Tengo la impresión de que la mayoría de los ciudadanos se sienten confusos
ante la crisis que se ha desatado en las últimas semanas. A la vista del
esfuerzo financiero desplegado por los bancos centrales deben intuir que
se trata de una crisis muy seria. Y a tenor del efecto que tiene sobre sus
bolsillos la subida de los tipos de interés, pueden percibir que va a
hacerles más daño de lo que las autoridades quieren reconocer.
En cualquier caso, aunque todo el mundo habla de la crisis, hay muy pocas
ideas claras que permitan a los ciudadanos corrientes y molientes saber a
ciencia cierta lo que está pasando.
Habitualmente, los economistas ortodoxos y la mayoría de los dirigentes
políticos nos quieren hacer creer que las medidas económicas que toman son
siempre las más acertadas y que responden a criterios "científicos" y
"técnicos" indiscutibles que no hay que poner en cuestión. Pero cuando las
cosas no salen bien, como ahora, cuando todos los datos se descuadran,
cuando las economías casi saltan por los aires , callan como si nada
ocurriera.
Su silencio está dirigido a que nos creamos que lo que sucede es algo
normal, que no pasa nada de relieve y que todo debe seguir, por tanto,
exactamente igual que estaba. Evitan plantearlo como un problema
"político" (que es lo que en realidad es) para los ciudadanos no nos
pronunciemos sobre sus causas, responsabilidades y soluciones.
En mi opinión, la crisis de este verano es grave, mucho más profunda de lo
que están reconociendo las autoridades económicas y, sobre todo, nada más
que un anticipo de situaciones peores que están por llegar. la crisis de
este verano es grave, mucho más profunda de lo que están reconociendo las
autoridades económicas y, sobre todo, nada más que un anticipo de
situaciones peores que están por llegar.
Tiendo a creer que lo que está ocurriendo ahora es solo un aviso.
Conviene, pues, entender bien lo que ha ocurrido y lo que puede ir
sucediendo en los próximos meses. Y para tratar de ayudar a entenderlo voy
a apuntar algunas ideas explicativas básicas de la forma más sencilla e
intuitiva posible, sin perjuicio de abundar más en ellas en otros trabajos
posteriores más detallados.
Para facilitar su lectura omitiré datos y números así como referencias
bibliográficas que, en todo caso, aún no son muy definitivos para saber
con todo rigor lo que está sucediendo. Las cuestiones que principalmente
me parece que hay que conocer para entender la actual crisis son las
siguientes.
1. Es una crisis hipotecaria.
El origen inmediato de la crisis radica en el mercado hipotecario
estadounidense.
Como es sabido, al calor de la enorme expansión del sector inmobiliario se
generó una masiva oferta de hipotecas, de las cuales casi una quinta parte
se concedieron a familias que apenas si tenían las rentas justas para
pagarlas cuando los tipos de interés estaban muy bajos.
Cuanto se fueron produciendo subidas en los tipos y las hipotecas se
fueron encareciendo comenzaron a darse impagados.
Esto afecta inmediatamente a los bancos que habían concedido estas
hipotecas, pero dado lo que normalmente hacen con los títulos, la crisis
se extendió.
Lo que sucede es que los bancos que conceden estas hipotecas venden, a su
vez, los títulos hipotecarios en los mercados financieros. Esta es la
forma en que los bancos convierten el endeudamiento familiar en un
impresionante negocio porque no sólo van a recibir el dinero que prestaron
más los intereses sino que, además, obtienen beneficios negociando los
títulos de crédito.
El inconveniente es que, como ha pasado este verano, cuando comienzan a
producirse impagos porque suban los intereses o porque disminuya la renta
familiar, se genera un efecto en cadena que es el que provoca que la
crisis se extienda.
2. Pero la crisis no es solamente hipotecaria: es una crisis financiera.
Cuando se firma una hipoteca se crea un título financiero. Un "pasivo" u
obligación para el que debe el dinero y un "activo" o derecho para el que
lo presta. que es el banco. Y lo que puede y suele hacer el banco, como
acabo de señalar, es comerciar con ese activo. Por ejemplo, asegurarlo o
venderlo.
La paradoja que lógicamente se produce entonces es que cuanto más riesgo
lleve consigo un título será menos seguro y en principio menos atractivo,
pero por eso se pagará más por él y resultará más rentable.
Esa es la razón de que los títulos "basura" (técnicamente llamados "sub
prime"), es decir, los que tienen bastante riesgo porque se han dado a
familias con poca renta, sean precisamente los más rentables y, en
consecuencia, los más apetitosos para los inversores que, en principio,
busquen preferentemente rentabilidad, que son aquellos más poderosos y
que, por tanto, pueden asumir más riesgo.
Los bancos norteamericanos colocaron en el mercado millones de estos
títulos que adquirieron bancos e inversores de todos los países.
Es por esa causa que cuando se desata la crisis hipotecaria se desencadena
al mismo tiempo una crisis financiera, puesto que el impago creciente
inicial afecta enseguida a la seguridad y rentabilidad de los grandes
bancos y fondos de inversión internacionales el impago creciente inicial
afecta enseguida a la seguridad y rentabilidad de los grandes bancos y
fondos de inversión internacionales
. Cuando se ven afectados, no sólo pierden dinero sino que retiran sus
fondos de los mercados hasta el punto de frenar o incluso paralizar los
flujos financieros internacionales, en mayor o menor medida en función de
la magnitud del "latigazo" original o de su participación en el montante
de los fondos afectados.
Se produce así una crisis de liquidez, no porque "falten" medios de pago,
sino porque se retiran. Esto ocurre porque hoy día la inmensa mayoría de
los medios de pago son "ficticios", es decir, papeles financieros más o
menos como los títulos hiptecarios que comenté arriba, que están
vinculados principalmente a operaciones financieras de carácter
especulativo.
3. Y además es una crisis que afecta a la economía real.
Aunque la crisis se desencadene inicialmente en el ámbito hipotecario,
bancario o financiero, enseguida tiene efectos sobre la economía real (es
decir, la que tiene que ver con la producción efectiva de bienes y
servicios y no con "papeles" financieros).
El impacto sobre la economía real de esta última crisis se produce por
tres razones principales.
En primer lugar, porque la crisis hipotecaria afecta lógicamente de modo
muy directo al sector de la construcción que, como es bien sabido, ha sido
una de las bases principales, cuando no la que más, de la expansión
económica de los últimos años.
La inicial crisis hipotecaria producirá sin lugar a dudas desempleo no
sólo en la construcción sino en las actividades que están relacionadas con
el sector inmobiliario. Y eso permite aventurar que, sin lugar a dudas,
nos encontramos desde que la crisis se empezara a manifestar incluso de
manera latente, ante una nueva fase de recesión económica.
En segundo lugar, porque cuando se desata la crisis los bancos y los
inversores reaccionan, como he dicho, retirando fondos del mercado y
generando falta de liquidez. Los bancos ya no se prestan tan fácilmente
entre ellos y, lógicamente, también reducen su oferta de créditos a los
consumidores y empresas que necesitan recursos para gastar o invertir en
actividades productivas.
Por lo tanto, la disminución de la liquidez en los circuitos financieros
afecta a la financiación de la economía. El gasto total se resiente y, a
su socaire, el conjunto de la actividad económica "real".
En tercer lugar, y como corolario de lo anterior, los bancos centrales se
enfrentan a una dilema perverso: por un lado lo que hacen (como han hecho)
es poner a disposición de los bancos cientos de miles de millones de
dólares (con una generosidad de la que carecen cuando los afectados por
las crisis son los más desfavorecidos del planeta). Pero, por otro, para
favorecer la movilización del capital, suben los tipos de interés.
Esto último lo hacen porque el tipo de interés es, al fin y al cabo, la
retribución que recibirán los propietarios del dinero cuando lo ponen en
disposición de otros. Y al subirlos, lo que hacen los bancos centrales es
a incentivar a los poseedores de recursos financieros para que vuelvan a
colocar en los mercados los recursos que han retirado.
Pero la subida de los tipos de interés tiene un doble efecto. Por un lado,
favorecen la movilización del capital gracias a su mayor rentabilidad.
Pero, por otro, encarecen el casi siempre imprescindible endeudamiento de
las empresas y de las familias. Lo primero enriquece a los propietarios
del capital que actúan preferentemente en la economía financiera y lo
segundo coadyuda de nuevo a que baje su inversión y su consumo,
deteriorando como he dicho el conjunto de la actividad económica.
4. Es una crisis global.
Los flujos financieros son prácticamente los únicos que se puede decir que
estén completamente globalizados hoy día. Todas las operaciones
financieras se realizan a escala internacional y la inmensa mayoría de
ellas pasando por los paraísos fiscales que se encuentran estratégicamente
situados en todos los husos horarios del planeta con el fin de que no
quede ni un segundo del día sin posibilidad de ser utilizado para realizar
las transacciones.
Por eso, aunque la crisis se inicie en el mercado hipotecario de un país,
en este caso de Estados Unidos, es completamente seguro que se extenderá
por todo el globo terráqueo, puesto que los mercados financieros son
globales y los bancos e inversores que adquirieron los títulos a partir de
los cuales se desencadena el latigazo inicial de la crisis están y operan
en todas las esquinas de la Tierra.
De hecho, lo más probable que esté ocurriendo es que mucho de esos bancos
ni siquiera sepan todavía a ciencia cierta en qué grado están siendo
afectados por la crisis. lo más probable que esté ocurriendo es que mucho
de esos bancos ni siquiera sepan todavía a ciencia cierta en qué grado
están siendo afectados por la crisis.
Las inversiones que realizan en los mercados financieros son cruzadas,
muy opacas, de papel sobre papel y de estructura piramidal, de modo que
el tenedor final de un título no sabe bien a qué operación financiera
original responde lo que está comprando o tratando de vender en
operaciones que las nuevas tecnologías permiten realizar e modo
vertiginoso y anónimo.
Pero poco a poco se va a ir descubriendo que en la crisis están implicadas
muchas más entidades bancarias (por ejemplo en España) de las que en un
principio han reconocido estarlo.
5. Y quizá sea algo más que una crisis hipotecaria, financiera y global.
Lo que no sabemos aún de la presente crisis es hasta qué punto todo lo
anterior ha generado una crisis de solvencia bancaria, algo que no hay que
descartar ni mucho menos, al menos en algunos países como España.
Los bancos (y en general los grandes poseedores de recursos financieros)
se han convertido en el eje torno al cual gira la vida económica. Vienen
obteniendo ingentes beneficios y han realizado inversiones gigantescas
alimentando la concentración bancaria y empresarial y la especulación
financiera. Bien directa o indirectamente (gracias a su financiación) son
los verdaderos protagonistas de las burbujas especulativas inmobiliarias
de los últimos años, de las adquisiciones especulativas de empresas y de
los vaivenes de las bolsas.
Pero ahora, la cuestión estriba en saber si, después de haber colocado sus
reservas en tantas inversiones especulativas, en estos momentos estarían
en condiciones de soportar una crisis de liquidez financiera, una drástica
disminución de la capacidad de endeudamiento de las familias y las
empresas, impagos más o menos generalizados, o una explosión de la burbuja
inmobiliaria que redujera el valor contable de sus activos. Es decir, si
ahora dispondrían de recursos suficientes para hacer frente a las demandas
de efectivo o para proporcionar los recursos financieros que requiere la
vida económica.
No es aventurado sospechar que esto puede estar ocurriendo y que la
ingente aportación de liquidez que han realizado los bancos centrales haya
tenido como fin tratar de paliar la irresponsabilidad bancaria de los
últimos años.
De hecho, es sorprendente la falta de información, la opacidad y falta de
transparencia con la que las autoridades económicas manejan la crisis. es
sorprendente la falta de información, la opacidad y falta de transparencia
con la que las autoridades económicas manejan la crisis.
Sólo están preocupadas por quitarle importancia y porque no se publiciten
sus peligros, que es justamente lo que conviene hacer para pasar de
puntillas cuando lo que hay sobre la mesa es una crisis de solvencia
bancaria.
Puede ser, por tanto, que lo que esté ocurriendo sea algo más que una
crisis producida por una mala gestión puntual de cartera de los grandes
inversores derivada de los problemas hipotecarios de las familias que
genera, a su vez, una crisis de liquidez. Es decir, que nos encontremos
con que, además de ello, se estuviera dando una crisis que afectara a la
propia estructura patrimonial de los bancos, en cuyo caso la situación
actual tendría, lógicamente, consecuencias más graves y a largo plazo.
En ese caso, nos encontraríamos ante una crisis gravísima que obligaría
(para salvaguardar la rentabilidad y el status quo bancarios) a establecer
una especie de "corralito global" o localizado según se diera, es decir,
una inmovilización del dinero depositado en los bancos para favorecer
(como se hizo en Argentina) la recuperación de la solvencia bancaria.
En mi modesta opinión, ésta última circunstancia no es del todo imposible
ni descartable hoy día. Hay indicios de ello: las ampliaciones de capital
de algunos bancos, la intensidad con que tratan de atraer fondos (por
cierto, con activos de alto riesgo que podrían agravar en el medio plazo
los problemas) y las demandas de algunos dirigentes políticos más sensatos
para realizar algunos cambios en las reglas del juego que imponen los
reguladores (los bancos centrales, principalmente) y que actualmente
consisten en dar "barra libre" a los fondos de inversión más arriesgados y
volátiles detrás de los cuales están los propios bancos.
Como se sabe, el funcionamiento del negocio bancario se basa en un
principio muy simple: se recogen fondos ahorrados, se "reserva" una parte
de ellos para hacer frente a la demanda de pagos y con el resto se hacen
inversiones rentables.
Tradicionalmente, esas inversiones consistían en prestar el dinero a los
inversores reales, es decir, a las empresas que crean bienes y servicios o
a los consumidores. Pero en los últimos decenios el negocio bancario ha
cambiado y se dedica a colocar el ahorro, principalmente, en operaciones
financieras especulativas.
Gracias al apoyo de los bancos centrales (que salen enseguida en su apoyo
cuando lo necesitan) y al grado general de aceptación que tiene este
estado de cosas, los bancos han podido aumentar sus negocios manteniendo
una porción de reservas cada vez más pequeña, lo que lógicamente
incrementa su rentabilidad, como viene sucediendo, pero aumenta
agigantadamente el riesgo y disminuye su solvencia.
La consecuencia de todo ello es el extraordinario aumento de la
inestabilidad del sistema y del riesgo que se asume y la pregunta que hoy
día es inevitable hacerse es si en esa loca carrera hacia el beneficio no
habrán llegado los bancos al paroxismo y al riesgo excesivo en los
momentos actuales.
Este es un asunto que reconocen hasta los propios economistas liberales
más sensatos y coherentes cuando critican el actual régimen del negocio
bancario y proponen un sistema de reservas bancarias al 100% para evitar
lo que podría llevar a un verdadero colapso económico.
Quizá sea demasiado atrevido afirmar que nos encontremos en esta
situación, aunque yo no me atrevería tampoco a desestimarla.
En los próximos meses, o quien sabe si en pocas semanas, podremos ir
descubriendo lo que efectivamente está pasando en el negocio bancario.
6. Es una crisis que tiene perjudicados
Las autoridades económicas suelen hablar de estas crisis como si fueran
algo parecido a la avería de un mecanismo de fontanería o de un automóvil,
sin hacer referencia a los millones de individuos que en realidad pagan
con sus rentas, con su trabajo y con su seguridad y bienestar la
irracionalidad del sistema financiero en que se soportan nuestras
economías.
Como cualquier otra, esta crisis tiene unos claros perjudicados.
En primer lugar, los millones de personas que en Estados Unidos y en otros
países han perdido o van a perder sus viviendas y sus ahorros. O sus
rentas, puesto que no se puede olvidar que cada vez que los bancos
centrales suben los tipos de interés lo que directamente se produce es un
trasvase de rentas desde los bolsillo de las familias o empresas
endeudadas al de los banqueros. cada vez que los bancos centrales suben
los tipos de interés lo que directamente se produce es un trasvase de
rentas desde los bolsillo de las familias o empresas endeudadas al de los
banqueros.
Así de fácil.
En segundo lugar, las economías más débiles (como las de las periferias en
África, Latinoamérica o las de los países asiáticos más empobrecidos)
puesto que cuando se desata la crisis los capitales escasean y su falta se
nota especialmente en los territorios que están más necesitados de
inversiones y recursos. Y que son, además, los que hacen frente con más
dificultad a intereses más elevados.
En tercer lugar, la actividad económica real, las empresas y empresarios
dedicados a la producción efectiva de bienes y servicios que conforman, a
su vez, un anillo marginal respecto a la inversión financiera. Lo cual es
lo mismo que decir, que la crisis se paga en términos de empleo, actividad
económica y creación de riqueza.
7. Pero la crisis tiene también unos claros beneficiarios.
No todo el mundo pierde con la crisis. Al revés, de ella saldrán
fortalecidos los bancos y los grandes poseedores de capital.
Por un lado, hay que tener en cuenta que los bancos solo tienen en títulos
arriesgados una parte pequeña de su negocio, de modo que la subida en los
tipos de interés repercutirá favorablemente en su rentabilidad global.
Otro efecto de la crisis será que se concentrará mucho más la propiedad de
los recursos financieros y económicos.
De hecho, ya ha pasado así con los activos inmobiliarios.
Los grandes promotores y constructoras y los bancos han acumulado cientos
de miles de viviendas y terrenos que en gran parte han financiado gratis
gracias a la burbuja que ellos mismos han contribuido a crear. Se calcula,
por ejemplo, que los bancos han adquirido alrededor de la mitad del suelo
urbanizable puesto a la venta en España en los últimos quince años.
Ahora que la crisis hipotecaria se desata volverán a acumular activos
inmobiliarios puesto que serán los que cuenten con información
privilegiada para comprar barato a familias en apuros o a los pequeños
constructores con el agua al cuello. O, simplemente, los que no tengan el
más mínimo apuro a la hora de ejecutar sus créditos frente a familias que
no puedan pagarlos, quedándose con sus viviendas. Y si el Estado (como
incluso se ha apuntado en Estados Unidos) da ayudas a las familias para
que paguen las hipotecas, lo único que se estará haciendo será garantizar
que los bancos sigan cobrando sus anualidades aunque con intereses más
elevados.
Además de todo ello, cuando se produce la crisis financiera los poseedores
de títulos que tienen menos cobertura (los pequeños o medianos
ahorradores, los fondos de inversión con menos liquidez o los que hayan
calculado peor el riesgo que debían o podían asumir) tratarán de vender a
toda prisa los títulos "infectados", que serán adquiridos por los grandes
bancos y fondos de inversión a precios de saldo, puesto que ellos pueden
acumular títulos con rentabilidad más baja gracias a su cartera mucho más
grande y a sus beneficios mucho más elevados.
Finalmente, el efecto de la crisis hipotecaria, de la crisis financiera y
de la crisis real se traduce, como es lógico que así sea, en la
rentabilidad empresarial y en las cotizaciones en bolsa de sus acciones. Y
también en este mercado se producirán movimientos masivos de venta que
serán aprovechados por los grandes inversores para acumular propiedades
empresariales, concentrándose así el poder de los grandes bancos y grandes
corporaciones sobre el conjunto de la economía.
La existencia de perjuidcados y beneficiados de estas crisis es lo que
demuestra claramente que no son meras cuestiones "técnicas" sino
auténticos asuntos políticos: son las autoridades políticas y económicas
haciendo, no haciendo o dejando hacer son las que hacen que unos u otros
sea perjudicados o beneficiados. son las autoridades políticas y
económicas haciendo, no haciendo o dejando hacer son las que hacen que
unos u otros sea perjudicados o beneficiados.
8. Es una es una crisis que quizá no sea fácilmente pasajera.
Como es fácil deducir de lo que vengo diciendo, una de las causas de la
crisis actual (como de otras semejantes que se han producido en los
últimos decenios) es que la economía mundial se ha volcado cada vez más
hacia los intercambios financieros. En lugar de servir de instrumento para
los intercambios de bienes y servicios, el dinero se ha convertido en un
objeto del intercambio. Lo que se compra y se vende privilegiadamente son
medios de pago, títulos financieros, papel por papel... Es lo que se ha
llamado la economía financiarizada que es intrínsecamente inestable y
propensa a las crisis (Un análisis más detallado en mi libro "Toma el
dinero y corre. La globalización neoliberal del dinero y las finanzas".
Editorial Icaria, Barcelona 2006).
A este tipo de economía se la ha calificado como "de casino" precisamente
porque se basa en la especulación, porque en ella predomina el riesgo
desmedido y la incertidumbre (a cambio, eso sí, de una extraordinaria
rentabilidad) y eso lleva lógicamente a que las crisis se produzcan con
inusitada frecuencia.
La generalización de la especulación financiera obliga a que los sujetos
económicos estén continuamente caminando sobre la cuerda floja, sin una
base real efectiva, como de puntillas. Pero, como dice un viejo refrán
chino, ninguna persona puede mantenerse de puntillas mucho tiempo.
Por eso se sabía que la crisis hipotecaria iba a desencadenarse antes o
después. Llegaría un momento en que las familias con rentas más bajas pero
con hipotecas abusivas iban a no poder pagarlas. El nivel de endeudamiento
que hoy día existe en la economía estadounidense, en la española o en
muchas otras es sencilla y materialmente insostenible. El nivel de
endeudamiento que hoy día existe en la economía estadounidense, en la
española o en muchas otras es sencilla y materialmente insostenible.
Ha terminado saltando allí y saltará en los demás países.
La razón de por qué se ha consentido una situación abocada a la crisis es
doble.
Por un lado, ya ha quedado dicho que la crisis no sólo tiene paganos, sino
grandes y privilegiados beneficiarios. Y estos tienen el poder suficiente
como para hacer que las transcurran a favor de sus intereses aunque sea a
costa de crisis y problemas económicos para los demás.
Por otro, resulta que es imposible evitar este tipo de crisis en el
contexto financiarizado y global del capitalismo neoliberal de nuestros
días. Cuando salta la chispa se puede tratar de paliar, como han querido
hacer los bancos centrales, se pueden poner remedios pasajeros, pero es
inevitable que la llama se extienda por todas las economías y por todos
los sectores de la actividad económica.
Todo eso quiere decir que el caldo de cultivo de la crisis actual no es
una mera incidencia hipotecaria, que sería más o menos fácil de atajar,
sino el modo de funcionar de la economía capitalista de nuestros días en
su conjunto. Algo que es mucho más difícil de controlar, sobre todo,
cuando no hay intención ninguna de hacerlo.
En consecuencia, si hubiera que apostar, yo más bien lo haría por unos
meses largos de inestabilidad profunda, de sobresaltos y de pérdida de
vigor económico. El sector inmobiliario, en primer lugar, saltará
próximamente por los aires en los países, como España, en donde ha
generado burbujas especulativas; El sector inmobiliario, en primer lugar,
saltará próximamente por los aires en los países, como España, en donde ha
generado burbujas especulativas;
y detrás de él, quizá algunos ámbitos del sector bancario y financiero.
Tras de lo cual es inevitable que venga una nueva fase recesiva que puede
ser duradera si no se adoptan medidas de choque rápidas y contundentes en
forma, principalmente, de incremento del gasto.
Desgraciadamente, esto último no suele tener hoy día otra lectura que no
sea la militar como factor antirecesivo, lo que me permite augurar que, si
la crisis va a más, volverán a hacerse fuertes los tambores de guerra.
Ojalá me equivoque.
9. Es una crisis avivada y consentida por los bancos centrales.
Es de gran importancia y muy relevante destacar que los bancos centrales
han sido uno de los principales factores responsables de la crisis
hipotecaria y financiera que estamos viviendo.
Podemos decir que los bancos centrales son responsables de la crisis, al
menos, por tres razones fundamentales.
En primer lugar porque a ellos corresponde la labor de vigilar la
situación del negocio bancario, la de advertir del riesgo y prevenir sus
consecuencias. Y tienen medios y poder suficiente para llevarla a cabo ...
si quisieran hacerlo.
Su vista gorda ante el verdaderamente aberrante e irracional
comportamiento del mercado hipotecario, su indiferencia ante el
sufrimiento económico que los bancos imponen a millones de familias, su
mano abierta para consentir que la banca actúe con plena libertad para
imponer condiciones draconianas en créditos y préstamos, o su ceguera
cómplice ante el deterioro de la solvencia han favorecido la génesis de la
crisis hipotecaria como primer e inmediato detonante del problema
económico y financiero que hoy día se está viviendo.
Incluso algunos gobiernos o líderes mundiales estaban advirtiendo desde
hace meses del riesgo que se estaba acumulando en los fondos de inversión
especulativos, del peligro global que eso llevaba consigo y de la
necesidad de regularlos de otra forma para tratar de darle más seguridad a
la economía mundial. Pero los bancos centrales, que son quienes disponen
de la mejor información sobre esa realidad y quienes sabían bien el
problema real que se estaba generando, han venido callando y consintiendo
que durante todo este tiempo se acumule la volatilidad y un peligro cierto
de recesión mundial provocado por la llamarada originada en los flujos
financieros.
En segundo lugar, porque los bancos centrales son los garantes del régimen
de hipertrofia financiera y de privilegio de los flujos financieros sobre
la economía real hoy día existente. Estas instituciones y la política que
llevan a cabo constituyen el sostén principal de la especulación
financiera y del privilegio que éstas actuaciones tienen en comparación
con la actividad económica real orientada a la creación de riqueza.
Es obvio que la política monetaria es un instrumento esencial de la
política económica general para conducir la actividad económica. Pero, en
manos de los bancos centrales, se limita a aplicarse para controlar los
precios (algo que beneficia sobre todo a los ricos y al capital, porque
gracias a ello se garantizan salarios reducidos y retribución más alta al
capital financiero), olvidándose de cualquier otro objetivo, como el
crecimiento de la actividad o el empleo. Y ya he señalado que esa
financiarización es el verdadero caldo de cultivo de estas crisis.
Finalmente, porque los bancos centrales no sólo se limitan a actuar de
esta forma sino que, para colmo, atan de pies y manos a los gobiernos, que
no tienen capacidad de maniobra para adoptar medidas que pudieran llevar a
las economías por otros senderos.
Los bancos centrales, esclavos de una ortodoxia sin base científica alguna
(puesto que ni uno solo de los postulados en los que se basa la política
monetaria y económica que defienden ha quedado demostrado como más
conveniente o adecuado que cualquier otro) ni comen ni dejan comer en la
economía de nuestros días: como la crisis de estas últimas semanas está
demostrando, los bancos centrales vienen a ser unos meros instrumentos al
servicio del mantenimiento del status quo bancario y del poder monetario y
financiero global. como la crisis de estas últimas semanas está
demostrando, los bancos centrales vienen a ser unos meros instrumentos al
servicio del mantenimiento del status quo bancario y del poder monetario y
financiero global.
Su papel perverso es ya tan estrepitosamente claro que incluso algunos
gobernantes de derechas más lúcidos, como Sarkozy, empiezan a denunciarlo.
Y es que es muy difícil que un pirómano pase desapercibido cuando quiere
actuar como apagafuegos.
10. Y es una crisis de las que podrían evitarse con otras políticas y con
otros objetivos sociales.
Para terminar, hay que preguntarse si crisis como las que estamos viviendo
son inevitables o si, por el contrario, hay medios para evitarlas.
En mi opinión, será muy difícil que dejen de existir en el contexto del
capitalismo financiarizado de nuestros días. Como he dicho antes, son
consustanciales a la lógica compulsiva del beneficio y a la hipertrofia de
unos flujos financieros y actividades especulativas que son
intrínsecamente inestables y volátiles.
Pero eso no quiere decir que no tengan remedio. Hay fórmulas e
instrumentos suficientes para que la sociedad no tenga que soportar sus
tremendos costes y para que las economías no se vean sometidas a la
quiebra constante, al despilfarro, a la ineficiencia y al bloqueo
permanentes.
En el marco breve de estas líneas no puedo desarrollar extensamente un
planteamiento alternativo, del que hoy día ya empezamos a disponer en la
literatura económica no neoliberal. Me limitaré a presentar, casi a manera
de ejemplo y sin pretensión alguna de ser exhaustivo, los que considero
más importantes y significativos.
- Para evitar las crisis hipotecarias es preciso evitar que la vivienda se
convierta en un activo creado para generar beneficio a través de la
acumulación y la especulación. Para evitar las crisis hipotecarias es
preciso evitar que la vivienda se convierta en un activo creado para
generar beneficio a través de la acumulación y la especulación.
Y, por supuesto, que sus instrumentos de financiación se transformen en la
fuente que nutre la actividad de los mercados financieros secundarios
intrínsecamente inestables y generadores de crisis. Los gobiernos tienen
medios para asegurar que las viviendas sean lo que deben ser, soluciones
al problema social de la habitabilidad, y no activos para canalizar el
ahorro de los ricos y para labrar ganancias especulativas. Para ello
pueden establecerse reservas de suelo, controles de precios y políticas
impositivas que desincentiven la especulación con bienes sociales básicos.
Puede y debe romperse la vinculación entre el mercado de la vivienda y los
flujos financieros garantizando fuentes estables y asequibles de
financiación no vinculadas a los mercados secundarios que, como hemos
visto, son la fuente de las crisis financieras.
- Para evitar las crisis financieras ni siquiera sería necesaria, aunque
fuese deseable, una auténtica regulación financiera internacional que
hiciera saltar por los aires los mecanismos que transmiten la especulación
y la volatilidad a todas las actividades económicas. Quizá baste con
incorporar, como dijera hace años James Tobin, algo de arena en las
ruedas de las finanzas internaciones para desincentivar ese tipo de lógica
financiera. Una arena que deberían tener la forma de impuestos y tasas
internacionales, erradicación de los paraísos fiscales, transparencia y
control y, sobre todo, de la creación de fuentes de crédito públicas que
garanticen el funcionamiento de la actividad económica con independencia
de los desequilibrios y la volatilidad de los mercados.
- Para evitar las crisis de solvencia bancaria y para limitar el
irracional y excesivo poder bancario que provoca crisis y desequilibrios
constantes es preciso establecer un sistema basado en la plena cobertura
de las reservas bancarias.
- Para evitar que crisis localizadas se conviertan peligrosamente en
crisis globales es preciso, sobre todo, acabar con el régimen de plena
libertad de movimientos de capital. un régimen que solo es necesario y
está justificado para garantizar mayores beneficios a los propietarios de
capital, puesto que no hay razón científica alguna que permita asegurar
que de esa forma se logran mejores resultados en la producción de bienes y
servicios y en la actividad económica en general.
- Para evitar los efectos de las crisis financieras sobre la economía real
lo necesario es, lógicamente, evitarlas aplicando los mecanismos que vengo
señalando y, sobre todo, controlar la hipertrofia de los flujos
financieros, y garantizar fuentes de financiación en la vida económica que
no estén al albur de la lógica del beneficio sino en función de las
demandas sociales.
- Para evitar que estas crisis aumenten las desigualdades produciendo
millones de afectados y muy pocos beneficiarios es preciso restablecer el
valor social de los impuestos, crear un auténtico sistema fiscal
internacional y mecanismos internacionales de redistribución de la renta.
- Para evitar que lo bancos centrales sigan estando al servicio exclusivo
de los más poderosos y esclavos de una retórica económica equivocada que
coadyuva a la aparición de recesión y crisis económicas, es preciso
modificar su naturaleza, someterlos al control público y de las
instituciones representativas y garantizar que la política monetaria se
comprometa efectivamente con objetivos económicos como el pleno empleo, la
equidad y el bienestar social efectivo.
Naturalmente, todo ello, que es plenamente posible, no puede llevarse a la
práctica si los ciudadanos no son capaces de negar el estado de cosas
actual, de imponer su voluntad sobre la de los mercados en donde gobiernan
los poderosos y para ello es preciso no solo que sean conscientes de la
naturaleza real de estos problemas económicos sino que tengan el poder
suficientes para convertir sus intereses en voluntades sociales y éstas en
decisiones políticas. Es decir, que las mayorías ciudadanas pueden hacer
justo lo que desde tiempos inmemoriales vienen haciendo solamente los más
ricos y poderosos.