Síntesis intervención de Andrea Benites-Dumont
Acto-debate con motivo de la presentación del libro “Los perros”, de Luis Mattini 2 octubre 2006

Dos cuestiones: Jorge hablaba anteriormente con los compañeros de Traficantes sobre la presentación de un libro, el autor da una exposición, a veces en plan narcisita -magister dixit- los demás escuchan y/o escriben, compran el libro y se cierra el tema.

La idea, tanto impulsada por Jorge y autorizada por Luis Mattini, es fundamentalmente inscribir estas palabras, esta peripecia personal de Luis en una construcción colectiva -en una organización y un libro “común”- en un debate político de lo que pasó en los 70, de lo que fuimos, por qué fuimos, para qué fuimos... podrían aplicarse las preguntas base del periodismo, pero podemos sintetizar “cómo sentimos lo que sentíamos, que hacemos con lo que hacíamos”, en que se está en el momento preciso, en el tiempo determinado.

Para mí es un profundo honor, orgullo y gran cariño hablar de un libro de Luis Mattini; de respeto profundo porque Luis consiguió hacer de su peripecia personal a un camino común; a un espacio, a un ámbito común donde se mezcló la diversidad en una forma mágica. Y mágica lo digo en una gracia literaria, porque en realidad fue en una posición política concreta, en una respuesta política especifica.

Jorge decía y explicaba por qué el primer libro “El encantamiento de la política” quedó parado sin venderse; y por qué de golpe “Los perros” (parece que la segunda parte se llamará “Las perras”, -sigo apostando a la Vida de perros) ha sintonizado tanto con la gente. Y creo sencillamente porque no es un ensayo político de los 70 exclusivamente -que sí lo hace-; no es una reflexión sobre los 70, sobre el contexto político, no es una historia del PRT en hechos puntuales, es la suma, la ligazón de personas, que con sus experiencias, sentires, pensamientos, virtudes y defectos, van amalgamando un cuerpo con un latido común. Es el aporte de su recuerdo personal a la construcción de la memoria

En el plano personal e individual se tienen recuerdos. La memoria es la pluralidad de los recuerdos. Creo que fundamentalmente lo que hace Luis Mattini, con el ácido ternúrico que le atribuyo, va desplegando en toda su andar personal los elementos fundantes y determinantes de los militantes de años 70: los setentistas. Durante un tiempo decir “Ustedes son los setentistas, o se quedaron en los setenta” era peyorativo, despectivo; en otro momento, -propio de lo fluctuante argentino- ser o haber sido setentista, pasó a ser una gloria; éramos la honra de los 70. Seguramente, ni tanto ni tan poco.

Pero creo que Luis sí hace, y esto es el arte, la intuición y la sensibilidad del pensamiento político (y por eso la reedición prácticamente inmediata del libro) es que nos dice con toda compenetración -y sencillez- que eran tiempos poblados con personas que pensaban con el corazón, eso de poner el cuerpo porque en la acción estaba la esperanza.
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Costumbre viciosa de la izquierda es dividirnos, subdividirnos... en un momento dado, y en un tiempo determinado con circunstancias y en un contexto político concreto, en el PRT se dio una confluencia de una diversidad y pluralidad de organizaciones que iban del trotskismo -el más cuartísimo, el inamovible- hasta vestigios del stalinismo, pasando por los llamados sectores “populistas”, que en realidad venían de las corrientes del peronismo revolucionario. Y todo que se congregó en el PRT, fue justamente la potencia, la riqueza de toda estas corrientes, de toda esta coincidencia.

Hubo elementos claros que nos atravesaron desde el inicio a las distintas organizaciones antes del PRT y ya con el PRT en marcha: - La revolución cubana, como elemento de partera prácticamente no sólo en Argentina, sino en todo el continente latinoamericano; la revolución cubana y el Ché; el Ché en Cuba, los andares del Ché en Bolivia, el asesinato del Ché: la corriente guevarista.

- El Cordobazo, en el 69 se genera en las grandes ciudades argentinas una fuerte respuesta social sólida a la política gubernamental que recortaba derechos con una represión militarizada; una protesta social prácticamente espontánea, a pesar de numerosas organizaciones no había una dirección definida sino una coordinación en el día a día de las movilizaciones multitudinarias y de los movimientos huelguísticos generalizados; tanto en Córdoba, como en Rosario y en Buenos Aires. Otro de los hechos trascendentes fue Trelew, la fuga de unos compañeros de tres organizaciones armadas, que estaban detenidos en un penal en el sur, y que pertenecía a las FAR, a Montoneros y al PRT-ERP; de ellos son fusilados 16 compañeros; el contingente primero pudo salir a Chile y luego a Cuba
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Yo creo que hace Luis también es desmitificar, aparentemente, los grandes hechos armados, y traerlo a nivel de cuerpo, de alma, de corazones, de la gente. Los guerrilleros no eran los “forajidos”, era gente que inventaba determinado tipo de acciones, en función de una definición política que había sido la lucha armada. La opción por la lucha armada fijó una ruptura y un canal de enfrentamiento dentro del campo de la izquierda, y con algunas organizaciones en forma poco reconciliables a posteriori, en los primeros años de la acción. Ya con el tiempo todos podemos hablar, y resulta que los guevaristas de ayer que seguimos pensando como tal, nos encontramos con nuevos guevaristas, y hasta con neo-guevaristas que por ejemplo provienen del PC argentino, que en el golpe de estado de 1976 no lanzaban ningún piropo a las organizaciones revolucionarias; muy por el contrario hacían una apuesta al general Videla dentro del “grupo de los militares patriotas”.
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Luis Mattini, cuyo nombre verdadero es Arnold Kremer -Luis es el nombre de guerra, cuando lean el libro se enterarán por qué- tuvo una escuela y una trayectoria diferente a la mía, pero hemos confluido; él venía de un grupo que se llamaba “Praxis”, donde estaba un entrañable militante, intelectual y profesor, fue un maestro, un formador de militantes: Silvio Frondizi,; que no solamente había transformado su vida en una práctica revolucionaria constante, y de debate, de incentivar al pensamiento, sino que transmitía un compromiso total con los compañeros, sea del grupo político que fuesen. Iba a dar las clases a donde le llamáramos, inclusive en las calles; en las universidades cuando tomábamos las facultades, y hacíamos clases paralelas cortando las calles y las avenidas, el profesor Frondizi allí venía a dar clase; cuando le pedíamos que nos ayudara a preparar los exámenes, o porque queríamos saber más de economía política, nos daba clase en su casa, y le inundábamos la casa - humilde- cuarenta jóvenes molestísimos, inquietos, y él decía “lo único que traigan algo para los fideos”. Su esposa hacía los fideos, que era la comida más barata, y nosotros poníamos la salsa, (el tuco) que nos pedía especialmente hongos secos, que era su debilidad. Era una suerte de pequeño trueque; y nos pasábamos todo el domingo, en una casa que más o menos era de esta dimensión, su familia, nosotros cuarenta insoportables muchachos de 15, 16, 17 años, preguntando todo... y la infinita paciencia de Silvio Frondizi, que siempre dejaba picando una cuestión al final, o de cada frase, o de cada clase, o de cada palabra: “No dejen de creérselo, (pero no como religión) no dejen de creer ustedes lo que piensan”
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... Luis viene de esa experiencia. Él viene de una localidad bastante más chica que Buenos Aires, más grande que mi pueblo, donde establecieron una biblioteca popular, donde se mezclaban las distintas corrientes políticas que había en la gente que acudía a la misma: anarquistas, peronistas, trostkistas, marxistas, etc. Sin distinción y sin sectarismo; que era eso, entre otros elementos, aquello que el profesor Silvio Frondizi trataba de impulsar entre todos y hacia todos, la práctica de la negación del sectarismo.

Un libro con anécdotas, pedacitos que se van armando en el corazón. No me resisto y les voy a leer una de ellas, porque es bastante significativo, y porque va a traer aquí con nosotros -aunque nosotros hablamos de nuestras presencias queridas de una manera de forma permanente- a algunos compañeros que llevaban a cabo una acción cuando ya el ERP era conocido, por los “terroristas, asesinos, criminales”.

Unos compañeros resuelven ir a un instituto a explicar la política del PRT-ERP; se presenta un comando armado en el instituto, y un compañero dice:

“- Señora directora, no se preocupe, la escuela está tomada por el ERP y nuestra intención es hacer un acto en el patio con todos los alumnos y docentes.
La mujer pareció haber escuchado sólo las palabras acto, alumno, docentes.
- ¿Acto en horas de clase? ¿Cómo es eso? ¿Por qué?
- Le repito que somos del ERP; pero no se asuste, es sólo un acto de propaganda.
La secretaria o vice, vigilada por la Pelada, se había puesto rígida, se hizo composición de lugar y las feromonas se convirtieron en adrenalina. No se movía. Por su parte, la directora enarcó las cejas, dejó la pluma, cerró la carpeta en la que estaba trabajando, arregló el papel secante y pareció interesarse en la situación.
- No, no se pueden hacer actos en medio de las horas de clase. Tiene que se a primera hora o a última hora y deben estar autorizados.
El Chango no perdía la sonrisa, pero iba elevando el tono, como para acrecentar la autoridad.
- Señora directora, este es un acto organizado por el ERP, la escuela está tomada por nuestra unidad, le repito. Nadie puede entrar ni salir hasta que hayamos cumplido nuestra misión.
En este punto el Chango se mandó una de sus chantadas típicamente militaristas, mejor dicho aparatistas: levantó la mano izquierda y puso los labios casi pegados a un enorme reloj pulsera simulando que era una radio al estilo Dick Tracy.
- Puestos 1, 2, 3, 4 informe sobre la situación. ¿Sin novedad? Bien, mantengan los puestos.
La secretaria o vice abrió la boca sin que le salieran las palabras, pero la directora, que no debería de conocer las historietas de Dick Tracy, insistió:
- Vea, joven, comprendo sus obligaciones, pero de ningún modo puedo alterar las clases en medio de la actividad docente. Al menos que venga una circular del Ministerio. ¿Tienen ustedes autorización del Ministerio?
Los combatientes se miraron rápidamente, las carcajadas fueron contenidas como parte de la disciplina militar. La secretaria o vice dura como una estatua.
- Señora directora –el Chango agravó la voz y abandonó la sonrisa-, le insisto: esta es una operación del Ejército Revolucionario del Pueblo, es un acto pacífico pero de fuerza. Acompáñenos, por favor, a recorrer las aulas y sacar los alumnos para formarlos en el patio frente a la bandera como se hace en las fiestas patrias.
La mujer pareció escuchar por primera vez unas extrañas palabras.
- ¿Ejército? ¿Pueblo? ¿De qué se trata entonces? ¿Qué efemérides es hoy que yo no sepa? No parece ser reglamentario.
- Por supuesto, señora, es un acto de fuerza.
- Entonces, no tienen autorización del Ministerio- su voz salió casi como un grito de triunfo. Y continuó- Lo siento mucho señores, yo no lo puedo autorizar, está fuera de mis atribuciones.
- Señora- el Chango no perdía la paciencia, pero la Pelada insinuaba con el cuerpo que los minutos pasaban- lo vamos ha hacer igual contra su voluntad.
El Chango ya se preparaba para actuar con un poco más de energía, quizás tomando del brazo a la terca directora, cuando la mujer se puso de pie y, como dirigiéndose al mundo, expresó:
- Pues debe quedar en claro mi oposición. Les pido, entonces, que labremos un acta de esta situación.
De inmediato, extrajo un papel oficio de uno de los cajones, y sentó de nuevo frente al escritorio. La Pelada miró al Chango, este miró la hora y dijo:
- No hay inconvenientes, señora, redáctelo no más.
Y la directora empezó a escribir con su prolija letra de maestra: “En la ciudad de Campana a los tantos días del mes y del año..se presentan ante esta dirección dos personas que dicen ser funcionarios del..”
- Perdón, ¿cómo dijo que se llamaba esa institución a la que ustedes representan?
- PRT-ERP, señora
- “y manifiestan su deseo de hacer un acto de propaganda”
- ¿Cuál es el tema, señores?
- La política del PRT-ERP, señora.
- ¡El colmo¡ ¿No saben ustedes que no está permitido hacer política en las escuelas de Provincia?
- Lo haremos igual, señora, no se preocupe
“Con todos los alumnos y personal docente y administrativo de esta escuela. Se deja constancia de la expresa oposición de quien suscribe, siendo testigo la señora secretaria Clotilde Fernández de Marenzano..a los efectos pendientes. Firmado”
- ¿Su nombre?
- Oscar.
- Oscar ¿qué?
- Oscar
- ¡Cómo va a ser sólo Oscar¡
- Sólo Oscar- el Chango vaciló esta vez.
- ¡Ah no¡ ¡Nadie puede firmar un acto de protocolo sin el apellido¡
- Tiene razón, señora. Oscar Fuentes, teniente del Ejército Revolucionario del Pueblo
- Ahora está mejor, permítame que guarde este acta en lugar seguro y les acompañaré señores. Y dirigiéndose a la secretaria le dijo: Clotilde, puede seguir con sus tareas mientras tanto.
La secretaria cerró la boca y se relajó con un leve suspiro, pero el Chango contradijo a la directora.
- La señora Clotilde vendrá con nosotros.
Y salvada su responsabilidad funcional, la señora directora no puso ninguna objeción esta vez. Entonces, de inmediato, el grupo comando se dirigió, junto con la secretaria, a recorrer las aulas y concentrar a los alumnos en el patio para cumplir la misión”.
Una anécdota que nos provoca sonrisas y ternura ante la decisión inquebrantable de los compañeros y salidas ocurrentes e imaginativas; aplicables también a acciones de calado mucho más fuerte y “pesadas”.

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Yo creo que, es verdad que las condiciones que se daban en es época, no sólo en Argentina, con especificidades se multiplicaban en América Latina; el PRT tuvo una visión continentalista, se establecieron formas de coordinación y colaboración con el ELN de Bolivia, MIR de Chile, Tupas de Uruguay. Había un sueño continentalista, que siento –y deseo- nunca ha muerto. El PRT, sobre todo el componente que trajo Mario Roberto Santucho, el Frente Revolucionario Indoamericano Popular hizo mirar desde Buenos Aires al interior, e hizo descubrir una realidad que las clase dominantes nunca querían que viéramos, que eran los pueblos originarios y la diversidad de las provincias, lo que nos enriquecía.

Es cierto que hay un tono de autocrítica en el libro, que sin duda alguna es más dolorosa realizarla después de esta charla, pero es necesario hacerla. En un momento dado, la visión que teníamos de la realidad era endogámica, no era una visión que tenía la gente, aún cuando en muchísimas situaciones nos sentíamos no solamente protegidos solidariamente por la gente, sino tremendamente queridos.

El PRT desarrolló además de la lucha urbana, comienza a estructurarse en el año 1974 la compañía de monte Ramón Rosa Jimenez, y combinando las dos prácticas- guerrilla urbana y rural- se perseguía el objetivo de la destrucción del sistema capitalista y la toma de poder para la instauración de un poder socialista.

Grandilocuente todo, pero hermosa historia. Dolorosa, con tintes trágicos, pero apasionada y apasionante.