Vamos a analizar ahora, dos casos claros en los que los Estados Unidos amenazan y ejecutan inmediatamente dos supuestos evidentes de guerra. Uno es el de los sucesivos vuelos planificados de los aviones EPE-3 Ares II, su pauta de reconocimiento de emisiones electromagnéticas e identificación de frecuencias en el espacio aéreo venezolano y zonas más profundas. No responden a las autoridades de control aéreo venezolano ni comunican sus planes de vuelo. Sus trayectorias son siempre próximas o sobrepasan intermitentemente dicho espacio. Sus emisiones y contramedidas localizan e interfieren aeropuertos y todas las emisiones defensivas y de control aéreo, así como puestos de mando. Realizan sus emisiones y recepciones de manera sistemática, y también cuando se producen en Venezuela ejercicios de defensa aérea o terrestre contra aeronaves y misiles.
Actúan como un vigilante de frontera que realiza incursiones esporádicas en territorio enemigo para “dar cuenta” de sus actos ilegales de desafío. Localizan los movimientos y mantienen un mapa instantáneo del supuesto campo de batalla. Los vuelos del EPE-3 son, evidentemente, acciones de intimidación.
Nadie que haya meditado alguna vez sobre la incuestionable fuerza de la verdad podría esquivar las razones expuestas por Ernesto Villegas, ministro venezolano del Poder Popular para la Cultura, cuando dirigió la palabra –hace unos días en La Habana– a un grupo de intelectuales que, acto seguido, firmarían la Carta que dirige por estos días el Gobierno de su país a António Guterres, secretario general de la ONU, para denunciar la brutal postura de Estados Unidos contra la patria de Bolívar.
Con la sencillez de quien no precisa exagerar nada –porque para comprobar sus argumentos basta tener sentido común–, y consciente de que, en clave martiana, «las verdades reales son los hechos», Villegas habló a un auditorio que, aun sabiendo al dedillo las características del actual escenario internacional, en que la rapiña, la irracionalidad y el fascismo pretenden enseñorearse, salió de allí mucho más convencido de la necesidad de detener el rumbo mortal por el que marcha el planeta, bajo el imperio de las fuerzas del mal.
Entre las verdades emergentes escuchadas, amparadas por el papel que desempeña hoy Venezuela como principal trinchera contra la oleada fascista, afloró la primera: «La Venezuela heroica y revolucionaria es la que convoca hoy a los pueblos del mundo». Y en rejuego con la conocida aseveración martiana, dijo hablar lleno del polvo de los pueblos latinoamericanos.
Pablo Sepúlveda Allende califica el mencionado informe de cobarde, parcializado, deshonesto.
El experto en el campo de los derechos humanos, Alfred de Zayas, calificó como defectuoso y decepcionante el informe presentado por la Alta Comisionada de los Derechos Humanos para las Naciones Unidas (ONU), Michelle Bachelet.
«La visita histórica de Michelle Bachelet a Venezuela tenía potencial, pero el informe, escrito por la misma secretaría que hizo los informes de Zeid (Raad Al Hussein, anterior representante del organismo), es fundamentalmente defectuoso y decepcionante», reza una nota difundida en su portal web.
Destacó que el escrito de Bachelet está «lamentablemente desequilibrado y no saca conclusiones que puedan ayudar al pueblo venezolano».
Resaltó que la visita realizada por Bachelet fue «una oportunidad perdida, porque Venezuela ha solicitado y necesita servicios de asesoría y asistencia técnica, pero de buena fe», al tiempo que señaló que «la Oficina del Alto Comisionado debe darse cuenta de que su credibilidad está en juego».
El también abogado, escritor e historiador estadounidense exhortó a Bachelet sustituir el personal que la asiste, por uno que «trabaje profesionalmente y con imparcialidad».
Un nuevo informe del Center for Economic and Policy Research elaborado por de los economistas Jeffrey Sachs y Mark Weisbrot afirma que más de 40.000 personas han muerto en Venezuela desde 2017 como resultado de las sanciones de los EE.UU. El informe examina cómo las sanciones de EE.UU. redujeron la disponibilidad de alimentos y medicamentos en Venezuela y han aumentado la enfermedad y la mortalidad. Hablamos con Jeffrey Sachs en nuestro estudio de Nueva York. En el informe escribe “las sanciones estadounidenses apuntan deliberadamente a destruir la economía de Venezuela y, por lo tanto, llevar al cambio de régimen. Es una política infructuosa, despiadada, ilegal y fallida, que causa graves daños al pueblo venezolano”.
La estampa inicial del fallido intento de golpe de Estado en Venezuela el pasado 30 de abril, tuvo los rostros de Juan Guaidó y Leopoldo López como relato y preludio de una jornada que les resultaría catastrófica.
Apenas despuntaba el sol, pero a ambos dirigentes los abordaba el ocaso. Su plan insurreccional se había adelantado ante la alta posibilidad de que a esas horas ya estaba develado para las autoridades venezolanas. Jugaron posición adelantada, pero aspirando que sectores de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) los apoyarían.
Aunque Estados Unidos -junto con sus aliados y los países que ha logrado presionar lo suficiente-, el Grupo de Lima y Luis Almagro reconocen a Guaidó y le dispensan inusitados respaldos, lo cierto es que a ese señor no lo votó nadie para ser presidente de Venezuela y no controla ni siquiera una junta vecinal. Pero, además, el señor ha violado reiteradamente diversas normas venezolanas, incluyendo las que lo obligan a rendir cuenta de los fondos que maneja. Y tanto estiró la cuerda, que parece que se está por cortar.
Rusia y China dejaron claro esta semana que hay que tomarlos en cuenta y son básicos para la solución de la crisis de Venezuela. La línea de fuego la corrió Rusia, que hoy está en frente del patio trasero de EEUU y el fantasma de la Crisis de los Misiles de octubre de1962 atemoriza al mundo entero.
Los analistas y los diplomáticos se mantienen alertas: EEUU perdió a Venezuela ya que Rusia corrió la línea de fuego a Suramérica y el Caribe y la llevó al propio territorio de los aliadosde Washington, tras obligar a salir a los estadounidenses de Siria.
El fotorreportero británico Alan Gignoux y la periodista y cineasta venezolana Carolina Graterol, ambos residentes en Londres, han viajado a Venezuela durante un mes a grabar un documental para una importante cadena de televisión global. Han conversado con el periodista Paul Cochrane sobre el retrato que pintan los medios mayoritarios sobre el país comparado con sus experiencias sobre el terreno.
En lo económico, atravesamos por una situación, que sin llegar a ser, en lo absoluto una crisis humanitaria, se caracteriza por la dificultad para adquirir medicamentos y algunos alimentos, así como el incremento acelerado de los precios ya en niveles hiperinflacionarios.
Al igual que en Chile, en Venezuela, de repente empezaron a escasear el papel de baño, el café, la harina, el pan, la leche, el azúcar, aceite. Comenzaron a formarse enormes colas para conseguir estos productos de primera necesidad, debimos racionar el consumo. A la par proliferaron mercados informales, en los que se conseguían y consiguen todos los bienes, pero a precios muy elevados.
Ocurre algo similar a lo que sucedió en Chile, las empresas producen e importan estos bienes, pero los acaparan, los esconden y alteran los canales de distribución promoviendo mercados informales en los cuales están disponibles pero a precios inaccesibles.
Señora Michelle Bachelet, respetuosamente le decimos que los venezolanos no necesitamos ayuda humanitaria, lo que reclamamos es justicia para impedir la impunidad de declaraciones como las ofrecidas por el portavoz del Departamento de Estado de EEUU quien dijo al abordar la efectividad de las medidas coercitivas unilaterales: “La campaña de presión contra Venezuela está funcionando. Las sanciones financieras que hemos impuesto (…) han obligado al Gobierno a comenzar a caer en default, tanto en la deuda soberana como en la deuda de PDVSA, su compañía petrolera. Y lo que estamos viendo (…) es un colapso económico total en Venezuela. Entonces nuestra política funciona, nuestra estrategia funciona y la mantendremos”