Agredir militarmente a Venezuela sería el mayor desatino de Estados Unidos

POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA ALZUGARAY
Viernes 13 de julio de 2018 por Círculo La Puebla

Fuente: Insurgente

Por :MIGUEL ÁNGEL GARCÍA ALZUGARAY

La opinión pública internacional acaba de conocer con gran preocupación y estupor la revelación de que el oligarca Donald Trump evaluó seriamente invadir Venezuela alegando cuestiones de seguridad nacional. Según un informe difundido por la cadena CNN, en una reunión ocurrida el año pasado, el presidente norteamericano junto al entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, y el ex asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, H.R. McMaster, valoró esa posibilidad en uno de los momentos de mayor tensión entre el Imperio yanqui y la bolivariana Caracas.

La posibilidad de una intervención militar norteamericana contra Venezuela parecía hasta ahora remota para algunos analistas, pero las revelaciones de altas fuentes de la Casa Blanca sugieren que podría no estar tan lejos como parece.

En agosto del año pasado, durante una reunión en el Salón Oval, el presidente Donald Trump hizo una pregunta que sobresaltó a sus asesores: dado que la situación en Venezuela amenaza la seguridad regional, ¿por qué Estados Unidos no puede invadir ese país? El relato, hasta ahora desconocido de la conversación, procede de un alto cargo del gobierno familiarizado con lo que se dijo entonces, que habló bajo condición de anonimato por lo delicado del asunto.

En una conversación que duró unos cinco minutos, McMaster y otros, hablando por turno, explicaron a Trump las consecuencias negativas de una invasión, que le costaría como mínimo a Washington el apoyo de los gobiernos latinoamericanos. Pero Trump les dio una de sus insólitas respuestas, sin dar el menor indicio de que iba a ordenar la elaboración de planes militares dijo que había varios ejemplos de lo que consideraba el uso exitoso de la fuerza en la región, según la fuente, como las invasiones de Panamá y Granada en los 80.

La idea de la opción militar seguiría rondando por la cabeza del presidente a pesar de los intentos de sus asesores de aplastarla, y volvería a plantearla en dos ocasiones más con líderes latinoamericanos.

Al día siguiente, 11 de agosto, Trump provocó asombro en amigos y enemigos por igual al hablar de una “opción militar” para derrocar a Maduro. Al principio se consideró estas declaraciones públicas como la clase de provocación marcial que cabía esperar de una exestrella de los reality show convertido en comandante en jefe.

Pero poco después, habló del asunto con el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, dijo el funcionario. Dos altos cargos colombianos confirmaron la información, hablando bajo la condición de anonimato para evitar contrariar a Trump.

Y en septiembre del 2017, durante la Asamblea General de la ONU, Trump volvió más extensamente sobre el tema en una cena privada con Santos y otros tres aliados latinoamericanos, dijeron las mismas tres fuentes e informó la revista por internet Politico en febrero.

Según el funcionario norteamericano, se le pidió específicamente a Trump que no hablara del asunto, el cual tendría una mala repercusión, pero lo primero que dijo el presidente durante la cena fue: “Mi personal me dijo que no hablara de esto”. A continuación, preguntó a cada presidente si estaba seguro de que no quería una solución militar, dijo el funcionario, y añadió que cada uno respondió a Trump claramente que estaba seguro.

Finalmente, McMaster explicaría al presidente en una conversación a solas cuáles eran los enormes peligros para EE.UU de una invasión a Venezuela.

La Casa Blanca se negó a hacer declaraciones sobre las conversaciones privadas. Pero un vocero del Consejo de Seguridad Nacional reiteró que Estados Unidos estudiaba todas las opciones a su disposición para ayudar a restaurar la democracia y llevar la estabilidad a Venezuela.

Bajo la conducción de Trump, Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea han aplicado sanciones a decenas de altos funcionarios venezolanos.

Sobre estos planes ingerencistas de Washington se debe recordar que en abril del 2017, el jefe del Comando Sur de Estados Unidos, almirante Kurt W Tidd, durante su exposición ante el Congreso norteamericano, advirtió que la “situación” en Venezuela podría provocar una “crisis humanitaria” que requerirá una intervención militar. Y para sensibilizar más a los congresistas añadió: “China y Rusia tienen una participación económica significativa en Venezuela y sería difícil imaginar que NO tratarían de aprovecharse de un aumento de la inestabilidad”; es decir “chinos y rusos están en nuestro patio trasero”.

Paralelamente es conocido que Trump se reunió el 14 de abril de ese año con los ex presidentes colombianos Andrés Pastrana y Álvaro Uribe para valorar los pasos a dar para concretar una posible invasión militar a Venezuela

Un ataque militar contra Venezuela, sería una inmensa locura

A pesar de lo expuesto, la Venezuela de 2018 no es el Panamá de 1989 e invadirla no sería un ataque quirúrgico. El Panamá de Noriega solo tenía 15.000 tropas y Estados Unidos tenía bases militares alrededor de la capital. Además, Panamá, era un país con menos de tres millones de habitantes en ese momento.

Venezuela tiene cientos de miles de tropas bien entrenadas y armadas, numerosos tanques y modernos aviones de combate. Es un país de 30 millones de habitantes, de los cuales una gran mayoría apoya al gobierno revolucionario. Estos combatientes, además de su insuperable fervor patriótico tienen una firme ideología —el socialismo antiimperialista— que sirve para coordinar sus esfuerzos.

Así mismo, los líderes venezolanos se han preparado para una guerra “asimétrica” desde hace más de una década. Y no hay posibilidad de que los países de la región subordinados a Washington participen en un esfuerzo para derrocara la revolución bolivariana, pues temen que ello encienda la rebeldía popular en sus propios territorios.

Al respecto el presidente Nicolás Maduro llamó a los miembros de la Fuerza Armada Nacional a fortalecer la institución militar de Venezuela

“Todo los días tenemos que fortalecer el poder militar de Venezuela en cada clase, en cada aula, en cada cuartel, en cada academia, en cada lugar donde haya un soldado de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”, dijo en un acto de graduación de oficiales realizado en el Fuerte Tiuna, Caracas.

El jefe de Estado dirigió el acto de graduación conjunta de los Oficiales de Comando, Técnicos y Pase a Reserva Activa de las promociones egresadas en 1985 de la Fuerza Armada Nacional.

“Hoy es día que la promoción de 1985 da paso a la inmortalidad, 33 años de carrera militar dedicados al servicio militar con el pueblo, siempre con el pueblo. Es un día especial y de mucho agradecimiento a la patria”, dijo en transmisión de Venezolana de Televisión (VTV) desde el patio de la Academia Militar en Fuerte Tiuna, Caracas.

Celebró que el pasado sábado se cumplieron 43 años de la graduación del comandante Hugo Chávez, líder de la Revolución Bolivariana.

“Estamos aquí día de graduación recordando que hace 43 años salió de aquí el subteniente Hugo Chávez que se convertiría en comandante de una nueva época histórica de Venezuela que está en pleno desarrollo, la época de la revolución de (Simón) Bolívar”.

No en balde, Mark Feierstein, que supervisó los asuntos de América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional bajo la administración de Obama, dijo que una invasión militar a Venezuela por sí sola no daría resultados, que más que una locura sería un suicidio político y económico para los Estados Unidos. .

Dado el carácter noticioso del asunto, parece que Trump no calculó que en muchos países de Latinoamérica y el Caribe, donde el tema de las intervenciones históricas de EE.UU. ha pesado tanto, sus gobiernos se vieron obligados a desconocer la posición y a estar en desacuerdo con ella. Lo mismo pasó con la mal llamada oposición venezolana

Desastrosas consecuencias de una agresión militar a Venezuela

Según destacados politólogos internacionales, la principal consecuencia sería sin duda la debacle de la paz en todo el hemisferio. TODOS los residentes en esta región, incluyendo los de Estados Unidos, perderían mucho.

El caos engendrado, no solo se limitaría a Venezuela, sino a Colombia, Guyana, norte del Brasil de inmediato, y a largo plazo es imprevisible hasta donde pueda llegar…

De igual manera, el rechazo, por más propaganda y mentiras que hagan los medios concertados de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y sus lacayos, a la acción generaría corrientes de voluntarios de todas partes para la defensa mediática o física de Venezuela.

Los norteamericanos pueden estar convencidos, que la resistencia de los venezolanos sería muy larga. Un nuevo “Vietnam” podría repetirse, solo que muy cerca de sus fronteras y con soldados con raíces en los atacados. Estados Unidos se enpantanaría en Venezuela en una costosa guerra inacabable que además de causarle incontables pérdidas humanas y económicas, provocaría las protestas y el levantamiento de amplios sectores de su población.

Por su parte, la condena universal del imperialismo yanqui en la ONU y demás organizaciones internacionales de esta agresión, podría sentar a los líderes de la Casa Blanca y el Senado norteamericano en el banquillo de los acusados como criminales de guerra, culpables del delito de genocidio, en un nuevo juicio de Núremberg.

La producción de petróleo en la región se paralizaría, y los precios mundiales de los combustibles se dispararían a niveles nunca vistos, generando una crisis económica internacional de alcance incalculable. Esta situación sería agravada por los serios perjuicios que sufrirían las comunicaciones, transporte marítimo y aéreo en todo el teatro de operaciones.

Complementariamente, se alteraría todo el flujo mercantil, primero en Suramérica, lo que se extendería inevitablemente a Centroamérica y los Estados Unidos, haciendo intolerable la crisis económica –financiera del agresor. Las bolsas de valores se desplomarían y el dollar perdería para siempre su carácter hegemónico. Como es lógico los socios de Washington en la OTAN no se librarían de estas terribles afectaciones.

Embarcada como está hoy en una desquiciada e incierta guerra comercial con China y el resto del mundo, esta incontrolable situación sería el “tiro de gracia” para la economía norteamericana.

Surgiría además en Latinoamérica una polarización extrema de izquierda, y las revoluciones populares podrían estallar en los países lacayos de USA derrocando a sus corruptos gobernantes.

Por ello, si por desgracia el desatino de una agresión militar norteamericana a Venezuela tuviese lugar, los agresores tendrán que retroceder y lamentarse toda la vida de su craso error de haber planificado desde Washington, un crimen masivo contra el noble pueblo venezolano.

¡Sería de seguro, el último disparate del oligarca Donald Trump!

Son ciertas las palabras premonitorias de Simón Bolívar sobre “el destino de USA de ser el gendarme nefasto del mundo, dominador imperial de naciones, pero también advirtió que América toda sería libre y soberana, sobre la base de combatir la ignorancia con unidad, con valentía y solidaridad internacionalista, que inexorablemente debía conducir a los pueblos a ser más iguales para vivir en plena libertad con justicia social.

También Bolívar dijo que cuando los pueblos, no importa su tamaño, se unen para luchar por su independencia y soberanía, lo más seguro es que la victoria sea de estos.

En este sentido, gracias a la sabia gestión geopolítica y geoestratégica, liderada por el Cmte. Chávez, se dio la creación de la ALBA, La Unión Suramericana de Naciones, La CELAC y PETROCARIBE, así como las alianzas estratégicas con la República Popular China, la Federación Rusa, Irán, Vietnam, Siria y otros países del tercer mundo, todo lo cual es un signo inequívoco que desde ya USA está confrontando serias y fuertes resistencias para llevar a cabo sus planes agresivos.

Ni la guerra económica, ni la guerra de IV generación que viene del norte podrá derrotar al noble y combativo pueblo de Simón Bolívar.


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