VALOR TRABAJO:
Crisis y problemas de reconstrucción en lo postmoderno.

Introducción y compilación por Iñigo Errejón. - Julio 2006

Mario Tronti
“Trabajo inmaterial y subjetividad”. Lazzarato y Negri
“El ciclo de la producción inmaterial”- Lazzarato
El caracol y su concha; Ensayo sobre la nueva morfología del trabajo. Ricardo Antunes
“Para ir más allá del capital”. Iván Mészáros
“¿Por qué una teoría del valor?”.Michel Husson
“Reflexiones sobre la posible demostración de las teorías del valor”. Diego Guerrero
“El intelecto just in time”. Paolo Virno
“Interpretación de la situación de clase hoy: aspectos metodológicos”. A. Negri

La teoría del valor trabajo es el concepto fundante de la economía clásica y marxista. Es no sólo el misterio, al fin descubierto, que permite explicar el precio de las mercancías sino que constituye el núcleo explicativo mismo de la producción capitalista así como del fenómeno de la explotación. En él reside para el marxismo, el origen de la división en clases de la sociedad, de los fenómenos de explotación, opresión y desigualdad social. En última instancia, el estado y la política en el capitalismo desarrollan la mayor parte de sus funciones en relación con los procesos de generación, apropiación y distribución del valor producido por el trabajo.

Estamos, pues, en el corazón mismo de la ciencia social moderna pero, sobre todo, en el corazón del drama de la modernidad, en esa profunda escisión que convierte a nuestra época que podría ser la del bienestar, la cohesión social y la libertad, en una época de extensión de la pobreza, la injusticia y los conflictos.

Valga lo anterior como expresión de la cautela y el respeto que a quien esto escribe le merecen los conceptos que a continuación van a ser abordados.

Dichos conceptos corresponden a una empresa teórica pero sobre todo política que ha tenido un momento álgido en la etapa de los sesenta-setenta del pasado siglo en Italia ( pero no sólo) y que a pesar de la represión y el exilio que se ha abatido sobre alguno de sus más caracterizados exponentes, ha sabido primero resistir las más de tres décadas de ofensiva capitalista y, después, poder concurrir en el tránsito entre los dos siglos, con sus propuestas teóricas y políticas al emerger de esa multiplicidad de subjetividades antagonistas que, algo equívocamente, se ha dado en llamar movimiento antiglobalización ó altermundista.

Y con ello planteo lo que para mí resulta el primer y más sobresaliente rasgo del concepto de valor trabajo en los obreristas. Se trata de un concepto ó, mejor, de una empresa teórica indisolublemente ligada a las exigencias de la intervención militante en una época en la que el movimiento obrero oficial asociado a las tradiciones de la IIª y la IIIª Internacional se encuentra comprometido en estrategias de “acumulación de fuerzas” y aproximación institucional y en labores de encuadramiento de las nuevas figuras productivas y sociales proletarias cuyo potencial antagonista pretenden instrumentalizar al servicio de esa aproximación institucionalizar. Es la época de las luchas del “obrero masa” protagonizadas sobre todo por ese proletariado concentrado en las grandes fábricas del automóvil y que se manifiestan, además de por una fuerte tensión a romper los topes saláriales y a imponer la escala móvil, por la aparición y súbita extensión de expresiones inequívocas de rechazo al trabajo que si llamativamente son ilustradas por acciones de sabotaje, adquieren su verdadera naturaleza antagonista en el rechazo al orden productivo y laboral fordista taylorista.

Ya de estos momentos los obreristas se sumergen en una lectura de Marx que les permite explorar un concepto del valor trabajo que supere las concepciones economicistas de la IIª y IIIª internacional. Es la lectura de los Grundrisse, obra fundamental en el pensamiento marxiano y de la que tanto Negri como Tronti van a sacar inspiración fundamental para sus propuestas políticas y teóricas.

A continuación se transcriben algunas ideas esenciales relativas al concepto del valor trabajo extraídas de la obra de Negri y de otros teóricos del obrerismo y la autonomía; así como las pertenecientes a representantes de posiciones marxistas más “clásicas” (Iván Meztsáros, M. Husson, D. Guerrero).

Con ello se pretende dos objetivos esenciales: mostrar que la teoría del valor trabajo es una teoría viva y, por lo tanto, objeto de fuerte polémica; y señalar los elementos en común entre ambas posiciones, muy superiores a los que pudiera parecer a priori.

Nota: Completa esta presentación 8 Tesis sobre el post fordismo de Marco Revelli, las cuáles se encuentran completas en Índice del mes de mayo de Codo a Codo monograficamente dedicado al mundo del trabajo con motivo del 1º de mayo


. Obreros y Capital, por Mario Tronti

Ver el capital como función de la clase obrera, el sistema capitalista como un momento de desarrollo de la clase obrera.

De ley de movimiento de la sociedad capitalista, la ley del valor, en la cabeza de Marx se convierte en ley de movimiento de la clase obrera, en momento de ataque práctico a la sociedad capitalista.

Valor trabajo quiere decir primero la fuerza de trabajo y después el capital. El trabajo es medida del valor porque la clase obrera es condición del capital.

El nuevo camino que Marx propone. Punto de partida el trabajo como no capital, sujeto vivo del obrero contra la objetividad muerta de todas las condiciones de producción. Punto de llegada el capital como algo productivo, relación esencial para el desarrollo de la clase obrera. En medio, el trabajo como no-valor y, por ello, fuente viva del valor; pobreza absoluta y, por eso, posibilidad general de la riqueza.

El capital no sólo no puede existir sin la fuerza de trabajo; tampoco sin la socialización de la fuerza de trabajo, sin introducir a la propia clase obrera dentro del capital.

Cuando el trabajo está dentro del capital y al mismo tiempo está contra él, entonces el patrón se vuelve débil (Elogio de la huelga como ilustración de la inutilidad del trabajo muerto).“Fin de siglo”. Negri

La Teoría del valor se presenta bajo dos formas:

Como Teoría del trabajo abstracto presente en toda mercancía, constituye la sustancia común de todas las actividades de producción. Todo trabajo se reduce a trabajo abstracto, lo que permite hacer aparecer detrás de las formas particulares en momentos determinados, una fuerza de trabajo social global capaz de transferirse de uno a otro uso. El marxismo pasa de esta visión cualitativa a otra cuantitativa, centrada en la medida del valor del trabajo. La cantidad(1) de valor expresa la relación existente entre un bien y la parte del tiempo de trabajo social necesario para su producción (Sweezy) y se puede expresar en unidad de trabajo simple. El problema que plantea es las leyes que regulan la distribución de la fuerza de trabajo entre los distintos sectores de la producción. La ley del valor es, así, una teoría que dá una racionalidad a las operaciones que los capitalistas efectúan “a ciegas” sobre el mercado. De donde se sigue que cuando la distribución de la actividad productiva está sometida a un control consciente, la ley del valor pierde su importancia: la planificación puede tomar su lugar. “Valor y planificación se oponen por las mismas razones que capitalismo y socialismo” (Sweezy).

En una segunda forma se presenta como la ley del valor de la fuerza de trabajo. El valor del trabajo no se considera como figura de equilibrio sino como figura antagonista, sujeto de ruptura dinámica del sistema. En toda la obra de Marx, el concepto de fuerza de trabajo es considerado elemento valorizante de la producción con independencia de la ley del valor (¡). La “unidad de valor” es identificada en relación al trabajo necesario que no es una cantidad fija sino un elemento dinámico del sistema, determinado por las luchas de la clase obrera, producto de la lucha contra el trabajo asalariado. La ley del valor aparece así no como una ley de equilibrio del sistema sino, al contrario, como el motor de su desequilibrio constitucional. Cuando se aplica al conjunto del desarrollo capitalista, engendra la crisis no sólo de circulación y de desproporción, crisis provocada por las luchas, por la imposibilidad de contener el crecimiento de la demanda. Ley dialéctica de las luchas, de la continua desestructuración y reestructuración del ciclo de desarrollo y, al tiempo, ley de composición y recomposición de la clase obrera.

La primera forma ha sido desarrollada por las diferentes escuelas que se han sucedido entre la IIª y la IIIª. La segunda en el marxismo revolucionario desarrollada (?) por el obrerismo italiano. La tesis es que, en el desarrollo de la composición de clase a lo largo de la maduración del capitalismo hasta el periodo post-industrial, la primera forma decae y reconduce a la segunda.

La extinción de la primera forma pasa por la profundización de sus contradicciones internas. La primera es la que opone trabajo simple y trabajo cualificado y complejo. Paradoja según la cuál el más alto valor de uso del trabajo cualificado, su productividad más elevada parece deducirse del valor de su producto más que explicarlo.

La segunda opone trabajo productivo e improductivo. Pero es la cooperación quién hace al trabajo productivo y la cooperación aumenta con el desarrollo de las fuerzas productivas.

La tercera reside en el hecho que el trabajo productivo de la fuerza de trabajo cultural y científica es irreductible tanto a la simple suma de trabajo simple como a la cooperación, por compleja que pueda ser.

La distinción entre trabajo simple y complejo vale para la manufactura y deviene aporética en la gran industria. Es evidente que deviene imposible considerar la ley del valor como medida de la productividad global del sistema y como norma de su equilibrio.

En la segunda forma se ha considerado el valor de uso de la fuerza de trabajo como factor determinante de la dinámica de desarrollo capitalista. La fuerza de trabajo obliga al capital a una reorganización permanente de la explotación, a una intensificación de la productividad y a una extensión más global de su dominación. El primer proceso (integración intensiva) se caracteriza por una evolución hacia niveles cada vez más elevados de composición orgánica; el segundo (extensión global de la dominación) por el paso de la subsunción formal del trabajo a la subsunción real de la sociedad en el capital.

¿Bajo qué forma el tiempo puede devenir medido de la productividad del trabajo social?. Si este recubre todo el tiempo de la vida e “invade” todos los sectores de la sociedad ¿Cómo puede el tiempo medir la totalidad en la que está implicado?. Cuando el tiempo de la vida ha devenido enteramente tiempo de producción ¿quién mide qué?. Cuando la explotación alcanza tales dimensiones sin medida se vuelve imposible.

La ley del valor no ha desaparecido. Lo que ha desaparecido es la forma de la equivalencia de los elementos cuantitativos simples. La ley del valor permanece como ley de la plusvalía, como comando y control de la sociedad en la subsunción capitalista.

La explotación es, pues, un hecho fuera de toda medida económica.

El capital no ejerce su poder sobre la sociedad de la subsunción real más que bajo formas políticas (monetarias, financieras, administrativas). Ejerciendo el mando sobre la comunicación, el capital lo ejerce sobre la producción; no existe teoría de la producción que se distinga de la pragmática del gobierno de la producción.

Superada de forma dialéctica ¿es posible redefinir la forma del valor en tanto que subjetividad positiva afirmativa.


a) Los que señalan que la ruptura del funcionamiento dialéctico de la ley del valor deja como residuo un dualismo social extremadamente fuerte; de una posición alternativa al desarrollo de la ley del valor. El fin de la dialéctica del valor libera el valor de uso. Y a partir de ahí surge el antagonismo valor de uso, autovalorización, éxodo.
b) Una vez efectuado el desplazamiento se revela de nuevo con fuerza que impone el desarrollo capitalista ó, si se quiere, la gestión obrera racional del desarrollo.
c) Es preciso reinventar el valor de uso en el interior de la subsunción real. Lo que significa que el desplazamiento de la ley del valor es una innovación radical de la historia. Allí donde el valor de uso definitivamente ha desaparecido el trabajo necesario ha devenido totalidad.

Hacer de la subsunción real el nuevo territorio del valor significa plantear el antagonismo como dimensión colectiva global. El antagonismo aparece como potencia como poder constituyente. El valor de cambio es globalmente reinventado como valor de uso.

La expropiación capitalista no pasa ya de manera privilegiada por el salario; no es expropiación del productor sino de la comunidad de productores, de la cooperación laboral.

El capital anticipa y organiza, subsume, cada una de las formas de cooperación laboral que, por mor de una mayor productividad, se construyen en la sociedad. La materia prima de la elevada productividad del obrero social es la comunicación. Expropiación, pues, de la comunicación como mistificación del carácter comunitario de la productividad del obrero social.

La comunicación es al obrero social lo que la relación salarial con el obrero masa. La construcción de comunidad es la condición y el objetivo del trabajo social.

La comunicación es la sustancia del valor en el capitalismo moderno. Pero no se puede confundir el salario y la comunicación.

La figura subjetiva del obrero social es productiva a través del alto grado de cooperación y es a través de esta potencia de cooperación que la organización capitalista ha permanecido en movimiento. El obrero social no es sólo productor de valor y plusvalía, es también de cooperación social del trabajo. Esta función, antaño propia del patrón, es la primera e inmediata calidad del trabajo productivo del obrero social.

La dimensión estructural sobre lo que se forma la figura del obrero social es el paso de la subsunción formal a la subsunción real. Este paso de la sumisión de la sociedad al capital a la prefiguración activa de la sociedad por el capital comporta en su interior, la constitución de una cada vez más alto e intenso grado de cooperación productiva.


“Trabajo inmaterial y subjetividad”. Lazzarato y Negri .

En el postfordismo por un lado el capital reduce la fuerza de trabajo a capital fijo subordinable cada vez más en el proceso productivo; con esta subordinación, por otro, muestra que el actor fundamental del proceso social devenido ahora “el saber social general”.

La relación del sujeto con la producción ya no es de simple subordinación al capital. La categoría clásica de trabajo es insuficiente para dar cuenta de la actividad de la guerra de trabajo inmaterial, en la que es cada vez más difícil distinguir el tiempo de trabajo del de reproducción ó el libre.

Cuando el trabajo se transforma en inmaterial y como tal reconocido como base fundamental de la producción, ese proceso envuelve a la forma íntegra del acto reproducción consumo.

El trabajo inmaterial no se reproduce en la forma de la explotación sino en la de la reproducción de la subjetividad.

Dos elementos a resaltar a) la independencia de la actividad productiva frente a la organización capitalista de la producción y b) el proceso de constitución de una subjetividad en torno a la “intelectualidad de masa”.

a) En la sociedad post-industrial los sujetos productivos se constituyen, tendencialmente, antes y de modo independiente respecto a la actividad del empresario capitalista. La cooperación social del trabajo manifiesta una independencia frente a la que la función empresarial se adapta más que constituir su fuente y organización.
En el momento en que el control capitalista de la sociedad se ha vuelto total, el empresario ejerce sus funciones de control y vigilancia desde el exterior del proceso productivo, pues el contenido de este pertenece cada vez más a otro modo de producción, a la cooperación social del trabajo inmaterial. Cada vez más el trabajo define al capital y no al contrario

b) Por qué, a partir del 68, los estudiantes tienden a representar el interés general de la sociedad?.¿Por qué sus luchas, incluso breves, llegan inmediatamente al nivel político?. Los estudiantes como grupo social que representa al trabajo vivo en el estadio virtual, se constituyen en “intelectualidad de masa” sin necesidad de pasar por “la maldición del trabajo” para imponer su fuerza: sólo sobre la base de su autonomía establece su relación con el capital.

La contradicción que opone a esta subjetividad con la dominación capitalista ya no es dialéctica sino alternativa., este tipo de trabajo ya no necesita al capital para existir. Cuando el “general intellect” es hegemónico, ya no hay lugar para el concepto de transición sino para el de poder constituyente.

El concepto mismo de revolución se modifica. Esta ruptura radical está subordinada, en su eficacia, a las nuevas reglas de constitución ontológica de los sujetos

“El ciclo de la producción inmaterial”- Lazzarato

El concepto de producción inmaterial tiene como presupuesto y resultado una ampliación de la “cooperación productiva” que llega a incluir la producción y la reproducción de la comunicación y por ello su contenido más importante, la subjetividad. Si el fordismo integraba el consumo en el ciclo de reproducción del capital, el posfordismo integra la comunicación. Redefinición de la relación producción-consumo. El consumo es, sobretodo, consumo de información.

La gran industria: La empresa y la economía post-industriales se basan en el tratamiento de la información. Se vuelve más hacia la comercialización y la financiación que hacia la producción (“antes de fabricarse, un producto debe estar vendido”). La estrategia empresarial descansa sobre la producción y el consumo de información. La mercancía post-industrial es el resultado de un proceso de creación que implica tanto al productor como al consumidor.

Los servicios: según C. de Tertre, no estamos a punto de asistir a un ascenso de los servicios, sino al desarrollo de las relaciones de servicio: el consumidor interviene de manera activa en la constitución del producto. El producto servicio se vuelve una construcción social y un proceso social de concepción e innovación. Las tareas de back-office disminuyen a favor de las de front-office.

El caracol y su concha; Ensayo sobre la nueva morfología del trabajo. Ricardo Antunes

El capital no puede eliminar cabalmente al trabajo vivo del proceso de mercancías. Puede incrementar el trabajo muerto corporizado en la maquinaria Tecn.-científica.

La expansión de la lógica de la ”lean production”, ”empresa seca” a la totalidad de las empresas termina produciendo una sociedad de los descartables, el desempleo estructural. Más allá de él, se configura una nueva morfología del trabajo, los contingentes del precargado que Ursula Huws ha llamado “cybertariat”, que vive las condiciones de un trabajo virtual en un mundo real. Esta dualidad conforma una tesis básica: si el trabajo es central para la creación de valor, el capital lo hace oscilar, ora reiterando su perennidad, ora imprimiendo su hiperfluidez (precarios, flexibles, temporales, etc.). En su perennidad, cada vez menos trabajan mucho; y en su hiperfluidez, cada más encuentran menos trabajo.

Otra contradicción es que cuanto más se intensifica la implantación de la gestión del conocimiento, más intensos se vuelven los niveles de degradación del trabajo. Y ello porque esta gestión para ser competitiva, debe reducir aún más el trabajo vivo y ampliar el trabajo muerto. Y al apropiarse de la dimensión cognitiva del trabajo, el capital amplía las formas y mecanismos de generación de valor, aumentando también los modos de control y subordinación de los trabajadores.

Al contrario, pues, del fin ó la reducción de la relevancia de la teoría del valor trabajo, hay una ampliación de las formas y mecanismos de extracción de plusvalía.(“Buenos pensamientos significan buenos productos” es el slogan de Toyota).

“Para ir más allá del capital”. Iván Mészáros

La teoría del valor trabajo sólo puede dejar de operar como consecuencia de una transformación socialista radical que termine con la exacción y asignación del plustrabajo por parte de un cuerpo externo, sea político ó económico. En el socialismo, la teoría del valor trabajo no tiene ninguna validez.

La teoría del valor trabajo explica la forma en la que el capital controla la reproducción metabólica social.

“¿Por qué una teoría del valor?”. Michel Husson

La idea central es que el trabajo humano es la única fuente de creación de valor. Marx aplica a la fuerza de trabajo la distinción entre valor de uso y valor de cambio. El valor de uso de la fuerza de trabajo es producir valor. El capitalista se apropia la totalidad de este valor de uso, pero no paga más que una parte.

¿Fin del trabajo y del valor trabajo?

Una de las objeciones clásicas es que los salarios representan una fracción cada vez más reducida de los costes de producción (del orden del 20%). Si se examina más de cerca las cuentas de explotación de cualquier empresa, se advertirá que del 80% restante de sus costes de explotación, más del 50% de los mismos corresponde a la rúbrica “compras intermedias” que examinadas al detalle nos revelarán costes salariales de otras empresas. La baja de los salarios directos corresponde también a la externalización creciente de algunos servicios y a la subcontratación de segmentos productivos enteros

¿Para una teoría del valor conocimiento?

Para los teóricos de la nueva economía, la determinación del valor de las mercancías por el trabajo socialmente necesario para su producción no correspondería a la realidad actual de las relaciones de producción. Las nuevas tecnologías introducirían cuatro grandes transformaciones en la producción de mercancías: Inmaterialidad, reproductibilidad, indivisibilidad y papel del conocimiento.

- Inmaterialidad sobre el proceso de trabajo y el producto mismo. La mercancía moderna tiende a devenir “virtual”. Lo que funda la mercancía es una relación social independiente de la forma concreta del producto. Es mercancía lo que se vende como forma de rentabilizar el capital

- La reproductibilidad e indivisibilidad de un número creciente de productos cuestionan su estatuto de mercancía. Para Negri, ”el trabajador no necesita instrumentos de trabajo puestos a su disposición por el capital. El capital fijo más importante, el que determina las diferencias de productividad, se encuentra en el cerebro del trabajador”. Moulier-Boutang afirma que, en el capitalismo cognitivo, el conocimiento deviene el recurso principal del valor y el lugar principal del proceso de valorización.

Marx en los Grundrisse escribe que “no es el tiempo de trabajo ni el trabajo efectivamente efectuado el fundamento de la producción de riqueza, es el desarrollo del individuo social”. Y continúa “el capital dá vida tanto a las potencias de la ciencia y la naturaleza como a las de la combinación y la comunicación sociales, para hacer la creación de riqueza independiente (relativamente) del tiempo de trabajo que le está afectado”. El capital no es un parque de maquinas ó de ordenadores en red sino una relación social de dominación.

Las nuevas mercancías.

Más que por el recurso al conocimiento, el capitalismo contemporáneo se caracteriza, en un número creciente de sectores por una particular estructura de costes:


- una aportación inicial de fondos importante y concentrada en el tiempo en la que los gastos del trabajo cualificado ocupan un lugar importante
- una rápida desvalorización de las inversiones que es preciso amortizar y rentabilizar en un corto período
- costes variables de producción y reproducción relativamente bajos
- la posibilidad de apropiación casi gratuita de la innovación ó del producto

Más que la emergencia de un nuevo modo de producción, se percibe una contradicción absolutamente clásica entre la forma que toma el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción capitalistas que buscan reproducir el status de mercancía, en contra de las potencialidades de las nuevas tecnologías. Marx: ”por una parte fomenta las fuerzas de la ciencia y la naturaleza así como las de la cooperación y la circulación sociales para hacer la creación de riqueza independiente del tiempo de trabajo. Por otra, pretende medir las gigantescas fuerzas sociales así creadas con la vara del tiempo de trabajo y encerrarlas en los estrechos límites del valor así producido”.

La teoría del capitalismo cognitivo contempla así una nueva fase del capitalismo dotada de una lógica específica y de nuevas leyes, en particular en la determinación del valor. Le presta así una coherencia de la que está lejos de poseer. Gorz: “el capitalismo cognitivo, es la contradicción del capitalismo”.

“Reflexiones sobre la posible demostración de las teorías del valor”. Diego Guerrero

La hipótesis de que los valores son “cantidades de trabajo igual” tiene muchos argumentos que pueden agruparse en: a) empírico, b) lógico y c) teórico histórico

a) Empírico: tiene que ver con los hechos: sin trabajo la sociedad no puede reproducirse

b) Lógico: Puesto que el valor permite igualar todas las mercancías, tiene que consistir en una propiedad que:
- esté presente en todas ellas
- sea objetivamente cuantificable
- sea ajena al valor de uso objetivo

Lo único que reúne estas tres exigencias es la propiedad de ser cada una de ellas, ya sean bienes o servicios, el producto de una cierta cantidad de trabajo humano, o sea:

1) una determinada porción del trabajo total de una sociedad en cada momento y contexto social

2) una cantidad precisa de tiempo de trabajo (como puro gasto de cerebro y energía corporal de los miembros de la especie”, escribía Marx)que se realiza con la asistencia de los medios de producción.

En efecto, esta propiedad de “ser resultado de trabajo humano simple cristalizado” reúne las condiciones necesarias y suficientes para ser identificados como la materia del valor:

1. La cantidad de trabajo es una propiedad física absoluta y perfectamente cuantificable. Los propios agentes económicos dan por hecho que el trabajo concreto heterogéneo se puede medir también como trabajo abstracto y homogéneo (5 peras y 3 manzanas no son 8 peras pero sí son 8 unidades de fruta, resultado de abstraer la especie “pera” y la especie “manzana”). Esto es lo más importante de la obra de Marx, “el carácter dual del trabajo” que él descubrió.

2. Ninguna de las propiedades cuantificables (peso, volumen, etc.) están presentes en todas las mercancías a la vez, salvo el trabajo.

3. No hay nada, distinto del trabajo directo, que esté presente en todos los actos singulares de producción, sin excepción.

C) Teórico-histórico ó crítico: no existe ninguna otra teoría alternativa del valor con pretensiones de completitud. En la actualidad la más extendida, incluso niega su necesidad limitándose a comprobar la “multiplicidad de los precios y su continuo cambio”.

“El intelecto just in time”. Paolo Virno

Cuando el intelecto humano se convierte en el principal recurso productivo, el pensamiento abstracto y la autorreflexión dejan de ser la prerrogativa de los intelectuales para convertirse en las herramientas indispensables del trabajo. Llamo intelectualidad de masas al conjunto del trabajo vivo postfordista en cuanto depositario de competencias cognitivas no objetivables en el sistema de máquinas. La intelectualidad de masas tiene su centro de gravedad en la pura y simple facultad de pensar. Su mejor ejemplo lo constituye el hablante común, no el científico ni el escritor. Los intelectuales han perdido todo relieve ético y político precisamente cuando la noción de fuerza de trabajo se ha vuelto indistinguible del homo sapiens, “animal que posee lenguaje”.

En la manufactura y el fordismo “quien trabaja, calla”. En la metrópolis posfordista, por el contrario, el proceso de trabajo material puede describirse empíricamente como un conjunto de actos lingüísticos. En parte porque el trabajo consiste, en buena medida, en tareas de regulación, vigilancia y coordinación pero sobre todo porque el proceso productivo tiene por principal materia prima el saber, la información la cultura, las relaciones sociales. La oposición habermasiana entre acción instrumental y acción comunicativa es radicalmente refutada en el posfordismo.

El trabajo es interacción. Cuando el trabajo ejerce funciones de vigilancia y coordinación, su objetivo ya no es un producto determinado sino modular la cooperación social, el conjunto de relaciones y conexiones sistémicas sobre las que se apoyan la producción y la riqueza. Dos consecuencias:

a) El trabajo fundado en la comunicación no está guiado por un objetivo unívoco predefinido

b) No da lugar a un objeto extrínseco y duradero, se trata más bien de una actividad sin obra (lo que según Arendt caracterizaba a la política). El trabajo posfordista exige dotes anteriormente reservadas a la política.

Cuando se habla de lenguaje puesto a trabajar, el punto decisivo está en que el “actuar comunicativo” predomina en todos los sectores industriales. Las técnicas y procedimientos de los medios de comunicación de masas se convierten en un modelo de valor universal; desarrollan un papel análogo al que tradicionalmente desarrollaba la industria de medios de producción: es un sector productivo específico pero determina los instrumentos y exposición más sistemática de procedimientos operativos que luego se aplicarán en todos los rincones del proceso de trabajo social. La puesta a trabajar (y a producir beneficio) del lenguaje es el cimiento sobre el que se apoya la ideología posmoderna. El signo distintivo de la metrópolis contemporánea es la plena identidad entre producción material y comunicación lingüística.

Pero esta coincidencia no atenúa sino radicaliza las antinomias del modo de producción dominante. La actividad laboral es cada menos medible por unidades abstractas de tiempo pero el tiempo de trabajo sigue siendo la medida socialmente vigente. Múltiples juegos lingüísticos, hasta los más excéntricos están a punto de convertirse en nuevas tareas. El lenguaje se presenta, al tiempo, como el terreno del conflicto y lo que está en juego. Hasta el punto de que libertad de lenguaje, en un sentido menos paródico que el liberal, y abolición del trabajo son hoy sinónimos

“Interpretación de la situación de clase hoy: aspectos metodológicos”. A. Negri

(Exposición más sistemática de la teoría del valor trabajo y del agotamiento de su función económica en el capitalismo contemporáneo)

La forma valor es la representación material de la organización del trabajo colectivo en una sociedad determinada. Es siempre el resultado de una relación que cambia en función de los movimientos históricos de una sociedad; es una función de los antagonismos y un producto de su solución.

El límite de la reflexión de Marx radica en el hecho de reducir la forma valor a una medida objetiva. Así, el marxismo corre el riesgo de constituir una historia natural de la subsunción progresiva del trabajo en el capital, ocultando la lucha de clases en términos de catástrofe e innovación

Aunque la ley del valor se halla en crisis, el trabajo es el principio de toda constitución.- El valor hoy no puede reducirse a una medida objetiva. El modo de producción actual es la subsunción de la sociedad en el capital. La forma valor de este modo de producción es la comunicación que de hecho se establece entre las fuerzas productivas.

Si la comunicación constituye la sustancia de la forma valor, si el proceso de trabajo coincide con “lo social”, la primera consecuencia es la imposibilidad de anclar una teoría de la medida sobre algo ajeno a la universalidad del intercambio. La segunda es que no tiene sentido una teoría de la medida respecto a la cualidad inconmensurable de la acumulación social. También son inconmensurables, por definición, el espacio para el desarrollo de las relaciones laborales, las sendas productivas existentes en la sociedad y las interacciones entre los trabajadores.

Pero no es posible imaginar la producción, la riqueza y la civilización sin una acumulación de trabajo. Las fuerzas intelectuales y científicas que han pasado a ocupar un lugar preeminente en la producción son fuerzas de trabajo. Su creciente inmaterialidad no elimina la función creativa del trabajo, la exalta en su abstracción y su productividad.

La teoría del valor de Marx se halla vinculada a los orígenes de la revolución industrial.- El trabajo productivo ya no es aquel que produce capital sino el que reproduce la sociedad. La separación del “trabajo improductivo” pierde su sentido, la producción se halla subsumida en la circulación (y viceversa) cada vez más y se redefine, en fin, la relación entre trabajo simple y complejo

Las leyes constitutivas de la forma valor son las leyes de su deconstrucción.- Poner la atención en las discontinuidades; las continuidades son rupturas que han sido dominadas. Las innovaciones son estructuras de dominación más precarias porque el conflicto que las ha precedido ha sido más fuerte. La innovación capitalista es siempre compromiso ó respuesta, en suma constricción derivada del antagonismo de los trabajadores. Toda innovación es una revolución intentada pero fracasada, es la secularización de la revolución. El proceso innovativo deconstruye al capital, especialmente en la época de la subsunción real.

La deconstrucción del valor es la matriz de la subjetividad y viceversa.- Si la producción es ya completamente comunicación, el sentido del antagonismo no tendrá un lugar ni tiempo de fundación separados de la comunicación misma. Es en la reconstrucción de la comunicación donde se construye el sujeto

La explotación es la producción del tiempo de dominación contra el tiempo de liberación.- El concepto de explotación puede reconocerse en el interior del nexo que vincula la constitución política y la constitución social. Es la constitución política la que sobredetermina la organización del trabajo social. Eso no niega las dimensiones de captura, centralización y expropiación de las formas y el producto de la cooperación social. La explotación se produce políticamente como una función del poder capitalista. En la época de la subsunción real, lo político tiende a absorber a lo económico. La independencia de lo económico constituye una mistificación de lo político, de quien detenta el poder.

La función fundamental del poder es privar al proceso social de cooperación productiva del dominio sobre su propio funcionamiento: de encerrar al poder productivo social en su sistema de poder. La explotación es la producción de instrumentos aptos para el control del tiempo de cooperación social.

Las luchas preceden y prefiguran la producción y la reproducción sociales.- La lucha proletaria y las mil figuras de la revuelta del trabajo social han dominado las épocas y las fases de la civilización capitalista. El 68 es la revolución de la nueva figura del proletariado, del trabajo abstracto vivo. Luego el capital ha seguido a esta nueva fuerza revolucionaria, ha intentado encerrarla en nuevas dimensiones técnicas de producción y dominio