RAÚL sin CASTRO
por JOSÉ MANUEL MARTÍN MEDEM

La encrucijada de Cuba es salvar nuestra Revolución y continuar siendo un pueblo libre o retornar a la condición de un pueblo esclavo, una virtual colonia, como ya fuimos una vez, de nuestro poderoso y voraz vecino.
Felipe Pérez Roque

Raúl es el jefe del Comandante aunque Fidel siga siendo el Comandante en Jefe. Con las reformas económicas, el general Castro puede salvar a la nación pero su gobierno no será el del socialismo democrático: puede hacer definitivamente invulnerable el derecho de Cuba a ser una nación independiente pero no porque el socialismo lo garantice. Ven acá, chico -me decía un amigo en La Habana-, a Raúl le importa un carajo el socialismo del siglo XXI: ¡se ha puesto pa los frijoles!

Se acabó por fin el ¡socialismo o muerte! pero no viene el socialismo para ser mejores. El poder que acumulan las Fuerzas Armadas (que ya no son Revolucionarias) resulta incompatible con la democratización de un Partido Comunista subordinado al orden y a la disciplina de los uniformados. No se gobierna un país como se manda en un cuartel, advertía José Martí.

Lo de Fidel no era socialismo. Lo de Raúl no va a ser ni siquiera Revolución. Pero seguirá siendo Cuba en la defensa de su soberanía nacional sin amargarle la vida a los que tanto han aguantado. Y no es poco.

Creer que se puede mandar por detrás, como se propone Fidel Castro, es la consolación para el que sabe que ya no es capaz porque su enfermedad lo consume. Fidel convirtió a Cuba en una nación. Raúl puede conseguir ahora que funcione mejor, manteniendo incluso lo más necesario de los amortiguadores sociales que caracterizan a la isla en comparación con América Latina y el Caribe. Pero no se puede esperar una auténtica democratización de los que han acompañado al Comandante en Jefe en su destrucción autoritaria de un proyecto de socialismo (1).

Raúl, sus seis vicepresidentes y el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular controlan el Buró Político del PCC. De los ocho, cuatro son militares del Ejército Rebelde y dos generales ocupan el Ministerio de las FAR y el Ministerio del Interior. De los cuatro civiles, tres son los vigilantes de la ideología (Machadito, Lazo y Alarcón) y sólo el jovencito Lage (56 años) ha conseguido la confianza de la vieja guardia. De las incorporaciones al Consejo de Estado, lo único importante es que se han añadido otros tres militares. En el Buró Político y en el Consejo de Estado sólo hay dos representantes de la candela cultural cubana: el presidente de la Casa de las Américas y el ministro de Cultura.

La versión oficial es que lo que se cambia, cuándo se cambia y cómo se cambia es asunto exclusivo de quienes hicieron la Revolución y de los que hoy la mantienen viva [2]. Carlos Aldana (a quien se atribuyen los discursos más importantes de Raúl) me contó que los veteranos de la Revolución no se fían del grupo de jóvenes dirigentes que se aglutinó en torno a Fidel, popularmente conocido como los talibanes.

Raúl cuenta con un escenario favorable (en el que destaca la colaboración de China y Venezuela) que le puede ayudar en la aplicación de sus planes si no comete errores de gran trascendencia: Cuba ha alcanzado su mejor situación económica desde 1959 y diversifica las relaciones internacionales (Brasil y la Unión Europea son los mejores ejemplos pero también el petróleo de Angola) en previsión de que Hugo Chávez se caiga o lo tiren y contando con los yacimientos del Golfo de México, el Congreso de Estados Unidos espera al próximo presidente con iniciativas para desmontar el bloqueo y no depender del exilio de Miami, la oposición interna no tiene ni influencia ni unidad ni alternativas y la inmensa mayoría de los cubanos reclaman mucho más las reformas económicas que la apertura política[3] .

La versión oficial explica que Raúl no podría realizar las reformas si no implica a la vieja guardia de la que nadie sospechará que desnaturaliza la Revolución [4].Y hay que añadir que sólo cuenta con la izquierda del PCC para adornarse con el discurso sobre la democratización del socialismo y que desprecia a los talibanes por su utilización del voluntarismo de Fidel para justificar políticas de socialismo o muerte que considera suicidas.

En su primer discurso presidencial, Raúl dijo que el Partido Comunista de Cuba (PCC) tiene que ser más democrático[5] y con él la sociedad en su conjunto pero no ocultó que ese cambio sólo será importante cuando haya desaparecido la generación fundadora y forjadora de la Revolución. Anunció una reforma general de la administración pública con menos ministerios y más eficacia, consideró irracional e insostenible el sistema de la libreta de abastecimiento, se comprometió a mejorar la capacidad adquisitiva de los cubanos y pidió paciencia para crear las condiciones que permitan eliminar la doble moneda. Prometió la eliminación inmediata de prohibiciones absurdas y confirmó que su prioridad será satisfacer las necesidades básicas de la población, fortalecer la economía y eliminar cualquier traba al desarrollo de las fuerzas productivas. Y lo más importante: a los que creen que con Fidel vivo nada va a cambiar y que la vieja guardia le vigila en vez de ayudarle, Raúl les advirtió que convocará un referéndum si lo considera necesario para resolver las dificultades de las reformas.

En cuatro o cinco años, los que hicieron la Revolución podrían ceder el gobierno a una nueva generación de dirigentes cuidadosamente seleccionados [6] para un país con su independencia garantizada, económicamente sostenible y donde el consumo no sería incompatible con un enchilado de socialismo que reparta sin amarguras y proteja a los más vulnerables.

Para comprobar por donde va Raúl, él mismo nos propone un punto de referencia: cuando forme su primer gobierno después de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.

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[1]Para Raúl Castro y sus aliados probables (militares, tecnócratas, empresarios emergentes, los políticos fidelistas asimilables e inevitables como el caso de Lage) los cambios serán económicos (autonomía empresarial, inversión extranjera, privatización de tierras y activos menores, eliminación del consumo subsidiado) y sólo serán políticos en la medida en que sea imprescindible para favorecer estos cambios económicos y dar cierta autonomía de consumo y de acción a la clase tecnocrática/empresarial emergente. Todo lo cual ciertamente dependerá de en qué medida Estados Unidos estará dispuesto a terminar con sus arrogantes y estúpidas políticas injerencistas.
Haroldo Dilla

[2] De un artículo de Pablo Valiente en Juventud Rebelde. Puede ser un seudónimo, orientado por Raúl, para indicar el camino. Dos fueron los mensajes de Pablo Valiente en torno a la elección del nuevo Presidente del Consejo de Estado: las reformas económicas son imprescindibles pero las decidirá la vieja guardia y Raúl quiere normalizar las relaciones con Estados Unidos.

[3]Raúl debe mejorar en poco tiempo la situación socioeconómica de la población y quiere seguir con un proyecto socialista porque es un comunista convencido como Fidel. Si refuerza elementos de la economía de mercado, no puede ser el socialismo histórico que ha dejado de ser atractivo. Deben dar los primeros pasos hacia el socialismo del siglo XXI con más participación política para los ciudadanos que ahora tienen muy escasas posibilidades de influir en la política del gobierno. Si la dirigencia cubana se va sólo por la vía china del desarrollismo estatal, terminará en el capitalismo. Si sólo quiere ir por la vía del socialismo del siglo XXI, no podrá mejorar la calidad de vida y se les vendrá una crisis fuerte. Deben combinar el avance económico y el democrático. Lo económico es la base del mejoramiento pero las libertades políticas y civiles van a ser de suma importancia para tener el apoyo de la mayoría de los cubanos. Heinz Dieterich

[4] Sólo las FAR pueden asegurar a los dinosaurios que el socialismo cubano no se desmoronará como en Europa Oriental. Hal Klepak

[5] Hasta el momento, el cargo de Primer Secretario no ha estado disociado del de jefe del Ejecutivo en ningún país comunista. Es por lo tanto poco probable que Fidel Castro conserve su cargo en el seno del Partido. Ignacio Ramonet

[6] De los vicepresidentes del nuevo Consejo de Estado, el primero entrevistado por Granma fue Juan Almeida, Comandante de la Revolución. Considerado todo lo contrario que Machadito, Almeida parece el mediador para la moderación y el consenso. En Granma dijo lo siguiente:

La grandeza de su obra le reserva a Fidel su permanencia en la historia. Nuestro compromiso es continuar la obra de la Revolución junto a las nuevas generaciones. La juventud tiene talento, capacidad creadora, ideas renovadoras, esperanzas y sueños. Con esas virtudes, movidos por los sentimientos patrios y educados en las enseñanzas de las generaciones que los precedieron, sabrán asumir la responsabilidad del momento que les toca vivir.