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EDUCAR
por Agustín Moreno

Comienza el curso. Buen momento para preguntarnos cuál es nuestra función principal, además de ganarnos la vida. Para unos la tarea consiste en educar a niños y a adolescentes, mientras para otros se trata de enseñar. A veces se establece una dicotomía entre ambas funciones como si fueran antitéticas. Si hubiera que enfatizar lo haría por la educación, especialmente en primaria y ESO. A veces, es más fácil enseñar a ser ingeniero (Bin Laden) que educar para ser persona.

Creo que las dos cosas son complementarias. Enseñar los conocimientos disponibles en este momento histórico y la metodología necesaria para su renovación y el aprendizaje permanente. Educar en valores y principios democráticos para desarrollar los estadios morales del individuo y formar ciudadanos libres, críticos y comprometidos con la mejora de su sociedad. Para ello es necesario tratar a nuestro alumnado como personas y con afecto.

Tuve un excelente profesor de Matemáticas, tan rompedor en la didáctica que podría parecer extravagante, que en un encuentro de antiguos alumnos reconocía que la única manera de llevar bien esta profesión, aguantar largas jornadas lectivas y llegar a la jubilación sin estar quemado era querer a los alumnos. Y ello significa tener hacia ellos: respeto, empatía e interés. Esa es la inversión a hacer y lo demás vendrá por añadidura.

Estoy seguro de que enseñar Física, Inglés u otra asignatura puede ser muy vocacional, pero no me cabe duda de que educar personas es apasionante. Para María Zambrano “educar será ante todo guiar al que empieza a vivir”. Evidentemente con las familias e instituciones sociales.

Por último, una sugerencia: busquen la foto de portada de ESCUELA del 17 de septiembre y fíjense en las sonrisas del profesor y de los alumnos. La foto debe de ser de Finlandia, por lo menos, ya que en Madrid sería imposible, según Esperanza Aguirre. Pero si resultase que, quizá, el profesor se llama Enrique y que el instituto es público y del sur de nuestra comunidad, a ese profesor habría que negarle la condición de autoridad e incluso bajarle el sueldo, porque en vez de sentirse amenazado por sus alumnos de la ESO, encima, parece que disfruta educando.