Racismo, nazismo y antifascismo: una noche de resistencia en Tirso de Molina
Codo a Codo

El pasado 29 de febrero tuvo lugar en Madrid una movilización impulsada por diversos grupos y personas que integran el movimiento antifascista cuyo objetivo era impedir el acto electoral convocado por el partido neonazi Nación y Revolución -- apoyado por la organización Combat España- en la plaza Tirso de Molina. Una plaza especialmente emblemática, tanto por la composición social del barrio donde está ubicada, que cuenta con una elevada presencia de inmigrantes, y por ser desde hace décadas, un espacio referencial y de confluencia de las distintas organizaciones políticas y sociales alternativas de la ciudad.

El contexto sociopolítico en el que se produce la convocatoria de este acto estaba marcado por dos elementos. Por un lado, el desarrollo de un proceso electoral donde la extensión del discurso xenófobo y racista contra los inmigrantes ha constituido un elemento central de la estrategia del Partido Popular. Por otro, la escalada creciente de agresiones de carácter fascista que se vive en la Comunidad de Madrid en los últimos años -al igual que en otros territorios del Estado- y que alcanzó su punto más dramático con el asesinato el 11 de noviembre de 2007 de Carlos Palomino por un soldado profesional, cuando se disponía a participar en la protesta contra la celebración de un acto fascista contra la inmigración.

La convocatoria del mitin neonazi fue autorizada por la Junta electoral central y aceptada por la delegada del gobierno en Madrid, cuya actuación en este caso -más allá de una mera protesta formal- ha puesto de relieve una vez más la pasividad de la administración central ante el accionar racista y violento de la ultraderecha, manifestación es la participación electoral de diferentes partidos nazis y fascistas que inexplicablemente siguen siendo legales.

Ya en la tarde del viernes 29, la policía comenzó a desalojar a las distintas personas que estaban en la plaza, incluyendo a un grupo de subsaharianos que tienen en la misma su lugar habitual de encuentro y que se integraron a la concentración antifascista que comenzaba a organizarse en las calles aledañas. Al mismo tiempo, desde el local del CNT ubicado en la plaza se desplegaba una pancarta en la que se decía “Sin patrias ni fronteras, nazis fuera”.

Poco después, cuando estaba ya cercana la hora prevista para el mitin, comenzaron los enfrentamientos con la policía que respondió de forma contundente con pelotas de goma, botes de humo, gases lacrimógenos… Paralelamente, un grupo de policías custodió a la comitiva neonazi hasta ingresar en la plaza, si bien sólo pudieron permanecer en ella durante un breve lapso de tiempo.

Los enfrentamientos con la policía se prolongaron durante algunas horas por el barrio, con un saldo final de siete detenciones y algunos heridos.

El desarrollo de estos hechos ha tenido una notable repercusión en los medios alternativos, celebrándose de forma positiva la respuesta del movimiento antifascista a la provocación de los neonazis. Una interpretación que contrasta con la realizada por los medios masivos de comunicación, que como es habitual enfatizaron en sus crónicas los desperfectos sufridos en el barrio como resultado de los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes antifascistas .

Trascurrido un cierto tiempo, es posible resaltar algunos elementos que han vuelto a emerger en una plaza de Madrid.

Un primer punto que debe valorarse exitosamente es la capacidad que se ha tenido para integrar en la práctica, y de forma colectiva, a las distintas sensibilidades del movimiento. Un éxito que plantea como objetivo necesario seguir fortaleciendo la pluralidad como un factor de cohesión del antifascismo, especialmente necesario cuando se realizan acciones de resistencia donde lo primordial es poner el cuerpo frente al enemigo común.

En segundo lugar, remarcar la implicación de un grupo de inmigrantes subsaharianos que -rehusando las recomendaciones realizadas tanto por la policía, como por algunos manifestantes- participaron activamente de la movilización para defender un espacio que también consideran como suyo; la consigna de “Carlos hermano, nosotros no olvidamos”, se ensanchaba y fortalecía con acentos subsaharianos. Es de resaltar asimismo la capacidad de autoorganización de los distintos colectivos de inmigrantes, generalmente relegada o ignorada desde la visión paternalista predominante en buena parte de los movimientos sociales.

En este sentido, surge como indispensable plantearse dar más pasos en la colaboración con los movimientos vecinales en la lucha antifascista, profundizar en la relación con las asociaciones de vecinos -superando los tradicionales recelos y tics de vanguardia- sumando perspectivas para robustecer la defensa de los barrios frente a la presencia de fascistas. La implicación de varias asociaciones de vecinos y de la propia Federación Regional en las manifestaciones realizadas con motivo del asesinato de Carlos Palomino, son testigos enriquecedores en este terreno; máxime, en un contexto de desaceleración de la actividad económica y de destrucción de empleo, que constituye un campo abonado para la extensión en los barrios populares del racismo impulsado por la derecha.

Es probable que algunos haya hecho lecturas y /o balances restrictivos del 29 de febrero, pero la masividad de la respuesta antifascista, la decisión colectiva de hacer frente a cada una de las nauseabundas manifestaciones racistas, parecía que ha establecido un camino en un solo sentido donde transitarlo conjuntamente, sin exclusiones, y sólo puede deparar satisfacción, como así fuera en esa noche del 29 de febrero en que la dignidad tomó las calles contra el fascismo.

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Notas :

Cabe señalar que esta crítica ha sido también realizada por Izquierda Unida-Centro y el colectivo de jóvenes de IU-centro, que algunos días después publicaron un comunicado lamentable -difundido además en carteles por distintos barrios- en el que se “condena con absoluta firmeza la inadmisible violencia destructora de ciertos grupos de provocadores introducidos en el movimiento antifascista para desprestigiarlo”.