1. EL RECUERDO DE LOS ULTRAJES
Sesgos y engaños (positivos y negativos) de la memoria. Disonancia
emocional. Disonancia cognitiva. Consolidación y construcción de
justificaciones.
“La memoria es un instrumento maravilloso, pero falaz. (...). Un recuerdo
evocado con demasiada frecuencia y, específicamente, en forma de narración,
tiende a fijarse en un estereotipo, en una forma ensayada de la experiencia,
cristalizada, perfeccionada, adornada, que se instala en el lugar del recuerdo
crudo y se alimenta a sus expensas”
“Quien ha sido torturado lo sigue estando (...) la fe en la humanidad,
tambaleante ya con la primera bofetada, demolida por la tortura luego, no se
recupera jamás”
“El opresor sigue siéndolo, y lo mismo ocurre con la víctima: no son
intercambiables (...) pero ambos, ante la impudicia del hecho que ha sido cometido
irrevocablemente necesitan un refugio y una defensa (....). No todos, pero sí la
mayoría; casi siempre durante toda la vida. (...)”
“Expresadas de distinta manera, y con mayor o menor soberbia de acuerdo
con el nivel mental y cultural del hablante, todas vienen a decir esencialmente lo
mismo: lo hice porque me lo mandaron, otros (mis superiores) han cometido actos
peores que los míos; dada la educación que he recibido y el ambiente en que he
vivido no podía hacer otra cosa; si no lo hubiera hecho yo, lo habría hecho otro en
mi lugar, con más brutalidad”. (...) “Conforme se lo va repitiendo a los demás, pero
también a sí mismo, las distinciones entre lo verdadero y lo falso pierden
progresivamente sus contornos y el hombre termina por creer plenamente en el
relato que ha hecho tantas veces”
“Si leen las declaraciones hechas por Eichmann (...) y de Rudolf Höss (el
penúltimo jefe de Auschwitz, inventor de las cámaras de ácido cianhídrico) (...) los
argumentos son: nos han educado en la obediencia absoluta, en la jerarquía, en el
nacionalismo; nos han atiborrado de eslóganes, embriagado de ceremonias y
manifestaciones; nos han enseñado que lo único justo era lo que favorecía a
nuestro pueblo y que la única verdad eran la palabras del jefe. (...) Hemos sido
ejecutores diligentes y, por nuestra diligencia, hemos sido elogiados y ascendidos.
Las decisiones no las hemos tomado nosotros, porque en el régimen en que
hemos crecido no se permitían decisiones autónomas; son otros quienes han
decidido por nosotros”.
“Tres armas fundamentales: la propaganda (...), la educación (...) el terror. Sin
embargo no es lícito admitir que esta presión sea irresistible, y mucho menos en el
breve espacio de los doce años del Tercer Reich (...). Está clara la exageración y
más clara todavía la manipulación del recuerdo”
“Es difícil negar que se ha cometido determinada acción (...) pero por el
contrario, es muy fácil alterar los motivos que nos han conducido a una acción y
las pasiones que dentro de nosotros la han acompañado (...) Los estados de
ánimo son lábiles por naturaleza y aún más lábil su recuerdo (...)”. “La mayor
deformación del recuerdo de un crimen cometido es su supresión (...). Es
imposible saber si detrás de los “no sé”, “no recuerdo” hay la voluntad de mentir
(...) [o si] a fuerza de negar su existencia ha expulsado de sí el recuerdo nocivo,
como se expulsa una secreción o un parásito (...). No podemos distinguir si el
sujeto sabe o no sabe que miente”
“El mejor modo para defenderse de la invasión del recuerdo es impedir su
entrada (...). Para eso servirán muchos de los artificios elegidos por los jefes nazis
para proteger la conciencia de quienes estaban dedicados a los trabajos sucios
(...) se les distribuía alcohol a voluntad, de manera que la matanza fuera velada
por la embriaguez (...) los bien conocidos eufemismos (“solución final”,
“tratamiento especial”, (...) “unidad de Emergencia”.. )”
“El mismo Hitler (...) se había rodeado de barreras para impedir saber la
verdad. (...). Como todos los jugadores de azar se había armado un decorado (...)
en el que había terminado por creer con la misma fe fanática que pretendía de
todo alemán”
“Quien recibe una ofensa o una injusticia (...) sus recuerdos pueden sufrir
también alteraciones (...), tienden a filtrar conscientemente sus recuerdos: cuando
los rememoran entre ellos o se los cuentan a terceros, prefieren detenerse en las
treguas, en los momentos de respiro, en los intermedios grotescos, extraños o
distendidos, y sobrevolar por encima de los episodios más dolorosos” (...)
“También en la vida “civil” olvidamos con facilidad los detalles de una enfermedad
grave o de una operación quirúrgica que ha salido bien”
“Apenas fui repatriado, sentí el deber de ir inmediatamente a la ciudad de
Alberto para contar a su madre y a su hermano todo lo que sabía (...). Me
acogieron con afectuosa cortesía pero apenas hube empezado mi relato la madre
me pidió que no continuase: ya lo sabía todo, al menos en lo que a Alberto se
refería. (...) Ella “sabía” que su hijo, sólo él, había logrado alejarse de la columna
sin que las SS le disparasen, se había escondido en el bosque y estaba a salvo a
manos de los rusos....”
“Necesito disculparme. Este mismo libro está empapado de recuerdos, de
recuerdos lejanos. Procede, por consiguiente, de una fuente sospechosa”
"El mundo en el que uno se veía precipitado era efectivamente terrible pero
además indescifrable (…) Se ingresaba creyendo, por lo menos en la solidaridad
de los compañeros en desventura, pero éstos, a quienes se consideraba aliados,
salvo en casos excepcionales, no eran solidarios: se encontraba uno con
incontables mónadas selladas, y entre ellas una lucha desesperada, oculta y
continua". "Era tan dura que podía derribar de un solo golpe la capacidad de resitencia.
(…) es difícil defenderse de un ataque para el cual no se está preparado".
"Todo el ritual siniestro, (…) pero el mismo en esencia, que acompañaba el
ingreso; las patadas, los puñetazos inmediatos, muchas veces en pleno rostro, la
orgía de las órdenes gritadas con cólera real o fingida, el desnudamiento total, el
afeitado de las cabezas, las vestiduras andrajosas. Es difícil precisar si todos
estos detalles fueron proporcionados por algún especialista o perfeccionados
metódicamente basándose en la experiencia. Pero con toda seguridad,
premeditados o no, no casuales: había una dirección centralizada y se notaba".
"El nuevo era envidiado porque parecía tener todavía el olor de su casa. (…).
Era ridiculizado y expuesto a bromas crueles, como sucede en todas partes con
los y con las ceremonias de iniciación en los pueblos primitivos".
"Es probable que, como todas las intolerancias, la hostilidad contra el Zugang
tuviese en esencia origen en el intento inconsciente de consolidar el a
expensas de los , para crear, paradójicamente, la solidaridad entre
oprimidos, cuya ausencia era fuente adicional de sufrimiento aunque no se
percibiera así claramente. Se ponía en juego también la busca del prestigio, que
en nuestra civilización, parece ser un objetivo imposible de suprimir: la multitud
despreciada de los tendía a ver en el recién llegado un blanco en
quien desahogar su humillación, a encontrar a su costa una compensación, a
crear a su costa un individuo de menor rango a quien arrojar el peso de los ultrajes
recibidos de arriba".
"Un sistema infernal (…) las degrada, las asimila a él, y tanto más cuanto más
vulnerables sean ellas, vacías, privadas de un esqueleto político y moral”
"Los prisioneros privilegiados (…) debemos recordar que la ración alimenticia
era del todo insuficiente incluso para el prisionero más sobrio. (…) la muerte por
hambre (…) era el destino habitual del prisionero. Sólo podía evitarse con un
suplemento alimenticio y, para obtenerlo, se necesitaba tener algún privilegio,
grande o pequeño; es decir, un modo conferido o conquistarlo, astuto o violento,
lícito o ilícito, de elevarse por encima de la norma".
"Pobre de ti si esta dignidad te empuja a responder: hay una ley no escrita pero
férrea (…) es una transgresión intolerante que sólo puede ocurrírsele
precisamente al . Quien la comete debe ser ejemplarmente
castigado. Los demás funcionarios acuden en defensa del orden amenazado y el
culpable es golpeado con rabia y método hasta que se lo doma o se lo mata”
La ascensión de los privilegiados, no sólo en el Lager, sino en todo lugar de
convivencia humana, es un fenómeno angustioso pero inevitable: sólo en las
utopías no existe. (…) pero no debemos olvidar que se trata de una guerra sinfín.
Donde hay poder ejercido por pocos, o por uno solo, contra muchos, el privilegio
nacd y prolifera, aun contra el deseo de poder mismo; pero es normal que el poder
lo proteja y lo estimule.
"La clase híbrida de los prisioneros- funcionarios es su esqueleto (…). Es una
zona gris, de contornos mal definidos, que separa y une al mismo tiempo a los
dos bandos de patrones y siervos".
"No basta con relegarlos a las tareas marginales; la mejor manera de atarlos es
cargarlos de culpabilidad, ensangrentarlos, comprometerlos lo más posible; así
habrán contraído con sus jefes el vínculo de la complicidad y no podrán volverse
nunca atrás". "Cuanto más dura es la opresión, más difundida está entre los oprimidos la
buena disposición para colaborar con el poder. Esa disposición está teñida de
infinitos matices y motivaciones: terror, seducción ideológica, imitación servil del
vencedor, miope deseo de poder ( aunque se trate de un poder ridículamente
limitado en el espacio y en el tiempo), vileza e, incluso, un cálculo lúcido dirigido a
esquivar las órdenes y las reglas establecidas. Todos estos motivos, cada uno por
separado combinados entre ellos, han sido en parte el origen de esta franja gris,
cuyos componentes, en su confrontamiento, con los no privilegiados, se habían
unido en la voluntad de conservar y consolidar sus privilegios".
"Ante casos humanos con éstos es imprudente precipitarse a emitir un juicio
moral. (…) la culpa máxima recae sobre el sistema, sobre la estructura del Estado
totalitario; la participación en la culpa de todos los colaboradores individuales,
grandes o pequeños (…) es siempre difícil de determinar. Es un juicio que
querríamos confiar sólo a quien se haya encontrado en situaciones similares y
haya tenido ocasión de experimentar por sí mismo lo que significa vivir en una
situación apremiante".
"El poder existe en todas las diversas organizaciones sociales humanas, más o
menos controlado, usurpado, investido desde las alturas o reconocido desde
abajo, conferido por el mérito o por la solidaridad corporativa, o por la sangre, o
por el consenso: es verosímil que cierta dosis de dominio del hombre sobre el
hombre esté inscrita en nuestro patrimonio genético de animales gregarios (…) el
poder del que disponían los funcionarios de quienes hablamos (…) era sobre todo
ilimitado o, por decirlo mejor, a su violencia se le imponía un límite por abajo, ya
que eran castigados o destituidos si no se mostraban suficientemente duros, pero
ningún límite por arriba".
"Solo en el Lager el control desde abajo era inexistente y el poder de los
pequeños sátrapas era absoluto. Es comprensible que un poder de tal amplitud
atrajese con preponderancia a ese tipo humano ávido de poder, que aspirasen a él
también otros individuos de moderados instintos, atraídos por las múltiples
ventajas materiales de sus cargos".
"¿Quién llegaba a ser Kapo?, (…) aquellos a quienes se les ofrecía tal
posibilidad (…) los individuos en los cuales el comandante del Lager o sus
delegados (…) entreveían la posibilidad de que fueran colaboradores".
"Muchos (…) aspiraban al poder espontáneamente: lo buscaban los sádicos
(…) la posición de privilegio coincidía con la posibilidad de infligir, a quienes les
estaban sometidos, sufrimientos y humillaciones. (…) los frustrados (…) por
encima de la capacidad y el mérito , el poder se otorga generosamente a quien
esté dispuesto a rendir homenaje a la autoridad jerárquica y de este modo
consigue una promoción social que en cualquier otro caso no hubiese alcanzado
nunca. Lo buscaban, por fin, aquellos que, entre los oprimidos, sufrían el contagio
de los opresores e inconscientemente tendían a identificarse con ellos".
"La mayor parte de los opresores (…) se han dado cuenta de cuanto hacían o
habían hecho era inicuo (…) pero estos sufrimientos suyos no son suficientes para
incluirlos entre las víctimas".
"Las Escuadras Especiales no escapaban al destino común; por el contrario,
las SS realizaban todas las diligencias oportunas para que ninguno de los
hombres que habían formado parte de ellas pudiese sobrevivir y contarlo. En
Auschwitz hubo doce escuadras; cada una de ellas actuaba durante algunos
meses, luego era suprimida (…) la escuadra que la sucedía, como iniciación,
quemaba los cadáveres de sus predecesores".
"Algunos han testimoniado que a aquellos desdichados se les daba gran
cantidad de alcohol y que estaban permanentemente en estado de embotamiento
y de postración total. ".
"Mediante esta institución se trataba de descargar en otros, y precisamente en
las víctimas, el peso de la culpa, de manera que, para su consuelo no les quedase
ni siquiera la conciencia de saberse inocentes".
"Escuadras y no dudaban en suprimir instantáneamente a quienes se negaban,
o resultaban incapaces de cumplir con su misión".
"Estos esclavos embrutecidos por el alcohol y por la matanza cotidiana se han
transformado; delante de sí no tienen ya a una masa anónima, el río de gente
espantada, atónita, que baja de los vagones: lo que hay es una persona".
"La piedad y la brutalidad pueden coexistir, en el mismo individuo y en el
mismo momento, contra toda lógica". "Nadie puede saber cuánto tiempo, ni a qué pruebas podrá resistir su alma
antes de doblegarse o de romperse. Todo ser humano tiene una reserva de
fuerzas cuya medida desconoce: puede ser grande, pequeña o inexistente.
"La misma dureza con que se precipitó a reprimir los movimientos de
insubordinación de sus súbditos (había en Lódz, como en los demás ghettos,
núcleos de temeraria resistencia política (…) no procedía tanto de una actitud
servil hacia los alemanes como de , de indignación por la ofensa
contra su real persona".
"El síndrome del poder permanente y certero: la visión distorsionada del
mundo, la arrogancia dogmática, la necesidad de adulación, el aferrarse
convulsivamente al puesto demando, al desprecio de las leyes". (Pág. 59).
"Igual que Rumkowski, también nosotros nos cegamos con el poder y con el
prestigio hasta olvidar nuestra fragilidad esencial: con el poder pactamos todos, de
buena o mala gana, olvidando que todos estamos en el ghetto, que el ghetto está
amurallado, que fuera del recinto están los señores de la muerte, que poco más
allá espera el tren".
Las consecuencias de lo inenarrable, lo incontable, lo impensable.
“Releo ahora un fragmento de La tregua. El libro no se publicó hasta 1963
(Turín: Einaudi) pero estas palabras las había escrito a finales de 1947; se refieren
a los primeros soldados rusos que contemplaron nuestro Lager, donde se
amontonaban los cadáveres y los moribundos: No nos saludaban, no sonreían;
parecían oprimidos, más que por la compasión, por una timidez confusa que les
sellaba la boca y les clavaba la mirada sobre aquel espectáculo funesto. Era la
misma vergüenza que conocíamos tan bien, la que nos invadía después de las
selecciones, y cada vez que teníamos que asistir o soportar un ultraje: la
vergüenza que los alemanes no conocían, la que siente el justo ante la culpa
cometida por otro”.
“Muchos (y yo mismo) han experimentado «vergüenza», es decir, sentido
de culpa, durante la prisión y después, es un hecho cierto y confirmado por
numerosos testimonios”
Culpa y suicidio. “Creo que precisamente a este volverse atrás para mirar «las
aguas peligrosas» se hayan debido los muchos casos de suicidio posteriores (a
veces inmediatamente posteriores) a la liberación. Se trataba siempre de un
momento crítico que coincidía con una oleada de reflexión y de depresión. Como
contraste, todos los historiadores del Lager, también de los soviéticos, están de
acuerdo en observar que los casos de suicidio durante la prisión fueron raros. A
este hecho se le han buscado varias explicaciones pero por mi parte no propongo
sino tres, que no se excluyen unas a otras.
Primera: el suicidio es cosa humana y no de animales, es decir, es un acto
meditado, una elección no instintiva, no natural; y en el Lager había pocas
ocasiones de elegir, se vivía precisamente como los animales domesticados, que
a veces se dejan morir pero que no se matan. (...)
Segunda: «había otras cosas en que pensar. (...)
Tercera: en la mayoría de los casos el suicidio nace de un sentimiento de
culpabilidad (...) que ningún castigo ha podido atenuar; ahora bien, la dureza de la
prisión era percibida como un castigo, y el sentimiento de culpa se relegaba a
segundo plano para emerger de nuevo después de la liberación: es decir, no
necesitábamos castigarnos con el suicidio por una (verdadera o presunta) culpa
que estábamos ya expiando con nuestros sufrimientos diarios.
¿Qué culpa? En resumidas cuentas, emergía la conciencia de no haber
hecho nada, o lo suficiente, contra el sistema por el que estábamos absorbidos”
Carácter absurdo (¿o no?) de la culpa y la vergüenza. “Por todo eso, en el
plano racional, no se podría encontrar de qué avergonzarse, pero a pesar de ello
se sentía la vergüenza, y especialmente ante los pocos y lúcidos ejemplos de
quienes habían tenido la fuerza y la posibilidad de resistir; a ello he aludido en el
capítulo « El último» de Si esto es un hombre, donde se describe el ahorcamiento
público de un resistente ante la aterrorizada y apática multitud de los prisioneros.
Es un pensamiento que entonces sólo nos insinuábamos, pero que ha vuelto
después: «también tú habrías podido, habrías debido»; es un juicio que el ex
prisionero ve, cree ver, en los ojos de quienes (y especialmente los jóvenes)
escuchan su relato y juzgan con la ligereza de quien juzga después; o que tal vez
siente que despiadadamente le reprochan. Conscientemente o no, se siente
imputado y juzgado, empujado a justificarse y a defenderse.
Más realista es la autoacusación, o la acusación, de haber fallado en el
plano de la solidaridad humana. Pocos sobrevivientes se sienten culpables de
haber perjudicado, robado o golpeado deliberadamente a un compañero: quien lo
ha hecho rechaza el recuerdo; por el contrario, casi todos se sienten culpables de
omisión en el socorro. La presencia a tu lado de un compañero más débil, o más
indefenso, o más viejo, o demasiado joven, que te obsesiona con sus peticiones
de ayuda, o con su simple «estar» que ya en sí es una súplica, es una constante
de la vida en el Lager. La necesidad de solidaridad, de una voz humana, de un
consejo, incluso sólo de alguien que escuchase, era permanente y universal, pero
se satisfacía raramente. Faltaba tiempo, espacio, condiciones para las
confidencias, paciencia, fuerza; en la mayoría de los casos aquel a quien uno se
dirigía estaba también él en estado de necesidad, de apremio. (..)
Recuerdo, con cierto alivio, que en una ocasión intenté dar ánimos a un
adolescente italiano acabado de llegar (...) Pero recuerdo, también, y con
desasosiego, que muchas más veces me alcé de hombros impacientemente a
otras solicitudes, y precisamente cuando ya estaba en el campo hacía casi un año
y había acumulado una buena dosis de experiencia: pero también había asimilado
bien la regla principal de aquel lugar, que ordenaba ocuparse de uno mismo antes
que de nadie”.
Culpa por sobrevivir. “¿Es que te avergüenzas de estar vivo en el lugar de otro?
.Y sobre todo ¿de un hombre más generoso, más sensible, sabio, más útil, más
digno de vivir que tú? No puedes soslayarlo: te examinas, pasas revista a tus
recuerdos, esperando encontrarlos todos, y que ninguno se haya enmascarado ni
disfrazado; no, no encuentras transgresiones abiertas, no has suplantado a nadie,
nunca has golpeado a nadie (pero ¿habrías tenido fuerzas para hacerlo?), no has
aceptado aún cargo (pero no te los han ofrecido), no has quitado el pan a nadie; y
sin embargo no puedes soslayarlo. Se trata sólo de una suposición, de la sombra
de una sospecha: de que todos seamos el Caín de nuestros hermanos, de que
todos nosotros (y esta vez digo «nosotros» en un sentido muy amplio, incluso
universal) hayamos suplantado a nuestro prójimo y estemos viviendo su vida. Es
una suposición, pero remuerde; está profundamente anidada, como la carcoma;
por fuera no se ve, pero roe y taladra. (...).Los «salvados» de Auschwitz no eran
los mejores (...) Preferentemente sobrevivían los peores, los egoístas, los
violentos, los insensibles, los colaboradores de «la zona gris», los espías. No era
una regla segura pero era una regla. Yo me sentía inocente, pero enrolado entre
los salvados, y por lo mismo en busca permanente de una justificación, ante mí y
ante los demás. Sobrevivían los peores, es decir, los más aptos; los mejores han
muerto todos”
Necesidad insoportable de hacer algo. “No podré decir si lo hemos hecho, o lo
hacemos, por una especie de obligación moral hacia los que han enmudecido, o
por librarnos de su recuerdo, pero lo cierto es que lo hacemos movidos por firme y
persistente impulso. No creo los psicoanalistas (que se han arrojado con avidez
profesional sobre nuestros conflictos) sean capaces de explicar este impulso. Su
saber ha sido elaborado y probado «fuera», en el mundo que para simplificar
llamamos «civil»: a él pertenece la fenomenología que describe y trata de explicar;
son sus desviaciones las que estudia y trata de curar. Sus interpretaciones, aun
las de quienes como Bruno Bettelheim han atravesado la prueba del Lager, me
parecen imprecisas y simplistas, como de quien quisiera aplicar los teoremas de la
geometría plana a la resolución de los triángulos esféricos. Los mecanismos
mentales de los Hätftlinge eran distintos de los nuestros; curiosa, y paralelamente,
era distinta también su fisiología y su patología. En el Lager, se desconocían los
catarros y las gripes, pero se moría, a veces de repente, de enfermedades que los
médicos nunca han tenido ocasión de estudiar. Se curaban (o desaparecían sus
síntomas) las úlceras gástricas y las enfermedades mentales, pero todos
padecíamos un malestar incesante que nos envenenaba el sueño y que no tenía
nombre. Llamarlo «neurosis» es simplista y ridículo. Tal vez sería más justo ver en
él una angustia atávica, aquella de la cual se siente el eco en el segundo versículo
del Génesis: la angustia inscripta en todos del tóhu vavóhu, del universo desierto y
vacío, aplastado bajo el espíritu de Dios, y del que el espíritu del hombre está
ausente: no ha nacido aún y ya está extinguido”.
“No pudimos dejar de ver. El mar de dolor, pasado y presente, nos circundaba,
y su nivel ha ido subiendo de año en año hasta casi ahogarnos. (...)
remordimiento, vergüenza, dolor en resumen, por culpas que otros y no ellos
habían cometido, y en las cuales se han sentido arrastrados”
4. LA COMUNICACIÓN
"Que nunca nos encontremos ante un ser humano con quien tengamos que
establecer desesperadamente una comunicación, bajo pena de perder la vida, y
no logremos hacerlo"
"Con quien los entendían y les contestaban en forma articulada, establecían
una apariencia de relación humana"
"Eso de sentirse seres a quienes no les hablaba tenía efectos rápidos y
devastadores. A quien no te habla o se dirige a ti con alaridos que te parecen
inarticulados, no osas dirigirle la palabra"…"La lengua se te seca en pocos días y
con la lengua el pensamiento"…"La mayor parte de los prisioneros que no
conocían el alemán, es decir, casi todos los italianos, murieron en los primeros
diez o quince días después de la llegada: a primera vista de hambre, frío,
cansancio, enfermedad; en un examen más cuidadoso, por falta de información"
"La carencia de sufrimiento, la aceptación del eclipse de la palabra, era un
síntoma fatal: señalaba que la diferencia definitiva se estaba aproximando. Había
algunos, solitarios por naturaleza o acostumbrados al aislamiento en su vida
, que no daban señales de sufrimiento, pero la mayoría de los prisioneros
que habían superado la fase crítica de la iniciación trataban de defenderse, cada
cual a su modo: ya mendigando migajas de información, ya propalando sin
discernimiento noticias triunfales de desastrosas, verdaderas o falsas o
inventadas, a aguzando ojos y oídos para captar e interpretar cualquier especie de
signos ofrecidos por los hombres, la tierra o el cielo"
"Otros Lager estaban aislados del mundo"… "Se tenía la sensación clara de
estar olvidados, como los condenados a quienes se dejaba morir en las oubliettes
medievales"… "se les vedaba la comunicación más preciosa: con sus países de
origen y su familia: quien ha experimentado el exilio en cualquiera de sus múltiples
formas saber cuánto se sufre cuando se corta ese nervio. Nace de ello una forma
mortal impresión de abandono y también un resentimiento injusto: ¿por qué no me
escriben, por qué no me ayudan, ellos están libres?"
"Yo tuve (lo he contado en Lilít, Turín: Einaudi, 1981) la rarísima fortuna de
poder intercambiar algunas cartas con mi familia. Se lo debí a dos personas muy
distintas entre sí: a un albañil anciano, casi analfabeto y una valerosa joven,
Blanca Guidetti Serra, que hoy es una abogada conocida. Sé que eso ha sido uno
de los factores que me ha permitido sobrevivir; pero, como antes he dicho, cada
uno de quienes hemos sobrevivido somos, en muchos sentidos, una excepción;
cosa que nosotros mismos, para exorcizar el pasado, tendemos a olvidar"
"Yo creo que los doce años hitlerianos han compartido su violencia con
muchos otros espacio - tiempos de la historia, pero que se han caracterizado por
una generalizada violencia inútil, que ha sido un fin en sí misma, que ha estado
dirigida exclusivamente a causar dolor"…"¿hemos asistido al desarrollo racional
de un asunto inhumano o a una manifestación, hasta ahora la única en la historia y
aún mal explicada, de locura colectiva?". "Como suele suceder con las cosas humanas, las dos alternativas coexistían".
"Era una constante la desnudez absoluta de los vagones: las autoridades
alemanas, para un viaje que podía durar dos semanas (el caso de los judíos
deportados de Salónica) no proporcionaban literalmente nada: ni víveres, ni agua,
ni esteras o paja para colocar sobre el suelo de madera, ni recipientes para las
necesidades corporales, y ni siquiera se preocupaban de advertir a las autoridades
locales o a los dirigentes"… " Un aviso no les habría costado nada: pero
precisamente esa negligencia sistemática se resolvía con una crueldad inútil, con
una deliberada creación de dolor que era un fin en sí misma".
"Para todos, pero para éstos especialmente, evacuar en público era
angustioso e imposible, un trauma para el que nuestra civilización no nos prepara,
una herida profunda en la dignidad humana, un atentado obsceno y lleno de malos
presagios, pero también la señal de una perversidad deliberada y gratuita"…
"Después de dos días de viaje, encontramos unos clavos metidos en una de las
paredes de madera, trasladamos dos a una esquina y con una cuerda y una
manta improvisamos un retrete, al menos simbólico: todavía no somos animales,
no lo seremos mientras tratemos de resistir"… "Las SS de la escolta no ocultaban
su diversión al ver a los hombres y a las mujeres ponerse en cuclillas en donde
podían, en los andenes, en mitad de las vías; y los viajeros alemanes expresaban
abiertamente su disgusto: gente como ésta mereces el destino que tiene, basta
ver cómo se comportan. No son Menschen, seres humanos, sino animales,
cerdos; está claro como la luz del sol".
"Se arraigaba (¡aunque no para todos!) la costumbre, lo cual es una manera
caritativa de decir que la transformación de los seres humanos en animales iba por
buen camino"…" No creo que esta transformación hubiese sido planificada nunca
ni formulada claramente en ningún nivel de la jerarquía fascista, en ningún
documento, en ninguna . Era la consecuencia lógica del
sistema: un régimen inhumano difunde y extiende su inhumanidad en todas las
direcciones, y especialmente hacia abajo, a menos que haya resistencias o
temperamentos excepcionales, corrompe tanto a las víctimas con a sus
victimarios"… "Semejante al apremio de los excrementos era el de la desnudez. Al
Lager se entraba desnudo; incluso, más que desnudo, privado no sólo de vestidos
y de los zapatos, sino también de cabello y de todo vello. Lo mismo se hace, o se
hacía, al entrar en un cuartel, es cierto, pero aquí el afeitado era total y semanal, y
la desnudez pública y colectiva era una cosa repetida, característica y llena de
significado." … "Las ropas, (…) son una defensa débil pero indispensable. Quien
no la tiene se deja de percibir a sí mismo como un ser humano y se siente como
una lombriz"…"La misma sensación (…) por la falta de cuchara… Sin cuchara el
potaje diario no podía tomarse más que a lametazos, como hacen los perros (…)
en la liberación (…) encontramos (…) millares de cucharas nuevas. (…). No era,
por consiguiente una cuestión de ahorro sino deliberada intención de humillar".
"Pasar lista (…). Cuando llovía o nevaba, y el frío era intenso, se convertía
en una tortura peor que la del mismo trabajo, (…) era interpretada como una
ceremonia vacía y ritual, pero probablemente no lo era. No era inútil, como, por
otra parte, y en esta clave de interpretación, no eran inútiles ni el hambre ni el
trabajo extenuante, ni siquiera (…) la muerte por gas".
"Herencia del cuartel era también el rito de ".
"El colchón, hediendo de moho y cubierto de manchas (…) tenía que ser
sacudido: para ello había dos aberturas en el forro, por lo que había que meter las
manos. Una de las dos mantas tenía que ser rebatida sobre el colchón y la otra
extendida sobre la almohada de manera que hiciese una escalerita bien definida,
de aristas claras." …"Quien hacía mal la cama, o se olvidaba de hacerla, era
castigado publica y ferozmente; además, en cada barracón había una pareja de
funcionarios, los Bettnachzieher (los : término que no creo
que exista en el alemán normal y que (…) cuya tarea era inspeccionar todas y
cada una de las camas y ocuparse de su alineación transversal. Para tal fin
estaban provistos de una cuerda tan larga como el barracón: la extendían por
encima de las camas hechas y rectificaban cada centímetro las posibles
desviaciones. Mas que agobiante, ese orden de maníacos resultaba absurdo y
grotesco".
"Marchas extenuantes impuestas a muchachos y muchachas adolescentes
dentro, del marco de ejercicios preliminares; hasta 50 kilómetros diarios, con la
mochila al hombro y sin piedad para quienes se retrasaban. Los padres y los
médicos que se atrevían a protestar eran amenazados con sanciones políticas". …
"Otra historia es la del tatuaje, invento autóctono de Auschwitz. (…) el número de
matrícula de los prisioneros que no sólo se cosía en las ropas sino que se tatuaba
en el antebrazo izquierdo". … "La operación era poco dolorosa y no duraba más
de un minuto pero era traumática. Su significado estaba claro para todos: es signo
de indeleble, no saldréis nunca de aquí. (…) el tatuaje está prohibido por la ley
mosaica."… " En mi convoy había dos moribundas de más de noventa años que
habían sido arrancadas de la enfermería de Fòssoli. (…) todo induce a pensar
que, bajo el Tercer Reich, la mejor elección impuesta desde arriba, era la que
llevaba consigo la mayor aflicción, la máxima carga de sufrimiento físico y moral.
El no sólo debía morir sino morir en el tormento". …" Las mujeres de
Ravensbrück hablan de jornadas interminables (…) paleando la arena de las
dunas; en corro, bajo el sol de julio, cada deportada tenía que desplazar la arena
de su montón al de la vecina de su derecha, en una rueda sin objetivo y sin fin, ya
que la arena volvía al lugar de donde había venido"… "Pero parece que este
tormento del cuerpo y el espíritu, (…) hubiera sido elegido para impedir la
formación de núcleos de autodefensa y de resistencia activa: las SS de los Lager
eran más bien animales obtusos que demonios sutiles".
"Humillar, hacer sufrir al era su oficio de cada día; no pensaban
en ello, no tenían segundos fines: el fin era aquel. No quiero decir que estuviesen
hechos de una sustancia humana perversa, distinta de la nuestra (sádicos y
psicópatas los había también, pero eran pocos), sencillamente habían estado
sometidos durante algunos años a una escuela donde la moral corriente había
sido subvertida"…" el trabajo podía, por el contrario, convertirse a veces en una
defensa. Era así para quienes, pocos en Lager, conseguían insertarse en su
propio oficio: sastres, zapateros, carpinteros, herreros, albañiles. Éstos, al
encontrar su actividad habitual recuperaban, en cierta medida, su dignidad
humana. Pero también, era una defensa para muchos otros, como ejercicio
mental, como evasión del pensamiento de la muerte, como manera de vivir una
jornada; por lo demás, es un hecho conocidos que las preocupaciones cotidianas,
aunque sean penosas o fastidiosas, ayudan a apartar la mente de amenazas
mayores pero más lejanas". … "la ambición del está tan
enraizada en uno que empuja a hacer bien hasta los trabajos ,
nocivos para uno y par los suyos, hasta el punto de que hay que hacer un
esfuerzo consciente para hacerlos ".
"El uso impío que se hizo (…) no del cuerpo humano como de un objeto,
como de un objeto sin duelo (…) experimentos médicos”
"Cabellos (…). Las cenizas humanas provenientes de los crematorios,
toneladas diarias, eran fácilmente reconocibles como tales pues con gran
frecuencia contenían dientes o vértebras" … "se emplearon como arena para
cubrir los caminos".
". Es decir: antes de morir, la
víctima debe ser degradada, para que le matador sienta menos el peso de la
culpa. Es una explicación que no está desprovista de lógica, pero que clama al
cielo: es la única utilidad de la violencia inútil".
6. EL INTELECTUAL EN AUSCHWITZ
"Este ensayo mío, querría ser, al mismo tiempo, un resumen, una
paráfrasis, una discusión y una crítica de un ensayo suyo amargo y gélido, que
tiene dos títulos (El intelectual en Auschwitz y En los confines del espíritu). Lo
he tomado de un volumen que desde hace muchos años querría ver traducido
al italiano y que también tiene dos títulos, Mas allá de la culpa y de la expiación
y Tentativa de superación de un derrotado (Jenseits von Schuld und Sühne,
Munich: Szczesny, 1966). Como se ve por el primer título, el ensayo de Améry
está delimitado con precisión. Améry estuvo en varias prisiones nazis".
"No obstante, a diferencia de Améry y de los otros, mi sentimiento de
humillación por el trabajo manual ha sido moderado: evidentemente no era
todavía lo bastante ".
"Aparte del trabajo, la vida en el barracón también era más penosa para el
hombre culto".
"Quien se enfrenta a puñetazos con el mundo entero recupera su dignidad,
pero la paga a un precio altísimo, porque está seguro de que será derrotado".
"Donde he escrito , no mentía ni exageraba". …"Me permitían volver a atar un
nudo con el pasado, salvándolo del olvido y reforzado por mi identidad. Me
convencían de que mi mente, aunque acosada por las necesidades cotidianas, no
había dejado de funcionar. Me valoraban, a mis ojos y a los de mi interlocutor. Me
proporcionaban una tregua efímera pero no necia, también liberadora y diferencial:
un modo, en fin, de encontrarme a mí mismo".
"El muestrario que Auschwitz había desplegado ante mí era abundante,
vario y extraño; compuesto de amigos, de neutrales y de enemigos, cebo, en
cualquier caso, de mi curiosidad, que algunos, entonces y después han juzgado
de destacada. Un cebo que ha contribuido en verdad a mantener viva una parte de
mí, y que posteriormente me ha proporcionado materiales par pensar y para
componer libros (…) actitud (…)para mí, como para Lidia Rolfi y para
muchos otros sobrevivientes , el Lager ha sido una universalidad;
nos ha enseñado a mirar a nuestro alrededor y a medir a los hombres"… "Améry
(…)
En sus escritos (…) su mirada está dirigida hacia lo alto, y se detiene
raramente en el vulgo del Lager y en el personaje típico, el el hombre
agotado cuyo intelecto está moribundo o muerto"..." La razón, el arte, la poesía no
ayudan a descubrir el lugar del que han sido proscritas. En la vida cotidiana de
, hecha de tedio salpicado de horror, era saludable olvidarlas, de la misma
manera que era saludable aprender a olvidar la casa y la familia". "A esta operación eran más proclives los incultos que los cultos. Se
adaptaban antes a ese que era el primer dicho sabio
que había que aprender en el Lager. Tratar de entender allí, sobre el terreno, era
un esfuerzo inútil, incluso para los muchos prisioneros que llegaban de otros Lager
o (…) un desperdicio de energías que habría sido más útil emplear en la lucha
cotidiana contra el hambre y el cansancio"… "El hombre sencillo acostumbrado a
no hacerse preguntas, estaba a salvo del inútil tormento de preguntarse por qué,
además, solía poseer un oficio o una habilidad manual que facilitaban su
integración". "No sólo en los momentos cruciales de las selecciones o de los
bombardeos aéreos, sino también en el suplicio de la vida diaria, los creyentes
vivían mejor (…). Sacerdotes católicos o protestantes, rabinos de las distintas
ortodoxias, sionistas militantes marxistas ingenuos o maduros, testigos de Jehová,
estaban unidos por la fuerza salvadora de su fe".
"La división entre cultos e incultos no coincidía completamente con la de
creyentes y no creyentes, más bien, cortaba en ángulo recto y formaba cuatro
cuadrantes bastante bien definidos: los cultos creyentes, los cultos laicos, los
incultos creyentes y los incultos laicos" … la Muerte en Auschwitz era trivial,
burocrática y cotidiana. No era objeto de comentarios, no era. Ante la muerte, la costumbre de la muerte, el límite entre cultura e
incultura desaparecía".)
"Casi nunca tuve tiempo que dedicar a la muerte; tenía otras cosas en las
que pensar, encontrar un poco de pan, descansar del trabajo demoledor,
remendarme los zapatos, robar una escoba, interpretar los gestos y las caras que
me rodeaban. Los objetivos de la vida son la mejor defensa contra la muerte: no
sólo en el Lager".
"Quienes han experimentado el encarcelamiento (y, mucho más en general,
todos los individuos que han pasado pro experiencias crueles) se dividen en
dos categorías bien diferenciadas, con raros matices intermedios: lo que se
callan y los que hablan. Ambos tienen razones validas: callan los que sufren
más profundamente ese malestar que, para simplificar, he llamado
, los que no se sienten en paz con ellos mismos, o cuyas heridas
sangran todavía. Hablan y con frecuencia hablan mucho, obedeciendo a
diferentes estímulos"… "al hacer esto, se diferencian de los , afirman su
identidad con la pertenencia a una corporación, y sienten aumentado su
prestigio". … "Norberto Bobbio ha escrito hace años que los campos de
extermino nazis han sido ".
…Entre las preguntas que se nos hacen hay una que nunca falta; mejor dicho,
conforme pasan los años se nos hace cada vez con más insistencia, y con un
cada vez menos disimulado tono de acusación. (…) ¿Por qué no os habéis
rebelado?". … "El primer comentario a estas preguntas, y su primera
interpretación, son optimistas. (…) en los países donde las necesidades
elementales están satisfechas, se siente la libertad como un bien al que en
ningún caso, se debe renunciar: no se le puede quitar importancia, es un
derecho natural y obvio, y además gratuito, como la salud y el aire que se
respira. Los tiempos y los lugares en que es negado este derecho congénito
son sentidos como lejanos, extraños".
"Con la misma frecuencia, y aun con más duro acento acusatorio, se nos
pregunta: <¿Por qué no os rebelasteis?>. (…) no es verdad que en ningún
Lager haya habido rebeliones"
"Pero en cualquier caso hubo insurrecciones; fueron preparadas con
inteligencia e increíble valor por minorías decididas y todavía indemnes
físicamente. Costaron un precio espantoso en términos de vidas humanas y de
sufrimientos colectivos infligidos a títulos de represalia, pero sirvieron y sirven
para demostrar que es falso afirmar que los prisioneros de los Lager alemanes
no intentaron nunca rebelarse. En la intención del os insurgentes, debían
conducir hacia un resultado concreto: poner en conocimiento del mundo libre,
el terrible secreto de la matanza. En efecto, los pocos que tuvieron éxito, y que
después de otras extenuantes peripecias pudieron tener acceso a los órganos
de información hablaron: pero, como he dicho en la introducción nunca fueron
escuchados ni creídos. Las verdades incómodas tienen que recorrer un difícil
camino".
"En segundo lugar, al igual que la ecuación prisión - fuga, la ecuación
opresión - rebelión es un estereotipo. (…) La historia de las rebeliones, es
decir, las revueltas desde abajo, de los contra los es tan vieja como la historia de la humanidad y tan variada y
trágica como ella. Ha habido unas pocas rebeliones victoriosas, muchas han
sido derrotadas, otras innumerables, han sido sofocadas apenas empezadas.
(…). Sin embargo, en cualquier caso, se observa que a la cabeza del
movimiento no figuran los individuos más oprimidos".
"El hecho no puede asombrar. Un jefe debe ser eficiente: debe poseer
fuerza moral y física, y la opresión, si traspasa cierto límite, deteriora la una y la
otra. (…) es preciso, que la opresión exista, pero que sea de magnitud
modesta, ejercida con escasa eficiencia. La opresión en los Lager era de
extremada magnitud, y era efectuada con la conocida, y en otros asuntos,
encomiable, eficiencia alemana".
"La rebelión de Birkenau a la cual me he referido fue desencadenada por el
Kommando Especial que trabajaba en los crematorios: eran hombres
desesperados y exasperados, pero bien alimentados, vestidos y calzados. La
rebelión del ghetto de Varsovia fue una empresa digna de la más reverente
admiración, fue la primera europea, y la única realizada sin la
mínima esperanza de victoria o de salvación; pero fue obre de una élite política
que, justamente, se había reservado ciertos privilegios fundamentales con
objeto de conservar su fuerza".
"Esta moral, sedentaria y casera más que activamente patriótica, no se
habría sostenido si el judaísmo europeo hubiese podido prever el futuro. NO es
que faltasen síntomas premonitorios de la catástrofe: desde sus primeros libros
y discursos, Hitler había hablado claro, los judíos (no sólo los alemanes) eran
parásitos de la humanidad y debían ser eliminados como se eliminan los
insectos nocivos. Pero, precisamente, las deducciones inquietantes tienen una
vida difícil: ni siquiera las incursiones de los sectarios nazis (y fascistas) de
casa en casa, fueron reconocidas como señales, se encontró la manera de
ignorar el peligro de elaborar esas verdades útiles de las cuales he hablado en
las primeras páginas de este libro".
"Los judíos alemanes eran casi todos burgueses y eran alemanes: como
sus casi compatriotas , amaban la ley y el orden, y no sólo preveían,
sino que eran orgánicamente incapaces de concebir un terrorismo de Estado,
incluso cuando lo tenían a su alrededor".
"¿Y entonces?. Los miedos de hoy ¿están mejor o peor fundados que los
de entonces?. Somos tan ciegos ante el futuro como nuestros padres. Los
suizos y los suecos tienen refugios antinucleares, pero ¿qué se encontrarán
cuando salgan al aire libre?. Existe la Polinesia, Nueva Zelanda, Tierra del
Fuego, la Antártida, que tal vez queden indemnes. Tener un pasaporte y un
visado de entrada es ahora mucho más fácil de lo que lo era entonces: ¿por
qué no salimos de nuestro país, por qué no huimos ?".
"La venganza no me interesaba; me había sentido íntimamente satisfecho
con la (simbólica, incompleta, parcial) sagrada representación de Nuremberg y
me parecía bien que en las justísimas condenas hubiesen pensado otros, los
profesionales".
"Me acuerdo muy bien de aquel tipo y de aquel clima, y creo poder juzgar a
los alemanes de entonces sin prejuicios y sin cólera. Casi todos, aunque no
todos, habían sido sordos, ciegos y mudos: una masa de en torno
de un núcleo de fieras. Casi todos, aunque no todos, habían sido viles".
"En cuanto a las ofensas y a las agresiones espontáneas, su misma frase
resulta ofensiva. Ante los millones de muertos, me parece ocioso y odioso
discutir si se trató o n de agresiones espontáneas: por lo demás, los alemanes
están poco inclinados a la espontaneidad. Pero puedo recordarle que nada
obligaba a los industriales alemanes a servirse de esclavos hambrientos más
que de su propio provecho; que nadie obligó a la sociedad Topf (hoy floreciente
Wiesbadem) a construir los enormes crematorios múltiples de los Lager; que
puede que a los SS se les ordenase que mataran a los judíos, pero que el
enrolamiento en las SS era voluntario; que yo mismo encontré en Katowice,
después de la liberación, montones de paquetes impresos en los cuales se
autorizaba a los padres de familia alemanes a retirar gratis vestidos y zapatos
de adultos o y de niños de los alemanes de Auschwitz; ¿es que nadie se
preguntaba de dónde procedían tantos zapatos de niños?. ¿Y nunca ha oído
hablar de una Noche de los Cristales?. ¿O cree que todos los crímenes
cometidos aquella noche fueron impuestos por la ley?".
"; pero también sé
que hay mil maneras, mucho menos peligrosas, de manifestar la solidaridad
propia para con el oprimido".
"Este personaje singular que es el lector que escribe al autor. Puede
pertenecer a dos constelaciones diferentes: la agradecida o la enojada: los
casos intermedios son raros".
"Los alumnos se interesan mucho por esa época, pero se pasan
inmediatamente a la oposición si se habla de una culpa colectiva en Alemania.
Y muchos llegan a afirmar que están hartos de los de la prensa y
de sus maestros" (…) …precisamente de la resistencia de los muchachos, al
puede deducirse que para ellos el problema del Tercer Reich
sigue estando sin resolver, y que resulta tan irritante y típicamente alemán
como para todos aquellos que lo han vivido antes de ellos. Sólo cuando esta
emotividad cese será posible razonar de modo objetivo".
"Esto puede aceptarse en los jóvenes que comprensiblemente quieren
disculpar a toda la generación de sus padres; no en los ancianos
comprometidos, y falsamente penitentes, que quieren echar la culpa a un
hombre solo".
"A esta primera carta suya respondí que era verdad que mi libro había
tenido resonancia en Alemania, pero precisamente entre los alemanes que
menos necesidad tenían de leerlo: me habían escrito cartas de arrepentimiento
lo inocentes, no los culpables. Ellos, como era lógico, se callaban". (Pág. 165).
"Su segunda mujer era una prófuga de la Prusia Oriental quien, a través de
sus dos hijos, tuvo cierta relación con Hety. Una vez le dijo, a propósito de su
padre, de Dachau y de los Lager:
No te parezca mal que yo no soporte ni leer ni oír esas cosas tuyas.
Cuando tuvimos que huir fue tremendo; y lo peor fue que tuvimos que salir
por la carretera por donde habían sido evacuados antes los presos de
Auschwitz. El camino se abría entre dos murallas de muertos. Querría
olvidar aquellas imágenes y no puedo: sigo soñando con ellas".
"Su padre acababa de volver cuando Thomas Mann, por la radio, habló de
Auschwitz, del gas y de los crematorios.
Lo escuchamos todos conmocionados, y nos quedamos callados largo
rato. Papá iba de aquí para allá, taciturno, enojado, hasta que le pregunté:
, y él, que había
estado en Dachau, me contestó: . Sin embargo, todo era verdad: unas
semanas más tarde pudimos tener pruebas que nos convencieron.
": las cosas eran distintas para nosotros y tuvimos suerte a pesar
de los muchos peligros por los que pasamos. Nunca me olvidaré de la tarde
que aquella señora vino a casa, ya cuando estaba oscuro, para decirnos:
.
Naturalmente,
seguimos yendo a verla hasta que fue deportada a Theresienstadt. No la
vimos más, y no hicimos nada por ella: ¿qué hubiésemos podido hacer?.
Pero la idea de que no pudiésemos hacer nada todavía nos atormenta: le
pido que intente comprendernos".
Me contó que en 1967 había asistido al juicio sobre la eutanasia. Uno de los
imputados, un médico, había declarado públicamente que le habían ordenado
que inyectase el veneno personalmente a los enfermos mentales, y que se
había negado por conciencia profesional; pero abrir el grifo del gas le había
parecido tolerable, aunque desagradable. Al volver a casa, Hety encontró allá a
la asistenta, una viuda de guerra ocupada en su trabajo, y a su hijo que estaba
cocinando. Los tres se sientan alrededor de la mesa y ella le cuenta a su hijo lo
que ha visto y oído en el proceso. En determinado momento,
…la mujer dejó el tenedor en la mesa e intervino agresivamente: <¿De
qué sirven todos esos juicios que están haciendo ahora?. ¿Qué podrían
hacer nuestros pobres soldados si les daban esas órdenes?. Cuando mi
marido vino con permiso de Polonia me contó: "No hemos hecho casi nada
más que fusilar judíos. De tanto disparar me dolía el brazo". Pero ¿qué
podía hacer, si le habían dado aquella orden> (…). La despedí, venciendo,
la tentación de decirle que me alegraba que su pobre marido hubiese caído
en la guerra… Así que, dése cuenta, aquí en Alemania vivimos todavía hoy
entre personas de esa clase."
Albert Speer (…) libro de Langbein sobre Auschwitz (…) Diarios de
Spandau.
"Para nosotros, hablar con los jóvenes es cada vez más difícil. Lo sentimos
como un deber y a la vez como un riesgo: el riesgo de resultar anacrónicos, de
no ser escuchados. (…) Ha sucedido y, por consiguiente, puede volver a
suceder: esto es la esencia de lo que tenemos que decir". "Son argumentos capciosos y sospechosos. Satanás no es necesario: no
tenemos ninguna necesidad de guerras ni de violencias, en ningún caso".
"Tampoco puede aceptarse la teoría de la violencia preventiva: de la
violencia sólo nace la violencia, en un movimiento pendular que va
ampliándose con el tiempo en lugar de disminuir".
"Debe quedar bien en claro que responsables, en grado menor o mayor,
fueron todos, pero que detrás de su responsabilidad, está la de la mayoría de
los alemanes, que al principio, aceptaron, por pereza mental, por cálculo
miope, por estupidez, por orgullo nacional, las del cabo
Hitler, lo siguieron mientras la fortuna y la falta de escrúpulos lo favoreció,
fueron arrollados por su caída, se afligieron por los lutos, las miserias y el
remordimiento, y fueron rehabilitados pocos años más tarde pro un juego
político vergonzoso".