controversia medioambiental gracias a las nuevas normas más permisivas que prepara la Administración. Para darse una idea de lo que significará esa gigantesca red baste un dato: en los dos próximos años se inaugurarán 14.400 kilómetros de oleoductos frente a los 3.032 kilómetros que se pusieron en servicio el año pasado, según The New York Times.

Los nuevos suministros precisarán de la construcción de refinerías, ya que hace más de 25 años que no se construyen ninguna nueva.

Las medidas para aumentar mayor producción irán acompañadas de medidas de ahorro energético tal y como anunció Bush el pasado sábado en su alocución radiofónica, en la que habló de 'un nuevo tipo de conservacionismo' que pasa por los incentivos fiscales y el uso eficiente de la energía.

Adelantó, por ejemplo, que habrá menos impuestos para los vehículos híbridos que funcionan con gasolina y electricidad y aludió a que se potenciarán los programas de investigación orientados al control del consumo energético.

Estas vagas promesas no convencen al Partido Demócrata y a los sectores más preocupados con la defensa del medio ambiente. Responsables del Natural Resources Defense Council, recuerdan a Bush que un informe de su propio Departamento de Energía demostraba que con medidas de ahorro y energías renovables es posible cubrir el 60% de las necesidades de la nación en los próximos 20 años.

A lo que no se refirió el presidente Bush fue a la energía nuclear, el secreto mejor guardado del plan aunque defendida con entusiasmo por el vicepresidente, Dick Cheney, bajo cuya dirección se ha elaborado la política energética de la nueva Administración.

El 20% de la energía que usan los norteamericanos procede de 103 plantas nucleares, unas instalaciones tan controvertidas que desde 1973 no se ha presentado una solicitud para construir una sola central. Sin embargo, la energía de origen nuclear goza de un vigor tal que ha sorprendido hasta a sus propietarios. No hace mucho, un Estado del Este iba a vender una central a un determinado precio a una compañía eléctrica. Al trascender la noticia, otra compañía cuadruplicó la oferta. El Estado ha decidido subastar la instalación. Ante la crisis energética, centrales que hace poco tenían la etiqueta de malditas y apenas tenían valor se han convertido en activos valorados en miles de millones de dólares.

Los partidarios de la energía nuclear hacen notar lo barata que resulta, en particular ahora que ya se ha amortizado las descomunales inversiones en la construcción. Una profesora de Harvard hacía notar en The Washington Post que durante el pasado invierno el coste de la energía eléctrica de origen nuclear (excluidos los gastos de amortización) era de 1,83 centavos por kilovatio/hora, frente a los 2,07 de la procedente del carbón y los 3,52 (casi el doble que la nuclear) que suponía la derivada del gas.

Todo está pendiente ahora de los planes que revele el próximo jueves Bush, que aprovechará su visita a una central eléctrica en Minnesota para hacer pública su política energética de la que depende la economía del país.


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