El último boletín de Codo a Codo de este año está marcado por el reclamo que nos ha planteado a toda la izquierda el vil asesinato del joven militante antifascista Carlos Javier Palomino por un nazi, soldado profesional, en el metro de Madrid.
Las respuestas en la calle a este crimen han sido múltiples en diversos territorios del estado español, e incluso en algunas ciudades de otros países. Las críticas al contexto institucional de impunidad que ha favorecido el creciente desarrollo de los grupos y organizaciones fascistas han sido contundentes, tanto como el rechazo a la criminalización del movimiento antifascista por instituciones, medios de comunicación y algunos partidos de la izquierda...
Y, sin embargo, no podemos dejar de constatar y lamentar que -una vez reducido el grado de emotividad tras una intensa semana de movilizaciones- ha vuelto a aflorar en toda su crudeza e impotencia la división del movimiento antifascista.
Las razones de esta situación son diversas y probablemente controvertidas. Pero, más allá de reproducir patológicamente el discurso manido e infantil que atribuye siempre la culpa al adversario ideológico; más allá de las diferentes estrategias sobre el modo adecuado de combatir al fascismo; más allá incluso de los análisis sobre las causas del rebrote de este fenómeno en España en los últimos años, análisis que en buena medida siguen presos de estereotipos y clichés guerracivilistas que poco tienen que ver con la composición y el caldo de cultivo de los movimientos neofascistas en la actualidad.
Más allá de todo esto, creemos indispensable desarrollar una seria autocrítica sobre la deriva sectaria seguida por los movimientos sociales en el estado español en los últimos años, más preocupados por asegurar a toda la costa la pervivencia de la propia identidad grupal- siempre definida en oposición al otro- que por la búsqueda de nuevas formas de composición colectiva de la militancia transformadora y radical, donde la solidaridad antifascista sin condiciones constituye indudablemente un valor fundamental, y erradicar la deleznable práctica caínista enquistada en los movimientos sociales. Y este es el sentido que apunta Andrea Benites-Dumont
Con el objetivo de contribuir a profundizar en la reflexión sobre el fascismo, rescatamos en este boletín algunos textos de dos personas que nos legaron un testimonio fundamental sobre el horror nazi: Primo Levi, quien en sus libros describió como pocos la terrible experiencia de los campos de concentración a partir de su condición de sobreviviente de Auschwtiz; a quien queremos reivindicar con plenitud su condición de sobreviviente, con la pesadumbre emocional que como él, muchos se suicidaron, porque pesaban demasiado a una sociedad que no sólo no los contuvo sino que además los culpabilizó -como se repitió y se repite con otr@s sobrevivientes de otros genocidios-; y, Victor Klemperer, que a través de sus diarios y su obra como filólogo desveló de forma admirable la colonización fascista de la vida cotidiana, particularmente a través de la utilización y manipulación del lenguaje como instrumento de dominación al servicio del totalitarismo. Klemperer nos conmina a que el lenguaje sea elemento creador de pensamiento, y que el pensamiento pueble un lenguaje genuino y expulse definitivamente la vacuidad de tanto ruido.
Completamos este apartado con un texto más reciente de Paolo Virno, donde el pensador italiano reflexiona sobre la emergencia del neofascismo en las sociedades postfordistas.
Un segundo eje de análisis que abordamos en este boletín concierne a la situación política planteada en Venezuela y Bolivia como consecuencia de los procesos de reforma constitucional planteados respectivamente por Hugo Chávez y Evo Morales.
La derrota del referéndum en Venezuela, como consecuencia de la abstención de una parte del electorado que ha venido apoyando en los últimos años a Hugo Chávez, ha abierto un debate internacional sobre los límites y carencias del proceso bolivariano. Un debate que, lamentablemente, ha adoptado en no pocos casos por el cierre dogmático de filas en torno a la figura de Chávez, llegándose incluso –en la mejor tradición estalinista- a descalificar cualquier reflexión crítica como procedente del enemigo. En este sentido, los artículos de José Manuel Martín Medem no sólo constituyen como siempre una reflexión seria sobre la realidad social y política de los pueblos latinoamericanos, sino asimismo una renovada demostración de que el pensamiento crítico es un elemento indisociable e irrenunciable en el ejercicio de la solidaridad.
En cuanto al estado español, no podemos dejar de referirnos asimismo al desenlace previsto en el proceso 18/98, que plantea la necesidad de procurar iniciativas sin exclusiones ni sectarismos para que este último avasallamiento del estado -aplicando el derecho penal del enemigo- no establezca como un hecho social inamovible, la normalización de la criminalización del conflicto vasco.
Por último, queremos concluir este editorial mencionando el juicio celebrado en Argentina contra Héctor Febres, cuya sentencia se ha visto interrumpida de forma abrupta por la muerte del represor. Una muerte que en un principio se atribuyó a causas naturales, pero que a los pocos días –confirmando las denuncias realizadas por la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos se desveló como un envenenamiento por cianuro . (*)
En este sentido, el asesinato de Febrés – quien tenía amplia información sobre el paradero de los bebés secuestrados en la dictadura- pone de manifiesto una vez más, como en el secuestro de Jorge Julio López, la voluntad de los represores de no permitir que en Argentina se siga luchando contra el fin de la impunidad.
En un final de año se lanzan mensajes esperanzadores para el que viene. Nos despedimos de este maldito 2007, y para poder mirar de frente a la esperanza, desafiarla, reclamarla, apostando a que no le sobren motivos de suicidio ni que a nosotr@s se nos escape la mínima eventualidad de dañarla y, con todo apasionamiento la aventemos mano a mano y codo a codo.
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Información juicio y muerte de Febres (pincha aquí)
