Panorama latinoamericano
Codo a Codo
Noviembre - Diciembre, 2006

América Latina es para quienes hacemos Codo a Codo un referente muy especial en nuestras reflexiones y nuestro trabajo militante. En la actualidad, América Latina parece estar despertando de la postración en que se hallaba sumida por la permanente violencia sufrida a manos de sus clases dominantes enfeudadas al imperialismo norteamericano. De forma desigual y con tiempos distintos, desde Tierra de Fuego al Caribe y desde el Atlántico hasta el Pacifico las gentes latinoamericanas parecen estar incorporándose al protagonismo colectivo de esta época.

En la década de los setenta del pasado siglo América Latina ha sido el verdadero laboratorio de lo que conocemos como neoliberalismo, ese arsenal de violencia clasista desencadenada desde Washington en contra de las instituciones y las conquistas de los trabajadores y los sectores populares en todo el mundo. El designio era claro y fue aplicado por enemigos del género humano como Stroessner, Pinochet, Ríos Mont, Banzer, Videla, etc. El resultado no ha dejado de percibirse por los pueblos latinoamericanos. El llamado pasaje del fordismo al posfordismo, la destrucción de la composición social y política del mundo del trabajo ha tomado aquí formas de exterminio directo. Se han exterminado, en efecto, los mejores cuadros del movimiento obrero y del movimiento estudiantil latinoamericano pero se ha querido destruir, además, la condición misma de trabajador y de ciudadano para sustituirla por modalidades diversas de servidumbre contemporánea alimentadas por el temor a la represión, el paro y la miseria.

Las sociedades de clases medias sobre las que se pretendían fundar democracias homologadas (por Washington, por supuesto) no han llegado a cuajar ó si lo han hecho por un corto período como en Argentina, se han desmoronado de forma estrepitosa arrastradas por los efectos de las delirantes políticas neoliberales.

Los estados nacionales, artificialmente levantados sobre el criollismo pero alguno de los cuales habían experimentado procesos diversos de consolidación bajo regímenes populistas, nacionalistas y hasta socialdemócratas han soportado mal el vendaval neoliberal y carecen con frecuencia de las dotaciones mínimas necesarias para producir los bienes y servicios que demanda una ciudadanía digna de tal nombre. En el momento actual y sobre alianzas y bloque sociales distintos de los de los 50 y 60 se experimentan distintos procesos de “refundación estatal” en Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador y Bolivia. Son procesos de un indudable protagonismo popular en el que han emergido ó se han constituido subjetividades sociales en abierta ruptura con el orden social y político del capitalismo subalterno en esos países.

Junto al emerger de un fuerte movimiento campesino y de obreros sin tierra y frecuentemente unidos con él e impulsándolo, ha hecho su aparición en la escena política un vigoroso movimiento de movimientos indígenas en los que la reivindicación de los derechos ciudadanos se ha acompañado de la defensa de las culturas e instituciones propias, todas ellas integradas en los sistemas naturales amenazados por la voracidad de las ETN y la uniformidad política y cultural impulsada desde el imperio.

América Latina es un gran reservorio ecológico para el planeta en su conjunto y las grandes corporaciones pretenden expropiar al conjunto de la humanidad de ese patrimonio. Las luchas por la defensa del mismo cobran así una inequívoca dimensión anticapitalista y antiimperialista global, al tiempo que proporcionan vínculos materiales sólidos para tejer bloques sociales anticapitalistas.

La lucha por la defensa del patrimonio colectivo se prolonga aquí en la lucha por los servicios públicos que es una lucha por la ciudadanía y contra la nueva servidumbre que las grandes corporaciones de servicios pretenden establecer sobre todo en las megalópolis del subcontinente. En el desarrollo de estas luchas “ciudadanistas" (de las que Cochabamba es el símbolo) está emergiendo un nuevo movimiento obrero integrado en buena parte por trabajadores de los servicios públicos que, junto a reivindicaciones gremiales, plantean alternativas institucionales a la brutal privatización impulsada por algunos gobiernos superando así la vieja división entre lo político y lo económico aún vigente en la izquierda europea. Más allá, sin embargo, de este nuevo movimiento obrero, nos interesa la emergencia de un “nuevo ser americano” que discute de tú a tú los fundamentos y la lógica de la modernidad (y la posmodernidad) occidental capitalista, rechazando la validez de su extensión y su pretensión de universalidad.

Detrás de las peripecias en este o aquel Estado lo que bulle es el nacimiento de una nueva subjetividad social que se afirma sobre raíces antiguas y que pugna por encontrar su camino para asentar una convivencia hecha de cooperación y apoyo mutuo, de respeto a la diversidad de los lugares y los sentires, de integración en y con los hogares naturales.

Para algunos intelectuales europeos la actual deriva latinoamericana solo puede inducir al pesimismo. Alain Touraine polemizando recientemente con Ernesto Laclau afirma que América latina se aleja del modelo parlamentario incapaz de construir instancias de representación y mediación para solucionar conflictos y cae de nuevo en el populismo, esa maldición que le impide subirse al tren de la modernidad. Se plantea la disyuntiva entre la continuación de la modernización neoliberal articulada y funcional en la economía globalizada y las políticas intervencionistas de un populismo trasnochado.

El Chile de Bachelet frente a la Bolivia de Evo o la Venezuela de Chávez. La América de la liberalización y la desregulación absoluta, de la esquilmación de sus recursos naturales y de sus servicios públicos, del ALCA y del Plan Puebla-Panamá, de las democracias homologadas pero tuteladas.
Se abren interrogantes claves : ¿Es posible el proyecto continental con el capitalismo y bajo el imperialismo?. ¿Puede sobrevivir el capitalismo a un eventual derrumbe ó incluso declive del imperio USA?

Los esperanzadores procesos de emergencia y protagonismo de los grupos subalternos en AL coinciden con indicios significativos de una profunda crisis (¿declive?) de la política imperial de Estados Unidos adoptada tras el 11S. No ha conseguido “normalizar” la estratégica franja del Golfo Pérsico, Oriente Próximo y Asia Central, entre potras cosas porque por debajo de los correspondientes estados (Iráq, Afganistán, Líbano) se ha encontrado entramados sociales mucho más sólidos y resistentes de lo que los informes de la CIA le hacían creer. El ingente gasto de su aventura imperial ha acentuado los efectos de sus “déficits gemelos” y debilitado al dólar en su función de moneda global, lo que amenaza el mantenimiento de su posición de mando imperial y, por ende, su capacidad de atraer los capitales del resto del mundo.

Contra los alardes de intervenir simultáneamente en varios frentes-en lo que pretendía ser una amenaza a los movimientos populares también en América Latina-, el ejército USA se encuentra empantanado en la citada franja, a pesar de la ayuda creciente de la OTAN e Israel y ya se percibe con claridad incapaz de una victoria militar clara. En esas condiciones, el amenazante y disuasorio papel que tradicionalmente ha jugado en América Latina ve reducida su eficacia, lo que alienta determinadas “audacias” de algunos gobiernos de centroizquierda en el camino de una relativa autonomía, en otro caso impensables.

También entre las capas populares latinoamericanas son percibidas estas señales del “aflojamiento” del poderío USA y ello da alas para la emergencia de más avanzadas exigencia en la perspectiva de una más justa distribución de la riqueza y un mayor protagonismo en la vida pública.

En otro orden de cosas. Es generalizando el debate sobre las diversas fórmulas de integración regional en el subcontinente. Deben por el neoliberalismo con el ALCA, potenciar el capitalismo regional con MERCOSUR o impulsar formas de cooperación solidaria sobre el aprovechamiento común de los recursos naturales con el ALBA Las posibilidades de encarnación material de cada una de ellas o incluso de combinaciones entre ellas, están determinadas, obvio es decirlo, por la suerte del conflicto social y político que atomiza el subcontinente de punta a punta a partir de la entrada en escena de las clases subalternas.

Ninguna “limitación objetiva” niega el peso o restringe las posibilidades de cualquiera de estas opciones. El lugar periférico de América Latina, su baja productividad o el bajo nivel de su demanda interna –efectos todos ellos de su inserción dependiente en el mercado mundial- son condiciones modificables como lo han sido en otras partes del mundo con opciones bien distintas como muestran los espectaculares crecimientos en Asia.

Menos aún el factor antropológico con el que con un nivel de indisimulado racismo se ha estigmatizado a la gente latinoamericana como incapaces de alcanzar la productividad de la fuerza de trabajo norteamericana. En nuestro propio país podemos verificar la importancia de la fuerza de trabajo latinoamericana al aumento de la riqueza y el bienestar de los últimos años. Es esa capacidad de la gente la principal fuerza productiva que está empujando a los pueblos de la región a romper los límites que con el disfraz de condicionantes objetivos les atan a la postracia y la servidumbre neocolonial que las políticas neoliberales pretenden prolongar.

¿Podemos imaginarnos los efectos de la conjunción de la inmensa riqueza agropecuaria de Uruguay y Argentina, los recursos minerales de Chile, Ecuador y Bolivia, la potencia industrial de Brasil, los recursos petrolíferos de México, Venezuela, y la capacidad científico-técnica de Cuba?

Las coyuntura económica regional favorece estos procesos de integración.
El crecimiento del PIB ha superado a los de USA, UE y Japón, impulsado por la recuperación de Brasil y México seguidos por Argentina, Venezuela y Uruguay, con una clara reducción en la dispersión del crecimiento y el mantenimiento de una elevada velocidad de crucero. Estas llamada tasa de crecimiento esta basada en primer lugar en una clara consolidación de la demanda interna basada, sobretodo en la fortaleza del consumo estimulado por la mejora de empleo; y, en segundo lugar en la mejora de la demanda externa consecuencia de la mejora en la situación económica de la UE Japón y , sobre todo China, cuya capacidad de demanda y de inversión pueden ser de gran interés depara la consolidación del crecimiento en América Latina.

El fortalecimiento de la relaciones económicas y comerciales con esas tres potencias junto al desarrollo de otras apenas iniciadas con algunos países de Oriente Medio y Asia Central, podrían configurar un volumen de demanda externa que estimulara las economías de escala derivadas de fuertes procesos de integración.

Como ha dicho Claudio Katz, el socialismo ofrece un propósito estratégico para toda este inmensa y múltiple dinámica de emergencias populares. Olvidarlo y encerrarlo bajo siete llaves por el progresismo europeo, el pensamiento socialista vuelve a iluminar la acción de los desposeídos vigorizándose con el encuentro con culturas indígenas secularmente aplastadas por el colonialismo y el imperialismo.

Noviembre, Diciembre, 2006

Al concluir estas líneas, Pinochet finalmente ha muerto después de tantas trampas y escaramuzas; la lucha contra la impunidad de sus colaboradores y cómplices continúa; pero el aire está un tantito más limpio.