COORDINADORA ANTIFASCISTA DE MADRID

En la ciudad de Madrid en particular, la identidad de “lo antifa” condensa, reúne y simplifica una radicalidad juvenil difusa, una rabia social y ansias de pelea que por lo general no van más allá del “tribuurbanismo”, la estética del enfrentamiento y la práctica de poses que confirmen todos los postulados criminalizadores que los medios burgueses vierten sobre el movimiento. El antifascismo supone la expresión más básica y primaria de radicalidad, la primera pulsión de rebeldía y la única identidad que permanece cuando están en retroceso formas de agregación o programas de lucha explícitamente anticapitalistas. Es claro que éste antifascismo es estéril y no supone para el Estado Español más que un mero problema intermitente de orden público.

Sin embargo, si existen potencialidades revolucionarias en el antifascismo como depósito de las más honestas, sinceras y combativas muestras de conflictividad social, éstas pasan por evitar que el antifascismo degenere en mero lobby de presión contra las expresiones más pintorescas - y por cierto más inofensivas- de la fascistización social; o, alternativamente, en una simple cuestión de “guerra de bandas juveniles” que despolitice el combate permitiendo así la indiferencia, al indistinción y la hostilidad de la mayoría de la sociedad para ambos “bandos”. Evitarlo para extraer de “lo antifa”, sus mejores potencialidades.

Como dijo la Coordinadora Antifascista de Madrid en la movilización del 20 de noviembre de éste 2005, hay que organizar la rabia, y eso pasa por politizar el descontento, por señalar al verdadero enemigo por encima de ejércitos - legales o no- de matones al servicio del capital. La Coordinadora Antifascista de Madrid se propone, con humildad pero con seriedad, como un espacio de confluencia, encuentro y lucha desde el que quizás contribuir a cohesionar las energías dispersas y construir contrapoderes, momentos y lugares que vayan más allá del mando capitalista; entendiendo que la transformación social no se hará en ausencia de subjetividades antagonistas organizadas y autónomas.

La precariedad, la atomización social, el desmantelamiento de las conquistas sociales, el ataque a las formas espontáneas o cooperativas de organización, el recorte de derechos civiles y el hostigamiento policial constante a los jóvenes que luchan, deben ser enfrentados con contundencia. Para ello es imprescindible hacer hegemónica la idea de que el combate antifascista es anticapitalista en primer lugar o no es, pues es el capital el que provoca la desesperación, la feroz competitividad, las migraciones y el racismo. Es el capital el que ha llevado la incomunicación, el autoritarismo, la crueldad y la barbarie al centro mismo de nuestras sociedades, rompiendo vínculos y capacidades comunitarias para sustituirlas así por regulaciones estatal-mercantiles.

La defensa del común, la emancipación de nuestras capacidades individuales y colectivas, la consecución de existencias no sometidas a la explotación y la violencia, pasan por combatir todas las formas de penetración del fascismo en lo social.

Se impone la necesidad de construir movimiento antifascista autónomo, de masas y combativo, que denuncie las continuidades históricas entre la Dictadura franquista y la democracia liberal española, que reivindique la memoria de quienes lucharon contra el capitalismo y el fascismo como su expresión más terrorista; que acompañe hoy todos los sufrimientos de l@s de abajo, desde la solidaridad revolucionaria y enseñando los dientes al sistema de la muerte y la tristeza; que abra un futuro de esperanzas con la llave de la lucha en el presente.