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Editorial - Febrero 2007

En las últimas ediciones de Codo a Codo venimos “avecinándonos” a la singular etapa histórica que vive actualmente América Latina, donde la presencia en el poder de distintos gobiernos de izquierda –en su sentido más amplio- conforma un contexto político y social excepcional en la historia del continente Esta situación, que sin duda ha sembrado una cierta de esperanza para las clases subalternas; al tiempo que se constata en algunos países, una creciente tensión entre los movimientos sociales y los gobiernos a los que en algunos casos –y paradójicamente- contribuyeron a aupar al poder. El ejemplo paradigmático lo constituye sin duda Brasil, con un divorcio –cuando no enfrentamiento- entre el MST y el gobierno de Lula, debido a la aplicación por parte de éste de las recetas –y la filosofía- más ortodoxas del “neoliberalismo compasivo”. Pero también puede advertirse este conflicto potencial entre algunos sectores de mineros bolivianos y el gobierno de Evo Morales; las organizaciones de base y la dirigencia bolivariana de Chávez, la ruptura con unos y la cooptación de otros movimientos sociales con el gobierno de Kirchner.

La traslación al plano teórico de esta tensión ha dado lugar, en el último año, a uno de los debates más interesantes que atraviesan actualmente a la izquierda latinoamericana, y que de forma simplificada se articula entre las posiciones que se sitúan en el polo de la autonomía social, y las que -sin renunciar enteramente a la misma- reivindican la necesidad de formas organizativas, repitiendo una formulación más o menos clásicas, orientadas a la toma del poder, como forma más válida de construir un nuevo socialismo para el siglo XXI. Los artículos que publicamos en este número, de Pablo Dávalos y Raúl Zibechi respectivamente, contribuyen a profundizar en este debate, con la propuesta del partido único como eje polémico de referencia. En el mismo escenario atrayente, traemos las contribuciones potentes de Claudio Katz, Luis Mattini.

Arrimamos a la actualidad de cambio climático unas perspectivas no tan mediáticas, pero apegadas como el caminar haciendo de los zapatitas y el contraste de género que aporta Betsy Harmann con la suelta de interrogantes.

Prosiguiendo en el empeño de fomentar la circulación de ideas, el momento actual del conflicto vasco no podía dejar de estar. La ofensiva que la derecha -política, social, judicial y mediática- viene desarrollando desde del inicio del proceso de paz ha polarizado, indudablemente, cualquier intento de aproximación a este tema. Pero evidencia asimismo la necesidad de una profunda reflexión como la que propone Ramón Fernández Durán, y que merece ser saludada como una valiosa y valiente contribución al debate sobre el conflicto político en Euskadi. Una contribución desde el pensamiento crítico que, con independencia de la valoración que suscite a cada quien su contenido, son tan lamentables como patéticas las respuestas que sólo pueden circunscribirse en descalificaciones sectarias. Parafraseando a Cornelius Castoriadis, no somos tan pretenciosos como para conocer la solución al problema vasco, pero sí sabemos desde luego que el estalinismo mental, autoritario y dogmático, no es el camino.

Otra de las oleadas de hojas sueltas anidadas en este boletín lo constituye la defensa de los servicios públicos como resguardo de lo común frente a la ofensiva privatizadora de la derecha. Una ofensiva que, en el caso de Madrid, ha alcanzado cotas insólitas de cinismo en las declaraciones de integrantes del gobierno de Aguirre, atribuyendo la degradación del transporte en el Metro a “los sabotajes de los trabajadores”, e incluso -en el colmo de la desfachatez- “a los propios usuarios” (1).

Finalmente, queremos destacar un principio irrenunciable de Codo a codo desde sus inicios: la solidaridad antifascista. El 17 de febrero se celebró en Madrid una manifestación en solidaridad con los jóvenes del Colectivo 1984, que fueron agredidos el pasado mes de diciembre por un grupo de fascistas. La manifestación fue secundada por distintos colectivos y organizaciones, sin embargo no fue respaldada por ámbitos que tienen el antifascismo como una seña primera de identidad. El debate político incluye legítimamente la confrontación de ideas, argumentos y posiciones encontradas; pero permitir que las diferencias lleguen hasta el punto de negar la más elemental solidaridad frente a una agresión de este tipo, evidencia sin ningún tipo de dudas que es más allá del plano verbal y cibernético donde las consignas antifascistas cobran vida y echan a andar, hombro con hombro, codo con codo, construyendo barricadas infranqueables para tanta escoria nazi que pulula por las calles.

Y antes del corto y cambio hasta el mes que viene, saludamos la “okupación” de un mercado abandonado en el barrio de Aluche, ahora habitándose con las ilusiones por la gente de la Biblioteca Popular “La Candela”.


___________________________________________________________________________________________________________________ (*) La consejera de transportes de la Comunidad de Madrid atribuyó literalmente la responsabilidad de los retrasos “ a la mala colocación de los usuarios en el Metro”