Fidel le debe un desagravio a Neruda (*)
por JOSÉ MANUEL MARTÍN MEDEM

¡Qué casualidad! Fidel anunciaba la delegación provisional de sus funciones el 31 de julio de 2006, cuando se cumplían exactamente 40 años desde la publicación en el Granma (31 de julio de 1966) de la “Carta de los escritores cubanos a Pablo Neruda” que provocó la amargura más grande de sus últimos años de vida, según asegura Hernán Loyola, encargado de la edición de las Obras completas del gran poeta chileno, premio Nobel de Literatura.

El 18 de junio de 1966, una manifestación anticastrista le impedía a Neruda leer sus poemas en la sede de Washington del Banco Interamericano de Desarrollo, invitado por su presidente, Felipe Herrera, también chileno. Los que se enfrentaron con el poeta consideraban que su presencia allí era una provocación comunista. Había viajado a Estados Unidos para participar en el Congreso del PEN Club en Nueva York.

Casi mes y medio después, los escritores más importantes de Cuba, encabezados por Alejo Carpentier y Nicolás Guillén, acusaban a Neruda, en la carta abierta publicada por el Granma, de “consentir la utilización que de tu visita hace el Gobierno de Estados Unidos para hacer olvidar los crímenes que perpetra en los tres continentes subdesarrollados (y los que está planeando cometer, como en Cuba) y, sobre todo, para neutralizar la oposición creciente a su política entre estudiantes e intelectuales no sólo latinoamericanos sino de su propio país”.

Hernán Loyola señala como autores de aquella carta a Roberto Fernández Retamar, Lisandro Otero, Edmundo Desnoes y Ambrosio Fornet. Y el propio Fernández Retamar reconoce que fue una orden de la dirección de la Revolución, expresión que en Cuba sólo se utiliza para hablar de Fidel sin mencionar su nombre. Explica además que la carta “formaba parte de una agria polémica en el seno de la izquierda entre quienes creían en la viabilidad de la lucha guerrillera y quienes se acogían a la prudencia aconsejada por los soviéticos”.

Neruda consultó el viaje a Estados Unidos con la dirección de su partido, el PC de Chile, que estuvo de acuerdo. Los comunistas chilenos y cubanos tenían entonces proyectos diferentes: en Cuba la insurgencia para América Latina y en Chile la alternativa nacional de la vía pacífica al socialismo que llevó a la presidencia a Salvador Allende con la Unidad Popular. En su carta, los escritores cubanos orientados por Fidel decían que “para nosotros el camino hacia la verdadera coexistencia y la verdadera liquidación de la guerra (fría y caliente) pasa por las luchas de liberación nacional, pasa por las guerrillas”. Como recuerda Loyola, después los partidos comunistas de los dos países arreglaron sus diferencias pero los cubanos no remediaron su injusto ataque contra Neruda. “Yo soy comunista —añade— y, si fuera el caso, estaría dispuesto a combatir por Cuba pero insisto en que la dirección cubana le debe un desagravio público. Un día de éstos se nos muere Fidel y el maltrato va a quedar así para siempre.”

El Che llevaba los poemas de Pablo Neruda en su mochila de combate.

Ángel Augier, uno de los escritores que firmaron la carta abierta, admite en privado que “exageramos porque se impusieron las diferencias entre los partidos” pero como su libro Pablo Neruda en Cuba y Cuba en Pablo Neruda se publicó en La Habana, comete la cobardía de justificar la amargura del poeta chileno escribiendo que la provocó su frágil susceptibilidad.

Roberto Fernández Retamar, que preside la Casa de las Américas y es miembro del Consejo de Estado, tuvo el descaro de aceptar en 2007 la invitación del Gobierno chileno para formar parte del jurado del premio internacional de poesía que lleva el nombre de Pablo Neruda. “Me sorprende —comenta Hernán Loyola— que haya aceptado participar en un premio que recuerda al poeta que murió ofendido por él.”

Pablo Neruda le dedicó a la Revolución cubana en 1960 su libro Canción de Gesta. En la dedicatoria escribió que “este libro es una ayuda elemental y fraternal con la que asumo una vez más, y con orgullo, mis deberes de poeta de utilidad pública”.

La dirección de la Revolución tardó ¡44 años! en reeditarlo y una errata eliminó del texto anterior la palabra asumo, desquiciando el sentido de la frase. Después de la carta abierta que le dispararon los escritores de Fidel y en sucesivas ediciones, Neruda le añadió a Canción de Gesta el poema titulado “Juicio final”, censurado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en la versión publicada en 2004. A continuación, un fragmento:

Si hay en la duración de los dolores
una sofocación, un entretanto
que nos lleva y nos trae de temores
hasta llenar la copa del espanto,
hay en lo que hace el hombre y sus victorias
una rama de puro desencanto
y ésta crece sin pájaros ni pétalos:
no la riega la lluvia sino el llanto.

Este libro, primero entre los libros
que propagaron la intención cubana,
esta Canción de Gesta que no tuvo
otro destino sino la esperanza
fue agredido por tristes escritores
que en Cuba nunca liberaron nada
sino sus presupuestos defendidos
por la chaqueta revolucionaria.

A uno conocí, cínico negro,
disfrazado hasta el fin de camarada;
éste de cabaret en cabaret
ganó en París las últimas batallas
para llegar campante como siempre
a cobrar sus laureles en La Habana.

Y a otro conocí neutral eterno,
que huyendo de los nazis como rata
se portó silencioso como un héroe
cuando era su voz más necesaria.
Y otro tan retamar que despojado
de su fernández ya no vale nada
sino lo que le cuesta a los cubanos
vendiendo elogios y comprando fama.

_________________________________________________________________________________________

(*)Texto incluido en el libro "Cuba : La hora de los mameyes", de José Manuel Martin Medem; Ed.:Los libros de la Catarata, 2008