LA ESCLAVITUD QUE LA REVOLUCIÓN ELIMINÓ EN CUBA
por José Manuel Martin Medem
Para Codo a Codo


El misionero español Christopher Hartley pide al gobierno de Zapatero que influya para que la Unión Europea no compre el azúcar producido en la República Dominicana mediante la esclavitud de los trabajadores haitianos.

Hartley tuvo que salir del país amenazado de muerte por denunciar la salvaje explotación de los macheteros en las plantaciones de caña de azúcar con las que han acumulado sus fortunas las familias Vicini y Fanjul.

"Cualquier día encontrarán tu cuerpo por uno de esos caminos de barro que recorres", fue el mensaje que le hicieron llegar al sacerdote los amos de la industria del dulce a los que el gobierno dominicano permite actuar con absoluta impunidad. Al escoger como voluntario el destino de misionero en la República Dominicana, Hartley descubrió el tráfico de braceros a través de la frontera con Haití para su sometimiento a la esclavitud en los ingenios azucareros con la complicidad de las Fuerzas Armadas.

En sus denuncias habla de "los esclavos en el paraíso" -incluyendo a niños de cinco o seis años obligados a plantar la caña-, al comparar el régimen de explotación impuesto a los trabajadores haitianos con el lujo de la urbanización 'Casa de Campo' -junto a los campos del horror- donde los Fanjul acogen a la estirpe de los Bush, a la familia real española o al millonario mexicano Carlos Slim, el gran amigo de Felipe González.

Los Fanjul son una familia española cuyos negocios fueron nacionalizados en Cuba por la Revolución. Allí producían azúcar con los mismos métodos que ahora aplican en la República Dominicana después de haberse refugiado en Miami.

Estados Unidos es el gran consumidor del azúcar dominicano pero la UE ha anunciado su intención de convertirse en un nuevo cliente. El misionero Christopher Hartley pide que el gobierno español se oponga a ese comercio basado en la esclavitud contemporánea.