La ética del cuerpo.
Por Luis Mattini
Octubre 2007


Es conveniente asimilar que el pensamiento del Che fue arrollador en el ámbito de la subjetividad por su contenido ético.

Y quien subestime los valores éticos olvida que el primer paso para el deterioro de las grandes obras humanas, las religiones y las revoluciones, como así también la presente degradación de referentes masculinos o femeninos que ayer nos fueron sagrados, fue en el orden de la ética.
Repito, el primer paso es siempre un “desliz” ético, a veces con justificación doctrinaria o “dialéctica”.

Por eso en el Che es más importante su conducta que sus textos. Sus textos son discutibles a luz del tiempo y los hechos, su conducta es perenne.
Su texto sobre el “hombre nuevo”, por ejemplo, en tanto planteo de hombre de futuro es pasible de la misma crítica al iluminismo racionalista de la Modernidad; lo mismo puede decirse de cierto positivismo en su doctrina militar. En cambio él fue ya el hombre nuevo con su cuerpo, por cuanto sus doctrinas estratégicas (un, dos, tres, muchos Vietnams) estaban dictadas por una ética ajena a cualquier interés de Estado, o de “clase”. Y en ese mismo sentido lo fueron los miles de jóvenes que lo siguieron, en un proceso único e irrepetible de los años sesenta-setenta. Chicos que no declamaban “seremos como el Che”, en actos formales y disfrazados de boy scout, sino por el contrario, muchachos que, sin que nadie los convenciera, renunciaron a todo, no tras una canasta de ofertas de gloria, sino en un viaje hacia lo incierto, con alta probabilidad hacia la muerte o a la sobrevivencia casual.

Este es el mensaje actual y que tiene algo de Cristo, su mensaje ético expresado por el cuerpo.

Por eso para entender al Che es más adecuado Spinoza que Hegel.