Pensar sin prejuicios, vivir con memoria

Por Andrea Benites-Dumont - Septiembre 2006

Yo tenía un compañero entrañable y entero como pocos, que solía decir: “cuando hayamos construido el socialismo común en Palestina y en el Estado de Israel entonces sólo nos faltara prender la luz para la fiesta”.(El Zheide)(*)

Atravesados estamos por la indignación, el dolor, la impotencia con que la sangría constante de Oriente Próximo ha estigmatizado esta contemporaneidad que denigra día a día la existencia. Sin embargo, sobreponiéndonos a las descarnadas imágenes del horror de la guerra, pretendemos abordar un análisis (resignados casi ya a la inexistencia de un debate sano) puntos que a nuestro entender han sido manipulados y tergiversados de tal modo que únicamente generan una realidad adecuada a intereses y consignas, a sus propias existencias y miserias políticas, fogoneando el fanatismo, la irracionalidad, impulsando la vacuidad de las palabras y alejándolas del sentido mismo del lenguaje.

Y por ello y porque es necesario decirlo hasta más allá del cansancio: reconocimiento del Estado Palestino, paz, justicia, autodeterminación, reconocimiento del Estado Palestino, paz, justicia, autodeterminación...

Y desde este punto de partida –porque es también el punto de llegada- no podemos obviar que desde la implantación del Estado de Israel (1948) ha planeado y planificado las políticas expansionistas y fanáticas que aseguran la existencia de dicho estado tanto con la supresión del poder ofensivo y/o defensivo de los países limítrofes, como con el dominación de un pueblo al que ha dejado sin estado y sin todos sus recursos naturales, y que le ha llevado a la guerra permanente y continuada que parecería no tener fin si no cambian radicalmente elementos deparadores de la misma, como también la elaboración de nuevas perspectivas para buscar la urgente e impostergable solución de este drama.

Cientos de notas y artículos se han escrito en este tiempo. Se han superpuesto –como es lógico- análisis y eslóganes, pero ha habido sin embargo, un elemento que ha provocado mucho más que asombro, estupor, y un altísimo rechazo, y este ha sido que desde la “izquierda” se ha manifestado un grave nivel de ignorancia junto a un alarmante tinte antijudío deslizado no sólo en lemas, sino en “sesudos” ensayos de “intelectuales” que sin ningún rigor ni rubor han lanzado frases y parrafadas propias de la irracionalidad, buscando que con paráfrasis humeantes a pólvora, demagógicamente ganar mayor prestigio de “izquierdistas”.

Es inconcebible que aún hoy haya que distinguir sionismo, judaísmo, israelí, israelita, semita... pero parece que vuelve a ser necesario reiterar que las palabras tienen su sustento y su contexto sino no sólo son ruido: “pueden ser basura” (Julio Cortázar). Y sería bueno tal vez que algunos plumíferos se dieran una vuelta por la historia y por las gentes, por las bibliotecas y por la vida. En tiempos de barbarie y bestialidad como vivimos, la banalidad, la ligereza, se apodera de todo, con el agregado que desde internet todo vale.
Pero no, ni desde lo virtual ni en lo real, no vale todo, no todo vale.

El sionismo es una concepción y una realidad política que no está en los genes judíos, porque es ideología que con intereses y elementos concretos, viene provocando desde el final de la Segunda Guerra Mundial, devastación y muerte, en el pueblo palestino y sus vecinos, pero que también ha destruido la pluralidad de las numerosas tradiciones judías de la diáspora, y aún siendo problemas menores frente al genocidio palestino, el estado de Israel, anuló la historia de las comunidades judías orientales, impuso el hebreo como lengua oficial, el yiddish fue y es relegado a punto de negación, (1) se manipula el holocausto en el plano del victimismo y no de la justicia, mientras se reniega de la resistencia del Ghetto de Varsovia. (2)

El sionismo eliminó valores éticos y humanistas de la antigua cultura judía y lo sustituyó por la lógica guerrera y militarista en todos los ámbitos de la sociedad israelí.
Es el sionismo el que engendra además del rechazo árabe, el terrorismo, con independencia de cuál sea el partido o a la coalición gobernantes.

No repuesta la comunidad internacional del genocidio llevado a cabo por los nazis, el entonces minoritario movimiento sionista impulsado por las naciones vencedoras, tomó la iniciativa de reclamo y ocupación de Palestina, iniciativa con fuertes referencias religiosas y “nacionalistas” (después de haber desechado establecer el estado de Israel en la Patagonia), y se extendió rápidamente en la colectividad judía europea. El proyecto de Theodor Herzl –padre del sionismo- se abocó en exaltar un estado-nación, en consonancia con la época –la conquista colonial- tomó posesión de un territorio, y la puesta en práctica del colonialismo coincidente con viejas prácticas de estados europeos, lo que facilitó el apoyo y la financiación de gobiernos que a su vez querían desprenderse rápidamente de los miles de refugiados que erraban por Europa.
Convivían dentro del movimiento sionista diversas corrientes, el sionismo político, el práctico, el sintético, el socialista, el revisionista, el religioso; se impuso el sionismo general que aparentemente garantizaba elementos integradores de las otras posiciones, pero especialmente reforzado por las tendencias más reaccionarias, con el objetivo de contrarrestar –en parte- el afluente socialista proveniente de movimiento obrero europeo, con una trayectoria no excluyente. Pero en los hechos el sionismo de ser una ideología originariamente nacionalista llevó a cabo el más devastador colonialismo de los últimos tiempos.

Y así mediante una resolución de Naciones Unidas, el 14 de mayo de 1948, sin consultar con los ciudadanos de Palestina, se dictamina la constitución de un estado Palestino y otro israelí y se determina la condición internacional a la ciudad de Jerusalém. (Al Qods para los árabes). Se trata de dos hechos fundadores-destructores del ritmo del tiempo que mezclan, en registros diferentes, espacios y tiempos europeos y orientales.

Con la partición de Palestina se expulsa a más de medio millón de palestinos sin posibilidad alguna de retorno. Estalla entonces la primera guerra con una victoria aplastante por parte de los israelíes; al final de la misma en abril de 1949, el estado de Israel se había anexionado mucho más territorio. No sólo fue el triunfo militar por parte del estado de Israel, sino que además consiguió que se negara el derecho al pueblo palestino a su propio Estado. Es casi desde el mismo nacimiento que el estado de Israel se constituye en una fuerza militar que avanza sobre todas las fronteras, militariza a toda su población, avasalla y viola derechos fundamentales de la población palestina. Además del robo de tierras, el desvío y uso del agua, el sindicato israelí Histadrut (perteneciente a la CIOLS (¡!) impone el empleo exclusivo de mano obra judía, además de promover el boicot a productos palestinos y árabes. En el transcurso de la Segunda Intifada, el estado de Israel suplantó trabajadores palestinos por filipinos y tailandeses, fragmentando así a la clase trabajadora autóctona.

Todos los gobiernos israelíes han impuesto la modalidad del apartheid, adaptando el modelo sudafricano del Bantustan con una suerte de aldeas y poblaciones, cantones separados y desestructurados. El estado de Israel además establece un encadenamiento financiero por el que confisca los ingresos de los habitantes palestinos, y son devueltos en parte, por lo que muchas familias dependen de los envíos de sus familiares que viven en la actual “diáspora palestina”.

Por su parte el apoyo incondicional de los EEUU elevó las condiciones sociales internas del estado de Israel, y ello pasó a ser un elemento más de fuerza frente a la división mundial de entonces. Derrumbado el denominado “campo socialista”, EEUU reforzó aún más la alianza política y militar ya que operaba como garantía frente a amenazas regionales menores, pero siempre adversarios más que potenciales, sean Irák, Irán, Libia...

Impuesto por EEUU en la actualidad, y asumido por prácticamente la totalidad de la comunidad internacional el nuevo campo del mal, el nuevo enemigo a batir es el “terrorismo” y por mor de precisión, el “terrorismo islámico”, la guerra contra éste ha reforzado mucho más la alianza de EEUU y el estado de Israel. Más aún, después del fatídico 11-S, la administración USA abandonó cualquier posibilidad y búsqueda de acuerdos de paz como se intentara desde la administración demócrata -siempre y cuando se protegieran los intereses de Israel- pero con el actual inquilino de la Casa Blanca, se pasó a la ofensiva política no sólo ignorando a los gobernantes y autoridades palestinos, y a muy contados gobiernos árabes, que cuando no se les acusó de complicidad, se les tildó de terroristas, dando así por zanjada la cuestión se abocó a apoyar todas las monstruosas operaciones militares recientes y a la defensa de las mismas en el circo de la ONU. Esta nueva escalada en Oriente Próximo refuerza la estrategia del control mundial desde Washington.

Israel y EEUU se negaron a reconocer el resultado de las elecciones en que triunfó el movimiento Hámas; retomó inmediatamente la práctica de ocupar territorios palestinos, secuestró a la práctica totalidad del nuevo gobierno palestino, y por supuesto, más muertes en la población, más destierros, más prisioneros. Se estima que en las cárceles israelíes hay casi 10.000 presos políticos, incluyendo menores y mujeres. Completando el presente panorama, la acción de Hezbollah –el secuestro de dos soldados israelíes, fue la excusa detonante para que nuevamente Israel ocupara territorio libanés y bombardeara inclementemente Beirut y otras tantas ciudades, justificando la búsqueda de terroristas sin consideración alguna por los trágicos estragos en la población, de la que muy difícilmente costará reponerse, no sólo en Líbano y en Palestina, sino en el conjunto de la conciencia internacional que parecería haber “sufrido un bloqueo moral invasivo”.

Una vez más se ha visto que no son las fantochadas de la ONU las que obligará al estado de Israel al cumplimiento de la legalidad internacional, el respeto de los derechos de los pueblos palestinos y de otros pueblos vecinos, como el libanés, el sirio... ya que otros integrantes del mundo árabe priorizaron sus relaciones políticas y comerciales, y a través de Liga Árabe se emitió un tibio comunicado cuyo objetivo real era y es garantizar la continuidad de sus negocios petroleros con clientes privilegiados: EEUU y el estado de Israel.
Penoso panorama éste, difícil de encontrar puntos coincidentes con aquellas lejanas propuestas de “nación panárabe”. "El panarabismo nació de un deseo de unidad basado en una historia y una cultura compartidas. Sin embargo, la existencia de Estados-Nación impone nuevas tareas a los nacionalistas, tareas que difieren de aquellas del siglo XIX o de las del periodo inmediatamente posterior a la era poscolonial. Los nacionalistas no deben ser condescendientes con el panarabismo como una fórmula doctrinal de escapismo. (Azmi Bishara) (3).
A contracorriente de los movimientos islamistas que se consolidan día a día, aún hoy tímidas intenciones de postular un nacionalismo árabe laico e integrador.

Todo este vuelo de pájaro sobre la política de un estado, que lleva sobrados elementos abyectos para combatir su infamante política colonialista, su criminal accionar, y reiterar hasta el cansancio que es su estructura ideológica el sionismo, y no por el origen étnico y/o religioso de sus partidarios.

La simplificación mental conduce a una suerte de exclusión tal que el arribo al racismo es a veces un paso imperceptible, pero que una vez dado el derribo del mismo puede llegar a ser imposible. Simplificación de pensamiento que también conduce a afirmar que todo lo inherente al Islam es fundamentalismo, fanatismo reaccionario, etc. Simplismo este que rechazaba con tanta energía y convicción el añorado lingüista y escritor palestino Edward Säid.

Simplificación que puede ejercer peligrosamente un tal Aznar desgranando su ignorancia en foros “adaptados” a sus límites, pero que no puede reflejarse en modo alguno en quiénes se reclaman de la izquierda, la de los postulados de la igualdad, fraternidad, la de los enunciados por los judíos Karl Marx, León Trostky, Rosa Luxemburgo...
Tal vez el simple hecho de rememorar algunos nombres, se pueda enunciar nuevas búsquedas a “la cuestión judía”; ¿son los judíos un grupo étnico-nacional, o sólo religioso, y por ende sólo naturales o ciudadanos de sus respectivas ‘patrias’? ¿O a pesar del sionismo (destructor de tradición e identificación) las colectividades judías a lo largo y ancho del mundo mantiene aún la característica de minorías nacionales con independencia de su vinculación religiosa?
Hasta ahora el identificar judío con sionista es y ha sido el objetivo del sionismo, y en gran medida lo ha alcanzado ya que lo asumen aquellos que proclaman oponérseles. Asimismo han arrebatado el carácter étnico –semitas- compartido con los árabes, y en el uso constante del mito lingüístico que antisemitismo es sólo rechazo al judío vuelve a evidenciar el manejo del sentido de las palabras y el abandono que de su contenido se permite.

Ya lo hemos dicho anteriormente, pero es doloroso oír cacareos de supuestos anti-imperialistas que paralelizan toda una colectividad con una ideología, y con argumentos más propios de la Inquisición y de burdos escribas. Nada ni nadie niega el derecho al odio que provoca que descendientes de supervivientes del holocausto, sean hoy genocidas: es la más terrible afrenta a las víctimas de aquel holocausto.

Y es tal vez, también momento para que separemos el carácter y naturaleza de los términos, holocausto (del griego, sacrificar con fuego) es una figura religiosa, y ya hemos padecido y padecemos por todas las confesiones, los horrores que en su nombre se cometen, y a fuerza de repetir, tal como el sionismo lo utiliza, nos debería obligar desde el campo político encauzar los hechos en los conceptos que los perfilan sin confusión: exterminio, genocidio.

Mucho se ha adelantado en los prejuicios jurídicos y políticos para admitir “genocidio” a los crímenes de lesa humanidad cometidos por estados-naciones, por gobiernos dictatoriales, y resulta más que indecente ver comparaciones cuantitativas y cualitativas, y peor aún, el pasar por alto la existencia de algunos, como si la admisión de los mismos (por ejemplo, el del pueblo kurdo llevado a cabo por Sadam Hussein; el del pueblo bosnio, etc.) restara fuerza a justos argumentos contra esas guerras y ocupaciones militares.

Finalmente, la ya manida idea del “lobby” judío, chirría a las famosas acusaciones de conspiraciones “judeo-masónicas” más propias de militares paranoicos.
Si damos por admitido el vocablo inglés (vestíbulo, la pieza de entrada, de acceso a un edificio), el origen del término con el significado actual de “grupo de presión” hay que buscarlo en los pasillos del Capitolio de Washington, donde quien pretendiera influir en la política debía ir por los pasillos o lobbies en busca de un legislador; tenemos también que dar por hecho que en todo aquello que rodee al poder hay grupos de presión, incluso en los más insignificantes partidos y asociaciones. Otra demostración más de la simplificación y reducción del análisis y del pensamiento. Parece que no asombra a nadie que autoridades israelíes y embajadores, manifestaran las molestias que le causaban sus pares en los pasillos de la Unión Europea recabando como ellos, apoyo a sus encontradas causas, como viene sucediendo en todos los conflictos de la historia.

Nos parece de sumo interés las consideraciones de Claudio Katz : “En la izquierda el uso de la vieja fórmula “destruir el estado de Israel” es claramente inconveniente. Es un planteo que se malinterpreta con facilidad ya que las luchas nacionales tienden a adoptar siempre un programa positivo de reclamo de independencia, en desmedro de la faceta negativa (eliminar el estado opresor). En las luchas antiimperialistas de cualquier país no es común convocar al “aniquilamiento del estado norteamericano, ni francés o inglés” y ni siquiera el desmonte del apartheid se realizó bajo un llamado a “destruir el estado sudafricano”. En los hechos, cualquier transformación progresista requiere abolir la situación colonial, pero este objetivo tiene que ser enunciado en función de lo que se quiere construir y no de lo que se busca eliminar.”

Reiteramos, separar el sionismo de los judíos es colaborar con la causa palestina, y nos parece aleccionador el momento cuando Vanessa Redgrave recibió un premio Oscar, acudió a recibirlo con un tradicional vestido palestino, y proclamó: “no me voy a dejar intimidar por un grupo de sionistas rufianes cuyo comportamiento insulta la estatura de los judíos del mundo”.

Para concluir y con el deliberado propósito de aislar cada vez más al sionismo, pero también para cercar y expulsar prejuicios, sentimientos y actitudes peligrosas en la izquierda, impropios con el ideario de igualdad, justicia y fraternidad, acudimos a una de las páginas más hermosas que se han escrito historia de la solidaridad: las Brigadas Internacionales que acudieron a defender la República Española. Es posible que algunos lo ignoren, y otros que lo sepan lo eviten contar deliberadamente:

Miles de judíos acudieron a la defensa de la República Española; de una población mundial de 16,5 millones de judíos, se estima que participaron 7.758 (4) voluntarios judíos en las Brigadas Internacionales, repartidos en las siguientes cifras

Polonia : 2.250; EEUU: 1.236; Francia: 1.043; Gran Bretaña: 214; Palestina: 267; Hungría, Austria, Checoslovaquia, Yugoslavia, Canadá, Italia, Escandinavia y Alemania: 1.093: otros Países : 1.062; URSS: 53.

Sin embargo, se supone que el número de combatientes judíos era mayor, ya que solían cambiarse el nombre para evitar ser identificados y así impedir represalias en sus familias que habían quedado en la Alemania, agregar además que desde la llegada de Hitler al poder –1933- fue la República Española que daban asilo y refugio a los judíos perseguidos.

Además de los que acudieron a las brigadas hay que incorporar en la memoria los judíos que participaban en la Olimpíada Popular en Barcelona, y ante el levantamiento fascista se quedaron a defender la legalidad republicana; como también médicos, periodistas, enfermeras, de los comités antifascistas judíos en apoyo a España en diferentes países, como también de los partisanos y miembros judíos de la Resistencia Francesa, muchos de ellos ex combatientes de la guerra civil española, y de fotógrafos como Robert Capa que vino a plasmar y denunciar en imágenes de lo que ocurría en España. Judíos llegados del mundo entero no sólo en estaban encuadrados en las Brigadas, muchos judíos se incorporaron a las columnas anarquistas, a la UHP, al POUM, como el caso de Mika Feldman. (5)
De más está decir que muchos de los judíos combatientes en los distintos encuadramientos, siguieron combatiendo al nazismo, muchos fueron asesinados en los campos de exterminio nazis y muchos otros en los campos de concentración soviéticos.

Concluir con una breve reseña a la Unidad Judía de Combate, pensamos que es la mejor lección y el mejor aprendizaje, el mejor camino a recorrer para abatir y desinfectar fútiles hipótesis y baladíes ensayos izquierdistas.

A pesar que desde el inicio de la guerra, se propuso por parte de brigadistas judíos, la creación de una unidad judía de combate, como fuera Nahumi Witz (polaco) influyeron consideraciones políticas que demoraron que recién en otoño de 1937 se funda en la XIIIª Brigada Bombrowski, la Compañía Judía Naftali Botwin, encuadrada en el Batallón Palafox. Varios nombres se había barajado: Bar Kochbar, Makkabi, Rosa Luxemburgo, Ferdinand Lasalle, Berek Joselewicz, Gastón Crémiueux, ... pero finalmente se adopta el nombre de Naftalí Botwin (1908/1926), obrero polaco que a los 17 años fue encargado de ajusticiar a un confidente que denunció a miembros clandestinos del Partido Comunista Polaco que fueron asesinados. Botwin fue apresado y además de salvaguardar a sus compañeros, en el juicio realizó un encendido alegato. Botwin fue fusilado

Dos elementos :
1. La bandera de Unidad Judía, era roja, y tenía bordado el lema. “Por vuestra libertad y la nuestra”, escrito en yiddish, polaco y español.
2. El brigadista palestino musulmán Fawzi Nabulusi cayó en el frente como soldado de la Unidad Judía Botwin de la Brigada Dombrowski.

Antes de la constitución de Unidad Judía Naftalí Botwin, eran emitidos en Radio Barcelona, programas en yiddish. Ahora sí, concluyendo, la memoria es el contenido que le da sentido a los recuerdos, es el continente colectivo, y del mismo se pueden iniciar andares de futuro.

Aquí dejamos estos apuntes. En otro paso siguiente será elaborar si dos estados, un solo estado, sin estado... para entonces seguirá en mi memoria y en mi corazón un compañero entrañable y entero como pocos, que solía decir: “cuando hayamos construido el socialismo común en Palestina y en el Estado de Israel entonces sólo nos faltara prender la luz para la fiesta”.


Notas
(*) Zheide, Adolfo Ernesto Chorni, detenido-desaparecido por la dictadura militar el 27 de junio de 1978.

(1) El hebreo es el idioma ritual, religioso y elitista; el yiddish idioma popular y laico El yiddish es el resultado de una complicada unión lingüística de tres componentes: el germánico (dominante desde un punto de vista cuantitativo), derivado de las variedades urbanas medievales del alto alemán medio; el semita derivado del hebreo y del arameo pos-clásicos, y, ya dentro de los dialectos modernos, el eslavo (del polaco, ucraniano, bielorruso, y ruso).
(2) Edelman Marek, dirigente de la rebelión del Ghetto de Varsovia, formó parte de Unión Laboral Judía, y de la Organización Judía de Lucha Judía; estuvo en Israel pero regresó a Polonia.
(3) Azmi Bishara, palestino, ciudano israelí, miembro del Parlamento israelí (Knesset)
(4) Josef Toch, Historia contemporánea, Viena, 1974
(5) Mika Feldman, nació en Moisesville, provincia de Santa Fe (Argentina) en 1902, Capitana de la columna del POUM