Jueves, 17 de mayo de 2001
 
 
 


Bush ganó gracias a los «valores morales americanos»


SILVIA ROMAN
MADRID.- Medio año después, William Schneider se sigue sorprendiendo de que la noche anterior a las elecciones estadounidenses, él, el analista político que había cubierto la campaña electoral para la CNN, no tenía la mínima certeza de quién iba a ser el próximo presidente de EEUU. «Era la primera vez que me ocurría, pero tampoco fue demasiado grave porque, un mes más tarde, nadie conocía todavía el nombre del ganador», recordaba ayer entre sonrisas el que ha sido calificado como el Aristóteles de la política americana.

La anécdota de Schneider sirvió ayer de punto de partida a un coloquio celebrado en Madrid por la fundación FRIDE, en el que destacados analistas norteamericanos y europeos analizaron los defectos y virtudes del sistema electoral estadounidense, así como escudriñaron los factores que influyeron en las polémicas elecciones del 7 de noviembre.

Las dispares opiniones de los expertos -renombrados profesores, periodistas y asesores políticos- convergieron en la conclusión de que el actual mandatario George W. Bush venció gracias a los valores morales de los ciudadanos americanos. «A los estadounidenses les gustaba el estilo de vida que tenían con Bill Clinton, pero estaban muy preocupados por los valores, en el sentido moral, por los problemas relacionados con la droga, el sexo,... Es una población muy religiosa», explicaba Mickey Edwards con la claridad que le ha valido a este profesor de la Facultad de Derecho de Harvard para alzarse con el Premio Carballo a la excelencia en la enseñanza.

Pero el voto de Bush también tenía género (masculino), estado civil (casado) y aficiones (las armas, el deporte y los negocios). Es cierto que la población femenina estadounidense es más numerosa y que ésta -en su mayoría, soltera- dio su apoyo al demócrata Al Gore, pero también es cierto que éste ganó en votos populares, y no en colegios electorales, lo que hace a un candidato de EEUU ser el líder del país de las barras y las estrellas.


© elmundo.es