Racismo de Estado: Vivir y dejar morir
Extracto de: Genealogía del racismo Undécima Lección: Del poder de soberanía al poder sobre la vida .

por Michel Foucualt

En una tecnología de poder que tiene como objetivo y como objetivo la vida ¿Cómo se ejerce el derecho de matar y la función homicida, si es verdad que el poder soberano retrocede cada vez más y el biopoder, disciplinario y regulador, avanza siempre más?.

Aquí interviene el racismo:

I) Introduce una separación entre lo que debe vivir y lo que debe morir. Será un modo de fragmentar y producir un desequilibrio en el campo de lo biológico que el poder tomó a su cargo, mediante la jerarquización y la calificación de razas como buenas y malas.

II) Establece una relación positiva entre la muerte del otro y la vida de uno en clave no guerrera, sino biológica."La muerte del otro - en la medida en que representa mi seguridad personal - no coincide simplemente con mi vida. La muerte del otro, la muerte de la mala raza, de la raza inferior (o del degenerado o del inferior) es lo que hará la vida más sana y más pura".

"Este mecanismo podrá funcionar justamente porque los enemigos que se quiere suprimir no son los adversarios, en el sentido político del término, sino que son los peligros, externos o internos, en relación con la población y para la población. En otras palabras: el imperativo de muerte, en el sistema de biopoder es admisible sólo si se tiende a la victoria no sobre adversarios políticos, sino a la eliminación del peligro biológico y al reforzamiento directamente ligado con esta eliminación de la especie misma o de la raza.

La raza, el racismo, son - en una sociedad de normalización - la condición de la aceptación del homicidio (...) Desde el momento en que el Estado funciona sobre la base del biopoder, la función homicida del Estado mismo sólo puede ser asegurada por el racismo (...) Que quede bien claro que cuando hablo de homicidio no pienso simplemente en el asesinato directo, sino todo lo que puede ser también muerte indirecta: el hecho de exponer a la muerte o de multiplicar para algunos el riesgo de muerte, o más simplemente, la muerte política, la expulsión".

"El racismo asegura entonces la función de la muerte en la economía del biopoder, sobre el principio de que la muerte del otro equivale al reforzamiento biológico de sí mismo como miembro de una raza o una población, como elemento de una pluralidad coherente y viviente (...) Lo que hace la especificidad del racismo moderno no está ligado con mentalidades, con ideologías, con mentiras del poder, sino mas bien con la técnica del poder, con la tecnología del poder. El racismo está pues ligado con el funcionamiento de un Estado que está obligado a valerse de la raza, de la eliminación las razas o de la purificación de la raza para ejercer su poder soberano. El funcionamiento, a través del biopoder, del viejo poder soberano del derecho de muerte, implica el funcionamiento, la instauración y la activación del racismo. Y creo que éste radica efectivamente aquí."

El nazismo es un claro ejemplo de racismo de Estado. Sin embargo "el nazismo sólo llevó a su paroxismo el juego entre el derecho soberano de matar y los mecanismo del biopoder. Pero este juego está inscrito efectivamente en el funcionamiento de todos los Estados, de todos los Estados modernos, de todos los Estado capitalistas. Y no sólo de éstos. (...) Por lo que a mí concierne, creo que el Estado socialista, el socialismo, está tan marcado de racismo como el funcionamiento del Estado moderno, del Estado capitalista (...) Pero es muy difícil hablar ahora del tal problema. Hablar como lo estoy haciendo es proceder a golpes de maza. Por otra parte, dar una demostración implicaría (y es lo que quería hacer) dar otra serie de lecciones al final del curso, En todo caso quisiera decir simplemente esto: me parece, desde un punto de vista general que, por lo que sé, el socialismo no pone nunca, o no pone en primera instancia, los problemas económicos o jurídicos relativos al tipo de propiedad o al modo de producción.

De hecho, en la medida en que no expone o no analiza el problema de la mecánica del poder, no puede sino reutilizar o reinvestir los mismos mecanismos de poder que hemos visto constituirse a través del Estado capitalista o del Estado industrial (...) Y así, de manera natural, reencontramos el racismo, y no sólo el racismo propiamente étnico, sino el racismo evolucionista también, el racismo biológico funcionando a pleno régimen, en Estados socialistas como la Unión Soviética, a propósito de los enfermos mentales, de los criminales, de los adversarios políticos.

Esto es lo que quería decir a propósito del Estado. Lo que me parece interesante y por tanto tiempo fue para mi un problema, es que este funcionamiento del racismo no se encuentra solo a nivel del Estado socialista, sino también en distintas formas de análisis o de proyecto socialista elaborados en el curso del siglo XIX. En particular, me parece que cada vez que un socialista insistió sobre la transformación de las condiciones económicas como principio de transformación y de pasaje del Estado capitalista al socialista (...) el socialismo no necesitó, al menos inmediatamente, del racismo. En cambio, todas las veces que tuvo que insistir en el problema de la lucha contra el enemigo, sobre la eliminación del adversario dentro mismo de la sociedad capitalista; cuando trato de pensar en el enfrentamiento físico con el adversario de case en la sociedad capitalista, lo biológico volvió a emerger, el racismo reapareció (...) Cuando se trata de eliminar al adversario económicamente o de hacerle perder sus privilegios, no se necesita del racismo. Pero cuando hay que pensar que habrá que batirse físicamente con el, arriesgar la propia vida y tratar de matarlo, hace falta el racismo".